Tantei wa mou, Shindeiru (NL)

Volumen 1

Capitulo 1: El comienzo del misterio fue sentir unos pechos

Parte 3

 

 

Te volaré la cabeza

 


—Ohh, cuánto tiempo sin verte, mocoso. ¿Al fin estás listo para entregarte?

La persona que llegó tarde, y nos hizo esperar en este cuarto, se sentó fuertemente en el sofá, delante de mí y de Natsunagi, cruzando sus largas piernas.

—Fuubi-san, ¿qué haces abriendo las piernas así delante de una mujer?

—Cállate. Cuando vives aquí, los géneros no importan —dijo ella mientras encendía un grueso cigarro.

El uniforme que vestía destruía sus llamativas y bellas características.


Su cabello, rojo como el fuego, estaba atado de una manera tosca como cola de caballo.

La primera vez que las personas lo veían, no pensarían que ella era una oficial de policía.

Kase Fuubi. Trabajo: inspectora asistente.

Cuando nos conocimos, hace cinco o seis años, todavía era una oficial, por lo que, para estar en sus 20s (o eso creo), parece que está progresando rápidamente.

—Entonces, ¿qué hiciste esta vez? ¿Un robo? ¿Un asesinato?

—No he hecho nada. Más bien, recibí una condecoración por atrapar a un ladrón.

—De los crímenes que ocurren en esta ciudad, tú eres el primer testigo en el setenta por ciento de los casos. No se puede evitar que sospeche de ti.

—Es por mi predisposición.

La conexión entre Fuubi-san y yo comenzó al mismo tiempo que ella se volvió una oficial de policía y fue a su primera escena del crimen.

Desde su punto de vista, me debo haber  visto como un sospechoso estudiante de primaria que se encontraba en varias escenas de crímenes.

Me gustaría aclarar el malentendido, pero parece que sigue sospechando de mí.

—Esa  predisposición…  ¿Con  ese  poder  pudiste  hacer  aparecer  a verdaderos detectives?

—Uhmm… Si tuviera que decir algo, diría que yo fui el invocado por ella y, luego de hacerme ir deambulando por aquí y por allá, me dejó solo en un mundo lejano, y se fue.

Sí, en un mundo lejano.

Estoy seguro de que ni siquiera aparece en el mapa. Muy, muy lejos…

—Ya veo, también pudo ser eso. —Fubii-san entrecerró los ojos y se rio con una voz gruesa10—. Entonces, ¿ahora trabajas por tu cuenta?

—… No, no puedo hacer nada solo. Además, parece que a ellos no les importó, así que es tan pacífico que da miedo.

—Ohh, sí que eres un tipo sin corazón. Los muertos no hablan, ¿no? No diría algo así. Porque, si lo hago, podría venir como fantasma.

—Ouch.

Un agudo dolor recorrió mis piernas.

Al mirar mis pies vi que las zapatillas de Natsunagi me estaban pisando.

—¿Qué pasa?

—Ehh… no nada. Mejor dicho, no me dejes fuera de la conversación.

No uses la violencia con alguien si no fuera nada…

—Bueno, Fuubi-san. La razón por la que vinimos tiene que ver con ella.

—¿Ella?

—Es un pronombre personal.

Fuubi-san dirigió su mirada a la persona que estaba sentada a mi costado.

—Encantada de conocerla, me llamo Natsunagi Nagisa. Vine porque acepté la invitación de Kimitzuka-kun.

Kimitzuka-kun… qué refrescante suena.

Más bien, Natsunagi, sí que te comportas respetuosamente en público.

—Consulta, invitación. Bueno, está bien. Te escucho. —Fuubi-san, que replicó poco, encendió su segundo cigarrillo.

Minutos más tarde…

—Ya veo.

Cuando el relato terminó, Fuubi-san exhaló una última y larga bocanada y aplastó la colilla en un cenicero.

—Entiendo qué pasó… pero entonces, ¿por qué viniste aquí? —Entrecerró sus ojos aún más y nos miró fijamente—. Quieres que encuentre a la persona que te donó el corazón… nosotros no somos médicos.

—Si se trata de buscar a alguien, es más trabajo de la policía, ¿verdad?

—Encontrar donantes está fuera de nuestra área.

Fuubi-san se encontraba claramente de mal humor al cruzar nuevamente sus piernas.

—Lo ves, después de todo estamos en el lugar equivocado —susurró Natsunagi, dándome un codazo.

Espera un poco.

—La fuerza policial no está totalmente fuera de estos casos, ¿verdad? Más bien, sin la policía, no podríamos dictaminar la muerte cerebral de un potencial donante.

La ley exige que todos los casos en que se determine que existe muerte cerebral se comuniquen a la División de Investigaciones 1 de la Oficina de Asuntos Penales del Organismo Nacional de Policía. En relación a las autopsias, se supone que todo está bajo el control y la supervisión de los jefes de policía de cada jurisdicción. Por lo tanto, venir a la policía no es muy irrazonable. Además…

—No vine aquí para ver a la policía, vine a verte a ti.

No es como si cualquiera estuviera bien. Es algo que puedo pedirle porque es Fuubi-san.

—¿A qué te refieres al decir que viniste por mí?

—Es porque tú no eres como los demás policías, Fuubi-san.

—¿Diferente? ¿Qué parte? Por lo menos, tu propósito.

no eres como esos policías hambrientos de dinero y poder. Es por eso que, lo siento, pero no vas con el sentido común.

—No hay manera de que muestre información personal de un donante a cualquiera.

—Lo sé.

—Además, estoy en una jurisdicción distinta y no tengo el poder para revelar información en mi posición actual.

—También sé eso.

—Entonces, ¿por qué has venido a verme?

—A pesar de eso, pensé que Fuubi-san haría algo al respecto.

—… ¿Eres idiota? —Fuubi-san empezó a despeinar su roja cabellera, como si estuviera incómoda—. Tú… ya sabes, quiero subir mi rango. Por eso no quiero arriesgarme a que me atrapen haciendo algo peligroso.

—Jaja, a estas alturas dices algo como esas personas con sentido común…

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—Te volaré la cabeza.

Tenía una pistola presionada en la frente.

—Yo creo que ahora estás haciendo algo peligroso… Mira tú misma. Incluso Natsunagi está nerviosa.

—En fin, es por eso que… Lo siento señorita, pero tienes que irte —dijo mientras regresaba la pistola a su espalda y se estiraba con fuerza.

—No… por favor… por favor. Yo…

—Aunque inclines tu cabeza, las cosas imposibles son imposibles. — Mientras estiraba sus hombros, Fuubi-san se paró—. Además, estoy ocupada. Tengo planes de ir a una posada de descanso.

¿Posada de descanso?… Oh, es eso.

Natsunagi tenía una expresión perpleja, pero se lo explicaré más tarde.

—¿Vas a ver a alguien?

Fuubi-san que tenía la mano en la puerta, se detuvo.

—Es uno de esos tipos que conoces bien. Bueno, si ustedes me siguen por su cuenta, depende de ustedes.

Después de todo, es un bingo. No eres nada sincera.

—Solo por si acaso preguntaré, ¿esa persona tiene buen oído? Al escucharme, Fuubi-san volteó su mirada hacia nosotros y dijo:

—Sí, tan bueno que no olvidaría el latido de un corazón que solo escuchó por una vez.

***

 

 

No es lenguaje lascivo, es lenguaje codificado11

 

Nos encontrábamos a 15 minutos de la estación de policías, de camino a la posada de descanso, librados de las estrictas reglas que restringían a Fuubi- san. En ese momento, caminábamos más profundo hacia un sótano. Mientras más bajábamos, la iluminación se reducía y el sonido de nuestros pasos resonaba más fuerte.

—La visita solo durará veinte minutos, hasta que arregle mis asuntos arriba.

¿Puedes cumplirlo?


Es una gran manera de conocer a la gente con la que estás hablando.

—Por supuesto.

Aunque nos hablaste como si nos fueras a dejar a nuestra suerte, nos diste las direcciones. Eres demasiado buena. Normalmente, nadie nos traería hasta aquí con la patrulla.

—¿No irás a verlo, Fuubi-san?

—Aunque yo diga algo, estoy segura que no abrirá la boca. Es una pérdida de tiempo.

—Aunque se trate de ti, Fuubi-san, estás yendo muy lejos.

—Hablas como si fuera el problema de otro. Tú me trajiste aquí.

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—Yo no sé nada. Díselo a la detective muerta. Es bueno que seas tú quien pueda hacerlo.

—No  uses  como  justificación  a  tu  compañera  —me  dijo  Fuubi-san, golpeándome en la cabeza—. Bien, ya llegamos.

Bajamos del coche. Incluso para ser un oscuro interior, el aire estancado era mucho más pesado. El olor a moho hacía que mi nariz se retorciera.

—Solo tienes veinte minutos, ¿está bien? No más que eso. Tú también, señorita, ¿de acuerdo?

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Después de hacérnoslos recordar una vez más, agitó sus manos levemente en despedida y empezó a subir las escaleras de donde habíamos llegado.

Y ahora solo quedamos yo y…

—… Hey, Kimitzuka. Aunque sé que es tarde, ¿no íbamos a una posada de vacaciones?

Natsunagi  era  la  única  que  miraba  a  su  alrededor  con  una  mirada preocupada.

—Ahh, por eso. Esta es una posada de vacaciones, Natsunagi.

—¡¿En qué parte?!

Bueno… si me preguntas eso…

—Es una prisión.

—Por eso pregunto qué hacemos aquí.

Natsunagi  me  jaló  de  las  orejas  sin  piedad.  Así  que  solo  ocultas  tu verdadero comportamiento cuando estás en frente de otros…

—Me imaginé una construcción hecha de troncos12, pero esto está hecho de hormigón armado y con barras de metal a su alrededor.

—Es porque es una prisión.

—Entonces, ¿por dónde miras esto como una casa de vacaciones? ¿Por dónde?

Es un código, código.

—Una palabra sucia.

—Sabes…¿Por qué me siento un poco excitado? Estamos a oscuras completamente.

—Para hablar de la prisión, se usa el código “casa de reposo”. Es sentido común.

—¿De dónde es ese sentido común?

—Es sentido común para un chico que ha volado hacia al extranjero con un maletín del cual no conoce su contenido desde que estuvo en la secundaria.

—Ugh, es el tipo de persona que no quisieras conocer nunca.

—Estoy justo a tu lado, al costado.

—¿Y qué? ¿Por qué vinimos aquí?

Natsunagi, que ya se había acostumbrado a este lugar considerablemente, caminaba insegura, tratando de mirar lo que estaba detrás de los barrotes.

—No es así, nosotros nos dirigimos hasta el fondo. —Caminaba delante de ella, mostrándole el camino.

—¿Quién está ahí?

—Un viejo14.

—Hablo en serio.

—Un hombre que dejó de ser humano.

—Es cierto que, al estar aquí, es como si hubieras dejado tu humanidad, pero…

—No, no lo digo por eso.

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Esta es una verdad innegable, la cual quisiera que no lo fuera.

—El hombre que estás a punto de conocer es genuinamente no humano. Es por eso que, mi… no, nuestra vida cotidiana y la que no lo es también,

mejor dicho, todo, digamos que sería parte de una novela; por ello me gustaría darles una disculpa a los lectores que esperaban que sea una de misterio. Seguramente, esta historia no será del agrado de ellos.

—Kimitzuka, ese tipo…

Finalmente, Natsunagi se agarró suavemente de mi manga.

Finalmente, llegamos a un pequeño cuarto de acero, completamente cerrado, que se encontraba en la parte más profunda del sótano. Mirando dentro a través del único pequeño cristal que había en la parte delantera, vi a un hombre sentado, con los brazos encadenados.

Hubo una ligera pausa y, con un sonido opaco, la persiana o contraventana de la puerta se corrió al lado.

—Ha pasado un tiempo desde que nos vimos por última vez, “Koumori”.

En respuesta a mi voz, el hombre movió su cuerpo con un pequeño sonido. Con una descuidada barba y sucio cabello rubio, después de girar lentamente, centró su mirada hacia nosotros.

—Sí que ha pasado mucho tiempo… detective.

***

 

 

Corazón. Koumori – humano artificial

 

Reconozco al hombre encarcelado.

Su nombre clave es “Koumori”, y es alguien a quien no quería volver a ver.

Sin embargo, como sugirió Fuubi-san, él podría ser capaz de resolver el problema que Natsunagi tiene. Poniendo en mi mente el solucionar el problema, había ido a verlo.

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—Es una pena, pero yo no soy detective. Aquí solo hay un asistente y el cliente.

—¿Hmm…? Ahh, ya veo. Eres Watson. —Koumori levantó ligeramente las comisuras de su boca mientras me miraba con ojos entrecerrados.

—Tu japonés es tan bueno como siempre.

—Ja, ja. Es una habilidad indispensable para alguien como yo. Además, llevo años viviendo aquí, ya he olvidado mi lengua materna.

Ciertamente, él es de oriente del norte de Europa. Sin embargo, sus orgullosos ojos color esmeralda estaban ahora terriblemente opacos.

—¿Puedes ver con esos ojos?

—No, ya no me sirven. Bueno, de todas formas, el que yo los tenga o no realmente no importa.

—Tienes un gran aprecio por ti mismo.

—Hacen juego con los tuyos, Watson.

—Esa es la peor noticia del siglo. Además, deja de llamarme así.

—Ja, ja. ¿Qué, ya dejaste de jugar a ser asistente?

… Bueno, esa era la idea.

—Koumori, hoy vine a verte porque tengo algo que hablar contigo.

—Hmm, supuse eso. Es imposible que hayan venido hasta aquí para verme sin algún motivo en especial.

“Ustedes”… Claro, la primera vez que lo encontramos, estábamos juntos.

Pero eso fue hace mucho tiempo.

—Está bien, dime. Después de todo, la vida aquí es aburrida. Esto es perfecto para pasar el rato.

Contrario  a  nuestras  expectativas,  él  pidió  que  continuáramos  con  la conversación.

—Bueno, empezaré presentándotela. La chica a mi lado es Natsunagi Nagisa, una de mis compañeras de clase.

—¿Natsunagi Nagisa? —dijo él, moviendo ligeramente su cara y dirigiendo sus opacos ojos en dirección a ella.

—… Mi nombre es Natsunagi. —Tras vacilar por un momento, mi acompañante recuperó su habitual expresión de firmeza y le devolvió la mirada al prisionero—. Hoy hemos venido para hablar sobre un problema relacionado a mi corazón.

Luego de unos minutos…

—Ya veo, así que se trataba de eso… No me extraña. —Una vez Natsunagi terminó de hablar sobre el problema al que se enfrentaba, Koumori acomodó su cuello, produciendo algunos sonidos—. En resumen, han venido a preguntarme si tengo algún recuerdo sobre el dueño de ese corazón.

—Sí, así es… así es, pero… —Natsunagi acercó su boca hacia mi oreja y dijo—: ¿Estás seguro de que esta persona puede saberlo?

Ahora que lo pienso, no había hablado con Natsunagi sobre eso todavía.

—Uhm, este tipo…

—Oy, oy. Sí que eres una ojou-chan irrespetuosa.

—Rayos, me escuchó — dijo Natsunagi girando su mirada hacia otra parte, pensando en que recibiría un castigo.

Eso es obvio. Porque este tipo…

—Ja, ja. A esta distancia, puedes oírlos sin ningún esfuerzo. Si me pongo serio, puedo oír a la gente hablando a cien kilómetros de distancia.

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Esa es la razón de su alias, “Murciélago15”.

Él no es humano. Es uno de los humanos artificiales contra los que mi antigua compañera luchó hasta el final de sus días.

—Bueno, en compensación a eso, perdí la vista. Además, mis oídos, de los que estoy orgulloso, no son de mucha utilidad aquí. Mientras la puerta de esta prisión esté cerrada, esta jaula bloquea completamente el sonido de los alrededores. ¿Esto es lo que se llama un cadáver viviente? ¡Ja, ja! —se rio de sí mismo con una broma de ese tipo—. Pero ahora que estamos en una situación donde puedo usar mis oídos, debería ser capaz de distinguir los latidos de tu corazón. No es ningún problema para mí.

—Eso es ridículo…

—En este mundo hay cosas ridículas. Es un mundo grande —dijo Koumori, sonriéndole a Natsunagi.

No parece haberla persuadido. Sigue con esa manera de hablar que confunde a la gente.

Esa es la razón por la que Fuubi-san afirmó de mala gana que sería una pérdida de tiempo.

—Aunque por ahora crea en tu historia, ¿qué es lo que harás cuando hayas escuchado los sonidos de mi corazón? —con cautela, Natsunagi instó a continuar la conversación.

—Voy a buscar en la base de datos de todos los corazones humanos con los que me he encontrado en las últimas décadas, con cada uno de ellos, para ver si encuentro alguno que coincida.

—Qué absurdo… La probabilidad de que alguna vez te hayas encontrado con el dueño de este corazón por casualidad…

—No, Natsunagi. Podemos esperar algo de ello.

—¿Kimitzuka? ¿Qué quieres decir?

Es porque este tipo no tiene un historial normal.

Siguiendo órdenes, fue el humano artificial que voló alrededor del mundo.

Quizás este tipo haya conocido al dueño del corazón de Natsunagi. Y, con esa capacidad anormal de audición, pudo haber distinguido incluso el latido de su corazón. Él es capaz de hacer esas cosas.

—No es como si te lo haya estado escondiendo, pero conozco a este tipo bastante bien. La primera vez que nos vimos fue hace cuatro años, a diez mil metros de altura.

Así es, fue ese día.

El día que conocí a esa gran detective… él también estuvo en el avión.

—Jaja, ya han pasado cuatro años. Es tan nostálgico… ya sé, ¿qué tal si hablamos un rato sobre el pasado? —Un ligero brillo apareció en los opacos ojos de Koumori.

—Lo siento, pero no tenemos tiempo para eso. Fuubi-san nos dio un tiempo establecido.

—Oh, esa mujer con una personalidad altanera y trasero grande. Bueno, está bien. Si es así, estará bien si filtramos información un poco de información sobre nosotros más tarde. Así estaré de mejor humor.

—¿Qué estás tramando, Koumori?

Es raro que la parte que pide el favor lo diga, pero siento que sería demasiada cooperación. Incluso aunque hablamos de esta manera el uno al otro, Koumori y yo definitivamente no somos aliados.

—No estoy tramando nada. Es solo que, como tengo visita después de tanto tiempo, mi humor ha mejorado un poco.

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¿Qué pasa con esa forzada razón?

… Sin embargo, si lo pongo de mal humor ahora, podríamos desaprovechar la oportunidad que al fin conseguimos.

—Disculpa, Natsunagi. Demoraremos un poco más.

Rayos, no se puede evitar.

Lo recuerdo… hace cuatro años, lo que pasó ese día.

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