Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 10

Capítulo 2: Alguien Llamado Tonto

Parte 1

No había una sola nube en el cielo ese día—clara y azul sobre la ciudad. El clima estaba perfecto.

Los residentes de Orario creían que este era otro de esos días aburridos y pacíficos mientras se limpiaban el sudor de las cejas. Los sonidos de sus pasos se unieron en una balada, tocando la armonía de la vida en la ciudad. La brisa de principios de verano no se encontraba en ninguna parte, y el sol golpeaba la ciudad como para reafirmar que el verano acababa de comenzar. El pavimento de piedra absorbió sus rayos y dio lugar a una neblina de calor.

Aiz estaba sudando ligeramente mientras se dirigía a al Parque Central.

Tengo que llegar al piso dieciocho y buscar información una vez más …

Mientras la Familia Loki seguía olfateando más pistas, Aiz supervisó el Calabozo. Hasta el día anterior, su misión principal había sido el descubrimiento y la eliminación de plantas— despensas llenas de flores devoradoras de hombres, cuya existencia salió a la luz durante un incidente en el piso veinticuatro. El objetivo era cortar la corriente de fondos de ingresos de Knossos, que había sido a través del contrabando y la venta de monstruos del Calabozo.

En días anteriores, ella había inspeccionado las despensas de cada piso hasta el piso treinta. Finn había juzgado el riesgo involucrado en mover cosas ilegalmente por debajo de ese nivel demasiado alto para que pudieran establecer plantas allí. Acompañado por un escuadrón de élite, Aiz había despejado todas y cada una de las plantas que quedaban en el Calabozo.

Ahora que había sido liberada de esta peligrosa misión de batalla, ella planeaba estirar las piernas yendo al Under Resort.

Ya estaba claro que Knossos estaba conectado al Calabozo. Lo habían confirmado el otro día cuando encontraron una entrada en el borde oriental del piso dieciocho, y tenía la intención de reunir información en Rivira después de descansar.

Tengo curiosidad por esta bestia humanoide … con alas.

Notó que varios residentes susurraban entre sí y distinguió la palabra monstruo. En el transcurso de unos días, el frenesí inicial pareció disminuir, aunque el informe de un monstruo tenía que ser inquietante para el civil promedio. Había unos pocos bardos con mal gusto, cantando alegremente en los bares sobre el caos, lo que estaba bien y todo. Pero ella sospechaba que esto era la fuente de rumores infundados de que el monstruo aparecía noche tras noche y atacaba a la gente de la ciudad.

Este incidente fue relativamente pequeño en comparación con la Monsterphilia, pero el miedo y la ansiedad flotaban en el aire de la ciudad.

Todos tienen miedo de los monstruos … lo cual tiene sentido … ya que estas personas no son aventureros.

Significaba que no tenían los medios para defenderse, y había muchas más personas indefensas que aquellas capaces de mantenerlos alejados.

Para sus ojos, los monstruos eran un miedo manifestado y violencia en forma material. No se les podía permitir echar raíces en las residencias humanas, o de lo contrario sus colmillos extraerían sangre, sus garras entregarían heridas y sus rugidos inspirarían gritos de terror.

Cuando entró en Babel, Aiz se preguntó si había una manera de calmar sus temores.

Tuve un comienzo tardío. Por ahora, los otros aventureros deberían estar …

Ella se dirigió un piso bajo tierra en la torre blanca que conducía al Calabozo, descendió la escalera plateada hacia el gran agujero y sintió como si la pintura del cielo azul en el techo la estuviera observando. Ya había pasado la hora punta, y no había mucha gente alrededor.

Cuando estaba haciendo su descenso con otros dos o tres aventureros que iban solos, Aiz se detuvo en seco.

¿Bell?

Había una sola persona subiendo las escaleras frente a ella.

Ella reconoció ese cabello blanco ondulado y su cuerpo delgado. Pertenecían a un chico que ella conocía, un novato que se había convertido en una celebridad de la noche a la mañana, el tema a voces de la ciudad.

Pero Aiz no podía estar segura de que fuera Bell Cranell al principio.

Con los ojos bajos y una postura encorvada, él parecía abatido—no, estaba francamente triste, como si hubiera caído en un pantano sin fondo. Incluso Aiz podía leer su estado de ánimo, que estaba diciendo algo.

No había nada de su habitual nerviosismo, o seriedad, o pequeña sonrisa tímida.

Aiz se dio cuenta de que algo andaba mal y este sentimiento llego a su corazón. Por supuesto, ella no lo mostró en su rostro sin emociones, pero estaba nerviosa.

—Ah…; Él finalmente la notó, levantando la cara para mirarla inexpresivamente.

—Señorita Aiz…; Murmuró Bell, como si estuviera fascinado por sus ojos.

Los dos se habían detenido en su lugar, uno mirando hacia abajo y otro hacia arriba. Los aventureros que pasaban los miraban boquiabiertos.

Bell se tomó su tiempo para elegir sus palabras. Aiz permaneció en silencio.

—¿Estás … yendo al Calabozo…?

—Si…

—… Um, señorita Aiz …

—…

—¿Tú … um … ahora mismo …; murmuró incomprensiblemente, hablando vacilante mientras su atención se desviaba a sus pies.

Era como si no pudiera controlar sus sentimientos.

Aiz se dio cuenta de que había comenzado a hablar con él. —Andando.

—¿Qué…?

—Vamos a algún lugar donde podamos estar solos…; Continuó, extendiendo su mano.

Los ojos de Bell se abrieron de par en par. Consideró los delgados dedos estirados frente a él antes de poner nerviosamente su mano sobre la de ella. Tenía la expresión de un niño perdido abandonado en una parte desconocida de la ciudad.

Aiz canceló sus planes para la tarde y dejó Babel.

Para encontrar un lugar tranquilo, ellos avanzaron más allá del Parque Central, ignorando las miradas de la gente de la ciudad mirando a los dos aventureros de primer nivel.

A través de su mano, Aiz podía distinguir una mezcla de emociones—que él se sentía un poco nervioso por tomarse de las manos y patética, y que no él podía dejarlo ir.

Aiz fingió no darse cuenta.

Ellos cortaron varios caminos antes de detenerse en un área vacía rodeada de casas.

—… Um, lo siento. Por, ya sabes, quítate tu tiempo.

—Está bien…

No había nadie más alrededor, excepto por los dos. Bell soltó su mano y la miró de frente. Sus ojos volvieron a mirar hacia abajo, pero se detuvo, mirando directamente a los ojos dorados de Aiz.

—…

—…

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos miramos tan de cerca? Aiz pensó en el fondo de su mente. Había una cualidad nostálgica en él por alguna razón.

Su cabello blanco y sus ojos ruby le recordaban a un conejo blanco. Pero estaba visiblemente angustiado, una desviación de su vitalidad y emotividad habituales—lo que era suficiente para cubrir también su propia parte de emociones. Le entristecía verlo en este estado.

Angustia. Conflicto. Indecisión. Casi podía ver estos sentimientos salir de sus ojos, rogándole apoyo.

¿Qué le pasará…? Aiz preguntó internamente—sin que él pudiera responder.

Quiero deshacerme de la fuente de tus preocupaciones, pensó, de la misma manera que deseaba eliminar a los monstruos y calmar al público en general.

—… ¿Qué pasa?

¿Qué pasó? ¿Por qué te ves perdido? Aiz suplicó, como si llamara a la puerta de su corazón, pidiéndole que la dejara entrar. Y Bell apretó su mano derecha contra su pecho, agarrando su corazón vacilante.

—Señorita Aiz …

—…

Él tragó saliva, tomándose su tiempo para sacarlo. —Si los monstruos tuvieran una razón para vivir … Si tuvieran sentimientos como tú y yo … ¿qué harías?

Al escuchar la pregunta detrás de su mirada, Aiz se encontró con una emoción—desconcierto.

¿De qué estás hablando? ella preguntó con toda honestidad.

Qué pregunta sin sentido, una hipotética sin sentido.

Pero sus ojos la miraron seriamente, y Aiz se encontró frunciendo los labios, considerando el significado detrás de su pregunta, enfrentándola a su manera, mientras evitaba una respuesta.

—…

Ella estaba pensando:

Digamos que un monstruo podría sonreír, como un humano. O ser consumido por la preocupación, como un humano.

O derramar lágrimas, como un humano.

¿Podría seguir balanceando mi espada?

El tiempo pasó por ellos en silencio. Los árboles dejaron pasar rayos de sol a través de sus ramas y hacia la calle, y sus sombras se transformaron cuando la brisa movió sus hojas. El infernal viento de verano se extendió entre los dos aventureros.

Aiz pensó, y pensó, y pensó. Y al final, se quedó con una respuesta totalmente simple.

—Si los monstruos lastiman a alguien… No, eso no es todo; Aiz hizo una pausa, sacudiendo la cabeza antes de continuar.

—Si alguien llora por un monstruo—lo mataría.

No dejó rastros de duda en su respuesta.

—¿¡Ngh!?; Bell estaba temblando, sin palabras, quebrado.

De todas sus emociones, una burbujeó a la superficie. Era una mirada de desesperación.

Pero la mirada de Aiz no vaciló en lo más mínimo, atravesó directamente a Bell cuando se puso pálido, confundido por la mirada en sus ojos. Ella preguntó a través del contacto visual: ¿no lo harías?

Un temblor recorrió a Bell.

Ola tras ola de emociones iban y venían de su rostro, como si su vida estuviera brillando ante sus ojos, o como si estuviera cuestionando el estado del mundo. Estaba parado entre Aiz

y algo con una mirada abatida, como si estuviera atrapado en una paradoja.

En cuanto a Aiz, ya no estaba atormentada por la confusión, mirándolo fijamente y preguntándole.

Pero había algo que sonaba como … cristales rotos, como si estuviera escuchando sus dos caminos rompiéndose en direcciones opuestas.

—Yo—; Una gota de sudor corrió por su barbilla estrecha, y Bell comenzó a aflojar su boca congelada.

¡Clang! ¡¡ Clang!!

Una campana sonó desde una torre, rompiendo el momento entre ellos.

—””¡¿Hgn?!”” Aiz y Bell levantaron la cabeza.

Esto sonaba diferente de cuando el reloj marcaba el mediodía y seguía sonando cada vez más fuerte, como si expresara sus sospechas de este estado tranquilo. Nadie creería que había paz en la tierra al escuchar este sonido. Cuando el gong llenó el cielo y canceló todo el ruido de la ciudad, los pájaros batieron sus alas y emprendieron su vuelo.

No era del campanario del este sino del noroeste.

—El cuartel general del gremio está en esa dirección… ¿Esta es una campana de advertencia?; Preguntó Aiz.

Bell salió de allí.

El gran campanario mantenido por el Gremio sería llamado una advertencia en toda la ciudad–

-un anuncio de emergencia.

Los ojos de Aiz se abrieron en silencio.

***

—¡¿Esta es la gran campana del Gremio?!

Al mismo tiempo, las orejas élficas de Lefiya reaccionaron y se detuvo en seco en la calle junto con todas las demás personas a su alrededor.

——¡Alerta de emergencia! ¡Alerta de emergencia! ¡Todas las familias con sede en Orario deben seguir las instrucciones del gremio!; Retumbó un sistema de altavoces tallado en piedras mágicas.

Los golpes de pánico se mezclaron con las reverberaciones de la campana que sacudía el aire.

—¡El Gremio emitirá una misión!

—¡Raúl!

—¿Una misión…? ¿Para todas las familias?

Parecía que la emisora ni siquiera podía ocultar su inquietud. Anakity y Raúl y todos los demás miembros de la Familia Loki alrededor de la ciudad se congelaron en el lugar, golpeados con una premonición siniestra.

—¡Los monstruos equipados con armaduras y armas han destruido a Rivira en el piso dieciocho! ¡Hemos confirmado un gran número de ellos en movimiento!; Chilló el empleado del Gremio, la voz se convirtió en un grito urgente mientras informaban a los aventureros.

—¿Monstruos armados?

—B-Bete Loga, ¿Acaso una migración masiva de monstruos no es algo, o sea, super malo? ¿Qué pasa si rompen Babel …?

—Tch… ¡¿Qué demonios está pasando?!; Bete no preguntó a nadie en particular, ignorando las preguntas de la chica amazónica que se unía a él para volver a examinar un edificio desierto en el área restaurada del barrio rojo.

—El Gremio está ordenando el despliegue inmediato de todos los aventureros para exterminarlos—- ¿Qué? ¿E-en serio? …E-entendido.

La situación estaba cambiando, entrando en caos.

—¿Escucho pánico en la voz de la emisora?

—¿Paso algo?

Tiona y Tione habían saltado a un terreno más alto, observando la agitada ciudad desde arriba.

—¡Todos los ciudadanos, incluidos los aventureros, tienen prohibido ingresar al Calabozo! El gremio contactará a las familias directamente. ¡Por favor, esperen en sus respectivos

hogares! Repito—; El anuncio resaltó, recuperando su ritmo y tono contundente al enfatizar la urgencia de la situación.

—Un cambio en las órdenes, ¿eh?

—Apuesto a que el Gremio también está confundido. Ni siquiera pueden mantener sus planes firmes. Eso o …

—Hay un tipo grande entrando. Uno o el otro.

Riveria, Gareth y Loki escuchaban atentamente por la ventana abierta de la mansión, rápidos en sus intentos de reconstruir sus próximos movimientos en función del anuncio entrante.

—¿Esta fanfarria marca la destrucción de Orario o un evangelio para guiarnos? … ¿Cuál será?

Los ojos azules del líder hobbit se entrecerraron mientras escuchaba la destrucción de la vida tal como la conocían.