Tensei Shitara Slime Datta Ken (NL)

Volumen 1

Capitulo 2: Batalla en la Aldea Goblin

Parte 3

Las otras comunidades de goblin habían abandonado en gran parte esta tierra.

Su razonamiento era que podían obligar a los recién llegados a atacar esta aldea, dándoles tiempo para idear sus propias contramedidas. El anciano de la aldea y el líder de la expedición que me saludaron trataron de razonar con ellos, pero fueron apartados fríamente. La frustración era clara en sus voces, mientras hablaban.

“Ya veo”, le respondí.

“Entonces, ¿cuántos de ustedes viven en este pueblo? ¿Y cuántos están listos para la batalla?”

“Tenemos aproximadamente cien residentes. Contando a nuestras mujeres, unos sesenta están listos para pelear”.

No suena como mucho. Goblins no son muy inteligentes, si están tratando de seguir con esto.

“Todo bien. ¿Y de qué tipos y números estamos hablando con el enemigo?”

“Creemos que son lobos terribles, ciertamente tienen apariencia de lobo. En circunstancias normales, tendríamos que ser diez de nosotros contra uno de ellos para que tengamos una oportunidad de pelear… pero ellos parecen sumar alrededor de cien”.

Eh ¿Qué tipo de juego imposible es este? Giré mis ojos hacia el anciano del pueblo. Él no parecía estar bromeando; sus ojos eran tan sinceros y dedicados como podían.

“¿Entonces estos luchadores goblin los enfrentaron con tan pocos números, aunque sabían que no podían ganar?”

“…No. Esta información que te dije… Esos luchadores arriesgaron sus vidas para obtenerla”. Oh. Esa podría haber sido una pregunta grosera.

Tras un nuevo interrogatorio, el goblin con nombre que habían perdido resultó ser tanto el hijo mayor del líder como el hermano mayor del goblin grupo de exploración. Pasé un momento considerando las opciones, el anciano guardó silencio mientras esperaba mi decisión. Podría haber sido mi imaginación, pero podría haber jurado que había lágrimas en sus ojos… aunque probablemente solo lo estaba imaginando. Las lágrimas no van muy bien con los monstruos.

Mejor darle vida a la arrogancia, pensé. ¡Así es como un monstruo temido debería actuar correctamente! “Vamos a aclarar algo, anciano. Si ayudo a este pueblo, ¿qué obtengo a cambio? ¿Tienes algo que dar?”

No es que me importara ayudarles por un capricho. Pero se necesitaban diez goblins para vencer a un perro grande o lo que sea, y se enfrentarían a un grupo de cien. No sería sencillo. Creo que un poco de la serpiente negra podría hacerse cargo de ellos… pero no puedo simplemente hacer este trabajo sin pensar un poco.

“¡Te daremos nuestra lealtad! Por favor, concédenos tu liderazgo. Si lo haces, ¡te prometo que te juraremos nuestra lealtad!”

Honestamente, eso no es mucho. Pero después de experimentar noventa días de silenciosa soledad, incluso hablar con los goblins era algo divertido. La idea de salvar esta aldea probablemente me habría disgustado en mis tiempos humanos, pero en este momento, era un monstruo. No había necesidad de preocuparse de caer en un charco y contraer alguna enfermedad infecciosa.

Además, esos ojos en el anciano. Me di cuenta de que realmente confiaba en mí para decir lo correcto.

Reflexioné sobre mi vida pasada. Cuando alguien me pedía que hiciera algo, siempre lo hacía. Incluso si me quejaba y gemía al principio, incluso si los chicos de la oficina me gritaban al respecto, nunca pude decirle que no a mi gerente ni a mis clientes.

“Entendido. ¡Tu petición será concedida!”

Asentí sabiamente. Y así es como me convertí en el guardián de un pueblo goblin.

Los lobos terribles gobernaban en las llanuras al este, lo suficiente como para causar un sinfín de dolores de cabeza a los mercaderes que ejercían su comercio entre el Imperio Oriental y los reinos alrededor del Bosque de Jura. Cada uno de ellos era el equivalente a un monstruo de rango C, lo suficientemente fuerte como para que un aventurero pudiera encontrar su pierna arrancada si no prestara atención.

La amenaza real, sin embargo, se producía cuando vagaban en manadas. Solo cuando un talentoso alfa estaba liderando la horda los lobos terribles demostraban su verdadero valor. La manada completa actuaría como una sola mente, una sola criatura, cada miembro actuaría al unísono. Tal manada, en pleno movimiento, podría fácilmente ser calificada como un monstruo de clase B.

Las llanuras orientales estaban ubicadas al lado de una amplia región productora de granos, un salvavidas vital para el Imperio Oriental y una muy bien asegurada.

No importaba lo astutos que fueran los lobos, sin importar qué tan avanzadas fueran sus habilidades, penetrar en las líneas defensivas del Imperio seguía siendo una tarea difícil. Incluso si lo lograban, hacerlo provocaría toda la furia del Imperio, poniendo en tela de juicio el futuro de la raza.

El líder de la manada era plenamente consciente de esto. Era algo que había aprendido a través de una experiencia muy reñida, en medio de las muchas escaramuzas que había presenciado contra el Imperio durante varias décadas.

Atacar a los comerciantes de menor escala que pasaban por allí no era suficiente para hacer que el Imperio tomara una acción completa, pero en el momento en que los lobos entraran en sus campos de cereales, ellos realmente tomarían represalias.

Después de tantos fracasos, los lobos terribles ya no repetirían los errores de sus compañeros. Esa era la forma de pensar del alfa. Pero sus instintos como monstruo también le dijeron que, bajo el status quo, no habría progreso, nada que empujara a su manada hacia adelante.

Como regla general, la raza de lobos terribles no requería comida para sobrevivir. Atacar y consumir a los humanos les proporcionaba poco más que un pequeño y agradable bocadillo.

Para la manada, su verdadero sustento se encontraba en las magículas del mundo. Tendrían que atacar a monstruos más fuertes o sacrificar humanos en masa para evolucionar hacia criaturas de nivel de calamidad. Ninguna de estas opciones era particularmente accesible para ellos. El Imperio era demasiado poderoso.

Y el simple hecho de elegir a los comerciantes que pasan no haría nada por sus sueños de evolución.

Entonces oyeron cuentos de las tierras del sur. Un territorio fértil, uno con un bosque que ofrecía todas sus bendiciones, una vasta reserva de magia. Un paraíso para los monstruos, así se le conocía. Sin embargo, para alcanzarlo, tendrían que atravesar el vasto Bosque Jura.

Los monstruos de ese bosque no eran, en sí mismos, grandes enemigos. Su experiencia pasada cazando a los rezagados que vagaban fuera lo demostraba. Entonces, ¿por qué habían evitado entrar ellos mismos?

Simple: Veldora el Dragón de la Tormenta. Él era la única razón. Incluso cuando estaba dentro de su prisión, las olas de terrible fuerza mágica sacudían sus corazones. Creían que las criaturas en el bosque disfrutaban de la divina tutela del dragón, por lo que podían sobrevivir bajo esas olas abrasadoras. Eso era lo que tenían que creer. De lo contrario, la verdad los volvería locos.

Así que a pesar de lo que les dolía a diario, los lobos terribles se habían rendido en infiltrarse en el bosque. Hasta ahora.

El alfa giró sus ojos rojos hacia el bosque. Ese malvado y horrible dragón ya no se podía sentir. Ahora es el momento, pensó, para cazar el bosque de monstruos, y luego podremos convertirnos en los señores del bosque. La idea le hizo lamerse los labios y emitir un aullido ordenando a su manada que avanzara.

Bueno. Así que ahora soy un tutor. ¿Qué debería hacer después? Para mí, era como un deber de guardaespaldas, a pesar de los términos grandiosos con los que el anciano solía describirme.

Para empezar, tenía a todos los goblins capaces de luchar reunidos a mi alrededor. No era una vista bonita. Estaban en una forma horrible. De ninguna manera podría contar con ellos en el campo de batalla. Y desde lejos, el resto del pueblo parecía… nada más que niños y ancianos para mí. Los refuerzos, en otras palabras, estaban fuera de discusión.

El anciano del pueblo debe haber estado temblando de rodillas. Incluso si huyeran de la aldea en este momento, morirían de hambre antes de que terminara el día.

Mientras tanto, los goblins a mi alrededor me miraban con una fe casi religiosa en sus ojos. Esto era difícil, hombre. Para alguien como yo, que vivió una vida bastante simple, esas miradas agregaban mucha presión.

“Bien”, dije, “¿todos ustedes saben en qué tipo de situación estamos?”

No estaba tratando de hacer una broma. Simplemente no podía pensar en nada inspirador que pudiera decir.

“¡Sí, señor!” Respondió instantáneamente el líder goblin.

“¡Nos estamos preparando para una batalla decisiva!”

Los otros goblins a su alrededor debieron sentir lo mismo. Algunos de ellos estaban temblando visiblemente, por lo que no podía reprenderlos. La mente de una persona puede pensar una cosa y su cuerpo hace algo muy diferente.

“Está bien”, le contesté, tratando de actuar como el mejor general que podía.

“No hay necesidad de hacer todo el trabajo. Manténganse tranquilos, ¿de acuerdo? Ya sea que estén nerviosos o no, si vamos a perder, vamos a perder. ¡Solo concéntrense en dar todo lo que tienen!”

Eso ayudó a aligerar mi estado de ánimo. Tal vez funcionó mejor de lo que pensaba.

Bien podría empezar, entonces. Si me equivoco, podría ser el fin para estos goblins. Pero tengo que apegarme a mis armas. Quería poner algo de arrogancia en esto, ¡y ahora voy a hacerlo!

Con un momento para reunir mis pensamientos, di mi primer pedido a los goblins, un pedido que daría muchas veces de ahora en adelante.

De noche. El alfa de los lobos terribles tenía los ojos abiertos. Era una luna llena, la noche perfecta para una batalla. Lentamente, se levantó, examinando el área, el resto de su manada miraba con gran expectación.

La cantidad justa de intensidad, pensó el alfa.

Esta noche, arrasarían con el pueblo goblin, estableciendo un punto de apoyo dentro del Bosque Jura. Luego, lenta pero seguramente, cazarían a los monstruos alrededor del área, expandiendo su territorio hasta que gobernaran todo el bosque. Pronto, cuando fuera el momento adecuado, volverían sus ojos hacia el sur, invadiéndolos con el poder que poseían.

Tenían la fuerza para hacerlo realidad. Sus garras podían desgarrar la carne de cualquier monstruo; Sus colmillos podrían perforar cualquier armadura.

“¡Awooooooooooo!” El alfa dio la señal. Era hora de que comenzara la carnicería. Existía, sin embargo, una preocupación.

El alfa había enviado un explorador hace unos días que había regresado con algunas noticias desconcertantes, noticias de un pequeño monstruo que emanaba una fuerza extraña y mística. Suficiente para superar la de incluso al alfa.

Al principio se había encogido de hombros ante este informe. Era demasiado absurdo para creerlo. Él mismo no había detectado nada de eso en el bosque. Cada monstruo que habían encontrado era un debilucho. Hasta este punto, no había aparecido nada parecido a una resistencia para su avance, y estaban casi en el centro muerto del bosque. Una docena de goblins habían derribado a uno o dos miembros de su manada, pero nada más.

El explorador debe haber estado demasiado entusiasmado con la próxima caza para pensar con claridad. Esa fue la conclusión del alfa mientras mantenía sus ojos hacia adelante.

Adelante se encontraba un pueblo. Estaba situado exactamente donde el explorador dijo que estaba. Había seguido el rastro de un goblin herido directamente a él. Nada en su informe sugería que fuera una amenaza.

Esta no era la primera batalla del alfa. Era astuto, y nunca bajaba la guardia. Sin embargo, incluso él tenía que admitir que había algo extraño… los alrededores del pueblo eran un poco inusuales.

Era… una cerca, como se vería en un pueblo humano. Las casas que una vez compusieron el asentamiento habían sido desmontadas, formando una defensa que cubría cuidadosamente todos los terrenos de la aldea.

Y allí, frente a la única abertura en la barrera, había un slime solitario.

“Está bien, deténganse donde están, ¿de acuerdo?” Les dijo el slime.

“Si regresan ahora, les prometo que no les haré nada. ¡Aléjense de aquí de una vez!”

Pequeño bastardo impertinente. ¿Dejando solo una entrada abierta para bloquear un ataque masivo? Justo el tipo de pensamiento superficial que uno debería esperar de un monstruo basura como este. Nuestras garras y colmillos harán astillas de esa cosa vieja y destartalada.

Ya era hora de mostrar a este slime su verdadero poder. El alfa dio la orden. Como si fueran su propia mano derecha, alrededor de una docena lobos se pusieron inmediatamente en marcha para atacar la cerca: la imagen de la coordinación, la razón exacta por la que la manada funcionaba esencialmente como un solo monstruo.

La habilidad de “comunicación del pensamiento” permitía su comportamiento colectivo. Era mucho más rápido que dar órdenes verbales, dejando que la manada trabajara en perfecta sincronía.

La primera ola debería haber sido todo lo que se necesitaba para destruir la cerca. En cambio, el alfa, que ya se imaginaba a una multitud de goblins que gritaban luchando por huir tras el miserable fracaso de su estratagema, dejó escapar un grito de sorpresa. La fuerza que había enviado hacia la cerca había sido lanzada hacia atrás, algunos de ellos sangrando profusamente mientras se retorcían en el suelo.

¿Qué podría ser esto? El alfa mantuvo su mente aguda mientras observaba el área. El slime junto a la entrada no se había movido ni un centímetro. ¿Hizo algo?

Uno de sus hombres se acercó a él para informarle. ¡Era él, jefe! ¡La cosa con la fuerza mística que superaba a la tuya!

Tonterías, pensó el alfa mientras miraba el slime. Era un pequeño monstruo. Ocasionalmente nacerían aquí y allá a lo largo de las llanuras. Incluso llamarlos “monstruos” parecía absurdo, toda su existencia era risible. ¿Esa cosa, siendo más fuerte que yo…?

El alfa echó humo.

¡Imposible!

Pocos, de hecho, era los monstruos más astutos que el alfa. Tenía años de experiencia a los que recurrir, y podía formular ágilmente planes sobre la marcha. Sus años de experiencia le dijeron que este monstruo no podía ser más fuerte que él.

Justo allí, por primera vez, el alfa cometió un error fatal, uno que finalmente decidiría su destino.

¡Miserable pequeño intento de monstruo, te aplastaré!

Yeesh. Eso fue un shock.