Hige wo Soru. Soshite Joshi Kōsei wo Hirou (NL)

Volumen 3

Capítulo 4: Cabello Desordenado

—Yoshida… ¿Se sintió bien? —me preguntó Kanda-senpai cuando terminamos.

Como siempre, ella mostraba una ligera sonrisa mientras yo trataba de controlar mi respiración agitada.

—Estuvo genial —asentí, y Kanda-senpai mostró una sonrisa irónica.

—Es mentira.

—No estoy mintiendo.

—Si te hubieras sentido tan bien, te habrías venido más rápido. Ante esas palabras, gemí un “Mm” y negué con la cabeza.

—Esas son dos cosas que no están relacionadas.

Le di la espalda y me separé de ella. En ese mismo momento, Kanda-senpai dejó escapar un suspiro “Oh”, lleno de ansiedad.

—Aunque te dije que lo hiciéramos sin condón… —Kanda-senpai miró de reojo mientras me quitaba el condón.

—. Si lo hiciéramos sin condón, ¿no te vendrías un poco más rápido?

—No se debe hacer sin condón, pueden ocurrir accidentes.

—Lo sé. Pero ¿no te dije que estaba tomando la píldora?

Kanda-senpai me había dicho que su menstruación se le retrasaba a menudo, por lo que era irregular. Era algo problemático porque, como su periodo era irregular, era complicado saber cuándo tomar la píldora. Ella me lo había explicado, pero honestamente no lo había entendido del todo.

—Incluso tomando la píldora, es posible que quedes embarazada. Usé la computadora de trabajo de mi padre, cuando él no estaba, para investigar al respecto.

—Es porque no te gusto.

—Es porque me gustas que no quiero hacerlo sin protección.

Kanda-senpai levantó la parte superior de su cuerpo, y rascó su peculiar cabello desordenado.

—No lo entiendo bien. Si te gusto, lo pondré dentro.

A mi modo de ver las cosas, ese sistema de valores era incomprensible. Me reí confundido, y luego negué con la cabeza.

—Si lo pones dentro sin condón, significa que quieres tener hijos. Yo no quiero pensar en eso todavía.

Después de decir eso, Kanda-senpai se quedó inmóvil por un momento, levantó las cejas, y luego dijo con una voz insípida:

—Es por eso que te dije que, si tomo la píldora, no puedo quedar embarazada.

—A pesar de que no quieres tener hijos… ¿lo quieres dentro sin protección? —Cuando pregunté eso, Kanda-senpai gruñó en voz baja “Mm”, como si estuviera irritada, y para ocultarlo mostró una sonrisa amarga.

—Creo que, si lo hacemos sin condón, a Yoshida le gustará.

—Bueno, no importa si no se siente tan bien. Con tan solo hacerlo de esta manera con senpai, me hace feliz.

Esos eran mis verdaderos sentimientos. Aunque no lo dije, honestamente, tener sexo con Kanda- senpai era algo satisfactorio, pero simplemente era un placer abrumador el que sentía en “la parte inferior de mi cuerpo”. Se trataba de hacer el acto sexual con ella y la sensación de superioridad que me daba el tenerla toda para mí y no compartirla con nadie más, además de poder verla con esa actitud indecente.

Al escuchar mis palabras, Kanda-senpai puso una cara sonriente, pero no importaba cuál fuera mi punto de vista, no parecía satisfecha.

—Yoshida, ¿en verdad te gusto?

—Me gustas.

—Entonces, la próxima vez será sin condón.

No entendía por qué estaba tan obsesionada con no usar condón. ¿Se sintió bien al ver la cara que puse?

Kanda-senpai dijo con una sonrisa traviesa:

—Quiero ver cuánto tardará Yoshida en venirse si lo hacemos sin condón.

—No lo haré sin preservativo.

Cuando dije eso sin rodeos, Kanda-senpai respiró profundamente e inclinó la cabeza.

—¿Por qué?

Aunque ya le había dado una explicación… ¿Por qué no me habrá entendido? Pensando en esto, cambié la forma de decirlo.

—Bueno, hagámoslo así algún día.

Cuando murmuré eso, Kanda-senpai volvió a inclinar la cabeza, pero ahora del lado opuesto.

—¿Algún día? ¿Cuándo?

No tuve una respuesta rápida para esa pregunta. De repente me dio un poco de comezón en la punta de la nariz, por lo que me rasqué con el dedo índice.

—Kanda-senpai… cuando llegue el momento, espero tu apoyo apropiado —respondí en voz baja y con la mirada en la cama. Estaba tan avergonzado que sentía hervir mi cara.

Como Kanda-senpai no dijo nada, levanté la cara y la miré, notando que ella tenía una expresión en su rostro que no había visto nunca. No pude distinguir si era miedo o sorpresa. El gesto en su cara era como la de alguien que estaba frente a un animal raro.

En el momento en que se encontraron nuestras miradas, Kanda-senpai rápidamente puso una cara sonriente. No obstante, esa sonrisa era un poco tensa.

—Yoshida es un pesado. —Ella dijo eso con la misma cadencia con la que alguien diría que el cielo es azul—. Pero es lindo —agregó senpai, para luego poner una amplia sonrisa.

—¿Pesado?

—Ahh… no lo digo en el mal sentido. Creo que, en el caso de Yoshida, tiene un buen significado. — Como si eligiera sus palabras, la mirada de Kanda-senpai vagó por las sábanas

—. Me parece que Yoshida debería ser más despreocupado. Estamos saliendo para disfrutar el momento.

—Sin embargo, quiero que nuestra relación sea algo importante.

Kanda-senpai dejó escapar una sonrisa por lo que dije, y luego puso su mano en mi cabeza para acariciarme el cabello.

—Soy feliz.

Después de acariciar mi cabello con brusquedad agregó un: “Pero…”. Cuando levanté la cara, nos miramos a los ojos. Su fuerte y repentino abrazó apretó fuerte mi pecho, y lo sentí como si fuera un golpe. Su mirada era como la de una madre mientras regañaba a su hijo. No me pareció para nada una mirada dirigida hacia un novio.

—No quiero que me pidas eso como si fuera algo importante.

No puedo olvidar la cara que puso Kanda-senpai cuando murmuró eso.

***

Cuando eché un vistazo, me di cuenta. ¿Cuántos años habían pasado desde la época en que estuve en la preparatoria? No lo sabré, aunque los cuente con los dedos, pero, aun así…

Tenía la mirada aguzada como la de un zorro, y una nariz que parecía falsa. Su boca era linda en comparación a sus ojos y nariz, que eran las de una persona adulta; y, debajo de ella, podía verse un lunar que le daba un cierto aire de misterio. Y su característica más distintiva era ese cabello negro.

No había cambiado nada. Era Kanda-senpai. Era la senpai que me gustaba tanto en mis tiempos de preparatoria.

Durante la junta matutina, tenía la cabeza en las nubes. Y ella, senpai, también se había acordado de mí.

La escena en que levantó un poco la mano y me sonrió, no salía de mi cabeza. La junta matutina, que normalmente se sentía que duraba un instante, hoy se sintió que duró mucho más tiempo, y cuando finalmente terminó, extrañamente tuve la impresión de que la fuerza de mi cuerpo se había desvanecido.

Respiré profundamente, me hundí en mi silla, y Hashimoto, que estaba a un costado mío, me palmeó el hombro.

—¿Cómo es que Yoshida conoce a esa belleza?

—Lo dije antes, creo. Era mi senpai cuando estaba en la preparatoria.

—¿Qué? Mm… ¿Solo eso?

—¿Qué quieres decir con “solo eso”? —Cuando le respondí con esa pregunta, Hashimoto puso una sonrisa desagradable y malvada.

—Bueno, Yoshida, puede que no te hayas dado cuenta, pero eso no fue normal. Fue, más bien, una actitud sospechosa.

—¿Cómo?

—No pareció que tuvieran una relación normal de senpai y kouhai. Tu voz pareció la de un estudiante de preparatoria que se siente atraído por su senpai.

—Eh, no… bueno… —murmuré. Aunque eso parecía más una afirmación, fue inevitable, ya que no pude pensar en una buena respuesta.

—¿No habrá sido tu primer amor?

—No, bueno, no sé si fue mi primer amor…

Ahora que lo mencionaba, sí que sentí que fue mi primer amor. No tenía recuerdos de una relación amorosa antes. En la secundaria, cuando era pequeño, solo pensaba en jugar con mis amigos, y probablemente no fui consciente de los asuntos amorosos hasta que entré a la preparatoria y mis compañeros de clase y yo crecimos cada vez más.

—Bueno… estuvimos saliendo. Cuando estábamos en la preparatoria.

Entre más hablaba sobre el asunto, más difícil se volvía. Como sabía que si hablaba demasiado sería objeto de burla, dije las cosas lo más directa y sinceramente posible. Cuando Hashimoto me escuchó, abrió mucho los ojos.

—¿Sí? ¿De verdad?

—¿Por qué tendría que decir una mentira como esa?

—Bueno, pensé que a lo mucho sería más una atracción unilateral. ¿Así fue?, ¡pero ella es una belleza, ¿verdad?!

—Esa reacción… ¿no te parece grosera?

A pesar de que me sentí ofendido por un momento, por decir que no era apto para salir con una belleza, honestamente, yo también sentía que era poco realista que hubiera salido con una chica tan bella.

—¿Se pelearon y luego se separaron?

—No, fue algo natural.

—Ah… cosas que pasan con los estudiantes de preparatoria, ¿cierto?

—Lo que sucedió fue que ella se graduó primero.

—¿Eso fue lo que pasó?

—¿Por qué sonríes de esa manera? Fue algo que pasó hace mucho tiempo. Dejando eso de lado, ¿qué pasó con lo que le pediste a aquel tipo?

Viendo que se podía volver algo problemático y que podía ser usado en mi contra, además de que la hora de comenzar a trabajar había pasado hacía mucho tiempo, decidí cambiar el tema por asuntos del trabajo. Hashimoto dijo instantáneamente: “La conversación aún no ha terminado”, pero frunció el ceño, se encogió de hombros y rápidamente señaló la pantalla de su computadora.

—Aunque no me lo recuerdes, estoy preparando un correo electrónico.

—Estoy salvado. Solo por si acaso, mándame también a mí con copia oculta*.

—Está bien, está bien. Siempre lo hago, aunque no me lo digas, ¿verdad? Estás desesperado por cambiar el tema…

(NT: Se refiere a la opción CCO o BCC (Blind Carbon Copy) en inglés. El destinatario no puede ver la dirección de correo electrónico que está en este campo.)

—Ni lo digas, lo que sucede es que necesitas saber más porque quieres aprovecharte de ello —una vez terminé de decir eso, dirigí la mirada hacia la pantalla de mi computadora.

Abrí el software para revisar mi correo electrónico y para prepararme para comenzar a trabajar, pero, aunque mis manos se movían en automático, mi cabeza estaba llena de pensamientos sobre Kanda- senpai.

Ella estaba trabajando en la misma compañía que yo, pero en otra sucursal, y luego, inesperadamente, fue transferida a este lugar. Aunque lo pusiera en palabras, casi no se sentía como algo real. De repente, sentí una mirada, levanté la cabeza y mi mirada chocó con la de Mishima.

Mishima me dirigió una mirada hosca por unos segundos, y después dirigió su mirada hacia la pantalla de su computadora. Luego, sentí otra mirada desde otra dirección y pude notar que Gotou-san, quien me había estado viendo directamente, desvió su mirada.

Creo que llamé demasiado la atención hace rato… aunque se tratara de una conocida mía, no era necesario decirlo en ese lugar.

Era claro que no fue una reacción natural, por lo que pienso que no es extraño que exista preocupación por tener una relación profunda con una colega. Dicho esto, es indispensable poder controlar mi comportamiento para que no haya ningún problema y evitar ser juzgado. Sucedió simplemente que me encontré inesperadamente con una persona en el lugar menos esperado, por esa razón puse la voz de sorprendido.

Cuando eché un vistazo en dirección al jefe Odagiri, Kanda-senpai estaba recibiendo de él alguna clase de explicación. Al parecer, el jefe bromeó acerca de algo, porque Kanda-senpai se echó a reír. Sus hombros se contrajeron y su cuerpo se estremeció brevemente.

No ha cambiado su forma de reír desde la preparatoria... En verdad, Kanda-senpai había venido. Estaba viendo inconscientemente la conversación entre el jefe y Kanda-senpai, cuando, de repente, la mirada de ella cambió de dirección… y nuestras miradas se encontraron.

Fallando a la hora de evitar su mirada, por unos segundos nos miramos mutuamente. Kanda-senpai entrecerró los ojos un poco y, como si estuviera en un aprieto, levantó solo una de las comisuras de su boca. Y luego, sin ver hacia dónde estaba situado el jefe Odagiri, ella levantó la mano y señaló hacia el pasillo. Era claro que se trataba del ademán de “hablemos afuera”. Asentí ligeramente, y me levanté de mi asiento.

—Voy un momento al baño.

—Sí, sí, al baño, ¿verdad?

Obviamente, la respuesta de Hashimoto implicaba un ligero reproche. Sin embargo, se encogió de hombros y dijo de forma premeditada:

—Ve con calma.

Salí de mi oficina, esperé en el pasillo, y poco después salió Kanda-senpai. Yo estaba recargado en una de las paredes y luego me acerqué casi trotando.

—Bueno, me sorprendió. Fue inesperado volver a encontrarme con Yoshida en un lugar como este.

—A mí lo que me sorprendió fue tu discurso… Senpai, ¿te convertiste en programadora?

—En realidad, me convertí en una ingeniera de software… en el fondo, quería ser programadora, pero me he acostumbrado a trabajar en equipo con ellos. ¿Eres programador, Yoshida?

—Bueno… siento que hago ambas cosas. Por el momento, mi actividad principal es el diseño, pero hay momentos en que solo diseño y momentos en que solo programo.

—Oh… eso es difícil. —Kanda-senpai asintió notoriamente varias veces y luego me miró fijamente.

—¿Qué…? ¿Qué pasa?

—No… nada.  —Kanda-senpai dejó escapar un suspiro y luego ladeó la cabeza

—. Yoshida, ¿has cambiado?

—Por supuesto que he cambiado, ¿cuántos años habrán pasado?  Aunque Kanda-senpai no ha cambiado en absoluto.

—¿Eh? ¿De verdad? Pero creo que he cambiado en varios aspectos.

—No, en serio, no has cambiado en absoluto. Tan pronto te vi, senpai, me di cuenta de ello.

Cuando dije eso, senpai se quedó perpleja por un momento, y luego se echó reír escandalosamente cual resonar de campanas.

—¿En qué no he cambiado?

—No, no has cambiado, por ejemplo, en…

—Hablando de eso, hay algo en lo que claramente he cambiado, ¿sabes?

Interrumpiendo mi respuesta, senpai sonrió traviesamente. Como había dicho, cuando vi su cara, no noté ningún cambio. Inconscientemente, miré el lunar debajo de su boca.

—No, no lo sé…

—Fufu.

Kanda-senpai entrecerró los ojos, y levantó una de las comisuras de su boca, pareciendo satisfecha. Y luego, como un niño cuando habla orgulloso sobre algo que hizo, infló su pecho y de repente presumió:

—Es una talla más grande.

—¿Qué?

—Hablo de… mi pecho.

—Ah…

Después de ese tonto monosílabo, miré su pecho como un acto reflejo. Aun a través del traje sastre, el pecho de senpai se veía más grande que el de una mujer promedio. Cuando estaba en la preparatoria, también estaba muy orgullosa de su pecho… En ese momento, noté que estaba imaginando el cuerpo desnudo de senpai, por lo que sacudí mi cabeza de inmediato.

—No recuerdo el tamaño anterior.

—¡¿Qué?! ¡Qué cruel! A pesar de que lo viste y lo tocaste….

—Para, para, para, ¿qué sucedería si alguien escuchara?

—Claro que no, además, mm… si lo estás ocultando, no se lo diré a nadie.

—No, no tengo problema con eso…

Hice una pausa y luego incliné la cabeza. En todo caso, tenía la sensación de que este era el tipo de cosas que una chica querría ocultar, ¿no es así?

—Pensé que no querrías que otras personas supieran que saliste con tipo como aburrido y poco agraciado como yo —dije claramente lo que pensaba.

Kanda-senpai levantó una ceja por un momento e inmediatamente puso una sonrisa irónica.

—Eso tampoco ha cambiado, ¿verdad?

—¿Qué?

—Regresaré a trabajar. Si hay algo que no sepas, pregúntamelo.

—Ah, sí, por supuesto.

Kanda-senpai levantó ligeramente una mano, dio un paso adelante y regresó a la oficina. Al verla partir, me sentí débil y me recargué en la pared.

—Me cansé… —Dejé escapar un suspiro.

Me volví a encontrar con una persona que pensé que no volvería a ver, y tuve una conversación con ella. Aunque solo fue una plática, consumió una cantidad extremadamente grande de mi energía. No sentía esa tensión mental ni siquiera cuando discutía con los clientes acerca de las especificaciones técnicas.

—Iré a orinar y regresaré.

Como había dicho que iría al baño cuando salí, sería problemático si tuviera que ir al baño poco tiempo después de regresar. A paso tambaleante, caminé tontamente y me dirigí al baño.

Sin embargo, recordé lo que había dicho Kanda-senpai unos momentos antes. “Eso tampoco ha cambiado, ¿verdad?” También recordé la expresión en su rostro cuando lo hizo. ¿Era una expresión de “asombro”, o de “resignación”?

Cuando estaba en la preparatoria vi esa misma expresión una y otra vez. Cada vez que ponía esa cara, recuerdo que pensaba que había cometido un error.

—¿En eso tú tampoco has cambiado? —murmuré para mí mismo, y luego abrí la puerta del baño, que estaba al final del pasillo.

Sin importar cuánto lo intentara, al parecer la mujer que me gustaba no era capaz de decirme las cosas importantes.