Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 15

Capítulo 2: Cuartos de Final I

Parte 1

Fuyuka Umenokouji, sentada frente a su maestra, Xinglou Fan, en el mirador de la luna del piso más alto del Salón del Séptimo Instituto de Jie Long del Dragón Amarillo, vació su copa.

A pesar de las apariencias, no estaban compartiendo vino. De acuerdo con Xinglou, era un elixir conocido como yaojintang, un líquido dorado y espumoso, meloso y con un sutil dulzor.

“Qué raro, la maestra invitando a su alumna a una copa”, comentó Fuyuka.

Pero, aunque Xinglou la estuviera enseñando, en sentido estricto, Fuyuka no era una de sus discípulas. Era más bien una invitada que recibía instrucción especial en seisenjutsu y no tenía intención de abandonar las técnicas cultivadas por los Umenokouji.

Esas técnicas secretas se habían perdido durante casi un milenio. Fuyuka, al convertirse en jefa de la familia a una edad increíblemente temprana, había conseguido recuperar algunas de ellas, pero aún quedaba mucho conocimiento por recuperar. Con la esperanza de compensar esas habilidades perdidas, había pedido a Xinglou que la entrenara. Y aunque Xinglou nunca había sido testigo directa de ninguna de esas técnicas perdidas, era con toda probabilidad la única persona viva que había tenido alguna interacción significativa con el clan Umenokouji antes de que desaparecieran con el paso del tiempo. No podía haber una maestra mejor.

Tal vez por esa historia, o tal vez por alguna otra razón, Xinglou no había mantenido una relación más familiar con ella que con sus discípulos formales. Respondía amablemente a las preguntas de Fuyuka sobre el seisenjutsu y le daba otros consejos de vez en cuando, pero siempre mantenía cierta distancia entre ambas.

La única excepción era hoy, cuando estaban a punto de revivir una de esas técnicas perdidas.

“Oh-ho… Hay algo que tengo que confirmar”, dijo Xinglou, sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras miraba la luna envuelta en bruma.

“Vaya, ¿otra vez?”

“Tu deseo. Si salieras victoriosa en el Lindvolus, ¿qué desearías de las fundaciones?”

“Ah… creo que nunca lo he mencionado, ¿verdad?”

En comparación con las otras escuelas, Jie Long tenía una tasa de participación particularmente alta en la Festa, gracias a que su ethos impulsaba a sus estudiantes a probar y empujar sus habilidades en el combate.

Por supuesto, había quienes entraban en el torneo con un objetivo específico en mente, un deseo que querían que se cumpliera, pero en general, esos estudiantes eran probablemente la minoría. Por eso, los deseos no eran un tema de conversación importante en estos salones.

“Bueno, ciertamente debe tener una ligera idea, maestra…” Fuyuka se mostró reticente.

Sin embargo, Xinglou se limitó a mirarla fijamente sin responder.

Al no tener más remedio que explicarse, Fuyuka dejó escapar un profundo suspiro. “Mi deseo… por así decirlo, es la inmortalidad”.

“¡ha! Ya me lo imaginaba”. El tono de Xinglou parecía algo decepcionado. Se tragó su bebida.

No parecía pensar mucho en ello.

Por supuesto, la inmortalidad era algo que ni siquiera las fundaciones podían otorgar. En el mejor de los casos, lo único que podrían ofrecer sería un estado de hibernación criogénica. Incluso con la ingeniería meteórica, la ciencia humana sólo era capaz de prolongar la vida de una persona hasta cierto punto.

Sin embargo, no se puede decir que su sueño sea imposible.

Después de todo, la persona sentada frente a ella era una prueba de ello.

“¿Quizás empiece solicitando la entrada a Huangshan, o al Monte Emei, o quizás al Monte Tai? Entonces podré buscar la respuesta yo misma”.

Las Cinco Montañas Sagradas estaban ahora bajo el control de Jie Long y no era fácil acceder a ellas. Ni siquiera las fundaciones parecían haberse dado cuenta de que lo que hacía a esos lugares tan especiales quizá eran los enormes depósitos de urm-manadita que yacían dormidos bajo ellos. Pero eso no era tan sorprendente.

“Ah… Así que incluso en esta época, hay quienes desean trascender el reino físico”.

“Tuve la desgracia de nacer en una familia que sólo valora lo antiguo”, dijo Fuyuka,
ocultando una sonrisa fruncida tras la manga.

“Para ti, no puedo decir que sea imposible. Pero es un deseo bastante aburrido. En mi opinión, esos sabios no son más que cáscaras vacías”.

“¿No son similares a ti, sin embargo, Maestra?”

“No seas tonta. Mi técnica no es más que la transmigración del alma”. Xinglou le devolvió la mirada con rabia. “Y yo que esperaba estimular tu mente interior”.

“Vaya, ¿para eso hemos venido?”

Si ese era el objetivo, este entrenamiento había sido una pérdida de tiempo.

Fuyuka había anhelado convertirse en una sabia mucho antes de conocer a Xinglou, o más bien, convertirse en una existencia que perdurara a través de los tiempos aprovechando el poder de los demonios.

Desde tiempos remotos, el linaje Umenokouji, que habitaba una región sagrada que
albergaba fragmentos latentes de urm-manadita, había heredado habilidades especiales que les permitían crear y controlar a los shikigami. Esas entidades se describían mejor como una especie de pseudovida, creada al entretejer el maná. Como tal, al basarse en el mismo principio subyacente que los hechizos o encantos tradicionales -incluido el seisenjutsu-, sólo existían temporalmente, pero al mismo tiempo eran inmunes a la muerte. Si perdían su forma, era posible revivirlos siempre y cuando la técnica pudiera llevarse a cabo correctamente.

Se decía que, en los días anteriores a la Invertia, cuando el maná aún era escaso, se necesitaban días de preparación y la propia sangre vital para invocar a un shikigami. En la era moderna, que rebosaba de maná, ya no era necesario tanto tiempo. Sin embargo, la fuerza de un shikigami no sólo provenía del maná con el que se forjaba, sino también de la persona que tejía varios de ellos juntos. Se necesitaba un tiempo considerable para forjar una técnica nueva y compleja, así que ella había utilizado el método antiguo, invocando al Meidouki para derrotar a Noelle Messmer.

Fuyuka poseía un talento extraordinario, incluso entre los antiguos jefes de los Umenokouji, y había crecido pasando más tiempo con los shikigami transmitidos de generación en generación que con sus congéneres. Sólo un pequeño número de criaturas poseía un alto nivel de inteligencia, pero muchas, como la Meidouki, eran longevas. Sus valores y personalidades eran diferentes, pero ella se llevaba bien con todos ellos. Por eso, algunos en el clan habían llegado a afirmar que estaba poseída por los demonios y que había perdido el sentido del libre albedrío.

Pero si ella podía vivir tanto como ellos…

“¿Qué tal el combate de mañana? ¿Crees que puedes ganar?” preguntó Xinglou, con una expresión más clara.

“…Me gustaría hacerte la misma pregunta”.

Su combate de mañana en los cuartos de final era contra el Murakumo, Ayato Amagiri.

No tenía intención de perder, pero él sería un oponente formidable. Además de sus habilidades físicas, parecía dominar casi por completo el manejo de la Ser Veresta. Había aprendido la técnica que Xiaohui había empleado para contrarrestarla en los Gryps, pero se preguntaba si eso sería suficiente.

“Haré todo lo posible para que sea un espectáculo placentero para usted, Maestra”.

“¡ha! Ya veo. estoy deseando verte. A ti, tu shikigami y las técnicas secretas del
Umenokouji”. Xinglou dejó escapar una risa tranquila mientras se llevaba la taza a la boca.

***

“¡Y aquí estamos! La sexta ronda del Lindvolus, los cuartos de final, está en marcha. ¡Estamos orgullosos de traerles toda la emoción en directo desde el domo sirius! Zaharoula, ¿qué debemos tener en cuenta en esta ronda?”

“Bien, en primer lugar, creo que todos estamos deseando ver el segundo encuentro en
el Domo Canopus entre Orphelia Landlufen y Sylvia Lyyneheym. Piensa en ello como una revancha, o tal vez un combate de revancha, entre la diva y nuestra actual campeona. Y el tercer combate, en el Domo Procyon, entre las Luxes de nueva generación de Saya Sasamiya y la nueva marioneta autónoma Lenaty será sin duda un espectáculo. Definitivamente, estoy deseando que llegue ese momento… Pero si me preguntas, será este primer combate, entre Ayato Amagiri y Fuyuka Umenokouji, el más interesante”.

Apenas el comentarista Zaharoula terminó de responder a la pregunta de la presentadora Mico, una fuerte ovación resonó en todo el recinto, lo suficiente como para que el propio aire temblara de expectación.

Ayato, abajo en el escenario, podía sentir esa emoción de forma palpable, pero su mente estaba en otra parte.

Era difícil comprender realmente su situación.

Su primera prioridad era salvar la vida de Haruka, y para ello tenía que ganar este torneo. No había nada malo en centrarse en ganar.

Por otro lado, confiaba en sus amigos para localizar a Lamina Mortis y acercarse a la Alianza de la Rama Dorada. Ayer había utilizado su día libre recorriendo Asterisk con Saya y Sylvia, pero no habían podido encontrar ninguna pista útil. Afortunadamente, Haruka y Helga parecían estar haciendo algunos progresos. Empezaba a tener una sensación de urgencia, pero no tenía más remedio que confiar en ellas.

También le preocupaban los combates de Saya y Sylvia. Ambas se enfrentaban a rivales sin precedentes, especialmente Sylvia, ya que se enfrentaba a la bicampeona del torneo. Era natural que estuvieran preocupadas. Hoy no habían hablado directamente, ya que sus combates eran en sedes diferentes, pero se habían enviado mensajes de ánimo desde sus respectivas salas de preparación. Esperaba que ella llegara a salvo.

Suponiendo que ganara su propio combate hoy, su siguiente oponente sería su insustituible compañera Julis, que había pasado a la siguiente ronda por defecto después de que su oponente de la sexta ronda se viera obligada a abandonar. Eso significaba que, para salvar a su propia hermana, se vería obligado a destrozar cualquier posibilidad de que Julis cumpliera su deseo. Era un resultado que quería evitar a toda costa.

Fuyuka dejó escapar una risa audible. “Pareces distraído, ¿no?”

Ayato levantó la vista para verla mirándole con una plácida sonrisa. Llevaba una chaqueta tradicional de manga corta sobre el uniforme habitual de Jie Long y agarraba su abanico plegable encantado en la mano.

“N-no realmente…”, respondió Ayato apresuradamente, antes de corregirse. “No, tienes razón. Supongo que dejé que mi mente divagara un poco. Lo siento”, se disculpó, inclinando la cabeza.

Fuyuka tenía razón. Y si era tan obvio que ella podía verlo, entonces él no le estaba mostrando el respeto que merecía como su oponente.

“¡Pah! ¿Qué demonios estás haciendo? Eres más extraño de lo que pensaba”. A pesar
de sus palabras, había una clara elegancia en su carcajada, como el sonido de pequeñas campanas sonando. “Es mejor para mí que seas así. No hay nada mejor que un combate fácil”.

“Oh, si…”

Él no podía culpar a su lógica allí.

“Pero creo que entiendo lo que mi maestra, asi como Hufeng y Alema ven en ti. Sí, efectivamente…” Levantó la mano derecha, con los hombros temblando de diversión. “Puede que mi forma de luchar no te parezca especialmente correcta… pero buena suerte, Murakumo”.

“…igualmente”. Al estrechar su mano, el público estalló en un gran rugido.

“¡Qué cálido apretón de manos entre nuestros dos concursantes! Sí, ¡esta es una de las grandes alegrías de la Festa! … ah, ¡parece que estamos a punto de empezar!”

Cuando la voz de Mico sonó a su alrededor, Ayato y Fuyuka regresaron a sus respectivas posiciones de salida.

Cerró los ojos, respirando profundamente y encerrando sus pensamientos y dudas.

***

“Cuartos de final de Lindvolus, combate 1 – ¡comienza!”