Wortenia Senki (NL)

Volumen 9

Capítulo 4: La hora de la cosecha

Parte 1

En la habitación en el piso inferior de la torre central, los dos se miraron el uno al otro mientras el sonido de la armadura resonante llenaba la habitación. Respiraciones profundas resonaban a su alrededor, probablemente por miedo al conocimiento de que estaban rodeados por soldados diez veces más numerosos. O quizás porque sintieron algo del soldado sonriendo de forma compuesta delante de Moore.

Moore encontró que su nombre era familiar. Mikoshiba? He oído eso en alguna parte antes…

Moore recordó claramente un intercambio que tuvo en la capital con Saitou, ayudante de Shardina.

Cierto… este es el hombre que mató a Sir Gaius…

Moore fijó su mirada en el hombre sonriendo delante de él. En la superficie, él sólo parecía un joven discreto, bien construido. Su sonrisa parecía tan amistosa y natural como la de cualquiera. Pero Moore no se perdió la luz peligrosa brillando en las profundidades de sus ojos oscuros. Esa luz… Era su odio por el Imperio O’ltormea.

Está escondiendo sus verdaderas intenciones… ya veo. sí, este hombre es una amenaza para el Imperio…

Moore había escuchado innumerables rumores sobre este hombre de Saitou. Las bestias más peligrosas ocultaron sus colmillos a propósito. Y en el caso de esta bestia en particular, esos colmillos ocultos rezumaban veneno. Un veneno letal llamado astucia…

He oído más de él de lo que me gustaría saber. Un hombre cuidadoso que no deja lugar a la supervisión… Para que un hombre como él se ponga al frente, no importa lo ventajoso que sea… Moore sacudió su mentón contra sus subordinados, señalando para que subieran las escaleras. Era una pequeña señal, pero estos hombres sirvieron bajo Moore durante mucho tiempo y se dieron cuenta de sus intenciones. Varios soldados se apresuraron a subir las escaleras.

Bien… si puedo ganar tiempo, puedo evitar el peor de los casos. El almacén de la torre central tenía un gran número de cosas que no podían permitir que cayeran en manos del enemigo. Mirándolos salir, Moore asintió ligeramente y se volvió hacia Ryoma, quien todavía estaba sonriendo y no daba señales de moverse.

Se ve compuesto… Se queda quieto por una razón? No importa. De todos modos, necesito ganar tiempo.

O’ltormea era conocido incluso al otro lado del mar como la gran hegemonía en el corazón del continente occidental, y este hombre era la única persona que había escapado de su alcance. Un mero extranjero, una persona incluso inferior a un esclavo, fue capaz de matar al taumaturgo de la corte de este país, Gaius Valkland. Un criminal fugitivo, que arrastró el nombre del Imperio por el lodo.

Públicamente, la muerte de Gaius fue considerada como un accidente. No podían darse el lujo de dar a conocer al público en general el hecho de que un jefe vasallo del Imperio fue asesinado en el castillo del Emperador y que su asesino escapó. Por orden del Emperador, no se permitió que los acontecimientos de lo ocurrido se filtraran del castillo. Gracias a ello, el Imperio conservó su dignidad.

Pero cuanto más trataban de ocultar la verdad, más probable era que finalmente saliera a la luz. El ciudadano común pudo no haber sabido de él, pero los que trabajaban en profesiones relacionadas con el gobierno oyeron probablemente un rumor o dos. No se hablaba en voz alta, por respeto a la dignidad del país, pero Ryoma Mikoshiba era un amargo rival para el Imperio.

Mirando a su alrededor, Moore chasqueó su lengua con desagrado.

Esto es malo… todo el mundo está atrapado en su ritmo. Seguramente todos odiaban a este hombre, que había llevado al Imperio a la crisis. Pero al ver a los caballeros endurecerse a su alrededor, los vio murmurar en lo que era una mezcla de temor y terror. Para ellos, Ryoma era la existencia más odiada imaginable. Todos los problemas que el Imperio ha pasado recientemente comenzaron cuando el estratega de O’ltormea y taumaturgo de la corte, Gaius, fue asesinado.

La raíz de todos sus problemas actuales estaba ante ellos. Pero como guerrero y compañero, Moore no pudo evitar reconocer la fuerza de Ryoma, en algún lugar de su corazón. Había escapado de las fronteras vigiladas de la capital por su cuenta y se había librado de la persistente persecución de Shardina para escapar del país.

Un país y un individuo. El primero era incomparablemente más fuerte que el segundo, una diferencia de noche y de día. Y a pesar de esto, el hombre antes de ellos escapó de los colmillos del Imperio O’ltormea. Aunque fuera su enemigo, los caballeros de O’ltormea no pudieron evitar admitir sus logros. No podían evitar admirar la fuerza que tenía y que les faltaba, incluso si estaba al otro lado de esta guerra…

No tengo elección. Mi única esperanza es concentrarme en ganar tiempo…

Esta fue una elección que movería las cosas de la peor conclusión posible a la segunda peor conclusión. Moore no tuvo la oportunidad de esperar lograr más que eso dada la situación. Al darse cuenta

de cómo reaccionarían los demás, Moore abrió los labios con amargura.

“Ya veo… eres tan interesante como los rumores te hacen parecer. Llamaste la atención del Imperio a la línea del frente para que pudieras incendiar nuestros almacenes, matando a la fuerza de expedición sin siquiera luchar contra ellos…”

Trató de hablar con calma para fingir compostura, pero le pareció un esfuerzo en vano. Todas las miradas de la habitación se fijaron en Moore. Ryoma, sin embargo, no se inmutó, su sonrisa estaba tan relajada como antes. Ver eso le confirmó a Moore que sus sospechas anteriores eran ciertas.

No puedo culpar a los caballeros. Incluso yo no me di cuenta hasta que llegué a esto.

Sintiendo las miradas atónitas de sus caballeros sobre él, Moore se centró en mantener intacta su resolución fallida. Cierto, tenía sus sospechas, pero a mitad de sus palabras, Moore sintió presión sobre él como un nudo corredizo.

Creían que podían usar su vasto ejército para invadir unilateralmente Xarooda, pero todo lo que se necesitaba era esto para anular por completo esa confianza. Los soldados estaban comprensiblemente nerviosos. Creían que su país estaba en una posición de superioridad inquebrantable, pero ahora se sentían como si fueran tontos bailando sobre hielo delgado todo el tiempo. Qué hombre. Calculó todo esto… espera, pero eso significa que los bandidos atacando las aldeas… Eso fue obra suya?

Las piezas del rompecabezas estaban encajando en la mente de Moore, formando un cuadro completo. Las ciudades alrededor del Fuerte Notis fueron atacadas de una sola vez, lo que le obligó a enviar a sus hombres, sólo para ser atacado justo cuando la guarnición estaba en su punto más delgado. Fue muy desafortunado para Moore. Tan desafortunado que no pudo ser una coincidencia.

Pero, cómo entraron en el país? Las fronteras con Helnesgoula y Xarooda están fuertemente vigiladas… Espera, no… No puede ser, verdad…?

Sólo una opción me vino a la mente, pero era un camino demasiado difícil de recorrer. Hablando con realismo, era imposible tener guardias a través de las vastas fronteras que se extendían a través de Helnesgoula y Xarooda. No había satélites ni radios en este mundo, después de todo. Las carreteras que conectaban las ciudades se extendían por todo el continente, y mantenerlas aseguradas era mucho más factible.

Pero si uno se va de las carreteras, y entra en los vastos bosques y montañas situadas fuera de la carretera, cualquier frontera nacional se vuelve vaga. Incluso si un país fuera a demarcar una frontera a lo largo del mapa, no hay nadie que realmente mantenga esas fronteras vigiladas.

Sólo los puntos importantes de las autopistas y las ciudades estaban protegidos activamente. Así que si uno tratara de salirse del camino trillado y cruzar los bosques y las montañas, teóricamente era posible entrar en cualquier país. Algunos de los que se ganan la vida luchando, como mercenarios y aventureros, y los que operan en secreto como bandidos y los que pertenecen al inframundo, a menudo eligen hacerlo.

Pero mover una fuerza militar fuera de las carreteras era otro asunto. No sólo era difícil mantener una línea de suministro, sino que la velocidad de marcha se convirtió en un problema importante. La falta de una carretera asfaltada hace imposible marchar a velocidades satisfactorias. E incluso si uno optara por desafiar los peligros que implica marchar un ejército a través de un camino sin camino, sería imposible enmascarar completamente su presencia.

Ningún espía, sin importar cuán pobres fueran en su trabajo, no los notaría. Y cuanto más grande fuera el ejército, más probable sería que fueran descubiertos. Y uno tenía que reforzar sus filas si iba a marchar a través de la tierra infestada de monstruos.

Además, los mapas eran difíciles de conseguir. La exploración era un deber que recaía sobre la administración del país, y la topografía de la tierra era un secreto militar muy bien guardado.

Teniendo esto presente, es poco probable que se disponga de un mapa fiable de las regiones fronterizas, por no hablar del territorio de un país rival.

Uno tenía que traer muchas tropas para asegurar el paso seguro, pero tendrían que minimizar su número para asegurarse de que no serían vistos. Estas dos condiciones conflictivas eran igualmente importantes.

Y así, mientras cruzar fronteras saliendo de las autopistas no era algo sin precedentes en este mundo, tácticamente hablando era como confiar en una apuesta que valía la pena para tener éxito.

Era el equivalente a aferrarse a un milagro.

Pero ese milagro se había hecho realidad aquí mismo. De la peor manera posible para el Imperio O’ltormea…

“Así que todo era parte de tu plan…?” preguntó Moore.

“Sí. Aunque no voy a mentir, me costó mucho trabajo”, se encogió de hombros.

Moore rápidamente se dio cuenta de lo que Ryoma quería decir con eso.

“Los ataques de los bandidos se esparcieron por una amplia zona alrededor del Fuerte Notis. Dividieron sus fuerzas en pequeñas unidades que cruzaron la frontera y comenzaron a atacar ciudades y pueblos”.

“Si. Lo importante fue no llamar la atención sobre nosotros desde que dejamos Memphis. El resto estaba eligiendo rutas con las que estaban familiarizados los caballeros xaroodianos y algunos de los irregulares del general Belares. Fue una gran apuesta, pero funcionó”.

Por cierto, las rutas que usaban los caballeros xaroodianos eran el mismo camino que tomó Ryoma al escapar de Shardina después de matar a Gaius. La misma franja forestal, al norte de las llanuras de Notis. Ryoma no imaginó que ese poco de experiencia terminaría siendo útil ahora.

“Los irregulares de Belares? La Brigada de la Luna Carmesí…” Las fuerzas privadas organizadas por el difunto General Belares. En efecto, no eran más que bandas de antiguos bandidos, y seguían siendo tan despiadados e implacables como antes de la

reforma. Los nombres de esos grupos de bandidos eran detestados por la gente del este de O’ltormea.

“Supongo que fueron ordenados antes de tiempo para familiarizarse con la topografía de O’ltormea. Simplemente hice uso de eso.”

“El fin justifica los medios, es eso?”

“Sí. Incluso los criminales tienen sus usos. Y si puedo usarlos para superar esa victoria…” Ryoma se quedó quieto, esa sonrisa tranquila aún en sus labios.

Ryoma sabía muy bien que la Brigada de la Luna Carmesí era una banda de criminales verdaderamente viciosos. Había cruzado espadas con ellos una vez cuando estaba escapando de O’ltormea.

Si Ryoma no hubiera salvado a Laura y Sara de ellos en ese entonces, habrían perdido su castidad.

Estos bandidos eran lo opuesto al sentido personal de justicia de Ryoma. Ryoma los odiaba mucho, lo suficiente para querer matar a cada uno de ellos… Pero no iba a dejar que esa emoción lo venciera si le costaba una oportunidad de ganar.

Qué es este hombre… cómo?!

Eso no significaba que los iba a perdonar por sus acciones. Simplemente los aguantaba mientras le fueran útiles. Sintiendo las emociones de Ryoma desde su mirada, Moore tragó nerviosamente. Un caballero o un guerrero no se le ocurriría tal plan. Esto era algo que un político anciano o un diplomático podría pensar. Su hierro infundió terror en el corazón de Moore.

No puedo dejar que se vaya vivo de aquí… este hombre representa una gran amenaza para el Imperio.

Incluso en esta posición desventajosa, Moore sabía que tenía una oportunidad de alejarse del vencedor. Asumiendo que hizo pleno uso del poder de su espada taumatúrgica y estaba dispuesto a sacrificar las vidas de los soldados a su alrededor, es decir…

Pero Moore decidió luchar en lugar de correr.

He ganado más que suficiente tiempo… ahora para arreglar esto.

“Lucha conmigo uno contra uno, Mikoshiba!” declaró Moore de repente.

Todos los presentes miraron a Moore en shock. Estaba claro para todos cómo concluiría este encuentro. Así que en ese caso, si había alguna posibilidad de cambiar las cosas, fue a través de una batalla entre los dos generales.

Pero esto era sólo el interés de Moore en el trabajo. Lógicamente hablando, Ryoma no tenía ninguna razón para aceptar su desafío. Moore estaba seguro, sin embargo, de que Ryoma nunca lo rechazaría. Si hubiera rechazado esta proposición, Ryoma nunca habría mostrado su cara aquí para empezar.

Y eso significa que lo que esté planeando no importa.

El espíritu luchador corría por las extremidades de Moore. La emoción corría por su corazón. Sus músculos se hinchaban y la sangre bombeaba violentamente por sus venas. Su chakra Muladhara comenzó a correr, lanzando prana a su cuerpo.

Moore silenciosamente calmó su respiración, tomando el control del flujo del prana. De acuerdo con su voluntad, el segundo y tercer chakras, Svadhishthana y Manipura, también entraron en operación.

Estoy listo… te mataré… incluso si tengo que morir para hacerlo! Moore agarró su espada. Y como si el arma recogiera la voluntad de su amo, el sello grabado en la espada se iluminó con un brillo azulado.

***

Humo negro fluía desde el granero mientras ardía. El olor de las provisiones carbonizadas dentro llenaba el aire. El sonido de espadas en choque, de muerte y gritos, resonaba por todas partes. Esta fue una masacre que había producido innumerables bajas.

Laura se mantuvo firme en ese campo de batalla, con su mirada fija en la torre central iluminada por las crujientes llamas.

“Laura, cómo van las cosas de tu lado?” Una voz parecida a una campanilla acompañada por el ruido de una armadura que retumba llega a sus oídos.

Esa voz era demasiado justa para estar en este campo de batalla. Laura respondió a esas palabras sin volverse a la cara con el que las había hablado.

“Todo fue sin problemas. Gracias al Maestro Ryoma retrasando a Moore, los almacenes están todos ardiendo según lo planeado.

Suponiendo que intenten extinguirlos ahora, el fuego es demasiado feroz para detenerlos. Incluso si Moore usara su espada taumatológica y su poder para manipular el agua…”

Ceniza se levantó de los almacenes en llamas frente a ellos. Este fue el resultado de todo el petróleo que habían llevado con el convoy que trajeron. Tal vez esta situación era salvable justo cuando comenzó, pero con el fuego que se ha extendido hasta ahora, nada se podría hacer para detenerlo.

Por supuesto, si el comandante del fuerte, Moore, tomara el mando, podría haber habido un atisbo de una oportunidad de cambiar la situación. Pero Ryoma lo estaba retrasando, haciendo ese desarrollo altamente improbable.

“Y cómo fueron las cosas de tu lado?”, preguntó Laura.

“Ningún problema en particular,” contestó Sara, agarrando una espada de hierro ensangrentada.

“Sobre todo desde que pensaron que estábamos de su lado… El fuego repentino lanzó la cadena de mando a un estado de caos, así que encargarse de los soldados O’ltormeanos era simple.”

“Ya veo. Parece que te has escapado ilesa… me alegro de que estés a salvo,” Laura asintió, echando un vistazo en su dirección. Podía captar la situación sólo por el tono de la voz de su hermana, pero si Laura hubiera estado realmente preocupada, habría considerado a Sara de manera diferente. Sara no mostró ningún disgusto por la actitud de su hermana sin embargo, y simplemente se quedó a su lado.

Sara sintió lo mismo. Una vez fueron traicionados por sus vasallos de confianza y vendidos como esclavos. Quien los salvó, quien les otorgó su libertad y dignidad humana, fue este joven. Para las hermanas Malfist, nada importaba más que su vida. De hecho, dejarían de lado sus propias vidas si eso significara salvar la suya…

“A estas alturas, el Maestro Ryoma probablemente esté…” Sintiendo el leve tinte de tristeza en la voz de Sara, Laura se volvió hacia su hermana de nuevo.

“Probablemente esté peleando con Moore uno a uno en este momento, no?” Ella preguntó.

Laura no tenía forma de saberlo con certeza, por supuesto. Su último consejo de guerra no había profundizado tanto en lo que podría pasar. Pero Greg Moore tenía una gran fama militar, y si Ryoma pudiera reclamar su cabeza, los méritos que obtendría al final de esta guerra serían aún mayores.

Esa perspectiva era demasiado atractiva para que Ryoma la dejara pasar, ya que buscaba activamente aumentar su propio poder y la base de la península de Wortenia. Le faltaba dinero, recursos y autoridad. Dada su personalidad, no iba a dejar pasar esta oportunidad de obtener más de todas esas cosas a la vez.

“Lo sabía… No deberíamos ir a ayudarlo?” Dijo Sara, su voz llena de tristeza y preocupación.

Aunque Moore haya sido fuerte, aún podría ser derrotado, dados los números superiores. Pero Laura simplemente negó con la cabeza en silencio.

“No necesita nuestra ayuda… No aceptaría ese partido si no creyera que tiene buenas posibilidades de ganar. Tú lo sabes tan bien como yo, Sara”.

Ryoma había reunido mucha información usando a Simone y al clan Igasaki, y esa información indicaba que Ryoma era más débil que Greg Moore.

Después de todo, Moore era capaz de abrir sus chakras hasta el cuarto y más fuerte – el chakra Anahata. Aunque Ryoma aprendió a manejar la taumaturgia marcial, Moore había vivido innumerables batallas y fue visto como superior a Ryoma, tanto como practicante de taumaturgia como guerrero.

Y encima de eso, estaba el asunto del poder alojado en la espada taumatológica de Moore. Incluso con la constitución única de Ryoma como alguien de otro mundo, eso no sería suficiente para revertir la abrumadora ventaja que Moore poseía en términos de experiencia y equipo.

Sara tenía razón al preocuparse. Laura entendía esto perfectamente bien. Pero aún así, no dudaba que Ryoma ganaría al final. No… Se aferró desesperadamente a esa creencia.

“Sólo necesitamos cumplir con nuestros roles al pie de la letra”. Forzó esas palabras, desde el fondo de su corazón.

No había manera de que ella no se preocupara por él. Laura sabía, después de todo, que no había absolutos cuando se trataba de la batalla. No era cuestión de confiar en él o no; era la simple emoción de querer estar al lado de un ser querido.

Pero al mismo tiempo, sabía que tenían papeles importantes que cumplir. Por mucho que se preocupara por su amo, sabía que tenía que validar su confianza. Y su voz estaba cargada con el conflicto entre esas dos emociones opuestas.

“Lanzamos un ataque sorpresa, y su cadena de mando es un desastre. Pero con el tiempo, la situación se calmará, y permitir que los soldados O’ltormeanos se escapen con vida es demasiado peligroso. Así que deja de lado tus preocupaciones innecesarias y concéntrate en tus tareas.”

Laura la miró, sus ojos emanaban una voluntad de hierro. Pero Sara notó la forma en que sus hombros temblaban, muy levemente.

Laura…

Había mucho que Sara quería decir. Pero ella recogió los sentimientos de Laura, volvió los ojos a la torre central de nuevo y se fue en silencio para cumplir su papel.