Hige wo Soru. Soshite Joshi Kōsei wo Hirou (NL)

Volumen 3

Capítulo 10: Festival de Verano

 

 

La semana de gran fatiga mental, en la que Kanda-senpai fue transferida y Mishima extrañamente se me fue a la yugular en el comedor; había terminado. Cuando llegó el fin de semana, obviamente, dormí demasiado debido a que tenía que reponer las horas de sueño que había perdido.

Aunque Sayu me despierta todos los días entre semana, los días de descanso ella no lo hace sin importar cuánto tiempo duerma. Además, debido el cansancio, aunque me desperté en la cama 3 veces, me volví a dormir hasta que mi cuerpo de forma natural obtuvo la energía necesaria para despertarme completamente, y en ese momento me di cuenta de que ya eran las 3 de la tarde.

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Como anoche me metí a la cama alrededor de la medianoche, haciendo un cálculo rápido, era evidente que había dormido durante 15 horas. Y, como era de esperarse, ya no tenía nada de sueño; solo tenía mi mente un tanto nublada, por lo que moví mi cabeza de un lado a otro y, rápidamente, volví a mis 5 sentidos.

Levantando la cabeza, miré a mi costado y vi a Sayu acurrucada de forma circular en la alfombra, como si fuera una cochinilla.

—Sayu, buenos días…

—Buenos días… —Sayu me contestó sin mirarme. Su tono de voz era curiosamente débil, por lo que daba la sensación de que no estaba muy consciente todavía.

—¿A qué hora te levantaste?

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—¿Mm?

—¿Te acabas de despertar?

—Ajá.

Después de hacer esas preguntas, me di cuenta de que Sayu tenía una apariencia inusual. Estaba claro que tenía la cabeza en las nubes. Tomé un poco de aire y volví a llamar a Sayu, pero ahora con la voz un poco más fuerte.

—¡Sayu!

—¡Ahh!

El cuerpo de Sayu tembló por el susto y, pareciendo sorprendida, giró lenta y pesadamente hacia mí.

—Buenos días.

—Bu-buenos días…

—¿Estabas dormida?

—No, estaba despierta, perdón. Estaba un poco distraída…

Sayu dejó escapar una sonrisa amarga junto con su respuesta. Por lo visto, su mente estaba hasta cierto punto en otro lugar.

—¿Estás pensando en algo? —le pregunté mientras me levantaba de la cama.

Sayu también se levantó, aunque con algo de dificultad, mientras su rostro mostraba una expresión indescriptible. Y luego, sonrió débil y brevemente.

—No, en nada en especial —contestó ella.

—¿Es así?

Me sentí algo incómodo ante la situación. Aunque había dicho que no era nada en especial, lo pensé mejor y decidí que no debía preguntar más al respecto, por lo que ya no insistí más. A pesar de que pensé en cambiar el tema, no se me vino nada en específico a la mente, así que me senté con las piernas cruzadas sobre la cama y con la espalda recargada en la pared.

Mientras se levantaba también, Sayu veía fijamente hacia el piso, pero con su mente en otro lugar. Tal vez debido a que había estado durmiendo boca abajo, una parte de su cabello se había pegado a una de sus mejillas, y me quedé observando esa parte de su rostro.

Sentía que sería fácil para mí despegarlo con mis dedos y pensé en hacerlo, pero como estaba recién levantado, mi cuerpo carecía de la habilidad necesaria, y solo tuve la energía necesaria hasta que me levanté de mi cama. De repente, Sayu levantó la cara, y nuestras miradas se encontraron.

Nos miramos durante algunos segundos. El rostro de Sayu todavía mostraba señales de distracción y, aunque me estaba viendo a los ojos, parecía estar pensando en otra cosa.

—Estaba pensando en el momento en que regrese a mi casa en Hokkaido.

De repente, Sayu dijo estas palabras, lo cual me sorprendió instantáneamente. Por un momento, me preocupé por no saber si me estaba hablando a mí, pero como en este lugar solo estaba yo, sabía que no importaba lo que pensara, ella se estaba dirigiendo a mi persona.

—Como era de esperarse, creo que no quiero regresar. —Luego de decir eso, Sayu se rio auto despreciativamente. Con su mirada en el suelo, como si hubiera tirado algo, ella continuó hablando—

: ¿No quiero regresar a casa simplemente porque no quiero regresar a casa? O… —Luego de una pausa, volvió a mirarme

—… ¿No quiero regresar a casa porque no quiero separarme de Yoshida- san? —La voz de Sayu se suavizó, y, como si fuera una consecuencia de ello, su mirada de nuevo cayó al piso—. No lo sé.

Luego de decir eso, ella no dijo nada más. Yo tampoco pude decir algo, y me quedé con la boca entreabierta. Durante la temporada de lluvias, Sayu me dijo que “Pensaría en el futuro”. Era claramente una promesa entre ella y yo, y también otra forma de decir que haría los preparativos necesarios para regresar al lugar en que debería estar.

En primer lugar, me sorprendió que, aunque ella se estuviera esforzando por lograr ese objetivo, me dijera, quejándose, que “no quería volver”. Bueno, no quiero culparla en absoluto, ya que, en primer lugar, huyó de esa casa, por lo que es de esperarse que no quiera regresar, y es natural que a estas alturas no tenga sentimientos positivos al enfrentar esta situación.

Sin embargo, me sorprendió que ella hablara sobre el tema. Hasta donde sé, por naturaleza, Sayu se preocupa más por el bienestar de otras personas que por el de ella. Aunque me hizo la promesa de “regresar a casa”, para mí el hecho de que ella me dijera ahora que “no quiere regresar” no me hace pensar que “se está comportando como una niña mimada” o que “no le importe esa promesa”, sino que el hecho de pensar en esas cosas ahora, la ha confundido.

¿Qué significará para ella decirme eso? Y también me preocupó la parte de “¿Será que no quiero separarme de Yoshida-san?” Ciertamente, Sayu y yo hemos podido desarrollar una relación de confianza mutua durante un largo tiempo. No obstante, ¿era yo una persona tan indispensable para ella como para que expresara sus sentimientos diciendo que no quería separarse de mí?

—Eso es…

Dejé de pensar en eso y sacudí mi cabeza. Volví a escuchar en mi mente las conversaciones que había tenido durante la semana con Kanda-senpai y con Mishima.

—Solo puedo… comprenderte —respondí demasiado irresponsablemente, aun sabiendo que esa respuesta no contenía nada de lo que ella quería escuchar. Sin embargo, no tuve más remedio que contestar eso.

Ante mis palabras, Sayu parpadeó algunas veces pareciendo sorprendida, y luego soltó una risita.

—Supongo que sí. Perdón por decir algo raro. —Luego de decir eso, Sayu sonrió débilmente.

—No, está bien… creo que querías decirlo.

Después de mi respuesta, Sayu sonrió amargamente, como si ofreciera disculpas, y luego asintió varias veces.

—Ajá. Me la pasé pensado en eso mientras Yoshida-san dormía.

—Eso fue… seguramente, fue difícil.

—Ajá…

Por un momento, me preocupó que la voz de Sayu se volvió nasal, pero rápidamente sorbió sonoramente con la nariz y luego levantó la cara. Luego se levantó y caminó hacia la cocina. Mientras la veía vagamente, Sayu regresó con un vaso de vidrio con agua.

—Toma.

—¿Eh?

—Es agua. Si tomas un vaso de agua justo después de levantarte, tu estomago se activará y tu cuerpo también se refrescará y terminarás de despertarte.

—¿De dónde salió eso? ¿Es en serio?

—Lo vi en internet.

—Suena falso… pero bueno, gracias.

Tomé el vaso de agua y bebí un poco. Mi garganta estaba pegajosa porque estaba recién levantado, y sentí que el agua se fusionaba con mi cuerpo. Reuní fuerzas después del primer sorbo, y luego bebí toda el agua que quedaba de un solo golpe.

—¡Qué buena forma de beber!

—Silencio.

Me levanté de la cama, y yo mismo puse el vaso en el fregadero. Al mismo tiempo en que lo hacía, escuché algo parecido a una pequeña explosión, y volteé hacia donde estaba Sayu.

—¿No escuchaste un ruido justo ahora?

—¿Eh? —Sayu inclinó la cabeza, desconcertada

— No pude escucharlo.

A juzgar por su reacción, parecía que en verdad Sayu no había escuchado nada.

—¿No habrás escuchado mal?

Justo cuando terminó de hablar, se pudo escuchar desde afuera el ruido de otra explosión.

—Ah.

—Seguramente es ese ruido.

Está vez, Sayu pareció escucharlo también, y asintió varias veces. Después de eso, ambos dejamos de hablarnos durante algunos segundos, y así pudimos escuchar desde el exterior los ruidos que ocurrían a intervalos regulares. Con la cabeza inclinada, Sayu preguntó:

—¿Fuegos artificiales?

—No, no creo que sea la hora adecuada para lanzar fuegos artificiales.

Todavía eran alrededor de las 3 de la tarde. Aunque a esta hora el sol comenzaba a inclinarse un poco, no era posible, porque no había la oscuridad suficiente para que los fuegos artificiales pudieran verse hermosos.

—Ah.

Con esa idea en mente, volví rápidamente a la cama. Y luego, tomé la PC portátil que estaba a un lado.

—¿Qué pasa?

Sayu también parecía intrigada, ya que estaba a un costado mío viendo la pantalla.

—Bueno, tal vez sea lo que pienso que es…

Después de abrir el navegador de internet, en la sección de búsqueda puse el nombre de la estación de tren más cercana a la casa y agregué la palabra “festival”. Y luego, rápidamente me di cuenta de que mis sospechas eran correctas.

Los resultados de la búsqueda arrojaron la información de que a menos de 10 minutos a pie de aquí había un gran santuario sintoísta, y que en el área comercial de ese lugar se llevaría a cabo un festival de verano.

—La fecha es hoy. Hay buen clima, esos ruidos señalan que el festival se está realizando en este momento y están disparando balas de salva.

—Ah, entiendo. —Sayu pareció estar de acuerdo, y asintió varias veces. Y luego, rápidamente entrecerró los ojos como si estuviera viendo en la lejanía, murmuró—: ¿Festival de… verano?

Su voz sonaba nostálgica, y con un tono que me parecía indicar que no tenía nada que ver conmigo.

—¿Quieres ir? —pregunté sin pensarlo.

—¿Eh? —Sayu se volteó hacia mí, sorprendida, y respondió eso con un grito histérico.

—Al Festival de Verano, ¿quieres ir? —volví a preguntar.

Sayu parpadeó varias veces, y luego desvió su mirada hacia otra parte.

—Ajá, así parece… sí, al festival de verano —dirigiendo su mirada hacia el piso inquietamente, Sayu contestó eso, un poco nerviosa

— Aunque puede que te sorprenda…

—¿Mm?

—No he ido a un festival de verano desde que era estudiante de preparatoria.

—¿Eh? ¿Es así?

Efectivamente, Sayu me sorprendió. A propósito de festivales de verano, se tenía la fuerte impresión de que en ellos los estudiantes de secundaria y los novios se la pasaban jugueteando.

—Ajá. No tenía amigos con los cuales ir, por lo que nunca pensé que iría.

—Ya veo…

Aunque Sayu me explicó eso tranquilamente, mis sentimientos estaban algo revueltos. Su personalidad estaba bien, era amable y, a simple vista, en general se veía en buena forma. Y, por todo eso, era casi imposible de imaginar que Sayu no tenía amigos, siendo que ella se preocupaba muchísimo por los demás.

Y, justo cuando pensaba en las razones, mi mala imaginación comenzó a trabajar. Al mismo tiempo en que sacudía de mi cabeza esos pensamientos que surgieron en contra de mi voluntad, Sayu levantó la cabeza y me miró.

—Entonces, si… si es con Yoshida-san, es posible que quiera ir… al festival de verano.

Cuando dijo eso, Sayu sonrió suavemente. Si ese era el caso, el hecho de salir por la noche hacía que el hecho de haber dormido a fondo durante el día no estuviera tan mal. Cuando pensé en sacar la ropa adecuada y cambiarme, de repente, se me ocurrió una idea.

—Es un festival de verano, así que… ¿Y si nos ponemos Yukatas?

—¿Eh? ¿Yukatas?

Cuando dije eso, los ojos de Sayu claramente brillaron.

—Ah, ¿entonces quieres usar una?

—¿Tienes…?

—No, en casa por supuesto que no. ¿Habría una en la casa de un tipo que vive solo?

—S-sí es cierto… mm… pero me preguntaste si quería usar una…

—Creo que escuché sobre un lugar para rentar Yukatas. Si no mal recuerdo, hay uno frente a la estación del tren.

Mientras hablaba, investigaba también en internet, y el presentimiento que tenía resultó ser cierto, porque en el edificio que estaba frente a la estación del tren había un establecimiento para rentarlas.

—Parece que puedes rentar uno por tres mil yenes. Estoy trabajando con problemas a tiempo parcial, pero de vez en cuando eso puede ser algo bueno.

Si se acudía a rentar uno en este momento, se podía estar vestido con ella antes de que empezara el festival, e incluso ir al santuario ya con ella puesta. Aunque Sayu pareció dudar ante mi sugerencia, pareciendo avergonzada y, con sus labios pegados formando una línea recta, asintió.

***

 

 

—¡No me digas que era necesario hacer toda esa fila…!

—Bueno, como era la única tienda que renta Yukatas, y está en la estación más cercana a donde se llevará a cabo el festival, supongo que no se puede hacer nada.

Sayu y yo estábamos caminado desde el edificio frente a la estación del tren, en dirección al santuario.

La tienda de renta de Yukatas había estado mucho más llena de lo que imaginé. Habíamos salido de inmediato de la casa y, a pesar de eso, llegamos a las 4 de la tarde al establecimiento; para cuando Sayu terminó de vestirse y salió de la tienda, ya eran las 6 de la tarde.

A pesar de que en los días de verano el sol tardaba más en ocultarse, eran las 6 de la tarde y ya estaba oscuro. Cada vez que Sayu, quien iba a mi lado, caminaba, se escuchaba un ruido. Dicho ruido era producido por los Geta* de madera que van con la Yukata. Desde hacía un rato, no podía ver a Sayu.

—¡Oh! Parece que ya comenzó.

Hacia la dirección a la que nos dirigíamos podían verse débilmente luces mercuriales iluminando un lugar. Seguramente se trataba del distrito comercial. También podía escucharse música tradicional de festival.

(NT. Sandalias de madera tradicionales que se usan cuando se viste una Yukata.)

—¡En verdad es un festival!

No pude aguantar la risa cuando escuché a Sayu decir eso, emocionada.

—¿Qué estás diciendo? ¡Si hasta traes puesta una Yukata!

—No, es que, hasta ahora, nada parecía ser en serio —dijo Sayu y, luego de un “jeje”, añadió—: A pesar de que estamos yendo al festival de verano, estoy vistiendo una Yukata, y fuimos a una tienda de Yukatas abarrotada… ¿Cómo decirlo? Esto de ir al festival casi no se siente como algo real.

—¿Qué dices? Parece que llegaremos pronto.

—Sí. Parece que, en verdad, a donde nos dirigimos se está llevando a cabo un festival.

Como para confirmar que lo que estaba viendo era real, Sayu sacudió sus hombros. No lo supe porque no la estaba mirando, pero imagino que seguramente no estaba dibujada en su rostro esa “sonrisa desagradable”.

Nos íbamos acercando cada vez más a las luces y la orquesta, hasta que finalmente dimos vuelta en la esquina y ya estábamos en el distrito comercial.

Por alguna razón, no dijimos una sola palabra, y, en silencio, doblamos la esquina y entramos al distrito comercial. De repente, nuestro alrededor se volvió brillante y sentimos el ruido.

—¡Wow!

Pude escuchar esa expresión de asombro escaparse de la boca de Sayu, quien estaba a mi lado. El distrito comercial estaba abarrotado; sorprendido, me pregunté si toda esta gente se trataba exclusivamente de personas que vivían en el vecindario.

—Ja, ja…

Caminando con la boca abierta, y mientras miraba a su alrededor con sus ojos brillando, Sayu avanzó un poco más rápido hasta ponerse delante de mí; era un paso tan rápido que casi se convirtió en un trote. Al ver esa situación, pensé que era verdad que no había venido a un festival desde que estaba en la secundaria9.

Tenía el rostro de un niño que era llevado al parque de diversiones por primera vez. Sayu estaba viendo a su alrededor, pero de repente volteó hacia mí. Y luego, puso una despreocupada cara sonriente.

—¡Maravilloso!

Entonces, pude ver su Yukata claramente desde enfrente. La Yukata color naranja brillaba con las luces del distrito comercial. Sayu siempre llevaba el cabello suelto, pero hoy lo traía sujeto con un broche. El maquillaje tenue parecía brillar bajo la luz.

—Ah… mm… es increíble, ¿verdad? —respondí, apartando la mirada automáticamente de Sayu.

—Oye, Yoshida-san.

Para cuando me di cuenta, Sayu, quien estaba caminando un poco más adelante, ahora estaba justo enfrente de mí. Aunque tenía la mirada dirigida hacia otra parte, me obligué a mí mismo a verla a los ojos.

—¿Qué tal está la Yukata?

Finalmente, me ha hecho esa pregunta… Había estado evitando tocar el tema. Cuando Sayu terminó de vestirse, cuando salimos de la tienda, y también cuando íbamos de camino al distrito comercial. Para ser honesto, estaba bastante sorprendido, porque le quedaba muy bien.

Para mí, le daba un aire de adultez, que era algo bastante alejado de “una chica de preparatoria vestida con una Yukata”; sin embargo, ciertamente le daba un aire de “juventud” propio de una estudiante de preparatoria. Las flores y el color naranja mejoraban aún más su apariencia y originalidad, y yo estuve nervioso todo el tiempo.

—¿Sabes? Desde hace rato que no me miras…

Como ella dijo eso malhumorada, miré en su dirección. Enseguida, Sayu levantó ligeramente las mangas de la Yukata y preguntó nuevamente:

—¿Y bien?

Miré a Sayu fijamente, y todas las luces que estaban a su alrededor brillaban de tal manera que creaban la ilusión de iluminarla a ella. La escena se volvió confusa, y solo Sayu se encontraba en medio de mi campo de visión.

—Estás hermosa.

Cuando me di cuenta, ya lo había dicho. Sayu estaba perpleja, y con la boca entreabierta. A mi mente también le tomó algunos segundos para reflexionar sobre lo que había dicho. Y luego, casi al mismo tiempo, mi cara se puso roja. ¿Qué le estaba diciendo a una estudiante de preparatoria? Hubiera sido más adecuado haber dicho que “se veía linda”.

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Al parecer, a Sayu también le pareció inesperada mi reacción, por lo que su cara también se puso roja. No obstante, yo desvié la mirada, y ella en contraste se me quedó mirando fijamente. Incluso aunque no la viera directamente, sabía que su mirada estaba clavada en mis mejillas.

—Eso… que dijiste… —dijo ella finalmente. Y luego, con una voz que parecía desvanecerse… me preguntó algo. Aunque lo dijo en voz baja, de alguna forma, llegó claramente a mis oídos—. ¿Más hermosa que… Gotou-san?


—¿Eh?

Sorprendido, miré el rostro de Sayu, que estaba más rojo que una langosta. ¿Por qué razón mencionas a Gotou-san? Al mismo tiempo en que me preguntaba esto, un niño que pasaba a mi lado gritó:

—¡¡Madre, ya van a empezar los tambores!!

Caminando detrás del niño había una mujer, que parecía ser su madre, la cual, trotando, dijo: “¿En serio? ¡Entonces, apresurémonos!”.

—Al parecer, va a haber un evento con tambores. ¿Quieres ir a ver?

Cuando le hice esa pregunta a Sayu, sus ojos se movieron de un lado a otro por un momento, y luego, se cerraron lentamente. Cuando los volvió a abrir, mostró una cara sonriente.

—¡Sí, lo quiero ver!

—Entonces, ¿vamos? Creo que probablemente se lleve a cabo en el centro de una pequeña plaza.

—Vale, te sigo.

Me adelanté a Sayu, que estaba parada frente a mí, y comencé a caminar hacia la plaza. Sentí que se me aceleraba el corazón.


No contesté a la pregunta que me hizo Sayu. Fue difícil para mí decidir entre Sayu, que estaba frente a mí, y Gotou-san, que estaba en mi mente.

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Más que difícil, tenía la certeza de que era algo que no quería hacer. Empero, pensé que si Sayu me hubiera hecho esta pregunta antes, tampoco habría respondido “Creo que Gotou-san”. Mientras pensaba en eso, me sentía impaciente.

¿Acaso estoy viendo a Sayu como una “mujer” y no como una “estudiante de preparatoria”? Hasta ahora, había pensado en las estudiantes de preparatoria como estudiantes de preparatoria, es decir, pensaba en ellas como niñas, incluso más que ellas lo pensaban de sí mismas. Sin embargo, en lo que respectaba a Sayu, sentía como si ya no estuviera pensando en ella de esa forma.

—Yoshida-san, esp-espera.

Escuché una voz que venía desde atrás de mí, me volteé y me di cuenta de que estaba ya un poco alejado de Sayu. Probablemente, aceleré el paso mientras pensaba en esas cosas.

—Perdón.

—La gente es increíble, ¿verdad?

Sayu no me culpó, miró a su alrededor y luego se rio como si estuviera en problemas. Ciertamente, cuanto más nos acercábamos a la plaza, más aumentaba la cantidad de gente, y también era difícil caminar en línea recta. Sayu traía puestos los zapatos de madera, por lo que pensé que sería mejor caminar a su ritmo.

Cuando terminé de pensar eso, la muñeca de mi mano derecha de repente se sintió caliente. Me di cuenta de que fue debido a que Sayu tomó mi muñeca con su mano. La miré sorprendido, notando que sus mejillas estaban un poco rojas, y luego ella miró hacia el piso.

—De… de esta forma no me perderé… ¿verdad?

—¿Eh? Ah… es cierto.

Hige wo Soru. Vol 3 Capítulo 10 - Novela Ligera

 

Extrañamente, yo también me sentí avergonzado, y me rasqué la nariz con mi mano izquierda.

El ruido de los tambores resonaba desde la plaza. Tenían un volumen increíble a pesar de que aún estábamos un poco lejos de ellos.

—Parece que ya comenzó.

—Así es.

—¡Vamos!

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Con Sayu agarrando mi muñeca, caminé entre la multitud. Muchas personas parecían aburridas, como si aquello fuera algo habitual, pero eso, en este momento, casi no me preocupaba. Lo que más me preocupaba era que sentía mi rostro extremadamente caliente.

***

 

 

El show en que dos hombres tocaban dos tambores japoneses grandes y dos mujeres tocaban dos tambores japoneses pequeños era emocionante. El resonar de los tambores japoneses se sentía agradablemente en el estómago, y el público gritaba complacido ante el ruido que producía cada golpe sucesivo.

Mientras miraba el espectáculo, caí en la cuenta de que se realizaba un festival cada año tan cerca de donde vivía. Ahora que lo pensaba, me di cuenta de que cuando en las noches escuchaba el sonido como este de los tambores japoneses me preguntaba “¿Se estará llevando a cabo un festival?”.

A pesar de que he vivido en el mismo lugar por más de 5 años, ni siquiera pensé en visitar ni una sola vez el festival del vecindario, por lo que, como era de esperarse, era una persona con un modo de vida que carecía de dinamismo.

Soy una persona que casi siempre carece del ímpetu para ir a recibir esta clase de estímulos. No obstante, esta vez, que he venido, me ha resultado una experiencia interesante. Todos se reúnen alegremente en el mismo lugar para disfrutar de este evento… Esto era algo que no había experimentado desde que era estudiante.

Vi de reojo a Sayu, y ella estaba concentrada viendo el acto musical de los tambores japoneses. Creo que, si ella no estuviera, yo no hubiera venido. En verdad, desde que ella llegó, mi vida cambió completamente. Ahora como tres veces al día, las salidas en los días de descanso se incrementaron un poco y, sobre todo, las conversaciones aumentaron.

Me sentía un poco más “humano” con este estilo de vida comparado a aquel en el que solo trabajaba. Si no me hubiera encontrado con Sayu ese día, ¿seguiría siendo una persona que solo va del trabajo a la casa y viceversa? Tenía la ligera esperanza de que mi vida sería hermosa si saliera con Gotou- san, pero lo es incluso ahora, que no he logrado salir con ella.

Si no hubiera conocido a Sayu… Estaba pensado en eso cuando me di cuenta de algo. El sonido de los tambores se había vuelto más intenso. Creo que el final del evento se estaba acercando. El público estaba emocionado y gritando, pero en mi interior sentía que me estaba quedando solo.

Si no hubiera conocido a Sayu… Traté de imaginarlo, y me di cuenta de inmediato… que ya no podía siquiera hacer eso. Una vida sin Sayu no me pasaba por la cabeza. Su presencia se había involucrado en cada parte de mi vida. Cuando me imaginé el día que Sayu ya no estuviera en mi vida, me aterroricé. Me sentía demasiado “solo” en ese lugar.

—… shida-san… Oye…

—¿Eh? ¿Qué pasa?

Entre el sonido de los tambores japoneses, sentí que había escuchado la voz de Sayu, por lo que volteé a mi lado. Y luego, mi corazón se aceleró. Sayu no estaba.

—¿Qué?

Miré a mi alrededor, pero estaba rodeado de una multitud de desconocidos, y Sayu no estaba entre ellos.

—¿Sayu?

En pánico, me abrí paso entre la gente en la plaza, y salí del lugar. Salí hacia los pasillos del distrito comercial, que estaban vacíos debido a que la gente estaba concentrada en la plaza; volví a mirar a mi alrededor, pero de nueva cuenta no pude ver a Sayu. Esa Yukata anaranjada debía verse aun a la distancia.

De pronto, se escuchó un gran golpe de los tambores japoneses, y luego se escucharon aplausos. Al parecer, el espectáculo de los tambores había terminado. Las personas que estaba reunidas en la plaza poco a poco comenzaron a fluir por los andadores del distrito comercial. Era un mal momento.

Busqué a Sayu entre las personas que se estaban dirigiendo hacia a mí, pero no la encontré. ¿A dónde habrá ido de repente? Había estado mirando a Sayu durante el espectáculo, por lo que no debió pasar mucho tiempo desde que desapareció hasta que me di cuenta. Supongo que no podría caminar muy lejos en ese corto tiempo.

Me pregunto si se la habrá llevado alguien… Cuando pensé en eso, mi espina dorsal se estremeció. Recordé la vez que Sayu salió de la casa sin avisar hace tiempo, y pensé lo mismo. En esa ocasión no fue secuestrada, y aunque afortunadamente al final la pude encontrar después de salir a buscarla, puede que esta vez no sea el caso.

Avancé entre la gente rápidamente. Mantuve mi mirada en movimiento tratando de encontrar a Sayu. De repente, una Yukata color naranja llamó mi atención. Ella tenía el cabello largo y un broche. Cabello oscuro, ligeramente castaño.

—¡Sayu! —grité, y, como un acto reflejo, la tomé del hombro.

—¿Eh?

Sin embargo, cuando se dio la vuelta, noté que no se trataba de Sayu. La mujer me miró con los ojos muy abiertos. Viéndola detenidamente, el estampado de su Yukata era bastante diferente al que llevaba puesto Sayu.

—Ah… perdón… persona equivocada.

Desconcertado, quité mi mano del hombro de la mujer. Ella mostró una sonrisa irónica y luego se perdió entre la multitud. Suspirando, comencé a caminar otra vez.

Por ahora, parece que lo mejor es alejarse de la multitud. Caminé hacia donde había poca gente y, aunque lo hice lentamente, seguía sin encontrar a Sayu. Como no soy una persona que hace ejercicio regularmente, poco a poco se fue acelerando el ritmo de mi respiración.

—¡Ah! ¡Yoshida-san! Te estaba buscando.

Justo detrás de mí alguien gritó, y cuando volteé, vi que se trataba de Sayu, que estaba de pie en ese lugar. Mis ojos parpadearon por un momento, y, cuando me di cuenta de que era ella, grité:

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—¡Oye tú, ¿a dónde fuiste?!

—¿Qué? ¿Acaso no te dije que iba al baño?

—¿Al baño?

Sayu me miró desconcertada.

—Eh… ¿Y por qué respiras tan agitadamente?

—Ya veo, ¿al baño?

Supongo que seguramente no fue mi imaginación cuando me pareció escuchar la voz de Sayu durante el espectáculo de los tambores. Probablemente me dijo “Voy al baño”. Y luego, quizá caminó en dirección opuesta a donde yo caminé para buscarla. Dejé escapar un gran suspiro.

—Será que… ¿Me… estabas buscando?

—De hecho, sí…

—Per-perdón. Yo por mi parte pensé: “¿A dónde habrá ido Yoshida-san?”. Nos estábamos buscando mutuamente, ¿verdad? —Sayu se acercó a mí y me miró la cara—. ¿Es-estás bien?

—Estoy bien.

—Te guste o no, tienes la respiración agitada.

—Ya te dije que estoy bien. Soy una persona de edad, ¿no es así?

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Para escabullirme de su mirada, volteé mi cara hacia otro lado. Cuando vio dicha situación, Sayu soltó una risita.

—Al igual que hoy, Yoshida-san siempre me buscará cuando no esté, ¿no es cierto? —Después de decir eso, Sayu se puso a mi lado y me empujó con su codo—. Todavía recuerdo que, cuando hablé con Yuzuha-san, Yoshida-san llegó al parque con la respiración agitada por haber ido corriendo.

—No digas más…

Hacía unos momentos estaba recordando justo lo mismo. Sayu volvió a ver mi cara. Y luego, se rio traviesamente.

—¿Yoshida-san siempre perderá la cabeza de esta forma cuando yo no esté?

Quedé perplejo ante su comentario. Pensé que esa situación no se podía describir tan claramente con palabras. Sayu desapareció frente a mis ojos y pensé que la habían secuestrado. Sin embargo, ¿lo que en verdad me aterraba era que Sayu “hubiera sido secuestrada y corriera peligro”? ¿No sería que lo que en verdad me daba miedo es que Sayu no estuviera junto a mí?

—Supongo que sí…

Como estaba pensando en la situación, esa fue la respuesta que salió de mi boca naturalmente.

—Cada vez que desaparezcas… perderé demasiado la cabeza —terminé por decir mientras miraba fijamente a los ojos a Sayu, los cuales se movieron hacia todos lados, como si ella dudara. Luego, rápidamente miró hacia el piso.

—Y-ya veo… perdón —dijo en voz baja, y luego tomó mi muñeca nerviosamente

—. Bu-bueno, ya no iré a ninguna parte.

Sentí que tomó mi muñeca con más fuerza. De pronto, quise poner en palabras lo que estaba pensando, así que dije reflexivamente:

—Oye… ¿En verdad regresarás a casa?

—¿Eh?

Ante mi pregunta, Sayu abrió muchos los ojos, evidenciando su desconcierto. Y yo lo estaba aún más que ella.

—Ah, bueno…

¿Por qué habré hecho esa pregunta? Ni yo mismo lo sabía. Sayu regresará a casa. Debía estar listo para que ella se preparara, y a su debido tiempo tomaría su decisión. Finalmente, había sido Sayu misma quien me había dicho que “se estaba preparando para tomar una decisión”, pero aun así le había hecho una pregunta absurda.

—No dije nada… olvídalo.

—¿Eh? Oh… vale.

Sayu asintió, confundida, y después guardó silencio. Yo tampoco dije nada, porque estaba inmerso en mis pensamientos.

—Ah, ah…

No pude soportar el silencio y, sin hablar, miré hacia el distrito comercial.

—Están vendiendo mucha comida, vamos a ver, por lo menos.

Cuando dije eso, Sayu también miró hacia el distrito comercial pareciendo sorprendida, y asintió varias veces.

—Te compraré lo que te guste.

—Ah, gracias.

Caminamos uno junto al otro, mirando los puestos que vendían comida. Había puestos de yakisoba, salchichas, takoyaki, choco bananas… Lo que normalmente se vende en un festival de verano.

—Ah…

De entre todos los puestos que había, Sayu se detuvo en un puesto que vendía algodón de azúcar. Un hombre mayor, que tenía pinta de bonachón, metía azúcar granulada a una maquina con forma de dona. Recibía el dinero de los niños con una cara sonriente y hábilmente envolvía el palillo con el algodón de azúcar.

—Algodón de azúcar… —murmuró Sayu.

—¿Quieres uno?

—Ajá. Siempre me ha dado curiosidad. Recuerdo que, cuando era niña y fui a un festival, lo vi, pero no me compraron uno. Cuando lo vi aquella vez, pensé que era algo increíble.

Los ojos de Sayu se entrecerraron, como si recordara algo de hace mucho tiempo.

—Bueno, entonces, ¿lo compramos?

Cuando pregunté eso, Sayu abrió emocionada su kinchaku*, pero yo la detuve.

—Creo haber dicho que yo pagaría.

—Pero si yo puedo pagar esa cantidad, ¿no es cierto?

La cantidad no era el problema, sino que yo quería comprarle el algodón de azúcar, aunque fuera algo que costara poco dinero. Y cuando pensé en eso… Ah… comprendo. ¿Esto era de lo que hablaban Kanda-senpai y Mishima? Ya veo, me siento frustrado.

—Está bien.

Mientras caminaba para recibir el algodón de azúcar de manos del hombre mayor, pareciendo tan feliz como cualquier niño, la miré de reojo y le dije:

—Lo que pasa es que yo te lo quiero comprar —dije mis más sinceros sentimientos parado frente al puesto de algodón de azúcar de un hombre mayor—. Uno, por favor.

—Toma. Son cien yenes*.

Cuando me dijo eso, saqué 100 yenes de mi billetera y se los entregué al hombre. Le hice señas con la mano a Sayu, quien estaba un poco alejada del lugar un tanto distraída, para que se acercara.

—Vamos, estaría bien que te aceraras al lugar donde lo están preparando.

—Ah… está bien, miraré como lo hacen.

Sorprendida, Sayu se acercó a la máquina de algodón de azúcar. Fue interesante ver cómo el algodón de azúcar que salía de la máquina se enrollaba en el palillo.

—Oye.

Cuando me habló, dirigí mi atención exclusivamente hacia Sayu, quien continuaba viendo la máquina de algodón de azúcar, y me preguntó en voz baja:

—¿Por qué me preguntaste lo de hace rato?

Volvió a surgir el tema que pensé que ya había sido olvidado, y sentí que algo apretaba fuertemente mi estómago, y no pude responder nada inmediatamente.

Sayu continuaba sin mirarme, y luego agregó:

—¿Yoshida-san no quiere que regrese?

Como era de esperarse, no pude responder las sucesivas preguntas de Sayu. El tono que usó Sayu no parecía ser de reproche. Sino que, al parecer, quería escuchar de mi propia boca mis sentimientos, lo cual para mí era extremadamente complicado. Porque ni siquiera yo mismo tenía claro ni comprendía cuáles eran mis sentimientos.

Sayu dejó de ver la máquina de algodón de azúcar y volvió a mirarme. Los palillos, que al principio estaban limpios, poco a poco se fueron cubriendo de algodón de azúcar. Aunque el rollo de algodón se hacía cada vez más grande con cada vuelta, ante mis ojos, el algodón parecía hincharse y crecer por sí solo. Los hilos de algodón que se fueron enredando al principio ahora eran una masa grande de forma irregular.

—No… debes regresar a casa —murmuré como respuesta.

—Sí…Ya veo.

Después de una breve pausa, Sayu asintió. No dije nada ante su respuesta.

—Toma, aquí está.

Entrometiéndose en nuestra conversación, el anciano le dio a Sayu un algodón de azúcar del tamaño de una pelota de fútbol12.

—¡Wow! ¡Qué grande! ¡Muchas gracias! —exclamó ella, impresionada, y luego recibió el algodón de azúcar de manos del anciano.

— ¡Increíble! Algodón de azúcar real.

Sayu sonrió y luego me lo enseñó. Era un comportamiento apropiado para su edad, y se veía linda.

—¡Qué bueno! ¿Verdad?

—¡Ajá! Gracias, Yoshida-san —me contestó Sayu, profundamente agradecida.

Yo me sentí un poco avergonzado, no dije nada y me rasqué la nariz. Sayu tomó un pedazo pequeño de algodón con su mano y dejó escapar un “wow”.

—Está demasiado pegajoso.

—Así es, porque es azúcar —respondí sonriendo irónicamente.

Ella, diciendo “Tienes razón”, se metió un pedazo de algodón de azúcar en la boca. Luego, abrió mucho sus ojos.

—¡Wow! ¡Se derritió en un instante!

—Ja, ja, ja… eso también se debe a que es azúcar.

Me pareció gracioso que cada una de sus reacciones fuera fresca. Cuando me reí, Sayu hizo un puchero.

—No te rías. Es que es la primera vez que como uno…

—Perdón, perdón.

Sayu exhaló sonoramente por la nariz y luego arrancó otro pedazo de algodón.

—Es realmente pegajoso y se derrite justo cuando lo pones en tu boca —murmuró Sayu como para sí misma después de que se derritiera el pedazo de algodón de azúcar que tenía en la boca—. Si no me hubiera encontrado con Yoshida-san, seguramente no lo sabría…

Si no fuera por mí tampoco hubieras venido a este festival de verano. Antes de que pudiera decirlo, Sayu de pronto volteó hacia mí, y luego tomó un pedacito de algodón de azúcar.

—Yoshida-san, abre la boca, aaaammm.

—¿Eh?

—Aaammm.

La mano de Sayu con el pedacito de algodón de azúcar se acercó y presionó mi boca, tratando de que lo comiera a la fuerza. Por un momento opuse resistencia, pero no pude negarme, así que abrí la boca.

Mientras presionaba el algodón de azúcar contra mi boca, los dedos de Sayu tocaron un poco mis labios. Cuando retiró su mano, Sayu soltó una risita.

—El algodón de azúcar es dulce y delicioso, ¿no es cierto?


El algodón de azúcar se derritió gradualmente sobre mi lengua.

—Sí…

Estaba sorprendentemente dulce.

—Está demasiado dulce.

Cuando dije eso, a Sayu le pareció gracioso y se rio mientras hacía ruido con sus sandalias de madera. Nuestro primer festival de verano juntos terminó muy rápido, pero al mismo tiempo nos hizo sentir que el tiempo pasaba lentamente.

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