Wortenia Senki (NL)

Volumen 7

Capítulo 3: La Brecha Entre los Ideales y la Realidad

Parte 4

***

Esa noche, Ryoma visitó la habitación de Helena. Los dos se sentaron en sofás opuestos, con sus miradas entrelazadas.

“Nos volvemos a encontrar, antes de lo que pensaba”, dijo Helena, mirando el rostro de Ryoma con una sonrisa maternal.

“Si. Yo también me sorprendí”.

Ryoma asintió.

La lámpara colocada sobre la mesa iluminó el rostro de Helena. Está más delgada…

Mientras hablaban, Ryoma fijó la mirada en las arrugas del rostro de Helena. Solo la había visto desde la distancia en la cámara de audiencias, así que no lo notó, pero aparentemente ella había estado trabajando duro.

“Tu advertencia ya no tiene sentido?” Dijo Helena, haciendo referencia a la predicción que le dio antes de separarse el año pasado.

“Si. Seré honesto, Helena, no pensé que las cosas se deteriorarían tanto… ni siquiera sé qué decir…”

Ryoma dijo lo que pensaba sin pasar por alto los hechos.

Fue Ryoma quien hizo que Helena retomara su puesto como general a cambio de vengarse del general Albrecht por el asesinato de su familia. La había puesto en el barco que se hundía que era el Reino de Rhoadseria, y no iba a eludir la responsabilidad de haberlo hecho.

“Lo sabía… Deberíamos haber ejecutado al vizconde Gelhart…” susurró Helena con un suspiro.

“No, mirando la situación en este momento, incluso si hubiéramos abandonado a Mikhail y matado al vizconde Gelhart, las cosas no habrían cambiado mucho”.

Ryoma negó con la cabeza.

“No está calificada como monarca?” La mirada de Helena se agudizó mientras fijaba sus ojos en Ryoma.

Esto fue efectivamente una calumnia contra el gobernante del país. Ryoma no parecía en absoluto arrepentido, aunque.

“No diré que no está completamente calificada, pero sí creo que no tiene la aptitud del todo”, Ryoma se encogió de hombros.

“Bueno, si alguien en quien pudiera confiar tuviera el poder y ella simplemente fuera una figura simbólica, las cosas podrían ser diferentes”.

Los ojos de Helena perdieron esa agudeza y su expresión se volvió taciturna. Estaba abrumada por el arrepentimiento.

“Sí… Sería mejor tanto para este país como para Su Majestad de esa manera. Si tan solo alguien como tú pudiera apoyarla…”

Esos eran los sentimientos honestos de Helena, pero al mismo tiempo no era más que una fantasía sobre la que solo se podía formular hipótesis sin sentido. Si bien logró grandes logros durante la guerra civil, Ryoma ni siquiera era ciudadano de Rhoadseria.

Este país estaba obsesionado con las ideas de linaje y el pedigree, y los nobles y caballeros objetarían mucho.

Y tan obsesionados como estaban con su linaje y orgullo, su prejuicio dominante hacia los plebeyos era igualmente intenso. Algunos de ellos se creían privilegiados elegidos por Dios. Y esas personas nunca aceptarían a un noble elevado del estatus de plebeyo como uno de los suyos, ni siquiera de mala gana.

Ryoma, sin embargo, era diferente. Era un mercenario de origen desconocido. Es posible que el Reino de Rhoadseria le haya otorgado el rango de barón, pero eso solo se hizo para mantenerlo a raya para que no causara ningún problema. Que le dieron la península de Wortenia, con su terreno único, mantuvo en silencio sus quejas. Normalmente, un plebeyo nunca sería promovido a tal título.

Ese país nunca permitiría que Ryoma tomara una posición de mando. Helena también era de origen plebeyo, por supuesto, pero en su caso, construyó sus logros a lo largo de muchos años e hizo muchos aliados para apoyarla. Su nombre incluso se había extendido a los países vecinos. Su posición era demasiado diferente a la de Ryoma.

Todos los hechos hicieron que lo que había dicho Helena fuera efectivamente imposible. Pero no pudo evitar sentirse frustrada por todo. La idea de “qué pasaría si” estaba ataba a su corazón.

“Bueno, basta de eso…” Suspiró con una expresión rígida y se volvió hacia Ryoma.

Al final, esto fue solo una discusión hipotética. El arrepentimiento no haría nada para cambiar la realidad de las cosas.

Solo necesitamos hacer lo que podamos ahora mismo.

Porque ahora mismo, Rhoadseria estaba siendo amenazada por un gran poder.

“Entonces? Por qué pediste esos términos?”

Lupis aceptó todos los términos que Ryoma dijo durante la audiencia. Eso estaba dentro de las expectativas, ya que Ryoma preparó esos términos para que no parecieran opresivos. Eso quedó claro por el hecho de que los aceptó sin tener que consultar a los ministros que asistieron a la reunión. Se podría decir que esto se debió a que Ryoma bajó sus términos, pero no tenían forma de saberlo.

“Te pareció algo sospechoso, Helena?”

Ryoma sonrió mientras respondía a su pregunta con una pregunta.

Su expresión no lo hizo parecer como si hubiera algún tipo de intención implícita. Helena sabía bien, aunque.

“Sospechoso? Por supuesto que no. En todo caso, sus términos eran demasiado discretos.”

Helena enfatizó las dos últimas palabras.

“Me estás culpando por no sospechar? Eso no es razonable,” dijo Ryoma, su sonrisa volviéndose irónica.

La respuesta de Ryoma era comprensible. Podía aceptar ser interrogado si algo le resultaba alarmante, pero no lo hizo. Aunque la expresión de Helena no cambió.

“Ryoma… en qué estás pensando?”

Sus ojos eran serios e inquebrantables.

No iba a retroceder hasta que escuchara una respuesta convincente.

Bueno, maldición… supongo que Helena lo encontraría sospechoso, aunque… Ryoma no pudo evitar una sonrisa autocrítica. Realmente no había ningún motivo oculto detrás de ello. Simplemente hizo una oferta destinada a aumentar sus escasas posibilidades de victoria. Era él, después de todo, quien estaba a punto de salir al campo de batalla y poner su vida en peligro. Y el ejército que dirigía no era lo suficientemente fuerte para cambiar la marea.

Unos pocos cientos de soldados no podían esperar influir en un campo de batalla donde varios países chocan. Lo máximo que podían hacer era aprovechar una apertura para anotar un golpe paralizante, pero la fuerza principal sería la orden de caballeros de Helena o los refuerzos de Myest.

Como tal, tenía sentido reducir la carga sobre Helena. Todo lo que realmente hizo fue hacer las cosas un poco más ventajosas para ellos, y como tarifa por todos los problemas que tendría que emprender, fue excepcionalmente barato.

Supongo que tengo que decírselo. Tener a Helena sospechando que podría volver para morderme…

Ryoma exhaló un pequeño suspiro y preguntó.

“Te refieres a los fondos de guerra?”

Ryoma le pidió a Lupis el derecho de emigrar fugitivos y plebeyos con habilidades especializadas – como agricultores y herreros – desde la capital y sus regiones circundantes a la península de Wortenia. Y también pidió un mes para prepararse para el envío.

Lupis consideró que su solicitud de trasladar a los plebeyos era un poco problemática, pero no lo suficiente como para objetar o rechazar. Pero alejar a los fugitivos ayudaría a restablecer el orden público en la capital, y un mes fue poco tiempo para prepararse para el envío.

En cuyo caso, a Helena le preocupaba el hecho de que Ryoma le pidiera a Lupis que convirtiera el apoyo que le propuso en una miserable suma de apenas diez mil monedas de oro.

“No te dije que nuestro lado manejaría equipos y suministros?” Helena volvió una mirada inquisitiva a Ryoma.

Con toda honestidad, la pretensión de que el dinero fuera fondos de guerra se sentía antinatural y forzada, y la suma era demasiado pequeña. Helena sabía que Ryoma necesitaba fondos para desarrollar Wortenia, pero si ese era el caso, prefería que él simplemente lo dijera. Todos sabían que a Ryoma se le estaba pidiendo lo imposible en esta situación, y nadie se quejaría si mencionaba el apoyo financiero como condición para su participación en los refuerzos.

No era necesario que solicitara esa suma en lugar de los fondos de guerra, y que el reino les proporcionara suministros y equipo sería mucho más fácil, incluso si pudiera administrarlo por su cuenta.

Sin embargo, la sonrisa natural de Helena se encontró simplemente con otra sonrisa.

“Tienes razón, hacer que el reino manejara los suministros hubiera sido más fácil… Pero después de ver cómo está la capital, estoy demasiado ansioso para confiar en ellos para esto”.

“Qué quieres decir?” Preguntó Helena, inclinando la cabeza.

“Exactamente lo que dije. Su Majestad no tiene control sobre toda la capital en este momento. Crees que realmente puedo confiar en ella para recopilar y administrar suministros de todo el país cuando ni siquiera puede administrar el lugar que debería tener bajo control directo?”

La expresión de Helena se endureció.

“Bueno, Su Majestad no los recogerá ella misma…”

Mientras Ryoma se encogía de hombros con una sonrisa irónica, Helena sintió que algo frío se deslizaba por su columna vertebral. Este chico… se dio cuenta de esto sólo con mirar el estado de la capital?

Las reformas en Pireas no iban bien, eso era seguro. No, simplemente no iban bien. Efectivamente, estaban paralizados. Pireas estaba tradicionalmente dirigido por el capitán de la guardia real, por lo que no tuvo mucha interacción con los nobles y burócratas.

Como resultado, la intención de Lupis de consolidar el poder en manos del monarca se encontró con la resistencia de la nobleza y la burocracia, quienes temían que el poder que tenían estaba a punto de ser muy limitado. Desde su perspectiva, un novato que no sabía nada sobre gobernar estaba usando la autoridad del monarca para invadir su dominio.

Esa es la única imagen que tenían de ella.

Si el vizconde Gelhart hubiera muerto, tal vez se habrían rendido. Pero todavía estaba vivo y apuntaba a la princesa Radine como miembro de la familia real, y eso significaba que incluso con su rango bajado de duque a vizconde, su poder y autoridad eran mayores que nunca.

Para ser exactos, efectivamente asumió el cargo de ministro. Los condes Zeleph, Bergstone y otros nobles de la facción neutral habían tomado oficialmente esas posiciones después de un largo período de decadencia. Pero los que seguían sus órdenes eran los mismos burócratas de clase media y baja que trabajaron con Gelhart cuando todavía tenía el poder. Y si le dieran la espalda al régimen, el país no podría funcionar correctamente.

De hecho, desde que se tomó la decisión de enviar refuerzos a Xarooda, solo dos tercios del equipo y las provisiones necesarios se reunieron en la capital. Por supuesto, podían obtener suministros de Xarooda, pero no podían depender completamente del país que necesitaba refuerzos. Solo tenía sentido prepararse tanto como fuera posible por su cuenta.

Y de hecho, los orgullosos caballeros de Myest lideraron la vanguardia, con grandes carros llenos de suministros detrás de ellos. No sólo tenían comida y equipo, sino también caballos adicionales y suministros médicos para atender a los soldados heridos para ayudar al ejército de Xarooda. Era una muestra del poder financiero de Myest, que se debía a tener a Pherzaad, el puerto comercial más grande del continente occidental.

“Ryoma, tú…” Helena se quedó sin palabras.

Incluso a esa corta edad, el hombre que tenía delante conocía las sutilezas que se esconden detrás de un ejército. Un ejército era esencialmente un ser vivo masivo. Devoró grandes cantidades de suministros y equipos y no produjo nada. Y si no se alimentaba lo suficiente, esa criatura se volvería loca. Pocas personas realmente se dieron cuenta de esto, incluso dentro del ejército. Solo los de los escalones más altos lo sabían.

Pero a pesar de su sorpresa, una cierta sospecha se deslizó en el corazón de Helena.

Entonces, de dónde… tiene la intención de conseguir esos suministros?

No cabía duda de que los suministros eran absolutamente necesarios. Y era evidente que el gobierno de Rhoadseria no podía proporcionarlos, por lo que podía entender por qué Ryoma eligió convertirlo en fondos militares. Pero cualquier cantidad de dinero carecería de sentido si nadie le vendía los suministros que necesitaba.

Helena lideraba una orden de caballeros, mientras que Ryoma lideraba varios cientos de soldados. Entre los dos, tenían menos de tres mil hombres, pero ningún comerciante de la ciudad podía abastecer a una fuerza tan grande.

Tendrían que hacer un pedido de una empresa de tamaño considerable y ninguna empresa aceptaría un pedido de este tipo de un cliente nuevo. Sin algunos logros reales que mostrar, ninguna empresa aceptaría su pedido, ya que suministrar tal ejército conllevaba riesgos.

Ryoma, sin embargo, simplemente se rió de sus dudas.

“Oh, no te preocupes por eso”, dijo Ryoma como si realmente fuera un asunto trivial.

“En realidad, ya lo hablé con ellos. Solo necesitan que les paguemos más tarde”.

“Eh?”

Helena solo pudo manejar esa respuesta.

“Ya tengo arreglos con una empresa en Epirus. Aunque debo admitir que fue solo un golpe de suerte. Pero de todos modos, nos proporcionarán suministros para medio año”.

“Ya veo… De ahí el mes que pediste”.  Dijo Helena, lanzando un profundo suspiro.

Preocuparse por eso era inútil…

Al final, fue realmente trivial. El sonriente joven sentado frente a ella ya lo había preparado todo antes de llegar a la capital. La única forma en que era posible era asumiendo que lo llamarían y estaría preparado con anticipación.

Ryoma eligió trabajar para este país, por su propia voluntad. Y eso era algo por lo que Helena debería haberse sentido feliz. Pero dada la forma en que lo trataron en el pasado, simplemente no tenía sentido.

Cuánto tiempo… no, no es eso. Por qué hace esto?

La duda surgió dentro de Helena, pero no le preguntó a Ryoma. Algo le dio la sensación de que si preguntaba… todo se derrumbaría.