Ryuuou No Oshigoto! (NL)

Volumen 11

Capítulo 5: Fifth Score

Parte 1: División 3-dan, 11º Partida

“Buenos días”

Toda la sala se queda en silencio en cuanto entre en la Arena Onkuroshoin.

—— Es como si todos estuvieran caminando sobre cáscaras de huevo

Su reacción hace que sea fácil decir cómo de vergonzoso fue mi incidente de hace dos semanas.

Sin embargo, esa atmósfera se desvanece de inmediato.

La división 3-dan juega un total de 18 partidas.

Con 10 de ellos en el espejo retrovisor, el último juego ha llegado oficialmente

Las estrellas se están alineando para mostrar quién será y quién no será promovido.

La gente en la cima está bajo presión para permanecer allí.

Los que les pisan los talones están a punto de entrar en pánico cuando sus ventanas de oportunidad empiezan a cerrarse.

Y por último, aquellos con más estrellas negras de derrota de las que pueden manejar se revuelcan en la desesperación de saber que sus partidas restantes no tienen sentido.

—— Si pierdo la partida de hoy…….Me uniré a ellos.

Esta habitación se llenó de esperanza el primer día, pero no queda ni una pizca de ella.

A pesar de estar en nuestro territorio, los jugadores de 3-dan de Kansai están tan inquietos y al límite que es como si nunca hubiéramos jugado aquí antes.

Los 3-dan de Kanto están en los rincones de la habitación sin ningún otro lugar a donde ir. Mientras algunos cierran los ojos para concentrarse, otros resuelven los tsumeshogis con un abandono imprudente. Los demás simplemente miran fijamente al espacio, sus mentes están en otro lugar.

He regresado.

Volví a este infierno.

Sólo hay dos  jugadores en este infierno: los que están en la cima de la clasificación aún tienen su dignidad como seres humanos intacta.

Hiuma Kagamizu, con una sola derrota en su nombre, me reconoce con una rápida mirada antes de volver a su propia preparación para la partida.

Luego, el otro.

Mi primer oponente de hoy—— La única persona en la sala con un registro perfecto y el más joven en lograr el 3-dan.

“Ha pasado tiempo, Ginko-san”

Dice un sonriente Sota Kunugi mientras se acerca a mí.

No siente ninguna presión en absoluto.

La partida aún no ha comenzado, pero le habla a su futuro oponente como si ya hubiera terminado.

“Estuve en Tokio para las últimas actividades regulares, pero… ¡Los resultados fueron tan sorprendentes! Perdiste dos veces seguidas, ¿verdad? Pero, ¡Alégrate! Todavía hay una oportunidad de promocionar con cuatro derrotas”

—— Sólo tengo tres.

Excepto que su comportamiento es tan despreocupado e inocente que no siento la necesidad de corregirlo. De hecho, el simple hecho de interactuar con este niño de primaria es tan aterrador que la idea de huir parece atractiva.

La realidad es: Tengo miedo de enfrentarme a este chico de nuevo a pesar de haberlo derrotado una vez.

Hui de la pesadilla de perder cuatro partidas seguidas en la división 3-dan.

“Perdóname”

El prodigio se sienta frente al tablero.

Entonces, le pido a ese monstruo con la habilidad sobrehumana de ver registros de partidas tan precisamente como una computadora,

“Sota-kun. Dijiste que ganarías la próxima vez que jugáramos una partida, ¿no?”

“Sí. ¿Qué pasa con eso?” Él dice con una sonrisa.

No es una burla, al menos no es su intención.

Simplemente está afirmando un hecho. Sólo comparando objetivamente los niveles de habilidad y prediciendo lo que pasará cuando choquen, eso es todo.

No tiene ni la menor idea de la reacción emocional que sus palabras provocarían en un oponente, del efecto que tendrían en el mundo que le rodea o de cómo podrían volver a atormentarle.

—— Eso es lo que quería saber.

Satisfecha, alcanzo la caja de piezas. Estaba segura de que mis dedos temblarían, pero son tan firmes que hasta yo me sorprendo por mi sólido agarre de la caja.

—— Estoy tan contenta….De no haberlos cortado.

Me he disculpado y estoy agradecida de ser compañeros tan confiables.

La única que está luchando a mi lado hoy es mi mano derecha.

No hay nada más en que basarse.

Tampoco tengo intención de depender de nada más.

Yo recojo un Ou del desorden del tablero. Pellizcando las piezas entre mis dedos por primera vez en dos semanas, recuerdo la sensación al alinear 20 piezas en mi territorio.

como el Maestro me enseñó. Cuidadosamente, educadamente. Pero con fuerza y propósito.

Todo para que los dioses del Shogi cuiden de mí.

“Comencemos”, le digo.

“Hoy, el primer movimiento es mío”