Mahou Sensou (NL)

Volumen 1

Capitulo 3: La Academia Mágica al Otro lado del Espejo

Parte 4

 

 

Al día siguiente, Kurumi se vengó colocando una pila de enormes lombrices, que había conseguido en la tienda de artículos de pesca, en los zapatos de cada una de ellas. No hace falta decir que los gritos de aquellas cuatro compañeras resonaron por toda la escuela después de clases.

Desde ese entonces y hasta la actualidad, Kurumi siempre había sido fiel a su lema: “Todo lo que me hagas te lo haré yo a ti, triplicado”. Obviamente a nadie le parecía agradable estar cerca de una chica que tenía esa clase de filosofía.

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Hubo una ocasión en la que Takeshi se las arregló para llevar a tres de sus amigos a la Residencia Isoshima con la finalidad de que ella pudiera socializar con otros, pero no salió nada bien. Muy por el contrario de lo que se esperaba, tal suceso solo causo que el desagrado mutuo entre Kurumi y las demás personas se incrementara. Ese día, Takeshi y sus amigos jugaban con ella a las escondidas en los jardines de la lujosa mansión Isoshima, y le había tocado a ella ser la que busca.

Llevaba diez minutos buscando y al no encontrar a nadie, comenzó a llamarlos con preocupación.

—Kurumi-chan nos está llamando —Comentó Takeshi.

Por aquellos tiempos, él solía llamarla “Kurumi-chan” y ella lo llamaba a él “Tak-kun”. Aquellos tres compañeros, que se encontraba clavados frente a la pantalla de un televisor que mostraba un videojuego dentro de una amplia sala de juegos, respondieron:

—No te preocupes por ella…

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—Sí, dejémosla allí un rato más…

Se suponía que el área designada para jugar a las escondidas, sería solamente la parte del jardín, pero ellos habían regresado al interior de la mansión sin avisar. Aquel cuarto de juegos se ubicaba en el segundo piso y, desde la ventana que había allí, podían observar a Kurumi deambulando sola por todo el jardín.

Takeshi miró confundido a sus tres amigos quienes simplemente se reían de ella.

—Esa chica solo actúa animada porque vive en una casa lujosa. La verdad es que es muy egoísta. Solo vine porque tú me lo pediste. Pero mira cómo es: quiso dejar de jugar nada más porque no quería quedarse a buscar.

—Tienes razón. Veamos cuánto tarda en darse cuenta que no estamos…

—No puede ser…—Murmuró Takeshi.

Habiendo ignorado a Kurumi, los tres compañeros se dispusieron a jugar videojuegos sin permiso y mientras tanto, Takeshi se quedó observándola por un momento a través de la ventana.

—¡Tak-kun…! ¡Chicos…! ¿Dónde están?

Mientras rondaba por el jardín, Kurumi los llamaba cada vez más fuerte. Pero después de un momento, ella comenzó a frotarse los ojos. Se había dado cuenta de que ellos en realidad se habían marchado y entonces gritó:

—¡¡Taaak-kuuun!!

Mientras seguía observándola por la ventana, Takeshi dijo:

—Creo que es mejor que vaya por ella…

—¿Ah? ¡Oye no…!

—¡No vayas Nanase-kun!

Takeshi salió rápidamente de la habitación rumbo al pasillo, dejando detrás las voces de sus compañeros que intentaron detenerlo.  Se puso apresuradamente sus zapatos que estaban en la entrada y salió al jardín para buscarla.

Kurumi no se había movido del lugar donde acababa de ser vista, y en cuanto notó la presencia de Takeshi, rápidamente se secó las lágrimas con el dorso de su mano.

—Tak-kun… ¿Dónde estabas? —Preguntó Kurumi mirándolo de forma penetrante.

—B-Bueno…

Takeshi evitó el contacto visual.

—¿Y los demás dónde están? —Volvió a preguntar ella, con una expresión seria que no mostraba signos de haber llorado, pero con sus ojos aun rojos por haberlo hecho.

Takeshi apartó su rostro de ella y mirando hacia otro lado respondió:

—Es que ya era tarde, así que tuvieron que marcharse a sus casas…

—……

—Yo vivo al lado así que no hay problema si sigo aquí…

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Kurumi se quedó mirando a Takeshi quien estaba tratando de engañarla, y luego bajó su mirada hasta sus pies y se detuvo en sus zapatos que estaban mal puestos. Se quedó pensativa un momento y repentinamente sujetó a Takeshi firmemente de la manga de la camisa diciéndole:

—Ven aquí…

Se llevó a Takeshi hacia una puerta, que no era la entrada principal de la mansión, sino una puerta de servicio que daba a la cocina. Ya estando allí, le preguntó:

—¿Qué te parece si te quedas a comer aquí hoy?

—¿Puedo?

—Claro, siempre y cuando seas solo tú. Pero otros chicos definitivamente no…

Mientras Kurumi le susurraba eso al oído al mismo tiempo que fingía una tos, Takeshi no pudo evitar sonreír con una expresión amarga.

—Te lo agradezco mucho, Kurumi-chan…

Ella lo volteó a mirar mostrándole una amplia sonrisa, y él simplemente miró a otro lado como alguien que acaba de ser intimidado.

—Por cierto, ¿Qué tal si luego jugamos videojuegos? El otro día me compraron uno. O si prefieres puedes ir ahora mismo, por mí no hay ningún problema…

A pesar de que estaba actuando con arrogancia y hostilidad, Kurumi tenía las mejillas sonrojadas hasta las orejas.

—Vaya…  quisiera ser de la familia Isoshima… —comentó Takeshi en un tono de broma.

—Por mí está bien… —Musitó Kurumi.

—¿Eh? ¿Qué dijiste?

Kurumi rápidamente miró en otra dirección, y luego comenzó a caminar respondiendo:

—No dije nada, solamente que te dejaré jugar con mi consola, pero a cambio… me ayudarás mañana con mi tarea.

—Claro. De todas formas, eres mala en matemáticas, Isoshima.

—¡No soy mala! Es solo que no me gusta…

De esa forma, el intento de Takeshi por hacer que Kurumi le callera bien a sus amigos fracasó, y partir de ese momento, no volvió a intentar integrarla a su círculo de amistad.

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Había comprendido que forzar las cosas no tenía sentido porque, aunque ella estuviera falta de amigos, no quería tenerlos. Además, a Takeshi se le había vuelto imposible encontrar a alguien que quisiera entablar una amistad con ella.

Esa misma situación, continuó cuando ascendieron a la secundaria e incluso cuando entraron a la misma preparatoria…

Actualmente, Kurumi se encontraba de pie y con sus brazos cruzados en una postura de disgusto frente al sofá de la oficina de la directora.

—¿Estás diciéndome que tú sólo te metiste en esto, y que ahora tienes intenciones de ayudar a esa chica?

—Bueno… podría decirse de esa forma… —respondió Takeshi con timidez.

—¡Nada de eso…! Lo que pasa es que ya te llenaron la cabeza con tonterías…

Takeshi intentó excusarse.

—¡Fue un accidente…!

Pero al escuchar eso, Kurumi torció la boca con más enojo y respondió:

—Que accidente tan desafortunado, ¿No? ¡Aunque nunca antes había escuchado un accidente que implicara convertirse en un mago!

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—También es la primera vez que yo lo oigo…

—¡Idiota!

Kurumi gritó, haciendo que Takeshi brincara del susto. Luego, bajó los brazos y dejó escapar un pesado suspiro.

—Haaa~ Ya no importa… veo que al menos estás bien. Volvamos a casa, Takeshi.

Al decir eso, ella comenzó a caminar hacia la salida de la oficina. Él también comenzó a caminar detrás de ella, pero mientras lo hacía murmuró:

—Aunque me digas que regresemos a casa…

Meditando en el hecho marcharse y dejar las cosas a medias, Takeshi volvió su mirada hacia la directora.


—Pueden irse…

La directora ya había regresado a su asiento y Takeshi estaba sorprendido de que les hubiera dado el permiso tan fácilmente.

—Sin embargo, quiero pedirles que no vayan a utilizar su magia cuando estén allá. Ya expliqué eso hace un momento, así que estoy segura de que entiendes mi advertencia. Si se utiliza la magia para atacar a otros magos, el poder mágico desaparece.

—Disculpe… —Mui intentó decir algo, pero la directora siguió hablando.

—Como ya dije, nuestra institución se mantiene una posición neutral, por lo tanto, si los Trailers los capturan, no podremos ayudarlos. Deben tener mucho cuidado. Aunque… estoy segura de que volverán más pronto de lo que creen…

Mientras la directora hablaba con total tranquilidad y con una sonrisa, Takeshi guardaba silencio, pero Mui no pudo hacerlo y habló con Kurumi que acababa de salir al pasillo:

—Es peligroso allá afuera. Creo que lo mejor sería que se quedaran.

Takeshi que aún se encontraba en el interior de la oficina, también advirtió a Kurumi:

—Es cierto, escucha lo que Mui te acaba de decir.

Pero de todo lo anterior dicho, Kurumi solo se percató de una sola palabra que dijo Takeshi y frunció el ceño preguntando:

—¿Mui?

—Aaah, esa soy yo. Aiba Mui, mucho gusto.

Mui acababa de presentarse ante ella con una sonrisa, pero Kurumi la ignoró por completo y ni siquiera la volteó a mirar. En lugar de eso, habló con Takeshi.

—Takeshi, ¿De verdad crees en toda esta gran farsa que han montado, o es que tú eres cómplice de esta gente tan rara?

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—Te equivocas…

Cuando escuchó eso, Kurumi ingresó nuevamente al interior de la oficina dando un solo paso y luego tomó a Takeshi de la mano.

—Entonces te lo repetiré una vez más: volvamos a casa Takeshi, ¿Sí? Por favor…

Kurumí alzó la vista y lo miró a los ojos con seriedad, entonces Takeshi comenzó a caminar con ella.

—Aaah, está bien…

—¡Espera, Takeshi-kun…!

Mientras estaba siendo llevado de la mano por Kurumi, Mui se interpuso tomando rápidamente la otra mano que Takeshi tenía libre.

En ese momento Kurumi volteó a mirar con una clara intención asesina.

—Eres Aiba-san, ¿cierto?

—Sí…

—Luces muy tranquila molestando gente que no conoces…

—¿Ah? Eso fue grosero…

—¡Como sea! Nos iremos de este extraño lugar cuanto antes y regresaremos directamente a donde pertenecemos. Sean cuales sean los problemas que ustedes tengan, a nosotros no nos incumben.

En ese momento, la sensación de Takeshi al estar entre Kurumi y Mui, era similar a estar en una tundra con un terrible viento helado que soplaba desde el lado de Kurumi.

«Me preguntó si el mal humor de Isoshima se arreglara si me voy con ella…», pensó Takeshi.

Ambas se habían enfrascado en una discusión que terminó por colmar la paciencia de Kurumi. Pero como Mui terminó siendo abrumada por la intensidad de Kurumi, sus manos aflojaron un poco y Kurumi terminó arrebatándole a Takeshi.

—¡Ahora nos vamos de aquí, Takeshi!

Tratándolo como si fuera su mascota, lo jaloneó hasta sacarlo al pasillo, pero en ese momento él volteó a mirar a Mui que se había quedado atrás deprimida, así que se detuvo.

—Aguarda, Isoshima…

En términos de fuerza, Kurumi no era rival para Takeshi, y por más que tirara de su brazo, no logro hacer que siguiera moviéndose, así que se dio por vencida y le soltó.

—¿Y ahora qué, Takeshi? Ya pasaron muchas cosas por culpa tuya…

Takeshi sentía que eso era verdad, así que no lo negó. Sin embargo, le preocupaba Mui. Pero mientras se encontraba mirándola en silencio, Kurumi enfurecida en gran manera, apretó las mejillas de Takeshi con las palmas de sus manos, y lo obligó a que mirara en su dirección.





—¿Escuchaste lo que te dije? Te ausentaste de las actividades del club sin decir nada y como estaba preocupada te fui a buscar hasta la casa. Cuando llegué allí, alguien me atacó. Todo ha ido de mal en peor.

Al escuchar a Kurumi decir que había sido atacada, Takeshi se impactó.

—¿Y estás herida? ¿Qué te hicieron?

Sujetando a Kurumi de los hombros, Takeshi la alejó de si para tener una vista más completa de ella, y la revisó frenéticamente mientras la miraba de pies a cabeza. Kurumi se había quedado sorprendida ante tal reacción, y simplemente se llevó la mano a la parte trasera de su cuello.

—Un hombre extraño me golpeó en el cuello…

—¿Y estás bien? Te noto un poco roja…

Kurumi seguía sorprendida, porque Takeshi estaba ahora revisándole el cuello, y presionó su mano contra su pecho.

—Sí, estoy bien.

Lo cierto era que lo único rojo eran sus mejillas, pero Takeshi no se fijó en eso.

—Lo siento, todo es mi culpa —Irrumpió Mui.

En ese instante el rostro de Kurumi se distorsionó de disgusto al escuchar las palabras de Mui, como si acabara de ser insultada.


***

 

 

Para volver a casa, Kurumi y Takeshi caminaron de nuevo hacia el pasillo de los espejos, y utilizando el mismo espejo por el cual llegaron a la academia, ambos regresaron a su mundo. Takeshi fue el primero en salir del espejo en el baño de su casa, seguido por Kurumi que estaba siendo guiada por él. Una vez fuera, Takeshi se dispuso a acompañar a Kurumi hacia su casa, la residencia Isohima, ubicada al lado de la suya.

—Me di cuenta de que llamabas a esa chica por su nombre —mencionó Kurumi en una voz clara mientras habría la pequeña reja a la altura de la cintura de la casa de los Nanase.

—¿Te refieres a Mui?

—Sí…

—Pues, la verdad no sé cómo sucedió.

—….

Takeshi respondió entre risas, sin darse cuenta de la tristeza de Kurumi.

—Hace tiempo, también solías llamarme por mi nombre. Me decías “Kurumi-chan” ¿Recuerdas?

Al caminar uno al lado del otro, a Takeshi se le hacía difícil mirar el perfil del rostro de Kurumi que estaba más abajo, y sin notar los sentimientos de ella, seguía riendo mientras recordaba el pasado.

—¿En serio? Y entonces, ¿Desde cuándo comencé a llamarte Isoshima?

—Desde que entramos a Secundaria…

—¿Eh? ¿Qué dijiste?

Al llegar a la Mansión, el ruido de unas enormes cigarras no dejó escuchar bien a Takeshi, pero Kurumi negó lentamente con la cabeza.

—No es nada.

Sin embargo, a Takeshi le intrigo el hecho de que su comportamiento era más frio que de costumbre así que la miró e insistió.

—¿Qué te pasa?

—¡Ya te dije que no es nada!

Después de gritar molesta, Kurumi se dio la vuelta y miró a Takeshi.

—¿Crees en lo que esa gente te dijo?

Al ver la expresión seria con la que ella lo miraba, Takeshi se detuvo.

—No habría creído en nada si no hubiera visto lo que vi con mis propios ojos.

—Pues yo no pienso dejarme engañar —Dijo Kurumi. En su voz al momento de tomar esa decisión, podía sentirse que había más odio y hostilidad que simple enojo—. Y tú tampoco deberías. No sabemos si se trata de alguna secta o un simple fraude, pero sea cual sea el caso, es mejor que te mantengas alejado de esas cosas peligrosas antes de que salgas herido y sea demasiado tarde.

Takeshi suspiró al ver que Kurumi lo estaba regañando con severidad, pero luego recordó que cuando Kurumi estaba en secundaria había sido atacada por un acosador.

—Isoshima…

En lugar de ir a la escuela, ella se había atrincherado en su casa con temor, porque un día cuando regresaba de la escuela, casi llega a ser secuestrada. Hecho del cual Takeshi se enteró apenas regresó a su casa luego de estar con el club de kendo, y desde entonces, lo guardaba en su memoria como un mal recuerdo.

También recordó que la gente solía decir que era ella la que se buscaba esa clase de problemas, pero Takeshi nada más la había visto usando maquillaje durante las fiestas de año nuevo y el adorno que llevaba en su cabello, era un simple listón color negro aprobado por la escuela que ni siquiera tenía adorno alguno. Ya sea con chicos o chicas, ella no solía involucrarse con nadie.

Era una estudiante de secundaria cualquiera que no destacaba entre los demás. Por esa razón, él aceptó su petición de fingir ser novios. A pesar de que eso traería como consecuencia el odio de aquellos admiradores que tenía Kurumi, pero aun así, él quería protegerla.

No quería que nadie volviera a lastimarla, así que, cuando Kurumi se enojaba, Takeshi estaba consciente de que era porque algo le preocupaba. En ese momento él asintió obedientemente ante la mirada de ella.

—Está bien… lamento haberte preocupado, Isoshima.





—Me alegra que lo entiendas…

Kurumi apartó su mirada, mostrando sus orejas que se habían puesto rojas y cuando notó eso, Takeshi sonrió ligeramente.

Ella era del tipo de persona que decía las cosas directamente y esa franqueza era la causa número uno por la cual era odiada por las chicas de su misma edad. Sea como sea, ella no decía mentiras y siempre era honesta. De pronto, a Takeshi se le vino la imagen de Mui a la mente. A decir verdad, ella daba la misma impresión.

«Mui e Isoshima… ¿Eh?», «Isohima es hostil con los demás, solo para protegerse a sí misma y Mui que no se rinde con respecto a su hermano», «Isoshima bien podría congeniar con ella»

Mientras deseaba que algo así se hiciera posible, Takeshi pensaba con cierta expectación, al caminar junto a Kurumi que aún tenía sus orejas rojas.

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