Death March kara Hajimaru Isekai Kyusoukyoku (NL)

Volumen 10

Capítulo 8: La Aventura de la Princesa Meetia

Parte 2

Finalmente, el paisaje inmutable del laberinto nos adormeció en un ligero sueño, por lo que fue solo cuando la escudera Ryula me despertó que supe que habíamos llegado.

“Eso fue bastante cómodo. Le pediré a papá que te dé una recompensa.”

Sir Gerits asintió con apreciación al usuario de Magia Práctica, luego se estiró.

“Hay un nido de monstruos en el fondo de este acantilado, así que tenga cuidado de no acercarse demasiado al borde.”

Nuestro terreno de caza era una cueva grande y cilíndrica con piedras claras en las paredes.

Las piedras brillantes eran escasas, lo que hacía que el lugar fuera más oscuro que los pasajes iluminados con piedras, como si el acantilado continuara hasta el infierno.

Sin embargo, Sir Gerits no pareció compartir mi inquietud.

“Está bien, apúrate y trae algunos monstruos.”

“De inmediato, joven señor.” Con eso, comenzó la caza.

Los monstruos en el área a la que Sir Lurahgiu nos había guiado eran lo suficientemente débiles como para derrotarlos incluso por nuestra cuenta, y había muchos más debajo del acantilado.

Nuestros caballeros guardianes y sacerdotes nos protegieron mientras seguíamos cazando monstruos.

“¡Genial! ¡Subí de nivel!”

Sir Gerits saltó de un lado a otro con entusiasmo.

Había sentido bastante envidia cuando el usuario de Magia de Viento, Sir Dirun, y la Señorita Mary-Ann, que empuñaba un estoque, subieron de nivel ante él, por lo que solo se deducía que ahora estaría tan emocionado.

No podía quedarme atrás.

Los demás, como Sir Luram y el serio Sir Peison, parecían sentir lo mismo.

“¡Definitivamente seré el próximo!”

“¡Trae más monstruos!”

“Ciertamente, queridos.”

La voz que respondió a los dos chicos fue una voz de mujer que no había escuchado antes.

“¡¿Quién es esa?!”

Los caballeros del virrey se dieron la vuelta.

“¡Por ahí!”

Sir Jance, de ojos penetrantes, señaló una figura que había aparecido en una cornisa cercana.

“¿Un saqueador?”

“Así es. Soy Derrin, la Princesa Daga. ¿Qué tal si corto a tus lindos amiguitos con mis dagas?” Lamió desagradablemente las dagas que sostenía en cada mano.

“Un  saqueador  no  atacaría solo. ¡Vigilen  su  entorno!  ¡Pongan a los niños a salvo,especialmente el Maestro Gerits y la Princesa Meetia!”

Siguiendo la señal del caballero del virrey, los otros guardianes entraron en acción. A pesar de ser un equipo heterogéneo, todos eran vasallos de los grandes nobles.

“Su Alteza, ¿ha oído algo?”

“No te distraigas, Ryula. Concéntrate en proteger a la princesa.”

“¡S-Sí, señora!”

Ante el regaño de Ravna, la escudera Ryula miró rápidamente a su alrededor.

Sin embargo, me intrigaron las palabras de la escudera, así que cerré los ojos y escuché. Y cuando lo hice…

“¡Ravna! ¡Pasos! Sir Jelil me advirtió sobre esto. ¡A los saqueadores les gusta causar estragos en cadenas de monstruos y atacarlos a los exploradores!”

Los ojos de Ravna se agrandaron.

“¡Aléjate del pasaje!” Ella gritó.

Algunos de los caballeros y guardianes lograron reaccionar, pero el resto fue derribado por el acantilado por el repentino aluvión de monstruos abejas y saltamontes que irrumpieron en la caverna.

“¡¿Asesinos de caballeros?!”

“Eso está bien. Las tolvas de cuerno pueden perforar incluso la armadura más resistente, y las abejas cabeza de roca pueden aplastar el casco más duro. ¡Divertanseeeee!”

Los magos atacaron a la despectiva saqueadora, pero ella estaba tan lejos que los esquivó fácilmente.

“¡No se distraigan! ¡Tenemos que luchar contra estos monstruos con todo lo que tenemos!”

“¡Gya-ja-ja! Así es… ¡sigan y luchen por sus vidas!”

La mujer se rió de los guardianes que luchaban desesperadamente.

Nuestros guardianes eran todos tan fuertes como mi caballera Ravna, por lo que rápidamente apilaron cadáveres de asesinos de caballeros.

“¡Mejor apúrense, o no estarán listos para la segunda ración!”

Los siguientes en aparecer fueron gigantescos monstruos de mantis religiosas… siete de ellos, nada menos.

“¡¿Ahora son mantis soldado?!”

“¡Aquellos que confían en su fuerza, síganme! ¡El resto de ustedes, quédense atrás y defiendan a los niños!”

Los caballeros del virrey encabezaron la carga contra las mantis.

Ravna se quedó atrás para asegurarse de que estaba a salvo, pero una parte de ella debió haber querido unirse a la batalla: la sangre goteaba de su puño fuertemente apretado.

Una espada mágica brilló en rojo cuando se cortó las mantis soldado.

¿“Hoja Hechizada”?

 Parecía que los caballeros del virrey podían usar “Hoja Hechizada”, al igual que mi caballera, Ravna.

“¡Increíble! ¡Buen trabajo!”

Sir Gerits y los demás vitorearon a los caballeros, pareciendo olvidar la situación actual. Bajo protección mágica, los caballeros continuaron masacrando a las mantis.

“¡Es una mantis de guerra!”

Pronto aprendí el terrible significado de estas palabras gritadas.

En poco tiempo, los poderosos caballeros fueron eliminados como soldados comunes.

La mantis de guerra era tan grande que las mantis soldado parecían niños en comparación.

“¡No te dejaremos pasar!”

Los caballeros del virrey se pararon frente a la mantis de guerra.

Pero después de su batalla contra las mantis soldados, quedó claro que el agotamiento estaba comenzando a pasar factura.

“Su Alteza…”

Ravna me miró, su rostro lleno de deseo de luchar.

“Te concedo permiso.”

“¡¿S-Su alteza?!” La escudera Ryula exclamó sorprendida.

“Ve, Ravna. Muéstrale al Reino Shiga la fuerza de un caballero Nolork.”

“¡Entendido!”

Ravna desenvainó su espada y se acercó a la mantis de guerra como un viento huracanado.

“¡Hoja Cortadora de Rocas!”

Su espada roja brillante se balanceó hacia la mantis de guerra y chocó contra su brazo protector.

“Si ni siquiera la espada de Ravna puede cortarlo, los monstruos del laberinto deben ser realmente impresionantes.”

Una vez que Ravna se unió a la lucha, la batalla volvió a ir a nuestro favor. Mientras observaba, un humo blanco se elevó repentinamente del suelo.

“¿Q-Qué es esto?”

“¿Quién usó una bomba de humo?”

“¿Tú otra vez, Luram?”

“¡Y-Yo no fui yo!”

Antes de que pudiera volverme para mirar a Sir Gerits y los demás, mi visión se llenó de humo blanco.

“¡Ahhh!”

En ese instante, vi a la escudera Ryula caer al suelo sangrando.

“Ryu…”

Pero no pude terminar de llamarla por su nombre antes de que me taparan la boca.

El hedor a carne podrida asaltó mi nariz. ¿Era el explorador Lurahgiu quien estaba bloqueando mi boca?

No importa cuánto luchara, no podía escapar, y una cuerda de algún tipo estaba envuelta alrededor de mi torso.

Phweeeeee.

 “¿Qué es ese silbido?”

“Podría haber más saqueadores. ¡Protejan al Maestro Goeritz y sus amigos!” Los gritos de los guardianes se hicieron cada vez más distantes.

No.

Era yo quien estaba siendo arrastrada.

Después de un impacto que me dejó sin aliento en los pulmones, fui cargada como un equipaje.

“¿Hunh? Vine porque escuche que habría una princesa de algún reino extranjero. ¿Quién es esta mocosa?”

Qué grosero. Levanté la cabeza para protestar, pero tan pronto como mis ojos se posaron en el rostro que estaba medio cubierto por una máscara, sentí que el miedo se apoderaba de mi corazón.

Estaba tan asustada que me tomó un tiempo darme cuenta de que apestaba a carne podrida, al igual que Lurahgiu.

Toda una banda de saqueadores había aparecido junto a la mujer que había estado allí.

“C-Capitán. Déjame tener esto, por favor.”

El gigante que sostenía la cuerda de la que colgaba me vio fijamente con una mirada ardiente.

“No serviría de nada para fertilizar pociones demoníacas. Igual la terminaremos matando. Déjame divertirme.”

El hombre de la media máscara me miró con frialdad y asintió con su permiso al gigante.

“¡Su Alteza!”

Mi caballera, Ravna, llegó corriendo por el acantilado.

Un solo paso en falso o un momento de vacilación la habría hecho caer directamente en el nido de monstruos de abajo.

Y, sin embargo, aún más fuerte que mi preocupación por su seguridad, sentí alivio de que hubiera venido a rescatarme.

“Oh-ho, me gusta el valor de esta.”

“¡Suelta a Su Alteza!”

“Te aceptaré, nena. Mi nombre es Ludaman. Rey Saqueador Ludaman.”

Ravna blandió su espada hacia el autoproclamado Rey Saqueador, pero él la bloqueó con un hacha de batalla aterradora.

“Tienes un brazo fuerte. Pero con una espada de bronce, no aguantarás mucho contra mi hacha de batalla mágica.”

Chispas rojas iluminaban la cornisa cada vez que la espada y el hacha chocaban.

Su físico parecía más o menos el mismo, pero de alguna manera la superó en velocidad y fuerza bruta.

“No es justo, Ludaman. También me uniré.”

“Puedes quedarte con los caballeros, pero no toques a esos mocosos.”

… ¿Qué es esto?

 “Lo sé.  Una vez que vengan los  guardias  del  virrey, simplemente los  maldeciremos  y correremos, ¿verdad?”

“Siempre que lo recuerdes. Hazles una buena demostración.”

¿De qué estaban hablando? Era casi como si…

“Ya hemos terminado, ¿verdad?”

“Incluso si su espada se rompe, el corazón de un caballero nunca vacila.”

Con la espada medio rota, el casco y las hombreras en astillas y la sangre manchando su cuerpo, Ravna, la caballera, seguía de pie valientemente contra el Rey Saqueador Ludaman.

Alguien, por favor salve a Ravna. Cualquiera, te lo ruego…

“… Por favor, ayuda.”

Susurré lo que bien podría ser mi último deseo.

“Geh-je-je, ¿estás llorando, princesa? ¿Quién te va a salvar, eh?”

El gigante que sostenía mi cuerda se burló y lamió mi mejilla con su repugnante lengua. Sentí que derramaba una sola lágrima ante mi impotencia y mi deshonra.

“¿Quién, preguntas? ¡Vaya, una noble banda de héroes, por supuesto!” Una voz joven resonó en el campo de batalla de la desesperación.

Esa voz solo podía pertenecer a…