Wortenia Senki (NL)

Volumen 8

Capítulo 2: Un Corazón Inquieto

Parte 2

“Muy bien, me oyes?!” gritó un hombre a caballo. “No se sabe dónde podría atacar el enemigo a partir de ahora. Dile a nuestros exploradores que vigilen nuestros alrededores.”

Un mensajero corrió por delante para transmitir el mensaje a la vez.

“No estamos siendo demasiado cautelosos aquí?” Preguntó el vice comandante.

“No… creo que somos tan cuidadosos como deberíamos”. El otro negó con la cabeza.

Si bien una parte de él pensó que estaba siendo demasiado cauteloso, también sabía que muchos otros oficiales habían sido asesinados por los ataques sorpresa de Joshua Belares. No tenía intención de caer en la misma trampa que sus predecesores. Y lo que es más importante, esta misión de transporte era un deber que no podían permitirse fallar.

“Su Alteza fue muy clara con sus órdenes. O estás tratando de asegurarte de que falle en esta misión?”.

Este oficial era el sexto hijo, y además un hijo ilegítimo, de una familia vizconde. Le habían dado la educación estricta de un noble, pero no estaba en posición de heredar la jefatura de su casa. Y así, eligió convertirse en caballero.

Afortunadamente, su pedigrí parecía haberle proporcionado algo de talento. Pero al ingresar al ejército, no se le ordenó que tomara una posición en el frente. Este no fue el resultado de un trato cruel. En cierto modo, incluso era una muy buena posición para recibir.

Este hombre era más experto en manejar números y negociaciones que en comandar personas, y sus talentos fueron una bendición para O’ltormea a su manera.

Luego se convirtió en una figura destacada en el departamento de suministros de O’ltormea. Manejar suministros significaba enfrentarse a los astutos comerciantes en una verdadera batalla de palabras. La cantidad de suministros que consume un ejército es enorme, después de todo, y más aún durante la guerra.

Dependiendo del contrato que se firme, sumas de dinero lo suficientemente grandes como para construir una fortaleza o dos podrían cambiar de manos. Fue, a todos los efectos, una batalla sin armas.

Y este hombre ganó victoria tras victoria en este teatro. Como resultado de sus éxitos, había ascendido de rango, convirtiéndose en el jefe de la división de suministros del Fuerte Notis. Aun así, dado su entrenamiento como caballero, no era antinatural para él desear reunir méritos en un verdadero campo de batalla. Y así, esta misión fue especial para este hombre.

“Seguramente bromeas…” Su teniente agitó la cabeza apresuradamente ante las provocadoras palabras de su superior. El hombre estaba bromeando, por supuesto. Pero dar una respuesta incorrecta a esa broma podría traer represalias a este teniente. Una diferencia de clases es fundamentalmente absoluta en este mundo, después de todo. Tendría suerte si se saliera con la suya con una degradación. En el peor de los casos, las cabezas de su familia podrían volar en el sentido más literal.

Por supuesto, su superior no haría nada tan irracional sin ninguna razón. Pero eso es solo para decir que no lo haría, no que no pudiera.

“Entonces cállate y haz lo que te dicen… La escala y la importancia de esta misión van más allá de todo lo que hayamos hecho antes… Entiendes esto, no es así?”

Por orden de Shardina, se reunieron un gran número de soldados y una montaña de suministros de los alrededores de O’ltormea y se enviaron al Fuerte Notis. Pero no importaba cuántos suministros se almacenaran en su depósito si no se podían llevar al frente.

El teniente asintió sin decir palabra ante la pregunta del hombre. Su misión bien podría decidir la batalla que se avecina. Pero ese sentido del deber y la determinación se derrumbaría demasiado rápido y con demasiada facilidad…

***

“Estamos comenzando! Están listos?!”

Más de doscientos soldados asintieron ante la exclamación de Lione y comenzaron a cantar como uno solo.

“““Nuestra Madre Tierra, extiende tus fuertes brazos para proteger a tus hijos de la desgracia! Stone Wall!”””

Grandes muros de lo que solo podría describirse como riscos se levantaron del suelo. Pero eso era solo una mera pared. Había muchas otras formas en que se podía usar la taumaturgia verbal para matar a un hombre, por lo que la utilidad de este hechizo en el campo de batalla estaba reservada, en el mejor de los casos, a ofrecer cobertura contra las flechas.

O al menos, para que todos creyeran hasta ese día… “Empujenlos!” Lione emitió otra orden.

“Oh! Empujen! Adelante, ho!”

Los soldados acataron sus órdenes y lanzaron su peso contra las paredes.

“Ponle más fuerza!”

“Qué, toda la comida que bebiste se tragó por nada?! Vamos, puedes empujar más fuerte que eso!”.

Las paredes que pesaban varias toneladas fueron empujadas gradualmente hacia adelante. Con este peso, incluso ellos, con su fuerza muscular reforzada por la taumaturgia marcial, no podían empujarlo fácilmente. Sus caras se volvieron rojas mientras trabajaban en escuadrones de varias personas. Sus músculos se hincharon y la sangre bombeó intensamente a través de sus venas. Y, finalmente, sus esfuerzos recibieron una evaluación justa.

“Sigan y arrojenlo por el acantilado!” “””Oooooooh!”””

Con un último empujón, los soldados utilizaron lo último de su poder para empujar los muros de piedra sobre el borde del acantilado, donde cayeron en picado cien metros hacia abajo, aplastando a las fuerzas O’ltormeanas que estaban debajo…

***

“Que fue ese ruido?!” El hombre miró a su alrededor y escuchó un sonido retumbante sobre él.

“¡E-Esas son rocas, señor! Hay rocas cayendo sobre nosotros desde los acantilados!”.

En ese momento, el comandante sintió que toda la sangre se le escapaba de la cara a la vez. Volvió la mirada en la dirección que señalaba su teniente, y vio enormes losas de peñascos que caían por el acantilado una tras otra.

Como las losas no eran circulares, chocaron entre sí y cayeron a un ritmo desordenado, cambiando su trayectoria a medida que caían en picado. Eso hizo que fuera más difícil predecir dónde chocarían y, por lo tanto, más difícil evitarlos. Para colmo, levantaron una gran cantidad de sedimentos en su camino hacia abajo.

“Kuh, una emboscada xaroodiana…! Qué están haciendo nuestros exploradores?! Los haré decapitar una vez que regresen!” el comandante maldijo por la incompetencia de sus exploradores.

Dicho esto, el hombre nunca actuaría con esas intenciones. Los exploradores que envió ya estaban reducidos a cadáveres sin vida a manos de Joshua.

“Podemos manejar eso más tarde, señor! Tenemos que correr!” Dijo el teniente, protegiendo el cuerpo del comandante del sedimento levantado por los riscos.

Sin embargo, su intento fue en vano. No tenían forma de escapar de esto.

Qué hacemos? Qué podemos hacer para salir vivos de esto?

El grupo líder ya estaba completamente fuera de la vista detrás del sedimento y las rocas. Era difícil saber si estaban bien, pero independientemente, si se trataba de un ataque de Xarooda, su destino probablemente ya estaba sellado.

En cuyo caso, el hombre tenía que priorizar la defensa de otra unidad de suministro relativamente segura.

“Retrocedan! Todas las fuerzas, retrocedan!” El comandante gritó tan fuerte como pudo, como tratando de arrancarse la garganta.

Como decisión tomada en el calor del momento, no fue una mala elección. Pero sus órdenes no se cumplirían.

“No podemos, señor. No podemos dar marcha atrás en un camino tan estrecho!” dijo el teniente, negando la posibilidad.

Sus filas llenaban el estrecho sendero por completo, y aunque podían avanzar sin ningún problema, dar la vuelta sería imposible… Pero lo peor estaba por llegar. Innumerables botellas fueron arrojadas por el acantilado una tras otra. Pequeños recipientes de cerámica, con la boca llena de paños ardientes.

“F-Fuego! Fueeego!” Un grito agonizante salió de la boca de un soldado.

Las botellas chocaron contra el suelo y se rompieron, salpicando sus alrededores con líquido.

“Ese olor… Esto es aceite de pescado!” El teniente palideció al reconocer el hedor distintivo.

El aceite de pescado era más inflamable de lo que uno podría imaginar. Las personas del período Edo solían utilizar aceite de pescado barato para encender linternas de papel. Lione colocó precisamente ese tipo de aceite en los frascos y botellas de cerámica para crear cócteles molotov improvisados.

Hace varios meses, Ryoma le ordenó a Sakuya que incendiara la fortaleza pirata en la península de Wortenia, y ella, junto con sus ninjas, utilizó este método para hacerlo. El hecho de que las botellas tuvieran que ser arrojadas a mano significaba que, si bien eran inferiores a las flechas de fuego en términos de alcance, eran más fáciles de transportar e hicieron que su fuego se extendiera mucho más. También eran más fáciles de recolectar en comparación con los arcos y flechas, y no requerían entrenamiento para usarlos correctamente.

Y en situaciones como esta, en la que cayeron desde lo alto de un acantilado, su falta de alcance no fue un problema en absoluto.

Cuanto más alto caen, más fuerte es la onda de choque que producen y más se esparce el aceite dentro de ellos.

Joshua asintió con satisfacción mientras observaba el caos que comenzaba a desarrollarse bajo el acantilado.

“Está bien, es hora de acabar con ellos”, dijo.

“Ya lo has pillado. Estamos en desventaja, así que tendremos que reducir sus números tanto como sea posible para cuando el plan se desmorone”, contestó Lione con una sonrisa feroz y se volvió hacia la figura detrás de ella. “Estabas escuchando, verdad? Lo siento, pero también necesitamos que te muevas.”

La figura, que estaba cubierta con una bata y una capucha, asintió levemente.

“Sí, ese hombre me dijo que te ayudara. Permíteme mostrar mi poder como la hija del Demonio Loco Nelcius”.

La figura era la de una mujer, su hermosa voz tan clara como el toque de una campana. Una voz fascinante e hipnotizante que derritió los corazones de los hombres. Joshua, que aparentemente no sabía quién era esta mujer, la miró con sorpresa. Ryoma le dijo que era una guerrera experta, pero la calidad seductora de su voz le sorprendió.

“Bien… Estoy deseando verlo entonces, Dilphina”. Lione simplemente asintió secamente ante sus palabras.

“Déjame el asunto a mí… Y observa. Te traeré la cabeza de su comandante en poco tiempo”. Dicho esto, Dilphina corrió hacia el acantilado.

Y al momento siguiente, se elevó elegantemente por el aire, confiando su cuerpo a la gravedad, que la arrastró hacia abajo una distancia de 100 metros.

“Es esa… la segunda medida secreta que él dejó?” Joshua le preguntó a Lione, mientras veía la forma de Dilphina hacerse más pequeña y más distante a medida que se acercaba al suelo.