Death March kara Hajimaru Isekai Kyusoukyoku (NL)

Volumen 13

Capítulo 3: Capital Real

Parte 1

Aquí Satou. Cualquier trabajo burocrático siempre requiere mucho papeleo y procedimientos. Por otro lado, dicen que puedes superar todo eso fácilmente si tienes el apoyo de una persona influyente, pero eso podría ser solo una leyenda urbana inventada por las masas celosas.

“Así que esa es la capital real…”

Puse una pizarra de sello de teletransportación en las montañas con una vista lejana de la capital real y contemplé la ciudad mientras estaba bañada por la luz de la mañana.

Establecer una escuela para exploradores no era el tipo de cosas que se podían hacer en un día, así que decidí ir primero a ayudar a Eluterina y las otras chicas que estaban actualmente enviadas a la capital real.

Las había enviado allí para investigar sobre bienes populares y una posible base para comerciar en la capital real, ya que las chicas que vivían en las casas de vecindad en el centro de la Ciudad Laberinto necesitaban ganar más dinero.

Eluterina también estaba allí para comprobar cómo estaba su abuelo, el Marqués Kelten, que había sido acusado de traición. Si se trataba de una acusación falsa, como afirmó con tanta confianza, pensé que yo también podría ayudar con eso.

“Supongo que también traeré a Tifaleeza antes de que nos encontremos.”

Me puse la peluca blanca, el uniforme militar y el rostro extranjero que me disfrazó de Kuro; usé el hechizo Retorno para regresar a la Ciudad Laberinto; y fue a la Mansión Ivy a recoger a Tifaleeza.

“M-Mi cabeza da vueltas… Lord Kuro, ¿esa ciudad es la que creo que es?”

El cabello corto y plateado de Tifaleeza se balanceaba sobre sus hombros, una mirada de sorpresa reemplazando la habitual expresión inteligente en su hermoso rostro.

“Es la capital real del Reino de Shiga.”

“¿L-La capital real? Pero eso está bastante lejos de la Ciudad Laberinto, ¿no es así…?”

“Podrías decirlo.”

Definitivamente no está tan lejos como Tokio de Osaka. 

“Ya… ya veo…”

Mi respuesta tajante pareció haber convencido a Tifaleeza.

“Ponte esto.”

Le  entregué  una  de  las  capas  transparentes  que  había  encontrado  en  el  espacio  de almacenamiento de la sala del Núcleo de la Ciudad y se la puso sin dudarlo.

Ciertamente la hizo transparente, pero aún podía ver su contorno, al igual que antes había podido ver a través del hechizo de Ilusión.

Claramente, la magia y elementos como este no funcionaron del todo en mí.

“¿Puedes verme?”

“L-Lord Kuro, es transparente… ¡Ah, mi cuerpo también se ha ido!”

“Cálmate.”

Primero debería haber explicado la capa de transparencia.

Después de tomarme un momento para apreciar la rara mirada de confusión en el rostro de la belleza normalmente serena de Tifaleeza, la levanté y usé “Carrera Área” para dirigirme hacia la capital real.

La capital tenía puertas orientadas a cada una de las cuatro direcciones cardinales. Elegí la que estaba más cerca de la Ciudad Laberinto y también la más grande: la puerta oeste.

Era lo suficientemente ancha para una autopista de seis carriles y había una larga fila de personas esperando ser admitidas.

Aterrizamos en un lugar discreto, nos quitamos las capas transparentes y seguimos a algunas personas que bajaban de una diligencia hasta el final de la fila.

“¿Entonces entraremos normalmente por la puerta?”

“Por supuesto.”

Asentí con la cabeza a Tifaleeza.

En verdad, había estado planeando mantener las capas puestas y cruzar la pared, pero mi AR señaló una barrera invisible en forma de cúpula alrededor de la ciudad etiquetada Barrera: Capital Real <Alarma>, así que decidí cancelar eso.

Solo para estar seguro, hice documentos de identificación falsos con anticipación para ingresar a la ciudad. No inspeccionaron a nadie demasiado de cerca, excepto a comerciantes y hombres armados, por lo que debería ser bastante fácil.

“Espera, tu, el del cabello blanco.”

Pasamos casi tan fácilmente como esperaba, pero entonces un caballero con el ceño fruncido gritó para detenerme.

“¿Puedo ayudarlo, Sir Caballero?”

“Soy yo quien hace las preguntas. Quítese la máscara y explique qué asuntos tiene en la capital real.”

Había olvidado que todavía estaba usando una máscara que cubría la mitad superior de mi cara.

“Vengo a entregarle esto a un cliente, eso es todo.”

Quitándome la máscara, tomé la espada envuelta en tela que le había ordenado a Tifaleeza que llevara y se la ofrecí al caballero.

“¡¿Q-Qué es esto?!”

Tan pronto como desenvolvió ligeramente la espada de aspecto antiguo, el caballero jadeó.

Era la Espada Mágica de atributo de luz que había encontrado en el cofre del tesoro del jefe de aérea el dendrobium loco.

“¿Estás entregando una espada tan fina a pie?”

“A petición del cliente. Si quieres saber más, puedes preguntarle directamente a la esposa del Conde Ritton.”

Como el caballero parecía sospechar, intenté eliminar eso usando el nombre de un noble de la capital real.

Evidentemente, era amigo de la esposa del Virrey de la Ciudad Laberinto, pero nunca nos habíamos visto y, por supuesto, no me había contratado para entregar una espada mágica. Fue solo una mentira piadosa.

“La esposa del Conde Ritton… ya veo. Puedes pasar.” El caballero devolvió la espada mágica y entramos.

Obviamente, mi habilidad de “Fabricación” funcionó tan bien como siempre.

> Título adquirido: Mensajero 

> Título adquirido: Distribuidor 

> Título adquirido: Contrabandista 

***

“¡Lord Kuro! ¡Y también Tifaleeza!”

“Ha pasado un tiempo, Lady Eluterina.”

Con la ayuda de la información de mi mapa, nos dirigimos a la posada donde se alojaban Eluterina y las otras chicas. Parecía un lugar bastante normal.

La sonrisa de Eluterina parecía débil. Podría haber sido mi imaginación, pero probablemente estaba molesta por la situación con su abuelo, el Vizconde Kelten.

“¿Todas están bien?”

“““¡Sí, Lord Kuro!”””

Las otras jóvenes mujeres de la nobleza y las tres comerciantes que había enviado con ellas me saludaron calurosamente.

Todas tenían un brillo saludable a su alrededor. La vida en la bulliciosa capital real parecía tratarlas bien.

“Lord Kuro, aquí están nuestras selecciones para el comercio de productos básicos, y hemos elegido tres sitios potenciales para nuestra sede comercial.”

“Excelente trabajo.”

Me mostraron algunos productos de muestra, todos los cuales parecían ser populares entre los llamativos exploradores de la Ciudad Laberinto.

Incluso se habían puesto en contacto con algunas empresas interesadas en solicitar transporte.

“Ahora todo lo que necesitamos para avanzar es… eh… la licencia comercial.”

Eluterina vaciló, probablemente porque no quería parecer exigente, ya que yo era quien necesitaba obtener la licencia.

“Lo siento, pero todavía no la tengo. Le pediré a mi amo que se apresure. Espera un poco más.”

Esta noche tendré que disfrazarme de Nanashi el Héroe e ir a molestar al rey por una licencia. 

Con el tiempo, esperaba que las chicas vendieran cosas como mis espadas mágicas forjadas a mano y motores de potencia aérea para aeronaves a los nobles y la familia real.

Por ahora, su preparación comercial parecía ir bien.

“¿Y averiguaste lo que está pasando con el Vizconde Kelten?” Una vez que despedí a las otras chicas, hablé con Eluterina.

“Bueno, ya ve… cuando fui a visitar a mi abuelo, él ya había…”

Por su tono pesado, temí que se hubiera suicidado o algo así, pero ella explicó que había renunciado a su puesto como ministro del gabinete militar y estaba confinado en su casa.

“¿Es, como pensabas, una acusación falsa?”

“Sí.”

Eluterina asintió.

Pero, prosiguió, no había nadie más que pudiera probarlo.

“¿Hay alguien que se beneficiaría de él perdiese su puesto?”

“Muchos nobles militares, contratistas de defensa, etc., sí…”

El siempre patriótico Vizconde Kelten aparentemente había rechazado a cualquier noble o comerciante que intentara ganarse el favor con sobornos.

“La persona que más se beneficia es el Conde Boppan, quien fue el viceministro militar y el asistente de mi abuelo, pero… bueno, el hombre es simple y honesto casi hasta el final, por lo que es difícil imaginarlo tramando algo como esto…”

Ya veo. Así que el segundo al mando es un poco tonto.

 “Entonces, ¿quizás es alguien que quiere usarlo como un títere?”

“En cuanto a los nobles relacionados con el ejército, los únicos en los que puedo pensar que podrían intentar algo así son el Vizconde Nagua o el Barón Mos.”

Eluterina debe estar bastante bien informada sobre los nobles de la capital real si puede encontrar sospechosos de inmediato.

Me recordó a Tolma, el hermano menor del Vizconde Siemmen, que sabía todo sobre los nobles de la antigua capital y sus relaciones.

“Vizconde Nagua y Barón Mos, ¿eh?”

Busqué en el mapa y descubrí que ambos estaban en la casa del Vizconde Nagua.

En la misma habitación había otros tres nobles y un hombre que parecía un comerciante.

Esto despertó mi curiosidad, así que utilicé los hechizos de Magia Espacial Clarividencia y Clariaudiencia para ver lo que estaba sucediendo en la habitación.

“No será fácil derrotar a Kelten.”

 Oh. Qué conversación tan oportuna.

Activé la grabadora de imágenes y la grabadora de sonido. Estos hechizos registraron todo lo que vi o escuché, incluida la información obtenida a través de hechizos como Clarividencia y Clariaudiencia.

“Pensar que no solo Su Majestad, sino incluso el primer ministro, que tan frecuentemente se enfrenta a él, le impediría renunciar…”

“¿Cuál es el problema? Todo lo que tenemos que hacer es falsificar alguna prueba de que la Compañía Norn estaba cometiendo fraude y sacarlos del puesto de proveedor de municiones del gobierno, sin que los aliados de Kelten se den cuenta…”

“¿Qué, y sustituirlos con su empresa, la Compañía Godozo?”

“Por supuesto. Me aseguraré de que valga la pena el esfuerzo para todos ustedes.” 

Tenía bastante sentido… un traficante de municiones estaba usando a estos ambiciosos nobles para avivar las llamas.

> Título adquirido: Fisgón 

> Título adquirido: Conocedor de la Verdad

 “Recuerde, todo esto es lo que ordena Su Alteza. No olvides dónde está tu lealtad.”

“Lo entendemos, por supuesto.”

Geh, ¿entonces también hubo realeza involucrada en esto?

“Parece que tu conjetura fue correcta.”

“¿Qué?”

Resumí mis hallazgos para la confundida Eluterina.

“Lord Kuro, ¿podría compartir esta información con mi abuelo?”

“… No.”

Me quedé en silencio por un momento, luego rechacé la solicitud de Eluterina.