Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 11

Capítulo 3: Verdadera Cara de un Dios

Parte 4

En la casa de la Familia Freya, Folkvangr, los miembros de la familia lucharon intensamente día y noche.

No sería correcto llamarlo una batalla simulada, sino más bien entrenar por medio de combates a muerte. Para ganar el favor de su diosa patrona, cruzaron espadas con una fuerza intensa, desesperados por volverse más fuertes que la siguiente persona.

—Pero ese día, los miembros de la Familia Freya dejaron de moverse. Dentro del campo amurallado, armados y quietos, todos miraron en una dirección, unidos.

Anochecía. El cielo se ponía rojo en el oeste. Su atención fue robada por la batalla que se desarrollaba ante ellos.

—¡Argh!

—¡¿Qué—?!

Un rugido atronador resonó, levantando trozos de tierra. Cuando llovieron terrones de tierra y plantas, el cuerpo de la chica de cabello rubio y ojos dorados se elevó en el aire, impresionada por el impacto. Aiz había logrado esquivar el ataque que el boaz había desatado desde lo alto de su cabeza por un margen muy fino, pero no había tiempo para estremecerse ante el golpe que destrozó el suelo ya que se vio obligada a lidiar con lo que vendría a continuación.

—¡Hah!

Su confiada Desperate derribó la gran espada que se acercaba a ella. Cuando Ottar entrecerró los ojos, Aiz aceleró con una valentía que dejó sin aliento a los curiosos miembros de la Familia Freya. Ellos cruzaron espadas una y otra y otra vez.

Era otro día más de entrenamiento con Ottar—otro día de práctica con el más fuerte de la ciudad, un Nivel 7, que ella había solicitado y que desencadenó una cacofonía de sonidos.

Ottar no le dio ningún consejo. Simplemente intercambió golpes con ella, y eso fue todo.

Era un estilo de entrenamiento de combate duro y real. Como si le estuviera diciendo con sus armas cruzadas que aprendiera a través de la pelea. Le había dado a Bell el mismo trato, ya que no era muy buena para expresarse con palabras, pero lo que hacía con Bell pareciera lindo en comparación a esto, ya que Ottar no tenía intención de guiarla.

Como si considerara obvio que Aiz tendría que forjar su propia ruta, el guerrero boaz la golpeó con su fuerza abrumadora. No estaba usando una espada con un filo desgastado ni nada. Si no tenía cuidado, podría morir fácilmente. Y si Aiz cometía un estúpido error, Ottar probablemente la cortaría sin piedad por la mitad.

Aiz fue maltratada, día tras día. El entrenamiento especial comenzó antes de que saliera el sol, y siguieron luchando hasta después de que se puso el sol. El único momento en que podía tumbarse en el suelo y mirar al cielo era cuando el día estaba a punto de ocultarse.

Una vez que todo se puso oscuro, ella se desplomó en el suelo y se desmayó por un breve momento antes de comenzar el entrenamiento nuevamente temprano en la mañana. Ni siquiera le dieron una cama. La chica llamada Helen, que estaba atendiendo a Freya, se había negado a dejarla pasar y le dio un cambio de ropa y un paño húmedo para lavarse, pero de no ser por ella, Aiz ni siquiera se habría bañado.

Era el séptimo día de su entrenamiento especial. Aiz se dio cuenta de que estaba en la misma posición que el chico de cabello blanco había estado antes. En cualquier circunstancia normal, ella podría haberse reído, haberle hecho cosquillas, le había parecido gracioso, pero no le quedaba capacidad para eso. La espada en su mano derecha parpadeaba constantemente, deteniendo la interminable tormenta de golpes que caían sobre ella.

—Lento.

—¡¿—Gh?!

Ella fue golpeada por un poderoso golpe. Incapaz de bloquearlo completamente, Aiz fue enviada a rodar por el suelo antes de que finalmente se detuviera, arrodillada sobre una rodilla.

Mientras Aiz respiraba con dificultad, Ottar parecía totalmente tranquilo, sin sudar en absoluto.

El viento de Aiz ya se había agotado al lanzar Airiel al comienzo de la sesión de entrenamiento, pero antes del mediodía, estaba fuera de sí, y el combate se convirtió en una lucha cuerpo a cuerpo. Ella continuó cubriendo la enorme carga física de la magia fuerte con los elixires que Ottar la obligó a tomar.

Lo más sorprendente fue la tenacidad sin fondo de Ottar. Independientemente de si ella usaba su viento o no, él tenía la fuerza abrumadora para derrotarla por completo. Con la frustración en su rostro, se limpió el barro que cubría sus mejillas rasmilladas.

—… Princesa de la Espada.

—¿…?

Ottar abandonó su postura y, por primera vez durante su entrenamiento, le hizo una pregunta:

—¿Qué tan fuerte es el oponente con el que tienes que luchar para llegar tan lejos?

Ottar estaba reconociendo la determinación y la intensidad de Aiz para soportar los días de entrenamiento mientras se acercaba a él como un animal desesperado y acorralado. Por primera vez, el más fuerte de la ciudad mostró interés en el objetivo que la había llevado a buscar un entrenamiento especial con él.

—…No lo sé. No puedo ver un límite para mi enemigo; Respondió Aiz con su sincera impresión.

La criatura con el pelo rojo color sangre pasó por su mente. Cuando Aiz pensó que la había superado al subir a Nivel 6, Levis se había convertido en una especie mejorada que saltó por encima de Aiz nuevamente a una velocidad inhumana. Si Levis estaba aumentando su fuerza reuniendo piedras mágicas, ya no había forma de hacer un cálculo simple de su

fuerza. Después de luchar para ponerlo en palabras, Aiz finalmente compartió su perspectiva.

—Pero en términos de estado puro … ella es definitivamente más fuerte que tú mientras me estás enfrentando en este momento.

—…

Mientras Aiz pensó en la fuerza de Levis cuando se enfrentaron en Knossos, los ojos de Ottar se entrecerraron. Como si ella hubiera avivado las llamas de su espíritu de lucha.

Una de las cosas más aterradoras sobre el boaz era que no estaba luchando con toda su fuerza—no usaba magia ni siquiera ninguna habilidad. Ottar simplemente la estaba enfrentando solo con su habilidad pura. Y la estaba dominando solo con su destreza física a pesar de su viento y otras técnicas mortales. Hizo uso libre de su experiencia de batalla inimaginable y de una abrumadora profundidad de tácticas. Más que nada, considerando la raza de Ottar, estaba segura de que él todavía tenía un as bajo la manga.

—Una criatura, ¿eh? Me enteré por Tammuz, pero…

Aiz se sorprendió al escucharlo decir la palabra criatura de la nada, pero Ottar no le prestó atención mientras continuaba.

—Princesa de la Espada. Después de intercambiar golpes contigo, he entendido algo.

—¿?

—No eres tan hábil como crees en el combate contra otras personas.

—¡¿?!

Aiz estaba tan sorprendida por su repentina declaración que su sorpresa fue casi audible. No estaba llena de sí misma de ninguna manera, pero estaba orgullosa de haber trabajado duro para llegar a donde estaba—además de un poco de confianza en su apodo como la Princesa de la Espada. Tener eso negado por alguien que estaba por encima de ella, por el hombre más fuerte de la ciudad, fue un duro golpe para su autoestima.

—En comparación con los de tu generación, eres ciertamente excelente, bastante fuerte… Pero en comparación con Finn o conmigo, te estás faltando algo.

—¡…!

—Nuestra generación tenía a Zeus y Hera, monstruos que actuaban como si nuestros contraataques no fueran nada… Durante ese tiempo, los jóvenes de Orario no tuvieron más remedio que emprender una batalla contra otras personas.

Las palabras del guerrero, que se deslizó en los recuerdos de los días pasados, golpearon a Aiz. Era la era turbulenta que Finn y los demás habían logrado sobrevivir, la Edad Media de la ciudad, la era cruel que había continuado hasta el final de la lucha con The Evils.

¿No había forma de superar la diferencia de experiencia? ¿No había forma de que ella ganara contra Levis como aventurera? Aiz se mordió el labio.

—Pero no lo malentiendas. Ahí no es donde reside tu verdadera habilidad. En ese momento, el tono de Ottar cambió.

—La verdadera naturaleza de tu espada no radica en luchar contra las personas—es un arma para matar monstruos.

—¡¡–!! Aiz quedó impresionado.

Cuando levantó la cabeza, vio que los ojos verdes que la miraban eran los mismos de siempre.

—Te he visto pelear en el Calabozo muchas veces. Y después de este entrenamiento, estoy seguro. El único propósito de tu espada es matar monstruos… eso lo lleva a un extremo logico, eliminando todas las preocupaciones extrañas, sin preocuparse por las heridas. Una

obsesión. En ese sentido, me has superado a mí—y al resto también, incluyendo a Finn.

Técnicas de espada manejadas con el único propósito de matar monstruos. Una espada asesina para matar innumerables monstruos, creando una montaña de sus cadáveres. Ottar lo estaba diciendo solo en ese sentido, ella los había dejado muy atrás. Aiz miró maravillada y agitada mientras preveía lo que estaba a punto de decir.

—Cuando luchaste contra esta criatura, ¿la estabas percibiendo como una persona?

—¡…!

Eso fue correcto. Aiz había cruzado cuchillas con Levis como si fuera una aventurera o una guerrera, tal como lo era Aiz. Eso fue completamente porque tenía una forma humana, porque había sido posible un entendimiento mutuo. Después de saber que Levis era una criatura, se había enfrentado a ella como una guerrera.

—Una vez que percibes a un enemigo como una persona, incluso si es un monstruo, no tienes ninguna posibilidad de ganar.

La espada en sus manos tembló ante su afirmación. No había forma de que pudiera conocer la habilidad de Aiz. Y sin embargo, era como si supiera la historia completa de la habilidad grabada en su espalda.

Era cierto, si ella ejercía ese poder mientras luchaba contra Levis, la lucha sería diferente de lo que había sido en el pasado. Pero la fuente de su fuerza—su obsesión—era vacilante. Debido a la resolución del chico con el que había luchado bajo la luz de la luna y las lágrimas de la chica dragón, había perdido su blanco. Frente a Aiz, quien mostró una angustia aún más profunda que antes, los ojos de Ottar se agudizaron.

—… Te perdiste después de enfrentarte a los monstruos armados, ¿eh?

—¡!

¿Cuánto sabe este hombre—?

Era como si él pudiera ver claramente en su mente. El sudor rodando por su rostro, con la garganta seca, Aiz comenzó a mover la boca antes de darse cuenta.

—¿cómo lo sabes…?

—No sé nada de ti. No lo sé, pero lo entiendo. Nada menos que tu propia espada muestra cuán poco entusiasta es tu resolución.

El guerrero decía que las chispas volando y las armas chocando le habían mostrado todo. Aiz se miró las manos. La hoja plateada reflejaba la cara que ocultaba su duda.

—No puedo compartir una respuesta ni ningún método para resolver tu conflicto. Y no me interesa hacer que eso suceda. Sin embargo, si tuviera que decir algo, entonces…; El aventurero más fuerte de la ciudad se detuvo. —¿Por qué crees que puedes vencer a un enemigo más poderoso que tú sin verter todo lo que tienes en él?

Aiz se conmocionó aún más por este comentario que lo condujo a eso. Ella no estaba segura. En verdad, ella estaba tratando de posponer una resolución a sus dudas. Dada la

existencia de los Xenos, ¿debería considerar a los monstruos como un mal absoluto que debe ser destruido—o no? Pero el guerrero ante a ella se encogió de hombros ante esa preocupación. Él le estaba diciendo que si había un muro que necesitaba superar, entonces debería superarlo con todas sus fuerzas.

En el momento siguiente, Ottar emitió una vibra completamente diferente mientras caminaba bruscamente hacia ella. Con los ojos bien abiertos, Aiz logró levantar a Desperate y atrapar su fuerte golpe.

—Hay una llama en ti. Una determinación negra que te destruirá si das un solo paso en falso.

—¡…!

—No dejes que te trague. Contrólalo. Y recuerda.

Su misteriosa declaración provocó un shock. Y lo acompañó con un corte sin complejos de su espada. La chica estaba visiblemente sorprendida cuando el boaz le dio esa verdad.

—El enemigo al que te enfrentarás—no es más que una breve parada hacia algo mas grande.

—¡¡–!!

Una escena brilló ante los ojos de Aiz. Un fondo de invierno salvaje. Una niña llorosa que lo había perdido todo. Y un solo deseo que tenía que lograr.

——¡Ghhhhh!

Aiz aulló. Mientras desviaba la espada de Ottar, el choque dejó escapar un estallido explosivo, y se lanzó hacia adelante, comenzando un furioso contraataque. Le dolía la espalda con las letras sagradas grabadas en su piel.

Pero no fueron las llamas de destrucción las que consumieron a Aiz. Sus ojos estaban fijos en la meta que estaba delante de ella—el espíritu de lucha centrado en un solo enemigo.

Contrólalo sin ser consumida. No confundas para qué sirve. No destruyas por odio. Todo es por el bien de ganar, para proteger a mis amigos, mi familia y esta ciudad.

—¡Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!

Esto encendió la resolución de Aiz. Con una fuerza que no había ejercido antes, levantó una tormenta de acero.

—Eso es bueno—

Fue un avance que no podría haber sucedido si no fuera por Ottar. Las palabras que pronunció no hubieran podido alcanzarla si hubieran venido de Riveria o Gareth, Finn o Loki, o aquellos que conocían su pasado. Era algo que ella solo podía aprender de él, alguien que no tenía conexión con ella, el hombre conocido como Warlord. Un medio de resolución.

La espada de Aiz se aceleró mientras se enfocaba en el enemigo que tenía que derrotar. La guerrera que estaba frente a ella se superpuso con la imagen de esa mujer.

Frunciendo los ojos, Ottar respondió a esas llamas usando solo su fuerza.