Shin no nakama janai to Yuusha

Volumen 2

Capitulo 4: Impulsado Por Un Sueño Loco, Bighawk Se Dirige A Las Masas

Parte 1

Después de cinco días, finalmente llegó el momento de recoger la nueva arma de Al.

“Está bien, ten cuidado. Asegúrate de regresar enseguida”.

Después de recibir una advertencia de Rit, Al la saludó con la mano y se dirigió a recoger la espada que había estado esperando ansiosamente tener finalmente en sus manos.

Al llevaba una capa negra de cuerpo entero para ocultar su identidad como medida de precaución.

“Regresaré pronto”, dijo Al, aunque parecía nervioso.

***

Ese día estaba lloviendo. El verano acababa de pasar, pero la fría precipitación se sintió como el preludio de un invierno temprano.

Debajo de la capa, una figura temblaba levemente por el frío. Con una mano en la empuñadura de un shotel, el encapuchado siguió adelante. El taller de Mogrim estaba al otro lado de un callejón que se acercaba.

“…!”

Después de doblar la esquina, la figura encapuchada se vio repentinamente rodeada por un grupo de ocho, cuatro al frente y cuatro detrás.

“Heh-heh-heh… Al, chico.”

Los hombres estaban sonriendo. Cada uno llevaba un hacha.

“El Señor Bighawk quiere hablar contigo. ¿No quieres venir con nosotros?”

Lentamente, los hombres se acercaron, blandiendo sus armas de manera sugerente.

“¿Asustado? ¿El gato te comió la lengua? No te preocupes, no necesitas tener miedo. Si te portas bien, no saldrás lastimado”.

Un temblor surgió de debajo del capó ante la amenaza.

“Hah-hah-hah…”, se rio entre dientes la persona oculta.

“¿Qué pasa, Al? ¿Te has vuelto loco del miedo?”

“Espera. Esa risa… Eso no sonaba como la voz de un niño…”

La Capa de Disfraz fue lanzada al aire y aterrizó en el suelo con un suave sonido. El que lo había estado usando se alegraba de estar libre de su magia ilusoria.

“Oh, ¿me confundiste con Al? Lamento decepcionar, ¡pero soy yo!” Rit declaró triunfalmente. El shotel mágico de Al colgaba de su cintura.

“¡Lástima  que  Localizar  no  pueda  decirte  quién  sostiene  la  espada!

¡Gracias por morder el anzuelo!”

Dos de los hombres saltaron inmediatamente hacia Rit por detrás. Sin duda, pensaron que su única oportunidad era saltar antes de que Rit tuviera la oportunidad de sacar su arma. Para cuando la alcanzaron, sin embargo, ya tenía un shotel en ambas manos y cayeron al suelo en medio de una salpicadura de sangre.

“Pasar de veinte a veintiocho, ¿eh? Eso podría ser suficiente para que Bighawk se dé cuenta”.

La mayoría de los hombres que empuñaban el hacha retrocedieron un poco por reflejo mientras Rit sonreía sin miedo. Sin embargo, un hombre valiente dio un solo paso adelante.

“No planeo aumentar tu conteo, así que será mejor que hagas veintisiete”, gruñó.

“Oh, ¿no lo dices? Quiero decir, supongo que es cierto… con lo que no eres un humano y todo eso”.

El que había dado un paso adelante de repente abrió la boca tanto que las comisuras comenzaron a partirse. Finalmente, se rompieron y el cuerpo del hombre creció al doble de su tamaño. Su carne era ahora de un color rojo cobrizo, y sus músculos se habían hinchado y habían crecido. Sus manos se habían fusionado con los dos ejes que había estado sosteniendo anteriormente.

“Oye, demonio del hacha, hay algo por lo que siempre he tenido curiosidad”, dijo Rit.

“¿Oh? Tal vez te responda, si me apetece. ¿Qué es?” replicó la criatura.

“Debe ser bastante difícil lavarse las manos así, ¿verdad? Estoy segura de que eso causa una serie de problemas, pero ¿el olor nunca te molesta?”

“¡Será mejor que cuides tu boca, niña!”

El demonio cargó, su rostro rojizo se volvió más brillante ante la broma de Rit.

Asumiendo una postura combativa con un shotel en cada mano, Rit se enfrentó al demonio.

***

Al estaba de vuelta en la tienda. Los dos guardias que habían cuidado a Al cinco días antes también estaban allí, como protección.

Nadie dijo una palabra mientras el sonido de la lluvia golpeando el techo resonó en la tienda. El plan era que Rit atrapara a los atacantes que atraía pretendiendo ser Al y los devolvía para entregárselos a los guardias.

No había pruebas de que fuera atacada, pero Red había dicho que las probabilidades de que sucediera eran altas. El mismo Red seguía a Rit a distancia, por si acaso le pasaba algo. Por eso los dos guardias estaban en la tienda.

De repente, hubo un ruido sordo en la puerta. El letrero de cerrado estaba colocado, por lo que no podría haber sido un cliente. La expresión de Al se tensó.

Uno de los guardias sacó la espada corta de su cintura y se acercó a la entrada. El otro preparó su alabarda. Al mismo sacó su propio shotel, que había sido entregado en secreto la noche anterior. Al podía sentir que su miedo se disipaba con el simple hecho de dibujarlo. Su nueva espada se ajustaba perfectamente a su mano, como si fuera una extensión de sí mismo. Se sentía mucho más natural que esa costosa espada mágica.

“¿Quién es?” preguntó el guardia cerca de la puerta.

“Soy yo.”

Al había escuchado la voz antes. Era la voz del hombre bajo que le había traído el dudoso shotel.

“¡Es uno de los hombres de Bighawk!” Advirtió Al en un tono bajo pero enfático.

El guardia asintió con la cabeza en comprensión… y luego abrió la puerta.

“¿Eh?”

Al no entendió lo que estaba pasando. Los dos guardias que se suponía que debían estar allí para protegerlo sacaron sus armas y asintieron respetuosamente al intruso cuando entró.

Esta vez, llevaba un poncho sobre el atuendo de un ladrón, en lugar del atuendo estilo mago que había tenido antes. Había una camisa de cota de malla cosida en la parte inferior de su ropa que servía como armadura y apenas hacía ruido cuando se movía. El poncho era un artículo caro, hecho de piel de rata de fuego que presumía de una alta resistencia al fuego. Detrás de él había dos guardaespaldas envueltos en capas negras con capucha.

“Qué niño tan ingrato, usar una cosita tan barata cuando el Sr. Bighawk ya te dio un regalo tan lindo”, dijo el hombre con una sonrisa.

“¿Cómo…?” Preguntó Al, incrédulo.

“Es bastante simple, de verdad”.

El hombre hizo un gesto y uno de los guardaespaldas sacó dos bolsas de monedas de plata de su capa y se las entregó a los guardias.

“Heh-heh, gracias, amablemente.”

“¡¿Estabas trabajando con Bighawk?!”

“Estoy seguro de que Rit pensó que nos estaba engañando, y dejarla pensar que ese era el caso era la opción más segura. Ella es una vieja heroína, por lo que, por supuesto, vería a través de la magia oculta en esa arma y pensaría en usarla como una trampa para atraernos. El hecho de que saliera disparando su pequeña trampa fue el mejor momento para saltar. Hemos estado un paso por delante todo el tiempo”.

Al preparó su espada, pero el hombre se rio disimuladamente y lanzó una especie de pelota desde el interior de su manga. La esfera saltó a los pies de Al y esparció una sustancia verde pegajosa por todos lados.

“¡¿Q-Qué es esto?!”

“Una bomba adhesiva. Puede que no lo parezca, pero tengo una bendición de Alquimista”.

Curiosamente, el material parecido al pegamento no se adhirió al abrigo del hombre. Claramente, lo había cubierto con algún tipo de químico resistente de antemano.

“¡¿Qué vas a hacer conmigo?!” Exigió Al.

“Nada malo. Es solo que cada revolución necesita su figura decorativa, y el Sr. Bighawk es un poco sucio para desempeñar ese papel. También hay otra opción, pero él no es de Southmarsh. En ese punto, sin embargo, no tienes ningún esqueleto en tu armario, y tienes esa magnífica bendición de Maestro de Armas. Todo lo que queremos es que seas el pequeño héroe de Southmarsh”.

“¿Qué quieres decir con ‘Héroe’…?”

“Vamos a juntarlos a ti y a Ademi”.

“¡¿Ademi?! ¡¿Dónde se ha estado escondiendo?! Espera, no me digas…”

Una sonrisa de aprensión se dibujó en el rostro del hombre, pero no respondió.

“Vaya, no puedo quedarme demasiado tiempo. No quisiera que la gente de aquí se dé cuenta. Salgamos mientras las cosas están bien”.

Incapaz de resistirse en absoluto, Al fue llevado a la residencia de Bighawk.

***

En medio de las hileras de chozas en Southmarsh, la extravagante residencia de Bighawk rodeada por una valla resistente se destacaba como un pulgar dolorido. Era una mansión de piedra de tres pisos.

Como la tierra en el área era tan barata, cubría una gran circunferencia. Al estaba acostado sobre una alfombra roja dentro de ese mismo edificio. A pesar de que lo habían arrojado al suelo con bastante descuido, la lujosa y costosa alfombra había amortiguado su caída a la perfección.

“¡¿Qué planeas hacerme?!” Mientras Al actuaba con valentía, había un temblor en su voz. Al semielfo le habían robado su shotel. Se sorprendió al descubrir que el valor que había sentido antes solo había sido una falsa valentía otorgada por su bendición.

Soy igual que cuando me asusté de la oscuridad… Al tembló de miedo, luchando por contener las lágrimas con todas sus fuerzas.

“Entonces eres Al, ¿eh?” El semiorco que le hizo señas a Al era más imponente de lo que sugirió en un principio su estatura bastante media y su corpulenta complexión.

“Es usted Sr… Sr. ¿Bighawk, señor?”

Los labios de Bighawk se curvaron alrededor de sus colmillos salientes. Al pudo entender que probablemente era una sonrisa.

“Lo soy, de hecho, hermano. Soy el hombre que ha estado cuidando de todo Southmarsh. No hay necesidad de ser demasiado formal, ya que en lo que a mí respecta, todos en Southmarsh son mi familia. Puede llamarme Sr. Bighawk”.

El semiorco sonrió a su manera mientras se acercaba. Cuando sus gruesos dedos tomaron a Al por el hombro, finalmente notó que el asustado chico estaba conteniendo las lágrimas.

“Eres de una voluntad fuerte. Parece que mis ojos no me engañaron”.

“¿Q-Qué quieres decir…?”

“¿No te lo dijeron? Quiero que te conviertas en un héroe”.

Lo que sea que Bighawk quiso decir con eso, Al no lo entendió.

“Debería empezar desde el principio. En primer lugar, imagino que no es necesario que te expliquen esta parte, pero el terrible estado de nuestra Marisma del Sur se encuentra en el centro de todo. Como compañero de Southmarsh, lo sabes tan bien como cualquiera. Somos forasteros. Extraños que vinieron de otros lugares con la esperanza de vivir aquí en Zoltan, y sin embargo, la gente del consejo nos empujó a todos aquí”.

“Si lo sé…”

“Por eso decidí elevarme. Me hice un nombre en el Gremio de Ladrones. A diferencia de esos holgazanes inútiles de Zoltan, yo me crie en los suburbios de la capital del ducado de Daigan.

La vida cómoda que puedes llevar aquí no es nada comparada con crecer allí. Aprendí el camino del veneno y las dagas en la Ciudad de la Intriga, Daigan, donde las cuatro grandes familias aristócratas han estado conspirando unas contra otras en las sombras durante décadas; No soy  como estos debiluchos de la frontera.

Maté a cualquiera que se interpusiera en mi camino, aliado o enemigo. No hizo ninguna diferencia. Y nadie tuvo el valor de siquiera intentar vengarse. Como cobardes que son, todos huyeron”.

Mientras Bighawk explicaba varias de sus propias hazañas, Al no pudo evitar rechinar los dientes mientras escuchaba la letanía de hechos terribles y crueles.

“Así es como me construí, creé un poder que ni siquiera esos tipos del consejo podían poner una mano. Incluso eso por sí solo hubiera sido lo suficientemente impresionante, ¿no crees?”

“…”

“Sin embargo, no fue suficiente para mí. Sabía que podía estar aún más alto. Si yo fuera el que dirija a Zoltan en lugar de esos hombres tontos, apáticos e inútiles, ¡finalmente habría algunos cambios reales por aquí!”

“¿Qué tiene eso que ver con venir a por mí?” Preguntó Al.

“¿Has oído hablar de esa droga que he estado esparciendo? Aparentemente, el consejo lo ha estado llamando ‘Falso Profeta’, pero su nombre real es ‘Bendición del Diablo’.”

“¿Bendición del Diablo?”

“Sí. Verás, originalmente, las bendiciones eran absolutas. Solo podrías tener el que te otorgó Todopoderoso Demis. Esa bendición decidió el sustento de una persona y su papel en la vida, y no había forma de cambiarlo. El propósito de la vida de las personas era cumplir el papel que Dios les había otorgado”.

Bighawk abrió los brazos de par en par.

“Sin embargo, eso no significa que nunca haya habido personas que hayan luchado por aceptar los roles que Dios les dio. De hecho, la mayoría de la gente no podría. Sufrieron bajo la desconexión entre el papel que exigían sus bendiciones y la vida que querían vivir y, finalmente, ¡murieron habiendo desperdiciado sus existencias! ¡Yo no hubiera sido diferente! Mi bendición es Maestro Torturador. ¡Una bendición basura que me sentenció a vivir mi vida en una prisión llena de gritos de dolor y terror! ¡Un agujero en el suelo donde la sangre, el sudor y el olor a excremento humano lo impregnaban todo! Te pregunto, ¿quién podría aceptar eso? No quería ese tipo de vida. Quería ser un hombre como mi padre, que nació en el continente oscuro, se convirtió en un húsar, saqueó por todas partes, mató a todo lo que pudo y luego murió tal como vivía. ¡Quería ser un soldado poderoso que arrasara como quisiera!”