Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 9

Capítulo 7: Crepúsculo

Parte 1

“Claudia, ¿estás bien?” Gritó Ayato mientras la protegía de su oponente.

Quería atender sus heridas lo antes posible, pero primero tendría que lidiar con el peligro que había frente a ellas.

“No puedo decir que no duele… Pero al menos mi vida ya no está en peligro inmediato.”

“Correcto. Eso es un alivio.”

En ese caso, lo peor parecía haber pasado. Pero cuando pensó en lo que habría ocurrido si hubiera llegado incluso un momento después, no pudo evitar que una violenta ola de ira se apoderara de él.

“Chico… ¿tú debes ser el Murakumo?”, preguntó el viejo en voz baja.

Ayato asintió, levantando el Ser Veresta hacia él. “¿Y tú debes ser Bujinsai Yabuki?”

“Oh, ¿has oído hablar de mí?”

“De tu hijo.”

Bujinsai se rascó la barbilla, aparentemente avergonzado. “Sí, ya veo. Compartes una habitación con ese idiota de mi hijo, ¿no? ¿Te da algún problema?”

“Por favor, hazte a un lado.” Incluso sabiendo que el viejo nunca aceptaría, tuvo que preguntar.

Después de todo, Bujinsai era el padre de su amigo. Apenas podía contener su rabia al pensar en lo que le iba a hacer a Claudia y, por supuesto, nunca podría perdonarle por ello, pero sería mejor para todos si pudieran resolver la situación pacíficamente.

“¡Ha! Eres directo, lo reconozco. No es una mala cualidad…. Pero me temo que no puedo complacerte.” Los labios de Bujinsai se rizaron en una amplia sonrisa mientras empezaba a girar su bastón en círculo.

El sentido de advertencia de Ayato continuó creciendo con mayor urgencia.

“… Entonces, ¿puedes al menos darme un minuto?”

“¿Hmm?” El hombre frunció el ceño.

El sentido de advertencia de Ayato disminuyó un poco. Tomando esto como que la petición había sido aceptada, se inclinó para mirar a Claudia sin, por supuesto, bajar la guardia.

“Ayato…” Claudia, sus ojos húmedos con lágrimas, extendió una mano hacia su cara.

Colocándolo suavemente en el suyo, Ayato usó su mano libre para sacar algo de su bolsillo. “Claudia, una amiga tuya quería que te diera esto.”

“¿Eh…?” La confusión se extendió por la cara de Claudia casi con fiebre. “¿Qué…?”

“Es de Laetitia”, añadió, poniendo el amuleto de plata en su mano. Estaba tan exhausta que casi se le cae, así que Ayato se lo puso en el bolsillo del pecho. “Creo que se supone que es un amuleto de la buena suerte.”

“N-no, ya lo sé… Pero ¿por qué…?” Parecía genuinamente confundida, pero antes de que Ayato pudiese preguntarle por qué, sintió un repentino presentimiento que emanaba desde una corta distancia.

Bujinsai, al parecer, no estaba dispuesto a esperar más.

“Lo siento, Claudia. Pronto terminará”.

“Um…” Claudia se acercó a él como si quisiera retenerlo, pero rápidamente se dio por vencida, mostrándole su habitual sonrisa. “No, no es nada. Buena suerte, Ayato”.

Ayato devolvió la sonrisa, antes de regresar a Bujinsai.

“Mis disculpas. No quiero interrumpir tu última cita, pero tengo muchas cosas en la cabeza. No puedo permitirme perder más tiempo”.

“…Está bien. Porque esta no será la última vez”, respondió Ayato con indiferencia.

Bujinsai se lanzó inmediatamente a su ataque, lanzando una ráfaga de tobi-kunai en dirección a Ayato, junto con una volea de shuriken que se arqueaba desde arriba. Ayato desvió las espadas con el Ser Veresta, a punto de lanzarse hacia su oponente, pero en el corto instante en que le había quitado los ojos de encima, había desaparecido.

“¡…!”

Si no hubiera luchado contra Eishirou, si no hubiera estado familiarizado con esta estrategia de dar vueltas alrededor de la espalda de su oponente, eso habría sido el final.

Su salto hacia adelante para esquivar el golpe que se le avecinaba era casi reflexivo, y mientras se lanzaba de cabeza a un charco de agua, ésa era, con mucho, la mejor de las dos opciones. Si no lo hubiera hecho, su cabeza podría haber sido cortada de su cuerpo.

“¿Oh?” Bujinsai, su bastón habiendo tallado nada más que aire, miró sospechosamente hacia Ayato. “No me digas que lo viste venir…”

Parecía haberse dado cuenta de cómo lo había hecho.

“Que así sea. En ese caso, te arrancaré la cabeza por delante”.

El cuerpo de Bujinsai se balanceó de un lado a otro, derritiéndose con la lluvia, hasta que de repente, se puso directamente frente a él.

¡Es rápido!

Ayato rápidamente levantó el Ser Veresta para contraatacar cuando recordó lo que Eishirou le había dicho antes:

“¿Me estás escuchando, Ayato? Si vas a pelear con mi padre, déjame darte un consejo. Es prácticamente imposible darle un golpe. Lo mismo sucede cuando se trata de esquivar sus ataques. Así que”

Ayato preparó al Ser Veresta en una postura defensiva, concentrando su prana.

“¡Ugh…!”

“¿¡Qué!?”

El ataque, dirigido directamente al cuello de Ayato, alcanzó su objetivo, pero afortunadamente, la cabeza de Ayato seguía en su sitio. Había enfocado su prana en varios lugares de su cuerpo para aumentar su defensa en las áreas no protegidas por el Ser Veresta, tales como su cuello, manos y pies. Los golpes del hombre mayor fueron tan precisos que terminaron siendo fácilmente leídos.

Bujinsai retrocedió un poco, dándole a Ayato una abertura para cortar de nuevo con el Ser Veresta y poner algo de distancia entre ellos.

Se llevó su mano libre al cuello. Parecía estar sangrando, pero la herida no era profunda.

“Ya veo. Sabiendo que no podías esquivarlo, decidiste resistir el golpe. Supongo que eso sólo es posible gracias a la increíble cantidad de prana que pareces tener”.

Fue como Bujinsai dijo que la defensa de Ayato había consumido una cantidad tan grande de prana que, si una Genestella regular lo hubiera intentado, se habrían secado rápidamente.

“Debes darte cuenta de que sólo estás rociando agua en suelo reseco. Pareces tener alguna idea de mis técnicas, pero si pones todo en defensa, ¿cómo devolverás el golpe? Tarde o temprano, habrás agotado todo lo que tienes”.

“…”

Las palabras de Bujinsai fueron acertadas.

Incluso si fuera capaz de aguantar por un corto tiempo, sin cambiar su estrategia, no habría manera de derrotar al hombre mayor.

Sin embargo

“Por si acaso, preparé dos estrategias antes de venir aquí. ¿Quieres verlas?”

“¿Oh?”

“Ambos involucran ataques directos, así que tal vez la estrategia no sea la palabra correcta.”

Ayato apretó más el puño en el Ser Veresta, antes de atacar con el primero.

Bujinsai saltó diagonalmente hacia atrás, saltando contra el lado de una grúa cercana y sobre la plataforma de arriba.

Ayato lo persiguió de la misma manera, moviendo el Ser Veresta hacia un lado. Bujinsai giró por el aire, antes de aterrizar en el techo de un almacén, y giró su bastón hacia la cabeza de Ayato justo cuando aterrizaba a su lado.

De nuevo, Ayato concentró su prana para soportar el golpe, antes de atacar con un ataque propio. Cortó hacia arriba desde abajo, y luego hacia abajo desde arriba, mientras su oponente intentaba esquivar.

El Lux con forma de bastón del hombre mayor podría haber sido de construcción inusual, pero no pudo bloquear contra el Ser Veresta. No pudo hacer nada más que lanzarse en la dirección opuesta, tal como Ayato lo hizo con otra embestida.

Esta primera estrategia que Ayato había preparado era aumentar drásticamente el número de sus ataques.

Era lógico que ni siquiera Bujinsai pudiera seguir usando sus técnicas indefinidamente. En ese caso, no importaba cuántas veces lograra esquivarlas, Ayato simplemente tenía que seguir presionando el asalto, hasta que su oponente se agotara.

“Heh….heh… Ciertamente lo estás empujando, llamando a esto una estrategia”, espoleó Bujinsai, continuando lanzando sus propios ataques mientras esquivaba la espada de Ayato.

Aun así, Ayato concentró su prana y los resistió todos, golpeando frenéticamente al Ser Veresta contra su oponente. Su cuerpo estaba sufriendo una lesión tras otra, y la sangre comenzaba a empapar su ropa, pero no podía permitirse el lujo de flaquear.

“Estilo Amagiri Shinmei, Técnica media: cardo de diez cuernos”.

Pero Bujinsai esquivó sin esfuerzo el golpe sorpresa.

“Ha-ha, ¡conozco ese movimiento!”

“¿Qué…?”

Durante la breve ventana en la que la técnica lo había dejado abierto, el hombre mayor se abalanzó sobre él con la palma de su mano, lanzándolo desde lo alto del techo.

Aterrizó en el suelo, y aunque no perdió tiempo en ponerse en pie, Bujinsai ya estaba allí para encontrarse con él.

Es mucho más poderoso de lo que esperaba….

Para empezar, sus técnicas eran de un calibre completamente diferente. Si se tratase de una fuerza física bruta, Ayato probablemente habría llevado la delantera, pero teniendo en cuenta sus respectivas tácticas y el momento de sus ataques, la ventaja sin duda recaía en Bujinsai.

Encima de eso….

“¿Oh? ¿Te has dado cuenta? Así es, estoy familiarizado con tu estilo Amagiri Shinmei”.

“…ya veo…”

Tanto si había dominado el estilo de lucha como si no, no habría habido forma de que hubiera podido aprovechar la apertura que dejó el cardo de diez cuernos si era la primera vez que lo veía.

“Mi clan ha existido durante mucho tiempo, muchacho. Hemos guardado registros de todos los oponentes a los que nos hemos enfrentado a lo largo de los siglos, todos ellos transmitidos y registrados para la posteridad. Y en ese tiempo, nos hemos enfrentado a varios usuarios de su estilo”.

El estilo Amagiri Shinmei era una vieja escuela de esgrima, así que no era inusual que ese fuera el caso. Y explicaba cómo Bujinsai había visto no solo la técnica en sí misma, sino también la trayectoria de su ataque.

Pero en ese caso, probablemente sería difícil derrotarlo simplemente aumentando el número y el ritmo de sus ataques.

“Ahora, ¿por qué no me enseñas tu segunda estrategia?” Preguntó Bujinsai, como si estuviera leyendo sus pensamientos.

“¡No necesito que me digas que…!”

“¿Oh…?”

“Haaaaaah!”

Con un grito todopoderoso y sus manos agarrando al Ser Veresta tan fuerte como pudo, Ayato vertió su prana en la espada.

Estaba usando Meteor Arts.

Según Eishirou, las técnicas de los Yabuki implicaban afectar el subconsciente de sus oponentes para interrumpir sus acciones.

En ese caso, usaría un ataque tan grande que no importaría incluso si su puntería se interrumpiera.

“¡Yaaaaaaaaaaaa!”

Ayato vertió su prana en la espada, desencadenando instantáneamente una sobrecarga de maná en su núcleo de urm-manadita, haciendo que la hoja se extendiera a más de cinco yardas de largo, antes de balancearla hacia abajo delante de él.

“¡Hmph…!”

La espada, sin embargo, solo hizo contacto con una imagen posterior de su oponente. Parecía que Bujinsai había evitado sin esfuerzo el ataque. Ayato había logrado cortar sólo la luz de la calle detrás de él, que se estrelló contra el lago.

La lluvia, que seguía cayendo a su alrededor, se evaporó tan pronto como golpeó la larga hoja del Orga Lux, causando una neblina de vapor blanco que se elevaba a su alrededor.

“Veo que se ha vuelto hacia un enfoque de fuerza bruta. ¿Realmente crees que esa cosa gigantesca será capaz de alcanzarme?” Bujinsai se mofó, lanzando una ráfaga de al menos una docena más de tobi-kunai hacia él.

“¡Ugh!”

En su estado actual, el Ser Veresta era demasiado grande para derribarlos a todos. Su única opción era ponerse a salvo.

Pero como si ya lo hubiera anticipado, Bujinsai apareció de repente justo delante de él.

“No dejaré que te escapes esta vez. Incluso si intentas resistirlo, tendré que reducir tu prana poco a poco…” Los ojos del viejo brillaron oscuramente mientras se acercaba cada vez más
cerca.

Esta era la oportunidad que Ayato había estado esperando.

Soltando el Ser Veresta y concentrando su prana en su estómago para soportar el poderoso corte, agarró sus manos alrededor de su oponente con toda la fuerza que pudo.

¡Esta es la única manera de derribar a un oponente más rápido y más hábil…!

“¿¡Qué!?”

Era la misma estrategia que había usado en un duelo contra Kirin.

El estilo Amagiri Shinmei fue desarrollado originalmente para ser usado por aquellos vestidos con armadura de combate, por lo que el propósito de sus técnicas de agarre no era golpear a sus oponentes o hacerlos a un lado, sino más bien inmovilizarlos. Después de todo, una vez que un oponente blindado era empujado al suelo, era casi imposible oponer más resistencia.

Como tal, había recurrido a uno de los movimientos más antiguos y poco elegantes de su escuela:

“Estilo Amagiri Shinmei, Técnica de agarre: Enredadera retorcida”.

Agarró el brazo de Bujinsai, empujándose hacia su oponente mientras le daba una patada en las piernas.

En resumen, estaba tirando todo su cuerpo sobre él, así que no importaría demasiado si Bujinsai se las arreglaba para interferir con sus movimientos.

“¡Ngh…!”

Si Bujinsai tenía tanto conocimiento del estilo Amagiri Shinmei como parecía, probablemente sabría cómo liberarse de su situación, así que Ayato inmediatamente pasó a su siguiente ataque, concentrando su prana en su puño y golpeándolo contra el pecho del guerrero.

“Estilo Amagiri Shinmei, Técnica de agarre: ¡Martillo divino!”

“¡Koff…!”

Ayato había puesto tanta fuerza en el golpe que el aire que le rodeaba temblaba, el golpe atravesando el cuerpo de Bujinsai y rompiendo el suelo en un pequeño cráter bajo él.

Era una versión más avanzada de la técnica que había usado contra Eishirou, hecha más poderosa por haber vertido su prana en el ataque.

Esto debería bastar….

“¡…!”

Pero tan pronto como Ayato, pensando que había arrebatado la victoria, relajó su guardia, los ojos de Bujinsai se abrieron repentinamente.

El cuerpo de Ayato se volvió rígido inmediatamente, dejándolo incapaz de mover un dedo.

¿Una técnica de fijación…?

Dejado completamente indefenso, Bujinsai clavó la palma de su mano en el estómago de Ayato.

“¡Ngh!”

El ataque le hizo volar por los aires, estrellándose contra el suelo antes de que pudiera tener la oportunidad de prepararse para el impacto.

“¡Te lo mereces, maldito niño…!” Bujinsai escupió una bola de sangre antes de limpiarse la boca con su puño.

“Ahora sí que lo has hecho. No era fácil contigo ni bajar la guardia, pero supongo que una parte de mí quería ver qué podías hacer. Supongo que tendré que tener más cuidado”. Las palabras del hombre, finalmente derramando su falso desapasionamiento, resonaron con indignación.

“Argh…” Ayato se obligó a moverse, aunque sólo un poco, pero la mayor parte de su cuerpo permaneció congelado en su lugar. Lo mejor que pudo hacer fue ponerse en pie, aunque de forma inestable.

“Se acabó para ti. El efecto de inmovilización aún no ha desaparecido. Estoy impresionado de que puedas hacer esto, pero ahora…”, se calló Bujinsai, equilibrando su bastón contra el suelo, y lanzó sin esfuerzo ocho tobi-kunai separados hacia él.

“¡…!”

Ayato no estaba en condiciones de esquivarlos. Apenas lograba levantar las manos para protegerse la cara, vertió su prana en su cuerpo en un intento de resistir los golpes.

Si no podía liberarse de esta técnica de fijación, estaba acabado.

Continuando dejando que su prana fluyera a través de su cuerpo, miró entre sus apretados dedos cubriendo sus ojos y recobró el aliento al ver a su oponente.

“…¿me pregunto cuánto puedes soportar?” Murmuró Bujinsai, otra ronda de tobi-kunai ya apretada entre sus dedos.

¿¡No puede querer hacerlo así…!?

El hombre intentaba envolverlo en una tormenta de acero.

Todas y cada una de las interminables espadas de Bujinsai encontraron sus objetivos, rasgando la carne de Ayato, rasgando contra sus huesos.

Ayato agarró a su maestro, intentando aguantar el dolor, pero pudo sentir como su prana disminuía a un ritmo espantoso.

“¡Haah… Haah… Haah…!”

Pero no había nada que pudiera hacer. Ni siquiera pudo hacer que su cuerpo se moviera como él quería.

Cuando finalmente llegó a su fin, docenas, quizás incluso cientos de las pequeñas espadas lanzadoras habían golpeado el cuerpo de Ayato.

Las espadas parecían estar compuestas de alguna misteriosa sustancia, ya que
rápidamente empezaron a ablandarse con la lluvia, derritiéndose en un charco de un extraño líquido negro que se acumulaba a sus pies.

Ayato cayó de rodillas, dejando que el extraño líquido cayese sobre él.

Su prana había llegado a su límite. Todo su cuerpo estaba cubierto de heridas.

“…supongo que ya es hora.” Bujinsai, mirándole fijamente, levantó su bastón para dar el golpe final.

Bujinsai se acercó lentamente, sin revelar ni la más mínima apertura.

Esto… Esto es malo…

La visión de Ayato se estaba volviendo borrosa, y aunque se esforzó por reunir lo que quedaba de su fuerza, no pudo hacer que su cuerpo se moviera.

Y luego

“¡Ayato! ¡Contrólate! ¡Tienes más en ti que esto!”

La voz de Claudia, fuerte y clara, se precipitó hacia él.

Sus palabras estaban llenas de confianza. Ella no sólo intentaba consolarlo o animarlo.

Y con eso, antes de que se diera cuenta, se había puesto en pie en medio de la oscuridad.

O más precisamente, se miraba a sí mismo desde arriba, viendo otra versión de él levantarse.

Esto es….

Aunque confundido, inmediatamente entendió. Él había experimentado esto antes.

Estaba mirando una imagen, una imagen de las cadenas que lo ataron.

Como la última vez, había tres cerraduras unidas a las cadenas. La primera estaba destrozada, la segunda desbloqueada. Y la tercera… se mantuvo cerrada.

Lentamente desplegó su mano apretada, revelando una brillante llave.

Lo entendió inmediatamente. La llave aún estaba incompleta. Necesitaba más.

Aun así, no dudó en insertarlo en la tercera cerradura. Aunque estuviera incompleta, aunque no fuera suficiente, aunque, como cuando rompió por primera vez la primera cerradura, sólo durara un corto período de tiempo, si pudiera liberarse ahora….