Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 10

Capítulo 6: Levantando el Telón

Parte 2

 

 

Mientras tanto, en el Domo Sirius….

“¡Todos! ¿Cómo van nuestros preparativos?” Ernest preguntó a los miembros del equipo de Lancelot reunidos en su propia sala de preparación.


“Estoy lista para irme en cualquier momento.” Laetitia asintió.

“Tan bien como siempre. No hay problemas aquí”, agregó Lionel.

“Bueno, ayer terminé rechazando las invitaciones de tantas damas hermosas, sólo para poder descansar un poco”, contestó Kevin. “Pero supongo que todos tenemos que hacer nuestra parte.”

Los tres estaban llenos de confianza, cada uno, al parecer, ya con la victoria asegurada.

No fue la arrogancia ni la vanidad lo que los llevó a pensar de esa manera, sino su excesivo orgullo por sus propias habilidades.

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Cada vez que veía a los tres así, Percival no podía evitar sentir que ella y ellos estaban separados por diferentes tipos de telas.

“¿Y tú, Percival?” Ernest repitió, girando hacia ella.

“…estoy bien”, contestó en voz baja.

“Vamos, Percy, no hay necesidad de tomar todo tan en serio. Sólo relájate. O podrías tratar de ser como Leo”, dijo Kevin con una sonrisa mientras le ponía la mano en el hombro. Era una expresión bastante frívola, pero Percival podía darse cuenta de que detrás de esa manera relajada suya, estaba hablando en serio. Kevin era, quizás, el integrante más astuto del equipo.

“Hey, espera. ¿Qué se supone que significa eso?” Preguntó Lionel, haciendo que Kevin se alejara.

Percival cerró los ojos, tratando de calmar su acelerado corazón.

Sólo entonces ella habló.

“Soy tu arma, nada más. Tomaré los pecados de destruir a tus enemigos para mí.”

Con eso, todos los demás se giraron hacia ella.

“Estoy cansado de oír eso”, dijo Laetitia con una sonrisa forzada. “¿No puedes decir otra cosa por una vez?”

“De acuerdo”, añadió Lionel con un suspiro de resignación.

“A veces eres extraña, Percy”, dijo Kevin, perplejo.

Ernest, sin embargo….

“Vamos, todo el mundo. No hay necesidad de convertir esto en una discusión.”


Él, al menos, la aceptó como era.

En este equipo, con estas personas, ella podía sentirse realmente a gusto.

Fue demasiado para ella.

“Ahora, ¿nos vamos?” preguntó Ernesto, mirando a cada uno de ellos a su vez, cuando llamó a la puerta.

“¿Ahora? ¿Justo antes del combate?” Laetitia se quejó mientras iba a abrirla.

Era un miembro del personal administrativo con cara de piedra. Uno de Gallardworth, a juzgar por el uniforme.

“Srta. Percival… Esto… Alguien del instituto lo dejó para usted…”

“¡ !”

Ese nombre por sí solo era suficiente para que todo el mundo entrara en acción.

“¿Qué? ¿Ahora mismo….?” Murmuró Laetitia, claramente luchando para contenerse.

Percival, sin embargo, simplemente miró fijamente la escritura en la tarjeta. “Esto es falso”, dijo sin dudarlo.

“¿Eh?”

“Debe ser una broma. No te preocupes por eso.” Con eso, lo tiró a la basura.

Cierto. Era una falsificación. Y ella sabía quién estaba detrás, a quién pertenecía ese garabato.

Era una señal, una señal que sólo podía ser entendida por alguien que había crecido allí.

Siempre sospeché que intentaría entrometerse en mi vida de nuevo. ¿Pero por qué ahora, de todos modos…?

“Percival, ¿estás segura?” preguntó Ernesto preocupado mientras la miraba a los ojos.

“Sí, está bien.”

Esa era la verdad.

Al menos por ahora.

“…Está bien. Confiamos en ti”. Asintió con la cabeza.

Tras una breve pausa, levantó la espada rúnica por encima de su cabeza mientras tomaba el mando del equipo. “¡En el nombre del santo nimbus, símbolo del orden!”

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Con esto, los otros cuatro miembros se pusieron de pie, respondiendo al unísono: “¡Por la Santa Gallardworth!”


***

 

 

Mientras tanto, en los aposentos privados de Miluše en la Academia de Señoritas de Queenvale,

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“¿No me has oído…? ¡No hay forma de que no ganen!”

“¡Bien, lo que dijo Miluše! Ayato Amagiri no puede perder!”

“…No, no importa cómo se mire, el equipo Lancelot tiene la ventaja.”

“¡Bien, bien, bien! ¡Las batallas de equipo se tratan de tu fuerza combinada! ¡Ya has perdido si te quedas corto de personal!”

Miluše y Tuulia estaban prácticamente gritando, sus voces desbordaban de confianza. Päivi y Mónica, por otro lado, se veían un poco malhumoradas.

Luego estaba Mahulena, atrapada en medio de los dos lados. “U-um, todo el mundo, ¿por qué no nos calmamos un poco…”

Este era, sin embargo, el estado habitual de los asuntos de Rusalka.

Si de hecho había algo que no se sentía exactamente bien, probablemente era su propia presencia entre ellas, pensó Sylvia mientras miraba a cada uno de las integrantes de la banda mientras sorbía su té.

Justo ayer, ella había estado planeando ir al Domo Sirius en persona para animar a Ayato. Eso fue, hasta anoche, cuando recibió una llamada repentina de Ayato.

Eso en sí mismo fue una sorpresa, pero el contenido de la llamada fue aún más impactante.

No sólo había encontrado a Ursula, o mejor dicho, a Varda, sino que había estado actuando junto a esta persona Lamina Mortis. No estaba nada claro lo que ambos esperaban lograr, pero era bastante obvio que Mortis iba tras Ayato.

Apenas oyó el nombre de Varda, Sylvia se encontró ardiendo de impaciencia y frustración. Ella había querido ir en ese momento con Ayato para escuchar todo en detalle.

Sin embargo, el campeonato fue al día siguiente, y Ayato necesitaba descansar. No le faltaba tanto autocontrol que sólo podía pensar en sus propios deseos. De hecho, debería haberle agradecido que la llamara inmediatamente después de hablar con el guardia de la ciudad.

Y sin embargo, aún no podía separar los dos conjuntos conflictivos de emociones. Si iba a ir al Domo Sirius y ver a Ayato, temía que se encontraría haciendo algo de lo que más tarde se arrepentiría.

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Por eso había pensado en ver el combate con sus pupilas en Rusalka. Su incontrolable alegría, esperaba, ayudaría a controlar su propia impaciencia.

“¡Entonces preguntémosle a Sylvia!” Miluše anunció.

Las miradas de las cinco chicas giraron hacia ella, tirando de ella hacia el aquí y ahora.

“¿Eh? ¿Yo?”

“¡Sí! ¿Quién crees que ganará?” Miluše emitió un rayo, inclinándose hacia delante con emoción. “¡No te contengas!

Sylvia ni siquiera tuvo que pensar en ello. “Equipo Enfield, por supuesto.”

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“¡Lo sabía! ¡Mira, mira, mira! Sylvia también lo cree!” Miluše gritó, entusiasmada por haber encontrado una aliada.

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“¡Sabía que tenías ojo para estas cosas!” Tuulia asintió apasionadamente.

Mónica y Päivi, por otro lado, estaban evidentemente decepcionadas.

“¿¡Qué!? ¿En serio?”

“…estás basando eso en tus sentimientos personales.”

“Sí”. Sylvia asintió. “Eso es lo que me dicen mis sentimientos. Quiero decir, es natural creer en el equipo de la persona que amas, ¿verdad?”

“¡…!”

Se detuvo allí, dándose cuenta de que quizás había sido demasiado franca. Las caras de las cinco niñas más jóvenes se habían vuelto escarlatas.

Mientras observaba sus adorables reacciones, Sylvia sintió ganas de reírse por primera vez en todo el día.

Ella realmente quería que Ayato y las demás ganaran, tanto para ella como para ellas mismas.

Gakusen Toshi Asterisk Volumen 10 Capítulo 6 Parte 2 Novela Ligera

 

En la sala de audiencias del Salón del Dragón Amarillo, Alema miraba desde detrás de un pilar cercano, mientras que los miembros del Equipo del Dragón Amarillo, Xiaohui excluidos, se arrodillaban frente al Xinglou sentada, cada uno mirando la transmisión en vivo desde el domo Sirius proyectado desde la inmensa ventanilla que tenían delante de ellos.

“Hmm… ¿Así que supongo que su opinión compartida es que Gallardworth ganará?” preguntó Xinglou.

“Si, contestó Hufeng, la cabeza inclinada respetuosamente. “La ausencia de Kirin Toudou es un gran golpe que no puede ser resuelto sólo con estrategia.”

“Ya veo. ¿Y tú, Alema? ¿Escogiste Seidoukan?”

“NO DIJE QUE GANARÍAN. INCLUSO YO CREO QUE GALLARDWORTH TIENE LA
VENTAJA AQUÍ, Y SIN EMBARGO…” Alema, su interés se despertó, puso una sonrisa de satisfacción. “DEBERÍAS HABER VISTO AL MURAKUMO DERRIBAR ESA CABEZA DE YABUKI. SI PUEDE HACERLO DE NUEVO, NADIE EN GALLARDWORTH VA A DETENERLO”.

De su expresión se desprendía claramente que Hufeng no encontraba eso particularmente satisfactorio. “¿Pero realmente está escondiendo esa clase de fuerza? No lo parecía cuando luchaba contra nosotros”.

“HEY, CUIDADO. ¿ESTÁS DICIENDO QUE MENTÍ EN MI INFORME?”

“Eso no es lo que quise decir. Es sólo que…” Hufeng se quedó en silencio, mirándola con ira. Parecía que aún no había superado su derrota del día anterior.

Xinglou miró con cariño a los dos antes de aplaudir ligeramente. “Ahora, ahora. Como Alema ha notado, no hay duda de que Ayato Amagiri posee algún poder oculto, o mejor dicho, que parte de él permanece sellado”.


“Maestra, ¿eso significa-”

“-que crees que el equipo Enfield ganará?”

Preguntaron los gemelos, completando la pregunta del otro.

Xinglou, sin embargo, agitó lentamente la cabeza. “Yo no dije eso…. Eso sería más bien un requisito mínimo”, dijo ella, tratando de sofocar una explosión de risa.

Sus discípulos, arrodillados ante ella, no pudieron leer sus pensamientos sobre el asunto.

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