Tantei wa mou, Shindeiru (NL)

Volumen 1

Capitulo 1: El comienzo del misterio fue sentir unos pechos

Parte 5

 

 

Fue demasiado rápido para que retrocediera, pero también tuvo que ver la valentía de Siesta.

Mentiría si dijera que no me importaba la verdadera razón, pero si el vuelo podía terminar sin daños, es algo que puedes pedirle a la policía que averigüe después.

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Lo que es más importante ahora es asegurarse de que él no cambie de opinión. Para evitar algún inconveniente, dejen que vuelva a su asiento. Sí, no hay duda que esa es la razón por la que me dieron el puesto de asistente.

—Así es, Siesta. Tenemos que aprender la consideración de alguien maduro como él y volver a nuestros asientos…

—No, no es eso a lo que me refería cuando te dije mentiroso.

—Aaah, ya veo. Si no te comportaras como un adulto, no te llamarías a ti mismo como gran detective en primer lugar.

—Cuando dijiste que estaba dispuesto a arriesgar tu vida… Eso fue una mentira, ¿verdad? Tenías miedo de morir, ¿verdad? —Siesta encendió la mecha de nuevo.


—… ¿Qué estás diciendo? —aún de espaldas, Koumori respondió con una voz baja.

—Fue demasiado rápido.

—¿Qué cosa?

—Admitir la derrota ante mí y retirarte. Un hombre que secuestra un avión japonés, cuya seguridad se dice que es inexpugnable en estos tiempos, no se rendiría tan fácilmente contra una chica.

… Ciertamente, es algo que me causaba dudas.

Después de haber causado un gran revuelo, su manera de rendirse fue muy tranquila. Traté de verlo como suerte, pero Siesta no dejó pasar ese detalle.

—Posiblemente, cometiste el secuestro bajo órdenes de alguien más. Te ordenaron morir en el avión cuando se estrelle… ¿no?

—…

Su silencio era símbolo de afirmación.

—Pero, como en verdad tienes miedo de morir y no quieres hacerlo, nos usaste para encontrar una razón para terminar todo sin morir, ¿no?

Un secuestrador recibe la orden de suicidarse pero, una vez que acepta la orden, siente nostalgia porque va a perder su vida.

Así que lo que se le ocurrió fue llamar a un detective para que adivine el porqué del secuestro, fallar el atentado y terminar el caso salvando así su propia vida junto a la de los pasajeros.

—Y así al llegar al aeropuerto, la policía me capturaría —dijo Koumori y suspiró.

Pero no fue un suspiro de lamento, sino uno de alivio.

Si el secuestro fracasaba, seguramente Koumori sería asesinado por quien le ordenó. Así que pensó que, hasta que las cosas se calmasen, se protegería utilizando a la policía japonesa.

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Eso es, por eso no importaba la razón.

Aunque Siesta haya respondido que el motivo del secuestro era “por dinero”, ” para liberar a los prisioneros”, “por cuestiones diplomáticas”, etc., Koumori probablemente hubiera tomado la misma actitud y dicho palabras para hacer ver que ella tenía razón. La persona que más deseaba que el secuestro fracasara era el mismo Koumori.

… Uhm, pero si es así…

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—Pero entonces, ¿por qué hiciste tanto revuelo como pedir un juego de apuestas? Si querías detener el secuestro a mitad de camino, no tenías que hacerlo. Si te hubieras rendido pacíficamente hubiera estado bien, ¿verdad?

No había la necesidad de llamar a un detective. Solo tenía que rendirse al bajar del avión.

—Tu orgullo no te permitió hacer eso —dijo Siesta en voz baja—. No querías perder sin luchar, querías pelear apropiadamente y perder. Aunque haya sido una farsa.

Me pregunto si es así.

Él seguía ahí, dándonos la espalda, sin decir ni una palabra. No dijo nada.

—Oye, déjame preguntar una última cosa.

Koumori nos llamó a Siesta y a mí mientras íbamos en camino a nuestros asientos.

—¿Cómo lo entendiste todo?

Después de ser completamente derrotado por la famosa detective, el enemigo finalmente preguntaba la razón de su derrota.

—¿Qué pista te llevó a esa conclusión? Es serio, solo porque me haya retirado demasiado pronto, solo por eso…

—Ahh, también fue por eso —Siesta habló tranquilamente y se dio la vuelta—. Es porque sabía de ti desde el principio.

—… ¿A qué te refieres?

—Que hoy te hayas subido a este avión, tu plan para hacer el secuestro, y de pasada, sé sobre las personas que te ordenaron hacerlo. Todo.

… ¿Qué es lo que acaba de decir?

Entonces, ¿Siesta sabía todo y se subió al avión?

Además, ¿sabía desde el principio, sin tener que deducir, que esto iba a pasar?

—Un detective de primera clase es aquel que resuelve los casos antes de que ocurran. Bueno, aunque me demoré un poco porque tomé una pequeña siesta en el avión —Siesta añadió eso y se acomodó el cabello.

Así que de ahí viene su alias20. Aunque su rostro no tenía aspecto español.

—… Ya veo. Así que eso era.

Koumori, aun dándonos la espalda, aceptaba tranquilamente las razones que le daba Siesta.

—Me alegro de haberte preguntado.

—Agáchate, asistente —murmuró Siesta.

—Un agente de primera categoría es aquel que, si encuentra un brote joven, lo poda antes de que crezca.

En el momento en que Koumori dijo eso, o incluso antes de que termine, una fuerte onda atravesó mi cuerpo.

—Auch.

Al darme cuenta, me había caído y estaba sentado en el suelo.

Algo… no, ¿fui empujado por Siesta?

—Oye, Siesta, ¿qué estás haciendo…? ¿Eh?

Frente a mí, del cuerpo de Siesta brotaba un líquido rojo negruzco desde su hombro.

Al otro lado, Koumori, que estaba erguido completamente, tenía saliendo desde su cabeza… no, desde sus orejas, algo como tentáculos puntiagudos.

—Cambio de planes. Te mataré solo a ti.

***

 

 

El misterio viene junto a la ciencia ficción

 

—… ¡Kugh!

—¡Siesta!

Corrí hasta Siesta, que estaba en suelo debido a que había sido empujada al cubrirme.

—Kugh, no debí haber contratado a un asistente… hasta ahora, no ha sido de utilidad…

—¡Estás siendo irrazonable! ¡Tú fuiste la que me contrató a la fuerza! Bueno, ¡estoy de acuerdo en que no fui útil!

Pero ahora no es el momento para estas chácharas.

—¿Qué rayos fue eso…?

Los tentáculos que salían de su oreja derecha se retorcían y se movían como si tuvieran voluntad propia. Eran de un grotesco color, combinando un profundo verde y púrpura. Parecían expandirse y contraerse a voluntad, aunque no sé hasta dónde eran capaces de hacerlo.

—Es un humano artificial. —Siesta se paró, tambaleante, mientras hacía presión sobre la herida de su hombro—. Ese hombre es un miembro de la organización secreta, ‘SPES’. Han creado humanos artificiales usando poderes más allá del conocimiento humano y amenazan al mundo desde las sombras.

—“Humano artificial”… eso es ridículo. Entonces, ese tipo, Koumori… ¿no es humano? ¿Es un monstruo?

—Aunque solo es su oreja por ahora. No es más que un prototipo que tomaron y forzaron a entrar en un cuerpo… por así decirlo, es medio humano artificial.

—Siesta, ¿cómo sabes todo eso…?

—Como castigo por traicionar a la organización, fue penalizado.

—Por eso, Siesta, ¡¿cómo es que sabes todo eso?! No creo que ella esté también de ese lado.

Sin embargo, mis preocupaciones fueron opacadas por la gruesa voz de Koumori.

—¡Así que sabías todo eso! Después de todo, ¡parece que sería mejor llevar tu cadáver como recuerdo!

Una vez más, los tentáculos avanzaron frenéticamente hacia nosotros.

—Asistente, atrápalas.

—¿Eh?

Mi cuerpo fue lanzado al aire.

No, para evitar el ataque, Siesta me abrazó y dio un gran salto. Sentía sus blancos cabellos rozando mi mejilla.

Su nombre es “Siesta por la tarde”21.

Verdaderamente era una situación irreal, como la de un sueño a medio día.

—Tú, ¿en verdad eres humana?

—¿Acaso eres idiota? ¿Me veo como uno de ellos?


—Pienso que eres capaz de convertirte en uno.

—… Definitivamente, no eres popular.

No estábamos en el lugar indicado para tener una conversación tonta. No había forma de que los 600 pasajeros no notaran ese ruido.

—¡O-oi! ¿Qué fue eso?

—¡Kyaaaaaa!

Además de los pasajeros que venían a ver la situación, los gritos y chillidos empezaron a inundarnos.

—¡Se-señor! ¡Mantenga la calma!

La azafata, cuyo maquillaje se había corrido, calmaba a los pasajeros desesperados.

Sin embargo, la situación en el avión ya parecía un infierno.

—Ahh, no hay de otra. Mataré a todos los que hagan cosas innecesarias.

—¡N-no te precipites! Si haces eso, el avión se estrellará y tú también morirás.

—Sí, dejaré que el piloto viva. Pero ¿quién eres tú?

—¡Soy el asistente de la gran detective!

Rayos, ya lo acepté. Da miedo que ya me haya acostumbrado.

—Ehh, me llamaste gran detective… Eres un buen discípulo.

—Solo fue porque así sonaba mejor22. Además, no soy tu aprendiz, soy tu asistente.

Oh, rayos. Otra vez. Qué técnica tan avanzada23.

—… ¿Qué son ellos, realmente? Es fácil decir “persona artificial” — pregunté a Siesta, que me estaba sosteniendo, mientras evitábamos los ataques de Koumori.

—Los humanos artificiales son creaciones hechas a partir de algo que funciona como núcleo. En el caso de él, este núcleo es su oreja, pero hay muchos otros con ojos, narices, dientes y otras partes que pueden utilizar como arma para pelear.

—… S-Siesta, ¿has peleado con muchos monstruos así antes?

—Es la primera vez que tengo que lidiar con uno de ellos. Más bien, en verdad no sabías nada.

—No hay forma de que un ejemplar estudiante de secundaria conozca sobre las circunstancias del bajo mundo.

—¿Acaso un estudiante de secundaria que viajaba al extranjero con un misterioso maletín dijo algo?

—Tú…, ¿cuánto sabes sobre eso…?

Así que también había puesto sus ojos en mí.

Más importante, ese maletín no tiene nada que ver con esto, ¿verdad? En serio, no sé nada de esto, ¿okey?

—Para empezar, ¿cuál es el objetivo de estos tipos…? ¿Acaso quieren declararle la guerra a Japón secuestrando un avión?

—El nombre ‘SPES’ significa “esperanza” en latín. Su propósito es traer la “salvación” —dijo Siesta mientras me sostenía en sus brazos y daba grandes saltos.

—Es como una religión sospechosa…

Al instante siguiente, los afilados tentáculos de Koumori rompieron el suelo donde estábamos antes.

Si llegara a hacer un hueco en el avión a 10.000 metros de altura, será el final, sin duda.

—No imaginé que hubiera algo que pudiera ser una amenaza de este tipo en Japón.

—Es necesario para un detective el actuar en secreto. Ninguno de tus compañeros sabe sobre mi existencia, ¿verdad?

Sin embargo, a esta distancia, podía saber que Siesta ya había usado bastante de su resistencia física debido a la forma en que respiraba.

Era algo natural, ya que está cubriendo a un bulto como yo de los ataques.

—Ja, ja. Aun así, hoy terminará todo el esfuerzo que pusiste en actuar escondiéndote.

—¿En serio? Pero ya no puedes volver a la organización, ¿verdad? Ya no puedes informarles.

—Quién sabe… Confío en que, si les muestro la información, incluso ellos, que son impacientes, lo repensarán.

—Me pregunto si realmente son tan buenos.

—Como si supieras.

Nuevamente, como una serpiente serpenteando en el aire, los afilados tentáculos se retorcían en dirección hacia Siesta.

En este avión no es posible que haya un arma para oponernos, estamos a la defensiva. Si las cosas continuaran así, nos mataría.

—¿Qué pasa? Parece que estás jadeando bastante, ¿no?

—… Pensé que estaba encubriéndolo lo suficiente como para que no se distinga a la vista.

Por primera vez, la expresión de Siesta se veía ligeramente sombría.

—Estas orejas fueron un pedido especial. Las células auditivas que están en las puntas de los tentáculos pueden oír incluso los latidos de un corazón a cien kilómetros de distancia.

—… No recolecté la información suficiente, pero no me engañarás diciendo que puedes distinguir el ritmo cardiaco.

No importa cuán gran detective seas, no puedes ser omnisciente. El sudor escurría por la frente de Siesta.

Pero ahora, no hay nada que pueda hacer…

—Si tan solo tuviera un arma.

Aunque ya lo haya dicho, estamos a 10.000 metros sobre el nivel del mar.

Es imposible conseguir objetos de otras partes. Normalmente, no se pueden llevar armas en el avión. No hay nadie en este avión que tenga en su equipaje algo que pueda servir como arma…

… No, si hay uno.

—Siesta, consígueme treinta segundos.

—¿Asistente?

—Tengo una idea.

Aunque sea ahora, no, como estamos en aprietos, mi cerebro estaba trabajando.

Esto es por la constitución que tengo desde que nací.

El número de lugares peligrosos en los que he estado es mayor que el número de panes que he comido en toda mi vida.

Estoy seguro que mi intuición, por todas las experiencias que he pasado, es la solución.

—Está bien. Más bien, como desde el inicio no te has lucido, no hay ningún problema.

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—¡Esta vez me luciré un poco! —Luego de bromear con ella, corrí a toda prisa al lugar en donde estaba—. ¡Permiso! ¡Apártense del camino!

Hice a un lado a los pasajeros que estaban tratando de huir, y saqué de la maletera que estaba encima de mi asiento el maletín que traje.

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Por supuesto, no sé qué hay dentro.

No sé si ayudará o no en la situación en la que estamos. El gato dentro de la caja estará vivo o muerto24.

Pero me di cuenta que los encargados del control de equipaje de mano solo daban una mirada rápida al inspeccionar.

El nivel de seguridad de los aeropuertos de Japón me preocupa… pero, gracias a eso, es que puedo apostar por hacer esto.

—¡Siesta! ¡Agárralo! —Sin perder ni un segundo, lancé el estúpidamente grande maletín plateado al campo de batalla usando todas mis fuerzas.

—¡C-como si te fuera a dejar hacerlo! —Al darse cuenta de esto, Koumori rompió el maletín con los tentáculos que estaban atacando a la muy herida Siesta… pero, gracias a eso, el contenido solo terminó en manos de Siesta.

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—¡Buen trabajo, asistente!

Entonces, Siesta disparó a los tentáculos con el mosquete en mano.

—¡Kugh!

La apuesta fue un éxito.

Derramando un líquido grotesco, los tentáculos volvían a las orejas de Koumori.

Sin perder tiempo, Siesta redujo la distancia entre ella y él de un salto, y apuntó a la garganta de Koumori mientras lo presionaba contra el suelo.

— ¡Bang!*25 —dijo Siesta, con un rostro calmado, a Koumori, que mostraba una desconcertada expresión—. Sí, acabas de morir.

“¿Qué estás diciendo?” parecían decir a su vez los ojos de Koumori.

No sé qué está pasando. No le darás el tiro final, ¿qué estás tramando…?

—Con esto, tus compañeros ya no estarán tras de ti. Porque, ahora, eres hombre muerto.

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—… Tú… ¡¿me estás jodiendo?! —gritó Koumori cuando Siesta sacó el arma de su boca.

—Lo hago porque no quieres morir, ¿verdad?

—… Ja. En este punto, eso ya es imposible. Perdí contra quien se supone iba a ser mi seguro de vida. Sin dudas, me eliminarán.

—No necesitas preocuparte por eso, ya que los medios de comunicación informarán que moriste aquí.

—¿Qué demonios eres tú…?

—Y la policía japonesa te custodiará. No te preocupes, tengo contactos en los que puedo confiar.

Koumori rio con incredulidad… Sinceramente, estoy igual.

¿Qué demonios es esta chica…? Probablemente, algo que se desvía de lo conocido como detective.

—Te arrepentirás si no me matas ahora.

—¿Por qué?

—Soy rencoroso. Voy a vengarme de toda esta burla.

—Será imposible. —Siesta se alejó del cuerpo retenido en el suelo de Koumori—. La “Bala Roja” que te disparé antes estaba hecha de mi “sangre”. Aquellos que son atacados por ella nunca serán capaces de desafiar a su maestro. En otras palabras, tus tentáculos no podrán atacarme nuevamente.

—… ¿Qué clase de trampa es esa? Maldición.

—Eso es un secreto de mi empresa.

—¿También trabajas para alguien?

Cuando le preguntó, Siesta sonrió levemente y respondió:

—No, desde que nací, tuve la constitución para ser una gran detective.

Ya veo, hay personas con peor ADN que yo en el mundo…

Pero eso dejémoslo para después.

—Disculpa por interrumpirte en un momento así, Siesta. —Decidí preguntarle a Siesta el detalle que me intrigaba de la anterior conversación—. Esa bala, que estaba especialmente hecha y contenía tu sangre, ¿… cómo conseguiste el tiempo para hacerla?

Le lancé el maletín a Siesta, Koumori destruyó el exterior, Siesta atrapó el mosquete que cayó, apuntó a los tentáculos y jaló el gatillo… en esos pocos segundos, ¿tuvo el tiempo suficiente como para poder hacerla? No, eso es imposible.

Si ese es el caso, entonces la bala ya había sido fabricada desde el principio… y, además, no hay duda que Siesta sabía sobre eso.

En respuesta a mi desagradable premonición, Siesta, con una mirada tranquila en su rostro dijo:

—Eso es porque yo fui la que te entregó el maletín y te dio la orden de llevarlo en el avión.

—¡He estado en tus planes desde el principio!

Y así comenzó nuestra historia de deslumbrantes aventuras, que durarían tres años.

***

 

 

Incluso ahora, y por siempre, te recordaré

 

—Ese fue el encuentro entre Koumori y yo… y, casualmente, mi encuentro con una ex detective.

Se extendió más de lo debido, pero le conté a Natsunagi la antigua historia entre Koumori y yo. Si hablo sobre esa historia de hace cuatro años, la existencia de mi antigua compañera inevitablemente se ve involucrada.

Hace mucho que no hablo sobre ella, y aunque no todos son buenos recuerdos, me pregunto por qué mis mejillas empiezan a formar una pequeña sonrisa.

—Ya veo… sí. Entiendo lo que pasó —dijo Natsunagi mientras caminaba hacia atrás—. ¿No es él super peligroso? —Con la espalda contra la pared opuesta, tomó distancia de Koumori.

—Bueno, sí.

—“Bueno, sí”… ¿cómo puedes decir eso? Además, Kimitzuka, tú eres también alguien muy peligroso…

Ahora que lo pienso, no le había explicado bien a Natsunagi los detalles sobre mi constitución… pero esperaba que lo adivinara debido a que tengo conocidos en la policía y los prisioneros.

—Además, no quiero que ese hombre escuche mis latidos…

Bueno, es verdad. Ser tocado por ese grotesco “tentáculo” en el pecho puede ser un trauma insuperable para una chica de su edad. Incluso yo me opondría si estuviera en su lugar.

—No, no. Para algo como escuchar los latidos de tu corazón, a esta distancia es suficiente… mejor dicho, en verdad, ya he terminado de distinguir los latidos de tu corazón, ojou-chan.

Entonces, Koumori, sintiendo tanto el miedo de Natsunagi como el mío, se adelantó… Pero ¿qué dijo Koumori? ¿Acaso ya tiene una idea sobre quién puede haber sido el donante de Natsunagi?

—Koumori, ¿en verdad estás seguro de que conociste al antiguo dueño del corazón de Natsunagi?

—Sí, por eso es que utilicé esa vieja historia.

¿Por eso la utilizó?

Como siempre, es alguien que habla con rodeos… ¿Cómo se relaciona esa historia con la del corazón de Natsunagi? ¿Acaso quieres decir que hace cuatro años, en ese avión, se encontraba el donante de Natsunagi?

—Así que es eso —murmuró Natsunagi en la parte trasera.

—¿Qué pasó? ¿Te diste cuenta de algo?

—… No, tuve ese presentimiento. Que algo era raro.

Hablando de eso, es  cierto que la primera impresión que tuve sobre Natsunagi fue de una persona rara, pero este no parece ser un buen momento para fastidiarla.


—Porque no soy el tipo de persona que haría cosas así, ¿verdad?

—¿De qué estás hablando, Natsunagi? Estas actuando extraña.

—Sí, me siento extraña. A veces no sé quién soy… siento que ya no soy yo misma. —La habitual expresión de calma de Natsunagi desapareció de su cara mientras abrazaba sus pequeños hombros—. Sí, definitivamente. Yo… no soy el tipo de persona que le haría algo así a un chico que conocí por primera vez.

Eso… ¿Se refiere a lo que pasó antes en ese salón de clases?

Entonces, ¿Natsunagi en verdad no es el tipo de chica que haría algo tan audaz?

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