Death March kara Hajimaru Isekai Kyusoukyoku (NL)

Volumen 11

Capítulo 2: La Fiesta Del Té

Parte 1

Aquí Satou. Dado que los dulces de las tiendas de conveniencia son de tan alta calidad en estos días, puedes comer pastel cuando te apetezca. Sin embargo, cuando era niño, solo comías pastel en tu cumpleaños. Aunque supongo que ahora técnicamente también puedo hacerlo por mi cuenta…

“¿Este es el lugar?”

Una vez que regresé a la mansión, evité la atención de nuestros guardias, el Sr. Kajiro y la Srta. Ayaume, y me dirigí hacia donde había dejado a mis compañeras.

Según mi mapa, una plaza cercana frente a un pozo de agua se usaba como base para tratar a los heridos.

Los puntos indicaban que los miembros de mi grupo también estaban en esa área.

“¡Maestro!”

“¡Bienvenido de nuevo, sir!”

Dado que habían estado rescatando a personas de un incendio, Tama y Pochi estaban cubiertas de sudor y hollín cuando corrieron a mi encuentro. Tendría que empezar un baño caliente una vez que volviéramos a la mansión.

“¿Dejó a los heridos en la mansión, Maestro?” Arisa preguntó en voz baja.

“Sí, todavía necesitan descansar unos días y sanar.”

Liza se acercó a mí con expresión grave.

“Lo siento mucho, Maestro. Hemos usado todas las pociones mágicas que dejaste a mi cuidado.”

“Está bien:” Le aseguré a la ligera.

“Para eso estaban.”

“Maestro, las provisiones para tiempos de guerra que usted proporcionó también se han agotado.”

Detrás de la siempre inexpresiva Nana había un grupo de niños que nunca había visto antes.

Sus ropas estaban hechas jirones y parecían haber sido quemadas en algunos lugares.

Lo más probable es que estos niños hubieran sido heridos de muerte y Nana hubiera usado sus pociones intermedias para salvarles la vida.

“Está bien. Las usaste para salvar a estos niños, ¿verdad?”

“Si, Maestro.”

Todos los niños suspiraron aliviados.

Algunas  de  ellas  eran  niñas,  así  que  saqué  una  serie  de  camisetas  de  repuesto  de Almacenamiento a través de Bolsa Garaje y las entregué.

No parecía haber heridos más graves y todos los incendios se habían apagado. Podría retirarme por el momento.

Saludando a las niñas mientras celebraban sus camisetas nuevas, me di la vuelta. En ese momento, un hombre de aspecto delincuente se paró frente a mí.

“¿Eres el joven noble que ha estado repartiendo pociones mágicas de alta calidad como caramelos?”

Unos matones de aspecto feroz estaban detrás del hombre.

“¿Quién eres tú?” Exigió Liza, sintiendo un aire violento en los hombres y poniéndose al frente.

“No se preocupe, señorita. Soy Skopi, un humilde miembro de los Escorpiones de Barro que dirigen este pequeño vecindario. Escuché que muchos se encargaron de nuestros muchachos y algunos de los otros muchachos por aquí, así que vine a dar las gracias.”

El hombre levantó las palmas de las manos hacia Liza para indicarle que no tenía intención de hacerle daño.

Ella se hizo a un lado, y el hombre inclinó la cabeza hacia mí y me dijo:

“Gracias.”

“Me  alegra  oír  eso.  Soy  Satou  Pendragon,  caballero  hereditario.  Aceptaré  su  gentil agradecimiento.”

“Nosotros no tenemos dinero, pero si alguna vez necesita mano de obra, solo dame un grito. Y si estás buscando algo que no se pueda mencionar en público, puedo presentarte a alguien.”

No pensé que esto último fuera a ser necesario, pero tal vez lo llamaría la próxima vez que reuniera mano de obra.

Despidiéndome de Skopi de los Escorpiones de Barro, me dirigí de regreso a la zona del comedor de beneficencia, donde la Señorita Miteruna y los demás estaban esperando.

“Ciertamente es mucho más limpio por aquí.”

“Sí, esos niños trabajaron muy duro.”

Además de limpiar y barrer toda el área, incluso ayudaron a limpiar antes de la distribución de alimentos.

Ahora el grupo de niños me miraba con ojos expectantes.

“Maestro.”

El ligero empujón de Arisa refrescó mi memoria. Los bocadillos.

Saqué algunos bizcochos duros y bolsas de carne seca de los suministros de la cocina de beneficencia.

“Arisa, ¿puedes reunir a los niños para que pueda repartir bocadillos?”

“Okey-dokey…”

Arisa y las otras chicas comenzaron a agrupar a los niños en filas.

“Gracias por la ayuda.”

Agradecí a cada niño mientras repartía los bocadillos.

“¡Oh, carne!”

“¡Whoa! ¡Esta cecina huele tan bien!”

“¡Tienes razón! ¡Ni siquiera es súper salado o amargo!”

“Este pan duro también huele bien.”

Algunos  de  los  comentarios  me  preocuparon  un  poco  por  lo  que  estos  niños  comían normalmente, pero todos estaban saltando de alegría.

Algunos niños astutos que no habían ayudado a limpiar trataron de hacer fila para comer bocadillos, pero los niños trabajadores los ahuyentaron.

Bueno. No vale la pena ser deshonesto. 

Pero me sentí mal por ellos mientras se alejaban, así que les di algunos trozos de galletas sobrantes, diciéndoles que se aseguraran de ayudar la próxima vez.

Debido a que obtuvieron mucho menos que los niños que realmente ayudaron, probablemente se sentirían motivados para ser voluntarios la próxima vez.

“Maestro…”

“¿Qué es?”

Arisa me empujó, señalando a una de las jóvenes sirvientas.

Ella y los demás miraban con envidia mientras los niños disfrutaban de sus bocadillos. Incluso Tama y Pochi se les habían unido. Ellos también deben tener hambre.

“¿Te importa, Miteruna?”

Saqué algunas galletas más duras, señalando a las jóvenes sirvientas con mis ojos. La sirvienta principal, la Señorita Miteruna, pensó por un momento, luego asintió.

“Ustedes, señoritas, también trabajaron duro, así que aquí está su recompensa.” Entregué las galletas a las chicas.

“¡Yaaay!”

“Huele bien.”

“Je-je, se ven deliciosos…”

“¿Crujienteeeeeee?”

“Sir. La galleta es dura y fuerte, sir.”

Las galletas se vendieron sorprendentemente bien.

Las mandíbulas de las jóvenes sirvientas no eran tan fuertes como las de las chicas bestia, por lo que se llenaban las mejillas con galletas como si fueran ardillas.

“Aquí tienes, Arisa.”

“¿Eh?”

Arisa pareció sorprendida de que ella también tuviera una.

“… Gracias.”

Después de dudar por un momento, aceptó la galleta y la masticó feliz.

Mientras miraba a los niños comer, y Arisa lamía su galleta como si fuera un caramelo por alguna razón, se volvió para hacerme una pregunta.

“Oye, Maestro, ¿sabes cómo hacer gotas de aceite de pescado?”

“¿Gotas de aceite de pescado?”

“Ya sabes, como en los jardines de infancia y esas cosas, esas gomitas suaves que reparten durante la merienda.”

Esto sonó vagamente familiar.

Probablemente usaron algún tipo de aceite derivado del hígado de pescado.

Al comprobar los ingredientes que tenía a mano solo por diversión, me sorprendió encontrar una combinación: había una receta simple en los escritos japoneses que había adquirido en una subasta oscura en la antigua capital.

Las notas en los márgenes decían que era un suplemento de vitaminas A, D, etc.

“Arisa, parece que tengo una receta.”

“Espera, ¿de verdad?”

A pesar de ser quien había preguntado en primer lugar, Arisa parecía sorprendida.

Sin embargo, la receta llevó un poco de tiempo y sospeché que saldría con un sabor y un olor muy a pescado si la seguía al pie de la letra.

“Pero primero tendré que revisarlo un poco, por lo que no podemos empezar a distribuirlos de inmediato.”

“Eso está bien, por supuesto. Simplemente quería algo para esos niños, ya que algunos de ellos parecen tener la piel muy seca o el estómago débil.”

Así que por eso Arisa había pedido las gotas de aceite de pescado.

En el fondo, Arisa fue muy cariñosa y atenta. Probablemente sería una gran madre algún día.

“Joven maestro, ¿está bien si empezamos a acomodar las cosas?”

“Sí, por favor hazlo.”

Una vez que las jóvenes sirvientas terminaron de comer sus galletas, la Señorita Miteruna les indicó que desmontaran el equipo del comedor de beneficencia y lo cargaran en un carrito.

Ayer le había pedido a la Señorita Miteruna el carrito. Tenerla cerca para hacer cosas fue de gran ayuda.

Entonces, de camino a casa, hice una pregunta.

“Miteruna, ¿deberíamos contratar más sirvientas para la mansión?”

Criar a las pequeñas sirvientas, ocuparse de las cosas de la casa y abordar trabajos extraños como este probablemente fue bastante difícil.

Era doloroso sentarse en el carrito sin suspensión. Al final, todos menos Lulu, la conductora, caminaban.

“Joven maestro, posiblemente no podría aumentar sus costos en tal…”

“El Maestro no se ofrecería si no quisiera, así que, si necesitas ayuda adicional, deberías decirlo.”

La Señorita Miteruna trató de negarse al principio, pero Arisa la interrumpió.

La ayuda contratada era muy barata aquí, y ganaba dinero más rápido de lo que podía gastarlo, así que no tuve ningún problema en aumentar nuestra fuerza laboral.

“Bueno, si es posible, podría usar a alguien un poco mayor que las otras chicas, tal vez alguien que ya sepa cocinar…”

“¿Qué hay de Rosie y Annie?”

Lulu hizo una sugerencia sorpresa desde el asiento del cochero.

“¿Quienes?”

“Las chicas que siempre se hacen cargo y ayudan con los preparativos del comedor social.”

Buscando en el  mapa, miré a la pareja en cuestión con el  hechizo de Magia Espacial Clarividencia mientras caminaban por la calle.

Tenían aproximadamente la misma edad que Lulu: una era muy delgada, con piel oscura y de cabello negro, y la otra era una chica de cabello castaño con un rostro sencillo y honesto.