Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 15

Capítulo 5: El Heredero de la Espada Rúnica

Parte 2

A través del cielo nocturno, una aeronave navegaba suavemente.

En la cabina, los tres miembros de la Alianza de la Rama Dorada estaban sentados, y sus enigmáticos rostros ocultaban una sonrisa despectiva hacia el mundo exterior.

“Todo va bien por mi parte. Hemos terminado de desplegar los Valiants, y todos los preparativos subterráneos están completos. El problema es cómo manejar eso… ¿Qué estás haciendo al respecto, Varda? He oído que has intentado soltar la Lanza Sagrada”. Dirk Eberwein, sentado arrogantemente en el sofá con las piernas cruzadas, soltó un bufido burlón.

Varda, de pie junto a la puerta, se encogió de hombros. “El motivo que mueve a Percival Gardner es la culpa. Avivar esa culpa suya nos permite aumentar su eficacia con la Cabra de Amaltea para que sea capaz de manejar la Lanza Sagrada. Pero al mismo tiempo, hace que su estabilidad mental se deteriore y aumenta el riesgo de que se desborde”.

“¿Qué sentido tiene eso? Si no lo conseguimos, no podremos controlar a los valientes. Como mínimo, debería ser capaz de tomar una decisión sensata”.

“…Muy bien. Pero no tenemos mucho tiempo, así que no puedo ofrecer garantías”, respondió Varda en voz baja.

Esta vez fue el turno de Madiath de hablar: “En lo que a mí respecta, deberíamos centrarnos en el asunto que nos ocupa. Todo será en vano si los preparativos no son perfectos”.

“Por supuesto. Se están llevando a cabo sin errores. ¿Crees que he estado corriendo de un país a otro por diversión? Sólo dame un poco de tiempo, y todo caerá en su lugar por sí mismo”.

“¡ha! ¿Por sí mismo? Sí, claro”, resopló Dirk con desprecio.

Los que habían sufrido un lavado de cerebro por parte de Varda no eran conscientes de lo que les había hecho. En lo que a ellos respecta, actuaban según su propia voluntad, aunque técnicamente no lo hicieran.

“Ese es el tipo de pensamiento que hizo que el Crepúsculo de Jade fuera un fracaso total”, gruñó Dirk.

“Entonces acababa de despertar, y mi sentido de la conciencia era limitado. Esta vez es diferente”. Insólitamente, Varda frunció el ceño, claramente disgustada.

Parecía que sus errores del pasado eran un tema sensible para la Orga Lux.

“¿Sí? Me pregunto. Por lo que veo, manejaste el plan anterior de forma bastante similar. ¿Y cómo resultó?”

“El plan era perfecto. Si no fuera por Haruka Amagiri, ya habríamos remodelado este mundo en su forma ideal”. Varda se detuvo allí, desplazando fríamente su mirada hacia Madiath.

“Vamos, este es nuestro último encuentro… No discutamos. Aunque quizá el conflicto interno esté en nuestra naturaleza”. Madiath esbozó una sonrisa divertida mientras se frotaba la barbilla. “En cualquier caso, si los preparativos están completos, debo recordarte que no te pongas en peligro. No podremos llevar a cabo el plan si tú o la señorita Orphelia están ausentes”.

“Si ambos han hecho su parte, no debería ser necesario. A menos que…”

“¡Tú eres el que sigue causando problemas!” Dirk la fulminó con la mirada a través de la mesa.

Él y Varda intercambiaron burlas asesinas, pero la falsa sonrisa de Madiath no vaciló. “Sí, bueno, tiene razón”.

“No es nada que no pueda abordarse con unos pequeños ajustes en el plan”.

“¡Apúrate y escúpelo, entonces!”

Por más que lo reprendiera, Dirk sabía que a Madiath Mesa simplemente no le importaba. Su odio por el hombre realmente no tenía límites. Y cuanto más tiempo se veía obligado a pasar con él, cuanto más acababan hablando juntos, más profundo era ese odio.

“Hay dos problemas. En cuanto al primero… Stjarnagarm aparentemente se está moviendo para arrestarme”.

“¿Sí?” replicó Dirk. “¿En medio de la Festa? Tienen algo de descaro”.

Al parecer, la comandante de Stjarnagarm, Helga Lindwall, había unido fuerzas con Galaxy. Sin embargo, si trataban de detener al presidente del Comité Ejecutivo de la Festa mientras se celebraba el torneo, las otras fundaciones iban a reaccionar con dureza.

“Por supuesto, no quieren estropear el torneo. Estoy seguro de que planean mantenerlo todo en secreto”.

“¿Y en qué se basan exactamente para detenerte?”

“Esa es la parte sorprendente. Parece que está relacionado con una contabilidad fraudulenta. Aunque puede que lo disfracen de abuso de confianza agravado o tal vez de soborno”.

“¿Eh?” Dirk se encontró dudando de sus oídos. “¿De qué demonios se trata?”

“Solía ser un director externo en una organización llamada PVA Industries. Y, de hecho, recuerdo haberles instruido para que retocaran sus balances para obtener un papel en el proyecto de desarrollo de cohetes de Japón. Por aquel entonces, PVA Industries no gozaba de tanto éxito empresarial como para que se le confiara un proyecto nacional. Pero nos faltaba mano de obra y necesitábamos ganar terreno. Y así… Bueno, esto no es precisamente raro en el ámbito empresarial”.

A menudo se decía que el mundo, actualmente dominado por las FIE, era considerablemente menos ético que en siglos pasados, especialmente cuando se trataba de delitos financieros, hasta el punto de que los incidentes en los que estaban implicadas las FIE rara vez se convertían en auténticos escándalos.

“¿Así que fue hace más de diez años? El estatuto de limitaciones debe haber expirado ya”.

“Yo también lo pensé… Pero luego están las complicaciones extraterritoriales”.

“…Ah, ¿entonces actuarán como si estuvieras en el extranjero?”

Galaxy tenía su sede en Japón y Madiath era oficialmente un ejecutivo allí, pero eso era realmente sólo un título sobre el papel. Aunque a menudo viajaba al extranjero para desempeñar sus funciones, el Comité Ejecutivo tenía su sede formal en Asterisk. En otras palabras, el estatuto de limitaciones no contaba el tiempo que había estado fuera de Japón.

“Ciertamente, atacan desde un ángulo inesperado. Me temo que han encontrado mi punto ciego”.

“Hmph, sólo porque Galaxy les está ayudando”.

En principio, Stjarnagarm no tenía autoridad para investigar crímenes que tuvieran lugar fuera de Asterisk, pero se podían hacer excepciones si recibían una petición de ayuda externa. Con las conexiones de Galaxy, no habría sido difícil presionar a las autoridades japonesas para que Stjarnagarm se involucrara.

“¿Y qué van a hacer al respecto?” Varda, que hasta ahora parecía no estar interesada en su conversación, finalmente habló.

“No podemos permitirnos que me lleven. Tendré que pasar a la clandestinidad un poco
antes de lo previsto. Ya tenía previsto desaparecer de la escena pública, pero tendré que adelantarlo un día”.

“¿No causará eso problemas con el torneo?”

“El vicepresidente es un tipo distinguido. Estoy seguro de que no tendrá problemas para manejar las cosas”.

El vicepresidente del Comité Ejecutivo de la Festa pertenecía a la facción opuesta a Madiath. La repentina desaparición de Madiath causaría sin duda cierta consternación, pero estaba seguro de que no perderían el tiempo en remodelar el torneo a su antojo, deshaciendo todos sus cambios. La guardia de la ciudad, sin duda, intentaría sacarles toda la información posible, pero el vicepresidente y los demás no sabían nada que pudiera llevarles hasta él.

“¿Y dónde te vas a esconder?”

“Veamos… Tengo que dar los últimos retoques al proyecto subterráneo. Parece que tengo una conexión fatídica con ese lugar. Observaré la emoción de los Lindvolus desde las sombras”.

“… ¿Y vas a unirte tú mismo al acto final?” Dirk se burló. Eso estaría muy fuera del carácter de Madiath, pensó, pero prefirió no añadirlo a sus comentarios.

“Dicho esto, esto me hará más difícil supervisar todos los aspectos del plan”, continuó Madiath. “Varda, confío en que serás capaz de hacer frente a cualquier imprevisto”.

“…Tch, eso es buscarse problemas”, se mofó Dirk. “Pero supongo que no nos das muchas opciones aquí”.

Como si pudieran dejar todo en manos de Varda. El Orga Lux podía ser capaz de manipular los pensamientos de la gente, pero era completamente incapaz de entenderlos.

“¿Y el segundo problema?” Varda presionó.

“Ah, efectivamente”, dijo Madiath con ligereza. “Parece que nuestros amigos han extraído el fragmento del Raksha-Nada que dejamos dentro de Haruka. No sé cómo lo han hecho, pero es toda una hazaña”.

“¿Eh? ¿Supongo que eso significa que Ayato Amagiri no se molestará en las semifinales, entonces?”

“Esa es una suposición lógica”.

Madiath había manipulado a Ayato para que entrara en el torneo aprovechando la vida de Haruka. Si ese peligro había pasado, ya no había necesidad de que continuara. Habiendo llegado a las semifinales, estaba a un paso de lograr un grand slam, pero Dirk dudaba sinceramente de que Ayato tuviera la ambición de lograrlo.

“¿Qué te hace pensar que el otro combate se desarrollará sin problemas?”, señaló. “Saya Sasamiya también es hábil. Si se cancelan los dos combates de las semifinales, ¿no se echará la toalla a tu precioso torneo?”

La media de audiencia de la Festa de este año había superado el 70%. Era una de las cifras más altas jamás alcanzadas. Y era natural esperar que el combate por el campeonato lo superara. El mundo entero lo vería en tiempo real.

“No debería haber ningún problema. Incluso si la emoción disminuye un poco, eso no cambiará demasiado. Es sólo un símbolo, una forma de iniciar el proceso”.

A juzgar por su tono de voz, parecía que Varda era tan apática como siempre. Sin duda habría preferido poner en marcha el plan de inmediato.

“Esa es la cuestión. Precisamente porque es un símbolo, necesitamos que lo presencie el mayor número de personas posible. Si pudiéramos, me gustaría grabar la imagen de la señorita Orphelia en los ojos de todas las personas del planeta”.

Madiath, por su parte, estaba decidido al respecto. Estaba obsesionado con ello. Simplemente necesitaba esa paradójica combinación de amor y odio para poder funcionar. En lo que respecta a Dirk, era patético.

Pero, por otra parte, si él fuera diferente, no habría podido empuñar el Raksha-Nada durante tanto tiempo. El precio que exigía Orga Lux era la ira: la espada rúnica se alimentaba del resentimiento y la indignación de su usuario. Y ese nivel de ira requería una energía considerable. Si esa ira no tenía fin, el tiempo por sí solo haría que el usuario del arma se gastara y desperdiciara.

El hecho de que Madiath haya sido capaz de mantenerla durante tanto tiempo es extraordinario.

“Entonces, ¿cuál es tu solución? Estás tramando algo, ¿no?”

Dirk, por mucho que odiara admitirlo, tenía que ponerse del lado de Madiath en esta cuestión. Si era posible, tenían que asegurar la máxima expectación para el combate del campeonato, para que toda la humanidad pudiera conocer el poder de Orphelia. Puede que no creyera en sus objetivos con tanto fervor como Madiath, pero no había duda de que esto cambiaría el mundo. Así que si podía dejar su huella y transformar esta caja de arena olvidada por Dios, entonces estaba a favor.

“Tengo una idea. No puedo estar cien por ciento seguro… pero Ayato Amagiri tiene un buen corazón. Estoy seguro de que cumplirá nuestras expectativas”. La suave sonrisa de Madiath al terminar de hablar era tan asquerosamente resbaladiza que dejó a Dirk con ganas de vomitar.