Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 2

Capítulo 8: El Punto De Inflexión

Parte 2

Roxy no fue la única que notó el cambio en el cielo. Cada persona en cada parte del mundo se dio cuenta tanto de su anormalidad como de la brusquedad de su apariencia. Incluso los de gran renombre tomaron nota.

El Wyrm Rojo de las Montañas

 El Dios Dragón Orsted miró hacia el cielo del oeste.

“¿Mana se está reuniendo allí? ¿Qué es, qué es lo que ha causado esta locura? No importa. Lo sabré cuando lo vea por mí mismo.”

Se dirigió hacia el oeste, pasando por encima del cadáver del wyrm rojo que acababa de matar con un solo ataque. Otros wyrms rojos pululaban por la zona como una manada de insectos, pero ninguno de ellos intentó involucrarse. Sabían la forma en que se caminaba por el suelo. Sabían que aunque se unieran para atacar, sólo morirían. También sabían que si se mantenían alejados, estarían a salvo.

Ese ser era el Dios Dragón, un ser que existía fuera de las reglas de este mundo. Un ser que no podían tocar.

Lleno de orgullo, otro joven wyrm que no entendía su lugar en el mundo descendió sobre Orsted. En una fracción de segundo se convirtió en nada más que en un trozo de carne.

Los wyrms rojos eran criaturas terriblemente fuertes que residían en el continente central. No era sólo su destreza en la batalla lo que los hacía temibles, sino también su inteligencia. Por eso sabían que era el hombre del que se rumoreaba que era el más fuerte del mundo, y un oponente al que no podían esperar derrotar por mucho que sus números les favoreciesen.

Orsted bajó lentamente de la montaña mientras los wyrms rojos miraban, sus intenciones era un secreto que solo él conocía.

La Fortaleza Flotante

 El Dragón Blindado Perugius, uno de los tres héroes legendarios, miró hacia el cielo del norte.

“¿Qué es eso? Parece la luz emitida cuando el Gran Emperador del Mundo Demoníaco revive.”

Cerca había una mujer con una máscara de cuervo blanco sobre su cara, un miembro de la gente del cielo que poseía alas negras. Ella susurró: “El nivel de maná es diferente”.

“Ciertamente. En todo caso, se parece al color de una invocación”.

“Sí, pero dicho esto, nunca antes había visto tanta luz en una invocación.”

“Es similar a cuando creamos Chaos Breaker.”

Perugius tuvo que actuar.

Había pasado el día de hoy como cualquier otro, sentado en la cima de su trono en Chaos Breaker, al que asistieron sus doce seguidores, continuando vigilando la superficie. Sólo tenía un objetivo: vencer a su repugnante enemigo, el Dios Demonio Laplace, tan pronto como éste reviviera. Esperó en el cielo ese momento en que el sello se desataría.

“¿Podría ser que el Gran Emperador del Mundo Demoníaco esté tratando de desellar a Laplace?”

“Es posible. El Emperador ha estado inquietantemente callado en los 300 años transcurridos desde su renacimiento”, respondió.

“Muy bien. ¡Arumanfi!”

“Estoy aquí.” Un hombre vestido de blanco y con una máscara amarilla apareció y se arrodilló ante Perugius.

“Busca inmediatamente y estoy seguro de que quien sea que esté detrás de esto debe estar tramando algo. Si ves a alguien sospechoso que parezca estar involucrado en esto, mátalo”.

“Entendido”.

El Dragón Blindado Perugius hizo su jugada, con sus doce discípulos detrás de él. Todo para vengar a los cuatro amigos que había perdido. Esta vez, con seguridad, le daría un golpe final al Dios Demonio Laplace.

La Tierra Santa de las Espadas

 El Dios Espada Gal Farion miró hacia el cielo del sur.

“¿Qué le pasa al cielo? También…” En el momento en que se centró en otra cosa, dos de sus queridos alumnos le atacaron al mismo tiempo.

“No te me acerques mientras tengo mi atención en otras cosas.”

Su compostura era relajada. En comparación, a sus dos queridos alumnos les faltaba el aliento.

Como siempre, los dos no tenían sentido, pensó. Estaban demasiado confiados por haberse ganado el título de Emperador Espada, pero esto era todo a lo que equivalía. Qué montón de mierda. La fama no tenía cabida en la esgrima. Todo lo que necesitabas hacer era hacerte más fuerte. Lo único que te trajo la fama fue el dinero y el poder político. No había ningún valor en eso. Cualquiera puede obtener esas cosas. Siendo tan bueno como era, podía cortar esa basura de un solo golpe. Si fueras fuerte, podrías hacer las cosas a tu manera. Hacer las cosas a tu manera fue la forma en que te mantuviste vivo.

Ghislaine lo entendió mejor, pero se había vuelto blanda. Por eso estaba atrapada al nivel del Rey Espada. Aquellos con una poderosa sed de vida eran innatamente fuertes, sin importar cuán físicamente débiles o incapaces de blandir una espada pudieran ser. Pero los que se habían hecho fuertes podían perder esa fuerza motriz. Por eso Ghislaine se perdió. No era lo suficientemente egoísta.

No era como si los alumnos anteriores a él fueran especialmente dotados. Fue su obscena avaricia lo que los hizo fuertes. El apetito insaciable de una pareja que vivía en un campo de batalla de vida o muerte.

“Oye, oye, ven a mí ya. Derrotenme y luego peleen hasta la muerte para que uno de ustedes pueda llamarse a sí mismo el Dios Espada! ¡Tendrás suficiente dinero para jugar durante cien vidas! Podrás hacer fila con mujeres, desde esclavas hasta princesas, ¡y te saldrás con la tuya!

¡Sólo tu nombre pondrá a la gente de rodillas con miedo! ¡Un paso adelante y multitud de personas se separarán para dejarte paso!”

“¡No empecé a aprender a usar la espada para algo así!”

“¡Maestro! ¡Por favor, no nos insultes así!”

Esto era todo. Iban a aprender a ser más honestos consigo mismos. Porque si lo hicieran, fácilmente podrían aplastar a alguien como él y llamarse a sí mismos Dioses Espada.

El Dios Espada Gal Farion ya se había olvidado del cielo del sur.

En algún lugar del continente demoníaco

 El Gran Emperador del Mundo Demoníaco, Kishirika Kishirisu, miró al cielo oriental.

“Hmph, cuando te vuelves tan grande como yo, ¡puedes ver las cosas, aunque estés en la dirección opuesta! ¿¡Cómo es eso!? Increíble, ¿verdad?”

No había nadie para responderle. No había ni una sola persona presente.

“¡Así que me estás ignorando! ¡Mwahahaha! ¡Muy bien, muy bien! ¡Los perdonaré, humanos! O mejor dicho, nadie se me acercará por el tratado de paz, así que no tengo más remedio que perdonarte. Mwahahahahaha, mwahahahahaha, mwahaha-gurgh…”

Kishirika estaba sola.

En el momento en que había resucitado de la muerte, gritó:

“¡Yo, el Gran Emperador del Mundo  de  los  Demonios,  Kishirika,  ¡he  resucitado!,¡Debo haberlos hecho esperar!,¡Mwahahahahaha!” Pero no había nadie allí. Decidió que iría a la ciudad y repetiría su declaración, sólo para que la miraran como si fuera una niña lamentable. Desde entonces, nadie le ha prestado atención.

Intentó visitar a una de sus viejas amigas, pero ellas simplemente le dijeron: “Las cosas están tranquilas ahora mismo, así que compórtate”.

“¿Qué están haciendo esos adivinos humanos? Cuando revivía en el pasado, empezaban a temblar de miedo repentino, balbuceaban cosas raras y luego saltaban de sus ventanas. Sin ese acto de apertura, siento que mi renacimiento no tiene valor. Honestamente, los jóvenes de hoy en día…”

Pateó una piedra y miró hacia arriba, hacia la piscina mágica del cielo occidental. Otro nombre del Gran Emperador del Mundo Demoníaco era el del Emperador Demoníaco de Ojos de Demonio. Poseía más de diez, y de un solo vistazo podía ver lo que estaba sucediendo, no importaba lo lejos que estuviera. Con esos ojos vio el poderoso maná, la luz familiar de la magia invocadora, y la persona que la controlaba.

O al menos, debería haber sido capaz de hacerlo.

“¿Qué es esto? ¿No puedo ver al que está haciendo esto? Me pregunto si hay una barrera. Debes ser tímido, escondiendo tu cara después de causar tanto caos.”

Los ojos de Kishirika no eran todopoderosos. Por eso era simplemente la Gran Emperadora del Mundo de los Demonios, y nunca sería llamada un Dios Demonio, no importaba cuánto tiempo pasase. No es que eso le molestara especialmente.

“Sería bueno que al menos pudieran convocar a un héroe. Pero últimamente todo el mundo es Laplace esto y Laplace aquello. ‘¿Kishirika? ¿Quién es esa?”.

Así que no es que importe. Supongo que hasta los héroes prefieren hombres jóvenes con buen aspecto como Laplace. Yo también quiero algo de tiempo en el centro de atención.

“¡Quiero que me bañen con atención y me pongan en desfile!”

Ella suspiró mientras se embarcaba en su viaje. Un viaje sin un destino particular en mente.

Al mismo tiempo – La perspectiva de Rudeus

 Fuimos a una colina en las afueras de la Ciudadela de Roa. Como había prometido en mi cumpleaños, iba a mostrarle a Ghislaine cómo era la magia del agua de nivel Santo. Eris, por supuesto, se unió a nosotros.

Saqué a Aqua Heartia y le quité la tela que había envuelto alrededor del cristal por si acaso. A pesar de lo incómodo que parecía, era mejor que mostrarles a los ladrones potenciales lo caro que era mi producto. Lo había envuelto para que pareciera un paño lleno de maná para amplificar la magia del bastón. Era al menos mejor que la gente que pensaba que estaba escondiendo una gema enorme.