Mahou Sensou (NL)

Volumen 1

Capitulo 1: Una chica mágica en verano

Parte 4

Él la había llevado hasta la enfermería, y se había quedado con ella porque se sentía preocupado, solo para que ella devolviera el favor apuntándole con una pistola de juguete que, en realidad, ni siquiera estaba seguro si era falsa o una real cargada de balas, ¿Quién no se ofendería después de algo así?

—Hace un rato te vi colapsar en el suelo frente a mí, así que solo quise ser amable y por eso te traje hasta aquí. —Comentó Takeshi irritado.

La chica frunció el ceño al escuchar esas palabras y preguntó:

—¿Tú me trajiste?

Takeshi no respondió, porque no estaba acostumbrado a repetir lo mismo dos veces.

Ignoró el arma que le apuntaba, y le dio la espalda a la chica, confiando en que la pistola era de juguete, pero si en todo caso fuera real y le terminaba disparando, no le dolería tanto.

—Tus piernas están heridas… hay que desinfectar eso. Luego vuelve aquí para que te den medicina.

Takeshi comenzó a alejarse de la cama y se dispuso a abandonar la habitación.

La chica también se levantó de su lugar como si decidiera que ella también debía marcharse.

—¡Espera…!

Sin embargo, debido a su mala postura sobre la cama, cuando se levantó, su cuerpo no respondió y perdió el equilibrio.

—¡Ah…!

Cuando Takeshi escuchó la exclamación de la chica, se dio la vuelta y extendió los brazos.

—¡Cuidado!

Sin embargo, no fue capaz de detenerla por la velocidad con la que la chica caída cuando se tropezó, y ella solo alcanzó a sujetarse de su brazo.

—¡Kyaaaa!

—¡Uwa!

La chica si logro detenerse de alguna manera, pero rompió el equilibrio de Takeshi y ambos cayeron juntos.

En ese momento, algo así como delgadas hebras rosaron las mejillas de Takeshi, seguido de una sensación de firme y cálida presión contra sus labios.

Sus ojos se abrieron de par en par ante tal extraña sensación que, hasta el momento, nunca había experimentado.

El momento duró poco, porque la chica que había caído sobre él, puso sus manos sobre el pecho de Takeshi, se levantó rápidamente y se separó de él.

Takeshi parpadeó rápidamente, analizando lo que había sucedido.

—Aaah… bueno…

Ante sus ojos, la chica que estaba sentada encima de él y todavía apoyaba una mano sobre su pecho, comenzó a temblar.

Les tomó un tiempo a ambos darse cuenta de lo que había pasado, pero entre los dos, la chica fue la primera en reaccionar.

—¡¡Iyaaaa!!

En ese momento, comenzó a gritar fuertemente, sujetó su arma con fuerza, la apuntó, y comenzó a disparar.

Fue tan repentino que Takeshi ni siquiera pudo ver que el arma produjera algún destello, simplemente se produjo una explosión en su frente y cuando apenas pudo verla, sintió que su cuerpo perdió el sentido de la gravedad y salió volando para después sentir un dolor agudo en su espalda.

—¡Uhh! uh…

Su respiración se volvió pesada y le costaba cada vez más respirar.

Había sido arrojado al centro de la habitación, donde cayó sobre el escritorio que fue derribado y luego siguió rodando por el piso.

«¡Ouch…! ¿Qué fue eso?»

Takeshi se sentía adolorido y confundido a la vez, pues no tenía idea de lo que le acababa de pasar.

La chica, parecía estar aterrorizada por lo que acababa de pasar y con sus manos temblorosas, seguía apuntando su arma hacia Takeshi.

Luego, dejó caer su peso sobre una rodilla. Todo su cuerpo temblaba al igual que su mano derecha que estaba presionada sobre la izquierda, pero, aun así, su postura era firme y la boca del cañón no perdía de vista a Takeshi.

Mientras tanto, él estaba poniendo atención a una dulce fragancia que podía oler justo en el lugar donde la chica había apoyado la cabeza sobre su uniforme de kendo, y la increíble sensación de sus labios seguía presente en él.  Con excepción de sus pensamientos previos sobre lo que había pasado hace un rato, todo lo demás se había desvaneció en el olvido y se sentía como si volara más allá del horizonte hasta los confines del universo.

En un instante, Takeshi recobró el conocimiento y aunque se sentía muy adolorido, hizo el esfuerzo de levantarse mientras la chica, se dedicaba a observarlo.

Ella aún seguía sujetando su pistola frenéticamente y con mucha fuerza.

No sabía por qué ella portaba un objeto capaz de lastimar a otros, pero era importante pues podría haber una conexión entre ese objeto y el hecho de que ella había caído desmayada antes.

Ese pensamiento se cruzó por la mente de Takeshi y la situación actual era incluso más extraña debido al fuerte dolor que sentía en su cabeza.

—Oye…

Takeshi llamó a la chica, pero ella no respondió.

—Hace un momento me disparaste con eso, ¿Cierto? Sin embargo… —En ese momento revisó su frente—. No parezco estar herido…. ¿Sabes qué pasó?

Él tenía esa duda, porque si se hubiera tratado de un arma real, él ya debería estar muerto.

La chica seguía mirando a Takeshi en silencio y apuntándole con el arma.

—Lo que pasó hace un momento fue un accidente —Dijo Takeshi—. No tenemos por qué contárselo nadie. Finjamos que nunca sucedió….

En ese momento la chica rompió el silencio.

—D-dices eso, pero seguro que estás pensando en algo pervertido, así que no te me acerques…

La chica hizo una especie de berrinche apretando los labios y alzando los hombros como si fuera un gato enojado.

—¿Algo pervertido? No, para nada…

A pesar que lo negaba, no pudo evitar recordar la sensación de sus labios.

—¿Por qué…? ¿Por qué en la boca…?

—Bueno… lo siento…

Takeshi se disculpó sinceramente, pero los hombros de la chica aun temblaban de ira.

—¡Eres de lo peor! Te lo estás imaginando ¿Verdad?

La punta de la pistola temblaba y se movía hacia arriba y hacia abajo, por la ira de la chica.

—No puedo evitarlo… fue mi primera vez. —Respondió Takeshi, mientras se alejaba de la chica que parecía haber perdido los estribos.

La chica finalmente dejó de apuntar su arma y lanzándole una mirada de sospecha, formuló una pregunta:

—¿Tu primera vez?

—Sí…

Takeshi asintió.

A pesar de que seguía desconfiando de Takeshi, la chica comenzó a bajar lentamente su arma.

Luego, mientras agachaba la cabeza con preocupación, murmuró:

—La verdad es que… En realidad, también fue mi primera vez…

Cuando terminó su declaración en voz baja, las mejillas de la chica se sonrojaron, y la ira se convirtió en vergüenza.

Esa expresión tímida de la chica, hizo que Takeshi también se avergonzara.

—Bueno… entonces finjamos que eso nunca pasó…

La chica asistió vigorosamente a la propuesta de Takeshi.

—Sí, estoy de acuerdo… Uun… Uun…

Entonces enfundó su arma en la pistolera que llevaba en la pretina de su falda, y se llevó ambas manos a las mejillas, como si tratara de olvidar algo, con los ojos fuertemente cerrados.

—Por cierto… ¿Cómo te llamas? —Preguntó Takeshi.

Él quería llamar a un médico que tratara sus heridas.

—No tengo nombre… —Respondió la chica.

—Aaah, entiendo, no se pide el nombre sin antes dar el tuyo ¿Verdad? Yo llamo Nanase Takeshi, y asisto a primer año en esta academia…

Aunque seguía preocupada, la chica alzó la mirada y respondió:

—Pues yo no pienso decirte mi nombre…

—Entiendo… si tanto deseas permanecer anónima, te llamaré Gonbe-san. Entonces… Aquella chica que se quedó con mi primer beso será Gonbe-san ¿Verdad?

Al escuchar esas palabras, ella recordó lo sucedido y avergonzada, se aferró fuertemente a su falda desviando la mirada.

—Mui… —Refunfuñó—. Ese es mi nombre… Aiba Mui.

Aliviado por esa respuesta, Takeshi sonrió.

—Bueno… ahora ven aquí para que pueda desinfectar tus…

En ese momento, Takeshi notó algo extraño.

—Qué es eso…

En la parte superior de la habitación, flotaba un brillante polvo brumoso. Era como un tenue resplandor amarillo que flotaba en el aire.

—¿Es humo luminiscente?

Era liviano, esponjoso, y se movía de un lado a otro dejando caer pequeñas partes que se derramaba frente a él resbalándose por entremedio de sus dedos. Parecía humo real, porque se dispersaba fácilmente cuando él intentaba tocarlo. Incluso aunque no lo tocara, el humo se dispersaba.

—No puede ser…—Murmuró Mui preocupada—. ¿Y ahora qué voy a hacer…?

Sin embargo, la vista de Takeshi estaba enfocada en el aire.

Al observar mejor el humo, parecía que este trazaba líneas rectas en donde Mui había disparado y se habían formado líneas de vapor.

Takeshi se sintió atraído por ellas, pero se desvanecieron igual que antes, como si intentaran escapar.

—No fue mi intención… —Volvió a murmurar Mui nerviosa mientras negaba con la cabeza.

Mientras seguía el rastro del humo, la vista de Takeshi cambio de lugar y finalmente se dio cuenta de algo.

—Algo salió de tu pistola… tiene un color amarillo pálido…  es como humo brillante…

—Lo siento mucho… En verdad, lo siento mucho…

Takeshi supuso que Mui se estaba disculpando por haberle disparado con su arma, sin embargo, podría decirse que la disculpa de Mui, tenía un motivo más profundo y encomiable que eso. Un motivo que había surgido a raíz de haberse dado cuenta de que estuvo disparándole con su arma.

Takeshi había visto desvanecerse a las brillantes líneas de humo luminiscente, e inesperadamente, descubrió otro punto luminoso detrás de Mui, e inclinó la cabeza con confusión.

Dicho punto luminoso, no era del mismo color amarillo que el humo antes visto, sino que tenía un color rojizo.

—¿Qué es eso? ¿Un insecto…?

Era algo blando que parecía haber venido desde la puerta y se había movido de arriba a abajo y de izquierda a derecha en su camino hacia Mui.

Parecía ser similar a una pequeña mosca, pero lo raro era, que hasta hace un momento, era un humo igual al de antes, pero brillaba tenuemente de un color bermellón.

Atraída por la mirada de Takeshi, Mui se volteó para mirar detrás de ella, y luego, la chica de forma reflexiva puso rígido su cuerpo.

—Es un insecto rastreador…

La voz de Mui parecía tensa.

—Te encontré, ya no puedes escapar…

—¿A quién encontró? ¿Eh?, ¿Quién dijo eso? —Preguntó Takeshi.

La chica corrió rápidamente hacia él, que se encontraba parado descuidadamente en medio de la habitación.

—Eso no importa… ¡¡Ven aquí, rápido!! —Exclamó Mui.

Takeshi obedeció involuntariamente a causa del tono severo de Mui, pero antes que pudieran ir a algún lado, la puerta se abrió bruscamente y dos sombras oscuras se interpusieron en la salida.