Mahou Sensou (NL)

Volumen 3

Capitulo 2: Un nuevo Año en La Academia de Magia

Parte 2

 

 

Gekkou estaba mirando fijamente la expresión renuente de Kurumi. Ella pensó que talvez él quería preguntar sobre Takeshi, y murmuró:

—Lo siento mucho Gekkou. Takeshi no pudo regresar.

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Gekkou puso una expresión complicada, pero no respondió nada.

—¿Todavía siguen peleados? No deberían seguir así. Ustedes dos son hermanos.

Gekkou finalmente abrió su boca solo para refutarle a Kurumi.

—Te equivocas… Simplemente lo estoy evitando.

Después de decir eso, Gekkou miró a Kurumi, e instantáneamente sonrió y cambió el tema.

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—Por cierto, Kurumi… Te vas quedar durante las vacaciones de invierno, ¿Verdad? ¿Qué te parece si salimos juntos en año nuevo? Mira, hay un santuario cercano que no suele llenarse mucho. Solíamos ir allí hace mucho tiempo ¿Lo recuerdas?

Kurumi está confundida por la repentina invitación de Gekkou.

—Aún no lo sé. No tengo idea de lo que vayamos a hacer. Esa gente puede estar planeando ir a pasarse el año nuevo a Hawái.

Con “esa gente”, Kurumi se estaba refiriendo a sus padres. Ellos, casi todo el tiempo viajaban por todo el mundo, decidían a donde ir de repente y se la llevaban sin tomar en cuenta lo que ella dijera. No recordaba cuantas veces sus padres decidieron salir de viaje y se la habían llevado el mismo día que habían tomado la decisión. Gekkou estaba completamente consciente de eso y sonrió.

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—Ya veo. Entonces… ¿Qué te parece si vamos al Santuario Meiji después de que regreses de Hawái?

Kurumi dejó escapar una gran sonrisa y dijo:

—¿Tanto deseas hacer la visita al santuario? Ah, es cierto… Estas por hacer tus exámenes de ingreso ¿Verdad? ¿Quieres comprar un amuleto de buena suerte?

Ella se había puesto a pensar en la intención de Gekkou de ir al santuario con ella.

—No, no eso.

Gekkou, sentía que ella lo estaba tratando como a un niño pequeño, se comenzó a enojar.

—Está bien. Acepto… De todas formas, esa gente me dijo que regresara a casa lo más rápido posible y me encuentro con que ellos aún están en Nueva York. Tal vez no pudieron volver. Ellos en verdad que no tienen remedio.

Los ojos de Gekkou se iluminaron cuando Kurumi se quejaba de sus padres.

—Entonces, ¿Podemos hacer algo durante las vacaciones de invierno?

—Gekkou, ¿A caso no tienes que estudiar? —Preguntó Kurumi con intriga.

—Estoy bien. No tienes que ser tan exigente. ¿Por qué no me das un respiro al menos para Año Nuevo?

Cuando vio a Gekkou, que ya estaba exhausto de la escuela y las clases suplementarias, Kurumi pensó en ella y en Takeshi que estuvieron en las mismas condiciones el año pasado y sintió lástima por él.

—No creo que eso sea algo que diría un estudiante que está próximo a hacer un examen. Acepto, pero… solamente a salir contigo en año nuevo.

—¡Genial!

Gekkou hizo una pequeña pose de victoria apretando los puños cerca de sus costados.

—Avísame cuando tengas planes para la víspera de Año Nuevo. —Dijo Gekkou con felicidad.

Kurumi asintió con la cabeza, pensando que sería perfecto si Takeshi también fuese con ellos.

—Está bien. Te lo haré saber.

Una vez que Gekkou obtuvo una respuesta positiva a su invitación, se marchó feliz a su casa dando pasos ligeros. Por el contrario, Kurumi dio un gran suspiro mientras miraba la espalda de Gekkou alejándose..

***

 

 

—Al final me llamaron para decirme que no podrán venir porque estarán trabajando en año nuevo. Deveras que son padres sin remedio.

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Kurumi despotricaba sobre sus padres, mientras Gekkou la tranquilizaba con una amarga sonrisa desde la puerta de su casa.

—No se puede evitar. Si es su trabajo.

—Sí, pero… sí… sí tan solo lo hubiera sabido antes… —Murmuró Kurumi, manteniendo sus ojos fijos en la nada.

Obviamente, eso quería decir, que si lo hubiera sabido antes, se habría quedado en los dormitorios a como diera lugar. Sin embargo, ella lo reconsideró un poco y sonrió. Lo que la mantenía animada era algo que sucedió la noche antes de navidad.

Ocurrió dos días después de que Kurumi regresó a su casa. Sin previo aviso, Takeshi se presentó en la residencia Isoshima en víspera de navidad, con un regalo para ella. Kurumi, se había estado preguntando si él se acordaba de aquello que hacían todas las navidades, así que se llevó una gran y grata sorpresa al verlo llegar.

De hecho, desde que conoció a Takeshi, ella le había estado dando regalos de Navidad. Ese intercambio de regalos, se había vuelto prácticamente una tradición para ambos.

Incluso cuando una vez Takeshi olvidó darle un regalo, Kurumi nunca dejó de hacerlo. El año pasado no pudo darle un regalo muy ostentoso porque que estaban ocupados con los exámenes de ingreso, pero sí pudo darle una bufanda tejida a mano que hizo mirando un libro de principiantes. El año anterior a ese, le hizo galletas de jengibre.

Una vez cuando estaban en la primaria, ella le compró un caro videojuego que Takeshi quería, pero cuando se lo dio, se lo rechazó, y desde entonces, le ha estado dando solo regalos más sencillos como cosas hechas a mano por ella misma. El lápiz labial que ella carga siempre consigo se lo dio Takeshi el año pasado. Ahora, ese labial se había convertido en el Aspecto que le permitía a Kurumi usar su magia.





Esta vez, por primera vez en la historia de su tradición, Kurumi no preparó ningún regalo para Takeshi. Eso fue porque estaba enfadada.

La determinación de Takeshi de pasar tiempo con Mui en el dormitorio era firme, y Kurumi pretendió a propósito olvidar la Navidad en un intento de hacerlo enojar. Pero, a pesar de todo, en plena noche buena, Takeshi apareció en su casa desde el dormitorio solo para llevarle un regalo.

Sin darse cuenta, Kurumi se llevó las manos a las mejillas y comenzó a juguetear con ellas con una expresión muy sonriente.

—¿Qué pasa, Kurumi? —Preguntó Gekkou asomando desde la puerta con sospecha.

—No, no es nada.

Kurumi puso una expresión tensa y agitó la cabeza vigorosamente.

El día antes de año nuevo, Kurumi y Gekkou se dirigieron a un santuario cercano. Decidieron mejor no ir al Santuario Meiji porque ese día, el lugar se abarrotaba tanto de personas que incluso costaba caminar.

Eran las diez de la noche y ya estaba completamente oscuro, pero había muchos automóviles yendo y viniendo por la carretera, lo que no había, eran muchas personas caminando en las aceras.

Los padres de Kurumi habían planeado volver a casa en la víspera de Año Nuevo, pero hicieron una llamada telefónica a última hora diciendo que tenían problemas en el trabajo y que no podrían llegar a tiempo.

Normalmente, Kayo, la ama de llaves, seguiría estando ahí para Kurumi, pero ella la envió a su casa para que pasara el Año Nuevo con su familia. Por eso, planeo quedarse sola en la espaciosa residencia de Isoshima durante la celebración de Año Nuevo.

Si Gekkou no la hubiera invitado al santuario, ella simplemente habría visto a la televisión un rato, luego se habría bañado y luego se habría acostado a dormir.

Aunque estaba agradecida por la invitación de Gekkou, su expresión era sombría al pensar que la situación pudo ser mejor.

«Ojalá él hubiera venido para año nuevo y no solo para el día de navidad. Nunca he estado lejos de Takeshi por tanto tiempo».

Sólo había pasado una semana desde que Takeshi la visitó, pero Kurumi sentía como si viviera una eternidad sin él.

«En ese caso, voy a dar una ofrenda y rezaré para que Takeshi y yo estemos juntos. En esta vida y en la próxima de ser posible. No, en lugar de eso, pediré que todas las mujeres que se acerque a Takeshi sufran la peor de las suertes. ¿Será mejor así?».

—Oye, Kurumi

—¿Qué pasa?

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Kurumi parecía descontenta.

—Cuando lleguemos allí, ¿Qué harás primero? ¿Conseguirás un Omikuji[1]?  o ¿Iras a probar primero el Amazake[2]? También tenemos que conseguir amuletos de buena suerte.

Gekkou parecía estar de muy buen humor en ese momento, asique ella, se quedó mirando a aquel chico un año menor que sonreía mucho y se sintió culpable por no estar igual de entusiasmada asique comenzó a sonreír.

—Bueno, de ser posible quiero evitar los lugares que estén más llenos de gente —Contestó Kurumi.

—Mm-hmm. —Gekkou Asintió.

Por alguna razón, él cogió suavemente la mano de Kurumi repentinamente.

—¿Gekkou?

—Está oscuro.

Realmente no estaba tan oscuro pues la calle estaba muy bien iluminada. Pero de todas formas siguieron caminando tomados de la mano gracias a aquellas palabras tan infantiles de Gekkou. A Kurumi no le quedó de otra. Después de un rato, se echó a reír.

—¿Qué pasa? —Preguntó Gekkou con sorpresa.

Kurumi entrecerró los ojos con nostalgia y dijo:

—Hace mucho tiempo, solíamos ir al mismo santuario de la misma manera los tres juntos…

—Ahh… sí…


Kurumi se refería a ella misma, a Gekkou y también… a Takeshi.

Los tres solían ir juntos en año nuevo antes de que ella y Takeshi comenzaran a ir a la secundaria.

—Takeshi solía caminar detrás de nosotros todo el tiempo. No le gusta caminar delante.

—Es cierto.

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En contraste con la voz suave y melancólica de Kurumi, la voz de Gekkou, que estaba comenzando a enojarse, se atenuó.

—¿Será que lo hacía para irnos cuidando en el camino?

—No sé…

Una mirada de asco apareció en la cara de Gekkou sin que Kurumi se diera cuenta.


—Ahora que hablamos de Takeshi, recuerdo que de niña solía caerme muy seguido.

—¿En serio?

—Sí. Una vez tropecé en un pequeño bache. Cuando me levanté, hice como si no había pasado nada a pesar de tener las rodillas raspadas.  Siempre me pasaba lo mismo así qué me reí un par de veces. Esa vez, él me tomó de la mano y caminamos de la misma forma que tú y yo vamos ahora. Me dijo que, si yo volvía a caer, él caería conmigo.

—…

Aunque quien tomaba su mano ahora era Gekkou, Kurumi no dejaba de pensar en otro chico. Eso hizo que Gekkou casi apretara la mano de ella inconscientemente, pero se detuvo a tiempo. Ella, no se daba cuenta de nada, y continuó contando su historia alegremente.

—¡Ah ja ja ja ja! Ese día, había mucha nieve y nos caímos juntos como unas tres veces antes de llegar a la casa. Cuando llegamos, aparecimos todos cubiertos de nieve. Recuerdo que Kayo-san nos regañó por eso.

Molesto con Kurumi por parecer tan feliz, Gekkou intervino.

—Oye, ya tuve suficiente de eso…

Pero, aun así, Kurumi se rio con una actitud despreocupada.

—Está bien, hace tiempo que no hablo contigo. Déjame ser.

Gekkou renegó un poco por la insistencia de Kurumi en hablar de Takeshi.


—Bueno, entonces ya no me hables de ese tipo… —Murmuró Gekkou.

—¿Eh? ¿Qué has dicho?

La voz de Gekkou fue silenciada gracias a una bufanda que llevaba alrededor de su cuello, y Kurumi no alcanzó a escuchar lo que él dijo. De pronto, ella levantó su dedo índice y sonrió, como si hubiera encontrado un nuevo tema.

—Sí, sí… Takeshi no tiene remedio, ¿Verdad?

Después de eso, hasta que llegaron al santuario, la interminable charla de Kurumi sobre Takeshi era como si estuviera presumiendo de su novio, y mientras tanto, Gekkou se quejaba repetidamente con murmuras en voz baja.

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