Re:Zero Kara Hajimeru Isekai Seikatsu

Volumen 7

Capítulo 5: Wilhelm Van Astrea

Parte 3

 

 

Un muro indestructible, una diferencia absurda era ahora evidente entre ellos.

–Ya no vendré aquí más.

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Varias veces, Wilhelm intento cortarla, y cada vez, fue golpeado por un contraataque y mandado al suelo.

En algún punto, su amada espada fue arrebatada de él, y descanso en la mano de ella, y fue golpeado por la empuñadura hasta que fue incapaz de moverse.

Tan lejos. Demasiado débil. No podía alcanzarlo. No era suficiente.

–No sostengas una espada con…esa cara…

–Lo hago, porque soy la Santa de la Espada. No entendía la razón por la que lo era, pero la entiendo ahora.

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–¿Razón, dices…?

–Tú blandes la espada para proteger a otros. Creo que yo también puedo hacerlo.

Fue Wilhelm quien le dio a Theresia, la chica que amaba las flores, quien no podía encontrar sentido en agarrar una espada, una razón—tanto más porque ella era más fuerte que nadie, mas lejos del alcance de la espada de cualquiera.

–E-espera, Theresia…

–…….

-¡Te arrebataré de la espada. Como si me importara tu bendición o tu posición. No subestimes el blandir de la espada…o la belleza de la hoja, Santa de la Espada…!

La mujer no se detuvo. Su espalda desapareció en la distancia.

Todo lo que fue detrás era un solitario y egoísta demonio, hablando de la espada hacia ella, quien era amada por la espada.

Después de eso, esos dos nunca se encontrarían ahí otra vez.

***

 

 

 

El Demonio de la Espada desapareció de la armada real; en su lugar, el nombre de la Santa de la Espada se difundió dentro de él.

Una caballera que tenía el valor de mil de hombres—con la dura lucha de Theresia, la encarnación de esas palabras, la guerra civil se inclinó a su favor. Aunque era una sola persona, sus artes marciales estaban más allá de cualquier ser, y el alias de Santa de la Espada resonó—incluso los semi-humanos versados en las antiguas leyendas se desesperaron.

Tomo dos años después que la Santa de la Espada emergiera en el campo de batalla para que guerra civil terminar.

La Alianza Semi-humana perdió a sus líderes, y cuando las conversaciones de paz se llevaron a cabo en algún lugar entre los líderes actuales de ambos lados, se anunció que, la lucha entre los que portaban espadas había llegado a su fin.





Bendecidos por el fin de la larga Guerra civil, la capital real lentamente se abrió y empezó a florecer.

Una ceremonia había sido planeada donde una ponderosa y hermosa Santa de la Espada recibiría varias medallas. Personas de todo el reino viajaron a la capital para vislumbrar a Theresia, la pelirroja Santa de la Espada—la heroína cuya pasión y por sí sola, había puesto fin al largo sufrimiento de la guerra.

—Fue cuando el Demonio de la Espada inesperadamente descendió, como para dividir esa pasión.

Los soldados en guardia se agitaron por la increíble aura saliendo del hombre con una espada desenvainada en su mano. Pero no fue nadie más que la Santa de la Espada, la flor de la ceremonia, quien los detuvo y avanzó al frente.

Cada uno volvió su espada hacia el otro, casi como si estuvieran caminaran sobre un escenario preestablecido.

Con su largo y rojo cabello bailando en el viento, nadie pudo no mantener el aliento frente a la vista de ella enfrentándose al intruso. Era difícil encontrar las palabras para una apariencia con tal belleza tan refinada, y al mismo tiempo una con la espada.

La amenazante aura del individuo enfrentándose a la Santa de la Espada era el polo opuesto. Tanto el manto marrón sobre él como la piel debajo de ella estaban sucias por la lluvia y barro seco. Incluso la espada en su mano era pobre comparado la santa espada ceremonial que la Santa de la Espada sostenía. La hoja  de la espada estaba torcida, y con un oxido marrón rojizo sobre ella.

Aunque el rey estaba sentado en el mismo salón en el que estaban, detuvo a los caballeros de intentar ayudar a la Santa de la Espada. Cuando la Santa de la Espada dio un paso adelante y empezó a atacar, todos mantuvieron sus barbillas cerradas, y ninguno dijo nada, observando en silencio.

Al inicio, sin duda muchos encontraron a las dos figuras desapareciendo de su vista.

Una hoja chocó contra otra hoja una y otra vez; agudos sonidos se dispararon hacia los espectadores.

Había una cadena de brillos y sonidos de acero cuando las dos figuras danzaban en el escenario a una velocidad vertiginosa.

Pronto, aquellos observando el espectáculo habían perdieron la voz, con sus corazones yendo y viniendo, abrumados por un vasto sentimiento de admiración.

Ellos batallaron con una fuerza increíble, cambiando el lugar donde estaban parados, desde el suelo hacia las paredes hasta el mismo aire mientras el movimiento de espada de los dos luchadores se veía cada vez menos. Algunos incluso se dieron cuenta que la vita les había hecho llorar.

Pero mientras escuchaban la orquesta de hierro haciendo eco, se estremecieron instintivamente, intoxicados por la vista sublime.

Ellos pensaron, ¿Es este realmente un nivel que las personas pueden alcanzar?

¿Puede la belleza de la espada verdaderamente inculcar sentimientos tan profundos en otros?

Sus movimientos se entremezclaron, con espadas chocantes, puntas parpadeantes y repetidos retrocesos.

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Y Finalmente…

–…….

…la descolorada hoja se partió en dos, su punta fue enviada a volar, girando una y otra vez en el aire.

Entonces, la mano en la cual descansaba la espada ceremonial de la Santa de la Espada—

–La victoria…

–…….

–La victoria…es mía.

La santa espada fue soltada al suelo haciendo un ruido, y la punta deformada de la espada rota se detuvo antes de la garganta de la Santa de la Espada.

El espectáculo hizo que el tiempo se detuviera, y todos supieron,

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La Santa de la Espada había perdido.

–Eres más débil que yo, así que ya no tienes por qué empuñar la espada.

–¿Si no soy yo…entonces quién lo hará?

–Cargaré con tu razón para empuñar una espada. Tu solo necesitas volverte…mi razón para blandir una.

Él levanto la capucha de su manto. El rostro de Wilhelm miró a Theresia desde debajo de la oscura y sucia tela.

Theresia sacudió su cabeza un poco ante el comportamiento de Wilhelm.

–Eres una persona terrible. Haces que la determinación y decisión de una persona se desperdicie completamente.

–Cargare con todo lo que se desperdicie. Puedes olvidarte de agarrar una espada y solo aceptarlo… Sí, eso es. Puedes plantar flores y vivir en paz y silencio detrás de mí.

–¿Protegida por tu espada?

–Si.

–¿Me protegerás?

–Si.

Theresia coloco su mano contra el plano de la espada empujada hacia ella, dando un paso delante.

Los dos se encontraron uno frente a otro, lo suficientemente cerca para sentir el asiento del otro.

Lagrimas brotaron de los ojos húmedos de Theresia, pero solo transmitieron su pequeña sonrisa al caer.


–¿Te gustan las flores?

–Deje de odiarlas.

–¿Por qué blandes la espada?

–Para protegerte.

La distancia se cerró cuando sus caras se acercaron; y finalmente, desapareció.

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Cuando ella se apartó del toque de sus labios, las mejillas de Theresia estaban rojas. Gentilmente miro a Wilhelm y pregunto, “¿Me amas?”

Él apartó su cara y dijo, “—Sabes que lo hago.”

Justo entonces, la gente cautivada por el baile de las espadas volvió a sus sentidos, y una gran multitud de guardias se acercó. Los hombros se Wilhelm se tranquilizaron cuando vio caras familiares entre los soldados corriendo hacia él.

Las mejillas de Theresia se hincharon ante su actitud despectiva.

Sus sonrisas eran como aquellas que habían intercambiado el día que pasaron viendo las flores.

–Algunas veces una mujer quieres escuchar las palabras.

–Er.

Rascando su cabeza con una expresión culpable en su cara, Wilhelm miró a Theresia, acercando su cara a su oído mientras susurraba, “Algún día, cuando tenga ganas.”

Y así, paso por alto las palabras embarazosas.

***

 

 

 

—Corrió como el viento, y la reluciente atesorada rasgó la piel de piedra con facilidad.

–¡¡Ooooooooooo—!!”

El grito que el viejo espadachín levantó parecía dejar un rastro detrás. Sangre de ballena fue escupida de herida fresca de la hoja, pintando el cielo de escarlata.

Él apareció herido por todo su cuerpo.

Como antes, sangre parecía estar goteando de su hombro izquierdo, pero la sangre esparcida que había manchado su cuerpo entero se había mezclado con su propia sangre, volviéndola  color negro.

Durante tan breve periodo de tiempo, nada más se podía esperar de la magia curativa que detener el sangrado y recuperar una pequeña cantidad de resistencia. Aún estaba en un estado grave, le dijeron que debía tener descanso completo.

Pero viendo a Wilhelm como estaba en ese momento, nadie podía verlo como un anciano en las puertas de la muerte.

Viendo el brillo en sus ojos, viendo la fuerza en sus pasos mientras avanzaba, viendo la viveza de los cortes de la espada que sostenía, escuchando el grito desgarrador haciendo eco, y cautivados por la luz tenue de su alma, nadie podía ver la vida acumulada del anciano como la de un tonto.

Su espada avanzo, un gritó se levantó, y el enorme cuerpo sufriente de la Ballena Blanca se sacudió en intenso dolor.

Con la bestia demoniaca aplastada bajo el Gran Árbol, incapaz de moverse, el Demonio de la Espada corriendo a lo largo de su espalda no dudo en usar su espada. El corte empezó en la punta de su cabeza corrió por su espalda y llegó a su cola, y cuando el Demonio de la Espada se paró en el suelo, se dio la vuelta a la derecha, cortando si estomago en su camino de vuelta a la cabeza.

En un movimiento—afilado, profundo, y muy, muy largo—el único destello de plata cortó a la Ballena Blanca en dos.

Con un salto, el Demonio de la Espada cayó sobre la punta de la nariz de la inmóvil Ballena Blanca una vez más.

Sacudió la sangre de su espada manchada mientras él y la Ballena Blanca se veían a los ojos—con sus destinos fusionándose en uno.

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–…No tengo intención de hablarte mal. No sirve de nada explicar lo bueno y lo malo a una bestia. Entre tú y yo, solo está la ley de la vida y la muerte: El débil es cortado por el fuerte.

–…….

–Descansa—Eternamente.

Dejando detrás un leve susurro, la luz se desvaneció de los ojos de la Ballena Blanca.

Su enorme cuerpo se aflojó, y cuando colapsó, la tierra tembló; y las gotas de su sangre fresca formaron un rio fangoso.

Nadie podía poner en palabras el sentimiento de sangre corriendo bajo sus pies.

Un silencio cayó sobre la Carretera Liphas. Y entonces—

–Se acabó, Theresia. Finalmente…

Encima de la cabeza de la inmóvil Ballena Blanca, Wilhelm volvió su cara hacia el cielo.

Cuando la atesorada espada cayó de su mano, levantó esa mano para cubrir su rostro, y con una voz temblorosa, el desarmado Demonio de la Espada dijo, “Theresia, yo…”

La voz era áspera, pero dentro de ella había un amor ilimitado y profundo.

–¡¡Te amo—!!

Esas eran las palabras de amor que solo Wilhelm sabia. Cosas que nunca le había dicho.

Contenían sentimientos acumulados durante muchos años, palabras que no había dicho ninguna vez a la persona que más amaba, hasta el día que la perdió.

Finalmente, tras el paso de décadas, Wilhelm había dicho las palabras con las que debió haber respondido su pregunta hace mucho tiempo.

Encima del cadáver de la Ballena Blanca, con su espada soltada, el Demonio de la Espada gritó su amor por su difunta esposa, y lloró.

***

 

 

 

–…Aquí, la Ballena Blanca ha caído.

De manera entrecortada, el sonido de una voz agitada hizo eco sobre el silencio de la llanura nocturna.


Ante esa voz, el hombre, sin palabras, levantaron sus rostros.

Sus miradas se derramaron sobre una joven mujer avanzando calmadamente al frente en el lomo de un dragón terrestre blanco.

Su largo y verde cabello estaba desordenado, y estaba cruelmente adornada por heridas sufridas en la batalla, su cara manchada por su propia sangre, un estado muy lamentable para que la vieran.

Y sin embargo, en sus ojos, la chica nunca había brillado más.

Eso era natural para aquellos que juzgaban el valor de los demás por el brillo de sus almas

–……

Con los caballeros observándola, la joven mujer levanto su rostro y respiro profundo.

Habiendo prestado su atesorada espada, la vaina de Crusch estaba vacía.

En consecuencia, empujo su puño hacia el cielo, como para mostrar su mano cerrada a todos los presentes mientras anunciaba:

–¡¡La Bestia Demoniaca de la Niebla que amenazó al mundo durante sus cuatro siglos de vida—ha sido asesinada por Wilhelm Van Astrea!!


–¡¡—Aye!!

–¡¡En esta batalla, somos victoriosos—!!

Con su lord proclamando fuertemente la victoria, los caballeros supervivientes levantaron gritos de alegría.

Con la niebla desapareciendo de las llanuras, los signos de la noche volvieron una vez más—una noche adecuada, con luz de luna iluminando a las personas en el suelo a lo largo y ancho.

Y ahí, después de cuatrocientos años, la Batalla contra la Ballena Blanca llego a su fin.***

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