Re:Zero Kara Hajimeru Isekai Seikatsu

Volumen 9

Capítulo 1: El Evangelio Conocido Como Calidez

Parte 3

 

 

Cuando la luz del día llegó a sus párpados depravados de sueño, Emilia se levantó de un leve dolor de cabeza.

— Ya es… de mañana…


Emilia se sentó en la cama, parpadeando varias veces. Se apartó el cabello plateado de la frente, deteniéndose brevemente en el límite entre el sueño y la consciencia antes de dejar escapar un frágil murmullo que reflejaba sus pensamientos mientras flotaba a la superficie.

No había dormido mucho en los últimos días.

Anoche, se había vuelto a dormir varias horas después del atardecer. Después de entrar en el bosque por la noche, usando su poder para volver a tejer las redes que mantenían alejadas a las bestias demoníacas, Emilia probablemente había logrado dormir solo un par de horas.

Su cabeza se sentía pesada y sus pensamientos lentos, como si alguien los hubiera hundido en el barro.

Emilia nunca había sido muy madrugadora, incluso antes de los numerosos problemas que habían ocupado todo su tiempo durante los últimos días. Mientras que la fatiga y la angustia estaban constantemente apartando su mente, no había forma de evitarlo.

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Había pasado una semana desde que los candidatos para la selección real se habían reunido en el palacio, y una semana desde que ella había demostrado su determinación.

Después de eso, Emilia había regresado a la mansión y pasó cinco días actuando como representante de su facción.

La presión que había sentido durante esos escasos cinco días había sido más que suficiente para abrumarla.

— Pensé que entendía… Realmente pensaba que lo hacía.

Emilia agarró con fuerza su sábana mientras lamentaba su incompetencia.

En un abrir y cerrar de ojos, recordó los acontecimientos de la última semana en el fondo de su mente.

Ella había sido llamada a la capital, enfrentando a las otras candidatas, declarando su convicción con todos los ojos de la corte sobre ella, y luego…

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— … Subaru.

Mientras Emilia decía el nombre del chico que había dejado atrás en la capital, ella bajó sus ojos, soportando el dolor.

Ella pensó en ese animado y sensitivo chico que siempre estaba desesperado para hablar con otros, y sólo un poquito delirante, preguntándose qué estaba haciendo en ese momento.

El intenso argumento entre ellos en el palacio, también su dolorosa expresión, como un niño abandonado, fueron grabados en sus retinas. Esas imágenes habían sido quemadas dentro de su consciencia una y otra vez.

Al final, su torturada cara, las cosas que había dicho, las palabras que no había querido escuchar, pero que escuchó de todas formas, Emilia sintió que nadie podía ser culpado por esas cosas… excepto por ella misma.

— … Pero es lo mejor, ¿no es así?

El choque de sus pensamientos internos había resultado en que los dos iban por caminos separados. Sin embargo, Emilia no creía que la explosión de emoción fuera algo que debería haberse evitado. De hecho, era mejor para ellos seguir diferentes caminos. El lugar donde pertenecía Subaru no estaba a su lado.

Después de todo, Emilia era mitad elfa, el objeto del odio de todos.

Cualquiera que estuviera junto a ella soportaría el mismo odio por el simple hecho de estar asociado con ella. Ese chico de buen corazón no sería la excepción. De hecho, fue porque Subaru quería estar a su lado que había sido tan terriblemente herido, tanto en cuerpo como en espíritu, durante su duelo con Julius.

Ella no quería someterlo a eso, hacer que volviera a pasar por eso.

En el transcurso de su pelea, pensó que Subaru tuvo que haber visto su error.

El único arrepentimiento de Emilia fue que, al final, había dejado escapar sus verdaderos sentimientos.

A saber, la esperanza de que Subaru, de todas las personas, pudiera dejar de lado su existencia como medio-elfo y tratarla como una chica normal…

Fue una esperanza voluble, fugaz, inútil y egoísta.

— Subaru no puede verme como algo más que especial… Eso es lo que dijo.

Ella se desesperaba por su propio egoísmo, alejándolo, hiriéndolo, solo para mirarlo en busca de salvación.

Tal superficialidad era imperdonable, medio-elfo o no.

— Lia, estás arqueando las cejas. Estás arruinando tu adorable cara.

Una voz repentina habló a Emilia mientras sostenía sus rodillas mientras aún estaba en la cama. Cuando alzó la vista, había un pequeño espíritu de gato con pelaje gris. Emilia sonrió levemente mientras ofrecía un saludo.

— Buenos días, Puck. Te has levantado temprano hoy.

— Buenos días, Lia. Esta mañana había… algo de qué ocuparse.

— ¿…? ¿Pasó algo?

— Mm, si dijera qué estaba haciendo un esfuerzo por dormir temprano y levantarme temprano… eso sería una mentira. Es porque estoy realmente preocupado por ti, Lia. Ha sido una cosa tras otra, especialmente ayer.

Emilia bajó los ojos ante la respuesta inusualmente incómoda de Puck.

… Los acontecimientos del día anterior habían contribuido en gran medida a la fatiga mental actual y la falta de sueño de Emilia. El recuerdo amargo de los aldeanos cercanos rechazando cualquier cosa que ella tuviera que decir u ofrecer burbujeaba en su mente.

Su miedo y desaprobación no habían sido suficientes para que ellos le lanzaran palabras crueles, pero solo sus miradas ya habían hecho un corte profundo en el corazón de Emilia.

— … Sabía… que eso pasaría.

— También sabes lo que es caer, pero aún te hieres y sangras cuando sucede. Si me preguntas, solo sabiendo el resultado no es lo mismo que experimentarlo por ti misma.

Cuando Emilia usó una excusa infantil para superarlo, Puck cortó su ruta de escape sin piedad.  Pero esto no era algo que Puck hizo maliciosamente. Puck, a su propia manera, estaba motivando a Emilia a parar de correr de la verdad al mismo tiempo que esconder sus sentimientos.

— Puck…

— ¿Mm?

— Puck… ¿Qué crees que debería hacer? ¿Cómo debería…? No, no solo yo, ¿cómo pueden todos llevarse mejor? ¿Cómo hago que todos…?

— … Lia, ¿quizás solo deberías hacer lo que quieres? Estoy a tu lado sin importar lo que suceda, Lia, y cualquiera que se ponga en mi camino es mi enemigo.

Aunque era una promesa de su aliado más seguro, en ese momento, las palabras no le dieron a Emilia ningún consuelo.

Era la respuesta que esperaba. Puck apoyaría a Emilia incondicionalmente, pero eso no la ayudaba con su problema. Al final, Emilia tenía que confiar en su propio juicio.

El sistema de valor completo de Puck estaba centrado en Emilia; todo y todos los demás venían segundo.

— No vas a darle la espalda a ese pueblo sin importar que, ¿no es así? La chica de pelo rosado se dirigió al pueblo de nuevo en la mañana. ¿Quizás esperar por su reporte es todo lo que puedes hacer?

— … ¿Ram fue al pueblo? Pero ella tampoco ha descansado durante un tiempo…

— Te lo estoy diciendo, esa chica está mucho mejor de lo que tú estás, Lia. Ella encuentra momentos para tomar descansos de su trabajo. Por lo menos, ella puede manejarse sola.


Ella se encogió un poco. La evaluación racional de Puck sobre Ram, por supuesto, implicaba que Emilia era totalmente incapaz de cuidarse sola. Como sucedió, Emilia se encontró confiando en Ram en ese mismo momento.

Durante los últimos días, Ram había estado ejecutando una parte de los asuntos de Roswaal, asumiendo sus responsabilidades relacionadas con la mansión o la Villa Earlham, todo mientras Emilia permanecía en la mansión.

Excusándose a sí mismo para llevar a cabo negociaciones con un pez gordo local, Roswaal había afirmado que estaría ausente por no más de unos días. La gran responsabilidad trajo preocupación y estrés, pero si no podía hacer frente a eso en el lapso de unos días, ¿cómo podría esperar participar en la selección real y estar lista para lo que vendría después?

Con tales pensamientos en mente, había aceptado el deber, dejando de lado sus sentimientos de culpa por dejar a Subaru en la capital real, luego se preparó para enfrentar los días venideros con seriedad atípica, pero dos días antes, la situación había cambiado mucho.

— ¿Una presencia extraña en el bosque…?

— Sí. Hombres desagradables contra quienes incluso mi Clarividencia es ineficaz.

Ram entregó las noticias en su usual tono de voz calmado, pero sus cejas fruncidas eran una señal ominosa.

Su Clarividencia era la habilidad inusual de sincronizar la visión de otros y ver a través de sus ojos. Sin embargo, incluso esta habilidad, particularmente útil para reconocimiento y búsqueda, había sido incapaz de discernir la identidad de la presencia que había sentido en el bosque.

— ¿No tiene que… ver con las bestias demoníacas?

— La barrera ha sido redesplegada. Creo que no está relacionado, pero… ¿Qué desea hacer?

— Bueno, eso es evidente… No podemos fingir que no pasa nada. Si no podemos hacer nada al respecto, al menos podemos evitar que los aldeanos caigan en peligro.

— Priorizando su seguridad… ¿Desea evacuar a los aldeanos, entonces?

— Eso… sería lo mejor. Esta mansión es lo suficientemente grande como para acomodarlos a todos, ¿verdad?

Esa fue la conclusión a la que llegaron Emilia y Ram durante su discusión sobre la presencia amenazadora en el bosque. Que Ram no se había opuesto fue algo tranquilizador para Emilia. Como representante de Roswaal, Ram habría rechazado sin piedad cualquier propuesta que considerara tonta.

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En consecuencia, Emilia había caminado a la Villa Earlham, prácticamente al lado, con algunas expectativas. Ella convencería a los aldeanos de evacuar a la mansión, evitándolos del peligro. Pero…

— Hemos oído hablar de la selección real, así como del hecho de que eres medio-elfo. Nos negamos a seguirte. Todos han estado de acuerdo con esto.

Una anciana que actuaba como representante de la aldea pronunció estas palabras y rechazó la oferta de Emilia.

La obstinada respuesta, llena de rechazo y renuncia, hirió a Emilia. El hecho de que le doliera la sorprendió.

El rechazo era el entorno natural de Emilia. Ella había probado ese desánimo innumerables veces antes. Y, sin embargo, se dio cuenta al mismo tiempo, que el dolor todavía se sentía fuertemente en su corazón.

Emilia había esperado que la cambiara.

Había esperado que saltar a la selección real, un gran compromiso, sería el primer paso para cambiar su suerte en la vida, y que tal vez las reacciones a su alrededor que ella había dado por sentadas también podrían cambiar. Los puntos de contacto entre ella y los aldeanos durante los dos meses anteriores habían aumentado aún más estas esperanzas.

Pero Emilia había seguido engañándolos acerca de su verdadera identidad usando magia de ocultamiento. ¿Alguien podría realmente confiar en ella, o dejarla entrar en su corazón, cuando nunca había mostrado su rostro real ni una sola vez?

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Cuando había pasado esos días con los aldeanos en lo que confundía con la armonía, esas sonrisas no habían estado dirigidas hacia ella. Habían sido hechos para el joven que llevaba a Emilia a la aldea de la mano.

Emilia no se había ganado nada por sí misma. Y, sin embargo, ¿había entendido mal aun así?

— … Al final, ¿qué estaba haciendo?

Una vez que su oferta fue rechazada, sus súplicas posteriores cayeron en oídos sordos; ella ofreció tres veces más, pero cada vez fue rechazada. La calamidad que había venido de la capital real en los talones de esa desesperación sólo había aumentado el sufrimiento de Emilia.

— He venido con una carta de buena voluntad de mi maestro, la duquesa Crusch Karsten.

Un mensajero de comportamiento humilde había llegado a la mansión para presentar un sobre sellado con la cresta del león de la Casa de Karsten. Cuando aceptó la carta, Emilia solo pudo adivinar su contenido.

Crusch no solo era una candidata real, sino la persona a la que le había confiado el cuidado de Subaru en la capital. Preguntándose qué podría haberle sucedido, había abierto la carta con gran prisa…

— … Pero estaba en blanco. La chica de cabello rosado dijo que el mensaje era una declaración de guerra. No puedo culparla por estar molesta.

La carta misma descansaba sobre el escritorio de la habitación. Cuando la mirada de Emilia se desvió hacia él, Puck percibió lo que estaba pensando y ladeó ligeramente la cabeza al recordar su descubrimiento de que la sábana estaba en blanco.

Tal como dijo Puck, la carta se había entregado en blanco. No había nada escrito en el, ni delante ni detrás.

Enviar una carta en blanco implicaba que el remitente consideraba al destinatario alguien con quien no valía la pena hablar. Sin embargo, el contenido de la carta, y el acto mismo de enviar tal cosa, chocaron enormemente con lo que Emilia sabía sobre Crusch como individuo.

Debido a eso, sospechó de inmediato que debía haber habido algún error. Ella le había preguntado al mensajero qué pensaba realmente Crusch, pero él rápidamente afirmó que simplemente había hecho lo que se le había ordenado. Finalmente, Emilia no pudo encontrar una respuesta satisfactoria.

— Mantengamos al mensajero bajo vigilancia aquí en la mansión. Si se trata de eso, podemos usarlo como moneda de cambio.

A pesar de la posición extrema de Ram, el enviado estaba alojado en la mansión, sano y salvo. Aun así, la presencia amenazante en el bosque y la carta en blanco sólo habían empeorado la carga mental de Emilia.

Al final, tampoco había podido dormir bien anoche, así que Emilia hizo lo único que pudo: comprobar las barreras circundantes para asegurarse de que no se debilitaran para evitar cualquier posible ataque de bestia demoníaca.

Después de hacer su ronda, regresó a su habitación al amanecer, se durmió, despertó y llegó al presente.

Ram parecía haberla dejado sola en la mansión, dirigiéndose a la villa en otro intento de convencer a los aldeanos mientras Emilia dormía. Técnicamente hablando, dada su posición, normalmente se esperaría que Emilia la acompañara, tomando la delantera en apelar a los ciudadanos en evacuar.

— Pero puede que vaya mejor sin mí…

Un sentimiento de responsabilidad eludida empujó a Emilia a levantarse de la cama. Al mismo tiempo, ella estaba profundamente ansiosa por la posibilidad de ser evitada, lo que empeoraría la situación.

De hecho, si Emilia hubiera ido con Ram, los aldeanos seguramente habrían rechazado la propuesta del miedo.

Esa era la realidad de la situación. Emilia entendió otra vez que la gente temía a aquellos que eran vistos como extraños y diferentes.

Pero para luchar contra eso, tal vez debería ir al bosque ella misma.

— Oh, Lia. Alguien se acerca a la mansión.

— … Ram, supongo. Necesito preguntarle cómo fueron las cosas en el pueblo.

La llamada de Puck interrumpió los pensamientos de Emilia. Ella rápidamente se dirigió al vestuario.

Normalmente, Puck era ruidoso acerca de la preparación de Emilia, pero no había sido demasiado exigente durante los últimos días. Pero incluso esta muestra de consideración se convirtió en combustible para el creciente odio hacia sí misma de Emilia.

— Ahh, voy a visitar a Betty. Llámame si pasa algo, ¿vale?

— Err, sí, está bien. Saluda a Beatrice de mi parte.

Tan pronto como Emilia salió al pasillo, Puck se separó para ver a la chica de aspecto joven que, a pesar de vivir bajo el mismo techo, no le importaba demasiado mostrar su rostro.

Cuando Emilia lo pensó, no había visto a la niña ni una sola vez desde que regresó a la mansión.

— Quizás Beatrice está molesta porque dejé a Subaru detrás…

Subaru y Beatrice se llevaban muy bien, así que quizás estaba molesta.

Los pensamientos negativos parecían seguir burbujeando sin fin. Emilia suspiró y se dirigió al vestíbulo de entrada a paso ligero.





Ella pospuso ver a Beatrice hasta más tarde. Había muchas cosas de las que tenía que hablar con Ram.

— Lady Emilia.

Emilia llegó al pasillo justo cuando se abría la puerta de la mansión. Exhaló un poco cuando vio a Ram a través de la rendija de la puerta.

— Ram, lo siento por poner todo sobre tus hombros. Te lo compensaré muy s–


— No es necesario, lady Emilia. Más importante aún, tienes invitados.

Ram sacudió la cabeza, interrumpiendo a Emilia cuando ella se hizo a un lado, despejando el camino hacia la puerta—. ¿Huh? —dijo Emilia cuando sus ojos se abrieron cuando las figuras llegaron al umbral.

— Lady Emilia, por favor, perdone nuestra repentina visita.

Era un hombre de edad avanzada con un físico robusto que se dirigió a Emilia con una reverencia. Emilia entrecerró los ojos levemente, recordando que había visto su alta figura en algún lugar antes; el recuerdo le llegó justo después.

— Tú eras… el caballero que vino con Ferris una vez, ¿verdad?

— Sí. Me llamo Wilhelm Trias, humilde criado de la Casa de Karsten. He venido hoy representando a mi señora.

El viejo hombre se presentó con una voz digna antes de caer de rodillas en una muestra de sumo respeto. Emilia, sonrojada ante la vista, bajó corriendo las escaleras restantes que los separaban para que Wilhelm se levantara. Sin embargo, ella se dio cuenta de inmediato de que algo sobre él era extraño.

Envuelto en sangre y mugre, el viejo no tenía la apariencia que ella asociaría con un mensajero oficial.

— Esas ropas… ¿Qué sucedió?

— Me disculpo por la antiestética demostración. Con algo de suerte, tuve la suerte de encontrar una bestia demoníaca insignificante mientras viajaba al territorio Mathers. Mi apariencia atroz es el resultado.

— No me molesta, pero tus heridas… parecen haber sido tratadas.

— No hay necesidad de preocuparse. Más importante, debo comunicar apropiadamente la voluntad de mi maestro.

Cuando Wilhelm sugirió cambiar el enfoque de sí mismo al tema en cuestión, Emilia accedió. El viejo hombre llamándose a sí mismo representante de Crusch le recordó a Emilia de la carta que había llegado la noche anterior.

— La verdad, la noche anterior, recibí lo que era aparentemente una carta de buena voluntad de Lady Crusch. Sin embargo, la carta estaba en blanco… Estaba preocupada, me preguntaba si era algún tipo de error.

— En blanco, dices… Ya veo, así que realmente estaba en blanco.

— ¿Qué quieres decir…?

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Los ojos azules de Wilhelm se estrecharon cuando supo de los contenidos de la carta. Sintiendo algo extraño en su comportamiento, Emilia se mantuvo preocupada mientras instintivamente repetía sus palabras. Pero inmediatamente sacudió su cabeza.

— No, esto es realmente embarazoso, pero eso contradice la carta que mi maestra envió originalmente. Entiendo bien sus pensamientos, y le aseguro que no hay necesidad de preocuparse.

— La original… ya veo, ¿entonces fue un error? Estoy tan contenta que ella… no me odie.

Emilia puso una mano en su pecho, aliviada de escuchar a alguien cercano a Crusch negar firmemente cualquier mala voluntad.

La carta había llegado directamente después que los habitantes del pueblo la rechazaran. Por una parte, ella no pensó que era algo que Crusch haría; por otra, había una parte de ella que estaba preocupada que la cabeza de la Casa de Karsten estuviera actuando por desprecio a los medio-elfos.

Un corazón ansioso se entregaba a dudas innecesarias, lo que invitaba a la vulnerabilidad. En ese estado se encontraba Emilia.


— Me disculpo sinceramente por la confusión. Mi maestra, Lady Crusch, no es el tipo de persona que se involucra en actos tan imprudentes, ni jamás consideraría a Lady Emilia inútil o alguien a quien ridiculizar. Por más que lo intente, puedo decir sin reservas que no puedo concebir tal idea.

— Mu-muchas gracias… Entonces, ¿de qué se trataba realmente la carta?

La gran cantidad de elogios dejó a Emilia sorprendida, pero también un poco feliz. Sus espíritus se levantaron ligeramente. Mientras lo hacían, Wilhelm mantuvo su postura extremadamente cortés mientras respondía.

— Lady Emilia y señorita Ram… es la opinión de Lady Crusch que tanto los presentes en esta mansión como los residentes de la aldea deben ser evacuados temporalmente del área.

El anuncio hizo que la pequeña sonrisa de Emilia se congelara en sus labios.

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