Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 3

Capítulo 5: A Tres Días De La Ciudad Más Cercana

Parte 1

A la mañana siguiente, cuando los tres salíamos de la aldea, vi a Rowin de pie en su puesto junto a la puerta.

“Buenos días. ¿Estás de guardia otra vez?”

“Sí. Estaré aquí hasta que regrese el grupo de caza”.

Los otros hombres de la aldea aún no habían aparecido desde ayer. ¿Rowin había estado aquí toda la noche, como un guardia de NPC de un RPG? Eso siempre me pareció un trabajo bastante simple… estar parado en el mismo lugar todo el día, sin moverse ni un centímetro. Pero, ¿en serio iba a estar manejando esto solo hasta que los otros regresaran?

Oh, supongo que está el Anciano Rokkus. En un pueblo tan pequeño, probablemente tenga que ayudar también.

 “¿Ya te vas?” Preguntó Rowin.

“Sí. Nos las arreglamos para hablar de las cosas anoche.”

“Ah. Esperaba preguntarle más sobre mi hija, pero…”

“Normalmente me encantaría hablar, pero me temo que tenemos que salir a la carretera pronto.”

“Cierto…”

El hombre estaba claramente decepcionado. El sentimiento era mutuo. Me hubiera encantado escuchar algunas historias embarazosas de la infancia de Roxy.

“Si la vuelvo a ver, me aseguraré de decirle que se ponga en contacto con usted.”

“Por favor, hazlo”, dijo Rowin, inclinando su cabeza en gratitud. Tendría que tomar nota mentalmente de esto.

“¡Oh, eso me recuerda! Espera un momento”.

Entró corriendo en la aldea y en una de las casas, probablemente la casa de la infancia de Roxy. Después de varios minutos, salió con una chica que se parecía mucho a mi maestra. Al principio no estaba seguro de por qué no había usado la telepatía para llamarla afuera, pero luego noté que también llevaba una especie de espada. ¿Nos estaban dando un regalo?

“Esta es mi esposa.”

“Encantado de conocerte. Mi nombre es Rokari.”

Ah. ¿Así que esta era la madre de la familia?

“Soy Rudeus Greyrat, señora. Tengo que decir que no esperaba que la madre de Roxy fuera tan joven”. Me encontré inclinándome un poco. Les debía mucho, en cierto sentido: criaron a Roxy, y sin ella, probablemente no habría salido al mundo de la manera en que lo hice.

“Dios mío, qué halagador. Tengo 102 años, ¿sabes?”

“Uhm, bueno… eso todavía es joven en mi libro.” Aparentemente, los Migurd alcanzaban la madurez física a los diez años aproximadamente, y no envejecían visiblemente hasta que llegaban a los 150 años.

“Le debo mucho a la maestra Roxy, señora.”

“¿Maestro…? Dios mío, es difícil imaginar que esa chica le enseñe a alguien mucho de todo. Debe haber cambiado mucho…”

“Ella me enseñó todo tipo de cosas. Le estoy muy agradecido”.

Ante esto, Rokari se sonrojó un poco y murmuró: “Dios mío”. Parecía que había tenido una idea equivocada de alguna manera.

“En cualquier caso,” dijo Rowin, “Me alegro de que aparecieras cuando estaba de servicio.”

“Sí. Me alegro mucho de haberles conocido a los dos también. Roxy hizo mucho por mí, en

realidad… Hmm. Tal vez debería llamarte papá”.

“Hahaha… No. No.”

Ouch. El hombre ni siquiera sonrió. Su cara de póquer me recordó un poco a la de Roxy.

Me hizo sentir un poco nostálgico.

“Dejando a un lado todos los chistes, quiero que tengas esto”, dijo Rowin, levantando la espada.

“Sé que Ruijerd está contigo, pero dormirás mejor si tienes tu propia arma”.

“No estoy desarmado en realidad”, dije, aceptando la espada y sacándola de su vaina.

La hoja era ancha, de un solo filo, y sólo de unos sesenta centímetros de largo. También era ligeramente curvada, como un machete o un alfanje. Unos pocos golpes sugirieron que había estado en uso durante muchos años, pero el filo de corte en sí mismo no estaba astillado en absoluto. Parecía que habían cuidado bien de esta cosa; estaba limpia, incluso hermosa. Pero también había algo extrañamente amenazador. Tal vez fue la forma en que el acero gris mate brillaba ligeramente verde cuando captó la luz.

“Recibimos esto de un herrero que entró en el pueblo hace bastante tiempo. Es una cosa robusta. Incluso después de años de uso, la hoja sigue siendo perfecta. Es tuyo si lo quieres”.

“Muchas gracias”, le dije.

“Con mucho gusto la tomaremos.” No era el momento de ser modestos. Ahora mismo, necesitábamos toda la ayuda que pudiéramos conseguir. Podría pelear como estaba, pero Eris necesita un arma. Ella había entrenado en el estilo del Dios

Espada después de todo; probablemente la haría sentir menos ansiosa por tener una espada, aunque no necesitara usarla.

“Aquí hay un poco de dinero también. No es mucho, pero debería cubrir al menos dos o tres noches en una posada decente”.

¡Tenemos algo de dinero de bolsillo! 

Abrí la bolsa con emoción y descubrí que contenía algunas monedas de piedra en bruto y algunas de metal gris mate. Por lo que recuerdo, la moneda en el Continente Demoníaco consistía en monedas de mineral verde, monedas de hierro, monedas de hierro de chatarra y monedas de piedra. Su valor era inferior al de las monedas equivalentes en otras partes del mundo; incluso las monedas de mineral verde, que eran las más valiosas, sólo valían un cobre grande de Asuran o un poco menos. Las monedas de hierro eran muy parecidas a las de cobre.

Si dijéramos que una moneda de piedra vale un yen japonés, las monedas probablemente se parecerían a esto:

Monedas de oro de Asuran: 100.000 yenes. Monedas de plata asurana: 10.000 yenes. Cobre grande de Asuran: 1.000 yenes.

Cobre Asuran: 100 yenes.

Monedas de mineral verde: 1.000 yenes. Monedas de hierro: 100 yenes.

Monedas de chatarra: 10 yenes. Monedas de piedra: 1 yen.

A primera vista, estos números deberían dejar claro cuán poderoso y próspero era un reino Asura, especialmente en comparación con la pobreza del continente demoníaco.

Por supuesto, el continente demoníaco tenía su propia economía, por lo que los precios no siempre eran comparables. No era como si todos aquí estuvieran hambrientos.

“…Muchas gracias.”

“Ojalá hubiésemos podido hablar un poco más de Roxy”, murmuró Rokari, haciéndose eco de las primeras palabras de Rowin.

Parecía que estaban preocupados por su hija. Incluso si la niña ya tenía cuarenta y cuatro años, en los años humanos eso era básicamente….veinte o más. Era bastante comprensible.

“Supongo que podríamos quedarnos otro día, si quieres…”

Rowin agitó la cabeza.

“No te preocupes. Sabemos que ahora está bien, y eso es lo que importa. ¿Verdad, querida?”

“Sí. Me temo que siempre lo ha pasado mal aquí. Estábamos bastante preocupados.”

Podía ver lo difícil que sería vivir en un lugar tan pequeño como éste sin ese poder telepático que todos los demás parecían tener. En general, no se escuchaban los sonidos de la conversación en este pueblo. Todos probablemente se estaban comunicando en silencio usando sus mentes. Roxy no podía participar en esas conversaciones, ni siquiera escuchar lo que los demás se decían unos a otros. No es de extrañar que se haya escapado de casa.

“Bueno, está bien entonces. Espero que nos volvamos a ver algún día”.

“Claro. Pero si lo hacemos, trata de no llamarme papá, ¿de acuerdo?”

“hahaha. Cierto, seguro.” Entiendo el mensaje, hombre…

Era difícil saber cuándo o si volvería a ver a Roxy, pero al menos tendría que devolverles el dinero algún día.

***

Evidentemente, el pueblo más cercano estaba a tres días a pie.

Poco después de nuestra partida, quedó claro lo crucial que era realmente Ruijerd. El hombre había estado viajando por la zona por su cuenta durante muchos años; conocía todos los caminos, y sabía exactamente como montar un campamento adecuado. Por no hablar de su “radar” biológico, que nos alertaba de las amenazas que llegaban con mucha antelación.

Era ridículamente conveniente tenerlo cerca.

“Ruijerd, ¿te importaría enseñarnos las cosas que estás haciendo?”

“¿Por qué?”

“Para que podamos ser útiles.” Dado el largo viaje que nos esperaba, Eris y yo necesitábamos un curso intensivo de habilidades básicas de acampada.

Afortunadamente, Ruijerd demostró ser un maestro suficientemente dispuesto.

“Comencemos con hacer una fogata. Desafortunadamente, el Continente Demoníaco no tiene madera adecuada para este propósito”.

Hm. Nuestra primera reunión había sido alrededor de una fogata, así que obviamente había otra manera, pero… “¿Hay algo más que puedas usar en su lugar?” Le pregunté.

“Sí. Quemamos partes de cierto monstruo”.

“Ah.” Esa debería haber sido mi primera suposición honestamente. Aquí, casi todo lo que necesitabas para sobrevivir parecía provenir de la caza de monstruos.

“Afortunadamente, hay uno cerca. Espera aquí un momento, muchacho.”

“¡Espera, Ruijerd!” El hombre ya se estaba dando la vuelta, pero me las arreglé para agarrarle el hombro antes de que pudiera salir corriendo.

“¿Qué pasa?”

“¿Ibas a luchar por ti mismo?”

“Por supuesto. La caza es trabajo de los guerreros. Los niños se quedan atrás.”

Bien. Aparentemente planeaba seguir haciendo las cosas así para siempre. Para ser justos, el hombre había estado vivo durante más de 500 años… ni siquiera teníamos la edad suficiente para ser sus tataranietos. Y probablemente era más que fuerte para manejar todas las peleas por sí mismo.

Aún así, siempre había la posibilidad de que algo saliera mal. Si Ruijerd moría o de alguna manera terminaba sin poder luchar, Eris y yo nos veríamos obligados a defendernos solos. Y ahora mismo, no teníamos experiencia de combate en el mundo real. ¿Qué pasaría si lo perdiéramos mientras nuestro grupo viajaba a través de un bosque profundo y peligroso… o en medio de una batalla con un grupo feroz de monstruos?

No me gustaban nuestras posibilidades de sobrevivir en una situación así. Necesitábamos tener algo de experiencia ahora, mientras teníamos la oportunidad.

Sería bueno si pudiera convencer a Ruijerd de que nos enseñe a pelear, pero… 

No. Esa no era la manera correcta de pensar sobre esto. Esta fue una relación de dar y recibir; fuimos socios en igualdad de condiciones, trabajando juntos para lograr nuestros objetivos. Los tres necesitábamos encontrar la forma de luchar como grupo.

“De acuerdo, pero no somos sólo niños”.

“Sí, lo eres.”

“Uh… mira, Ruijerd.” Tenía que ser firme y claro al respecto. El hombre todavía tenía la impresión de que era nuestro guardián; necesitaba entender que no era así.

“Nosotros te estamos ayudando, y tú nos estás ayudando. Nuestros objetivos son diferentes, pero vamos a luchar juntos… Así que los tres somos guerreros, ¿correcto?”

Con la expresión más severa que pude reunir, me encontré directamente con la mirada de Ruijerd y esperé una respuesta.

Sólo tardó diez o quince segundos en tomar una decisión.

“…Muy bien. Entonces son guerreros”.

No puedo decir que el hombre sonara particularmente convencido, pero al menos nos iba a dejar acompañarlo de ahora en adelante. Eso era lo importante.

“Escuchaste eso, ¿Eris? Tú también vas a pelear, ¿no?”

Eris parpadeó con sorpresa, pero logró tartamudear un “¡P-por supuesto! Buena chica.

“Muy bien, Ruijerd”, dije, volviendo a mi comportamiento habitual.

“¿Puedes llevarnos a este monstruo, por favor?” Ya no tenía sentido actuar tan agresivamente. Tenías que ser enérgico cuando negociabas, eso es todo.