Assassins Pride (NL)

Volumen 3

Lección 03: El Pequeño Demonio De Plumas Blancas

Parte 2

Retrocediendo un poco el tiempo—

Montando el ascensor desde el <Palacio Mundo de Cristal>, Melida, quien apuntaba hacia el primer piso del laberinto <Bibliagoth>, ahora estaba abrazada firmemente junto con su prima Elise.

Alrededor de ambas, un sonido que parecía perforar sus oídos las envolvía como un tsunami. Un grupo de grandes árboles que crecieron hasta el punto de cubrir en un instante todo el espacio intentaba aplastar a las primas.

(Nota: Aquí por “orujo” se refiere a los residuos que quedan al elaborar un licor.)

… Duele… no puedo respirar…

Melida temía que, si aflojaba incluso un poco la fuerza de sus brazos, se distanciara de Elise y saldrían disparadas por el aire como las hojas de un libro. Las primas rodearon sus brazos en la espalda de la otra por preocupación y continuaron esperando el instante en que pasara esa tormenta irracional.

El crecimiento de las plantas que comenzó repentinamente termino tras apenas diez segundos.

Las ramas y hojas que habían proliferado egoístamente tanto como quisieron perdieron su humedad, cayendo secas, y el tronco tan grueso como las piernas de un gigante se volvió fino como un hueso, derrumbándose y desapareciendo. En un instante, la sensación de presión se disipo y tanto Melida como Elise que seguían abrazadas, abrieron sus parpados temerosamente.

–¿T-Termino…? ¿Qué fue eso de ahora…?

En su campo visual que estuvo firmemente cerrado, una delicada luz regreso—justo después, Melida y Elise fueron golpeadas por una sensación de alivio por un tiempo.

—La <Biblioteca Ilimitada>.

Solo podía expresarse de esa manera. Un gigantesco atrio hexagonal atravesaba el espacio a lo largo y ancho y a la distancia se sacudía una desagradable luz púrpura. Todas las paredes que se extendían a izquierda y derecha eran estanterías con libros. Todos y cada uno de los textos, que se acumulaban por miles, ya sea con lomo, encuadernados, o impresos, y no se podría encontrar siquiera uno igual—por no decir que no sería fácil siquiera captarlos todos en su campo de visión.

Mirando hacia arriba mientras estaban sorprendidas, los libreros incluso llegaban hasta el alto techo, haciendo que se preguntaran quien demonios podría tomar los libros que estaban colocados en ese lugar.

–¿Este es el gran laberinto <Bibliagoth>…?

Elise probablemente murmuro la respuesta correcta y Melida regreso en si repentinamente.

–Espera un poco… ¿¡Y las Onee-samas!? ¿¡Y la directora!?

Melida y Elise quienes fueron liberadas de los gigantescos árboles, por alguna razón estaban paradas justo en medio de ese amplio corredor. Naturalmente, el círculo mágico compuesto de engranajes no se encontraba bajo sus pies y las senpais que deberían estar apuntando al laberinto, e incluso la directora Bramanger quien debería guiarlas en la prueba, habían desaparecido.

En el amplio espacio dominado por el olor a papel y tinta, los ángeles de cabello dorado y cabello plateado están solas—

Con una voz con más incomprensión que ansiedad, Elise inclino la cabeza.

–Me pregunto, si ya comenzó la prueba…

–… Me pregunto si es así. Pero, en primer lugar, ¿No dijeron que harían la última comprobación de la prueba con todas en el primer piso que es un área fácil? ¡Además, es extraño que la directora no esté!

–También creo que es extraño. … Pero Lita, mira esto.

Diciendo eso, Elise levanto un complejo artilugio de cristal curvado. Era el reloj de arena que mostraba el tiempo límite para la prueba de acreditación distribuido a las postulantes.

El tiempo— había comenzado a moverse.

El límite para aprobar disminuía como la arena, segundo a segundo.

–La directora dijo “Cuando la prueba comience, el sello del reloj de arena será deshecho”. Si es así, ¿Quizás es esta clase de prueba? Haciendo que nos descuidemos al decirnos que “aún es seguro” y arrojar repentinamente a los postulantes al laberinto…

–¿Algo como mirar las habilidades de juicio situacional en momentos de emergencia? No es imposible, pero…

–… ¿Qué hacemos? ¿Regresamos temporalmente a la academia?

Aunque dije eso…

Elise escaneo los alrededores con su mirada. Contagiada por ella, Melida también miro por todos lados.

¿Desde dónde habían venido? ¿Cómo regresarían hasta el ascensor y la academia? No podían encontrar respuestas para eso. Adelante y atrás, izquierda y derecha, miraran para donde miraran, solo se extendía el mismo paisaje con estantes y corredores en una escala que casi las hacia perder la conciencia.

Incluso mientras estaban sumidas en sus pensamientos, el tiempo límite desaparecía segundo a segundo sin parar—

De entre los pequeños y dulces momentos secretos con su amado que estaban guardados página a página en los recuerdos de Melida, en sus oídos revivió la pregunta que ella misma le había hecho esa última noche.

“Sensei, si no pudiera aprobar ese examen…” “¿Desaparecerás, de esta mansión…?”

Sin darse cuenta, apretó con fuerza la Katana que estaba en su cadera.

Tal vez percibiendo el estado de Melida, Elise, dando un giro completo, retomo su tranquilidad como el hielo.

–Lita, avancemos. Incluso si nos quedemos aquí, nada va a pasar.

–¿Elly?

–Por ahora, asumamos que esto es la prueba y avancemos. Mientras lo hacemos, busquemos juntas a las Onee- samas y a la directora. Si hay una escalera que sube y una que baja, elegiremos la que baja. ¿Qué tal?

Sin duda como curso a seguir, probablemente era adecuado. De cualquier manera, quedarse paradas en ese lugar era peligroso. Si por alguna razón la historia que escucharon antes de la prueba era real, en este misterioso laberinto había—

Justo en ese momento, como si el presentimiento de Melida tomara forma, desde los huecos de las piedras del piso de piedra, manchas negras se filtraron. Aumentaron su masa rápidamente hasta alcanzar el tamaño de un humano, cuando pensaron que algo como brazos y piernas se extendían de ellos, una llamativa túnica envolvió todo su cuerpo.

En el extremo de sus brazos que se curvaban sin articulaciones, cargaban linternas donde llamas pálidas se sacudían.

–¡Espectros…!

Melida bajo sus caderas y tomo una postura de desenfunde. Habían aparecido dos Espectros. No llevaban armas, pero sus cinco dedos afilados como garras definitivamente eran peligrosos.

Elise también se alineo al lado de Melida y coloco su mano en la empuñadura de su Espada Larga. Sin embargo, Melida pudo ver que sus dedos estaban temblando ligeramente.

Aún peor. Los enemigos eran no-muertos que causaban gran aversión… Melida también frunció el ceño sin darse cuenta.

–¿Estás bien, Elly? Si es muy difícil, derrotare a ambos—

–Estoy bien

Al contrario de sus dedos, su voz no temblaba mientras respondía. Sujetando la empuñadura firmemente en sus manos, la desenfundo con fluidez. Un agudo sonido *¡¡Syaraan!!* resonó.

–Yo, y Tambien tú, Lita… ¡¡Somos diferentes que en ese momento en el que solo pudimos ser protegidas por nuestros senseis!!

Desde todo el cuerpo de las primas broto el deslumbrante <Mana>. Los dos Espectros gritaron como si sus gargantas se desgarraran y justo después, las princesas guerreras dorada y plateada comenzaron a correr en diferentes direcciones.

Su objetivo era una batalla uno a uno. Ambos Espectros juntaron sus espaldas y atacaron a las chicas que los rodearon a la izquierda y derecha. Con movimientos incomprensibles que casi parecían ignorar la inercia, los Espectros se detuvieron después de acelerar y liberaron un barrido sin ningún aviso previo.

Sus cinco garras, golpearon junto con un sonido metálico. Elise, quien por un instante se vio perdida ante las intenciones del enemigo, inmediatamente reajusto su posición con el juego de piernas que le había sido inculcado a golpes por su instructor privado.

Los ataques de los Espectros eran completamente diferentes de los de los humanos o las bestias. No eran prisioneros de las leyes de la física. Sin ninguna preparación previa como levantar sus garras por sobre su cabeza, ni ninguna apertura como un balanceo en vano, solo el <instante del ataque> llegaba infructuosamente desde arriba y abajo, izquierda y derecha. Más que eso, su técnica no podía ser leída.

Elise continúo moviéndose como un agua fluyendo, sin permanecer en una posición fija. Evadiendo las líneas de ataque con los más mínimos movimientos, repeliendo con su Espada Larga solo los ataques que podrían golpear su cuerpo. Realmente era como una danza teñida de chispas y ruido metálico. El manejo corporal transmitido directamente por la tenaz Rosetti, emparejado con las habilidades defensivas de la clase <Paladín>, manifestaban una protección surrealista que debería ser considerada como <un cuerpo de agua congelada>.

Elise continúo centrándose sin desviar sus ojos del rostro indeterminado del Espectro.

–No tengas miedo—míralo bien—no hay, nada aterrado—analizándolo profundamente— Al instante, Elise levanto en alto su espada y dio un paso adelante.

*¡Don!*

El piso de piedra tembló. Las garras balanceándose y la Espada Larga chocaron con una sincronización brillante y su poder de ataque reboto de manera contraria.

El Espectro perdió su balance en gran medida y ante esa primera apertura, Elise paso a la ofensiva.

–¡¡Ese instructor demoniaco…  es mucho más problemático… que ustedes!!

Tres destellos golpearon al Espectro y justo después, llamas plateadas se dispersaron. La túnica se destrozó en mil pedazos como un papel usado y junto con un último aliento rencoroso, su carne negra se derritió como niebla y desapareció.

En el momento en que la <Paladín> de cabello plateado estaba levantando su mano en señal de victoria—

Melida y el otro Espectro también realizaban una inclemente danza de espadas. Ninguno de los dos pasaba a la defensa. Derribando un ataque con un ataque, enfrentaban toda la fuerza del oponente con sus propias cartas de triunfo. El metal, las chispas y las llamas sin fin enloquecieron como en un concierto del dios del fuego.

¡Que divertido!

Mientras hacía saltar todo su cuerpo, las comisuras de la boca de Melida se curvaron sin que se diera cuenta. Ya que siempre estaba luchando solo contra Kufa quien era ampliamente superior, ahora que enfrentaba a un oponente a quien rivalizaba en poder, Melida era claramente consciente de lo fuerte que se había vuelto sin darse cuenta.

Las palabras de Kufa que tiñeron todo su ser flexibilizaron su cuerpo físico. Su Katana trazaba los mismos destellos que su esgrima. Y desde algún momento, Melida realizaba una danza en su mente como superponiéndose con una ilusión suya.

El liderato de Kufa guiaba los pasos de Melida. La calidez que brotaba desde el centro de su pecho aumentaba las marchas de su cuerpo escalonadamente. Sentía insatisfacción de que los ataques del Espectro no se iban retrasando gradualmente.

A pesar de que ella misma y Kufa podían ir más y más adelante, que podían moverse más y más rápido, el enemigo ya estaba en un estado en que parecía estar siendo sacudido de un lado a otro por ella, quien corría como un vendaval.

Melida detuvo las garras del enemigo con su Katana y torció en 90 grados la vaina que había empujado milimétricamente. Junto con una imagen residual como niebla, uno de los brazos del Espectro fue pulverizado. Sin espacio para dejarle soltar un grito, ejecuto una patada baja mientras hacía girar su cuerpo. Exhibiendo un poder destructivo que la sorprendió incluso a ella misma, una de las piernas del Espectro, desde la rodilla hacia abajo, fue enviada a volar hasta un librero lejano.

Melida pateo el torso del Espectro que había caído hacia atrás sin saber qué hacer. La túnica se salió, y ante el verdadero rostro del Espectro que se hizo visible, Melida dejo escapar un suspiro de asombro sin pensarlo.

–Eras una chica, ¿Verdad?

Sin esperar una respuesta, Melida clavo la punta de su Katana en el centro de su pecho. Mientras soltaba un grito de agonía, el Espectro se convirtió en una niebla negra desde los extremos de su cuerpo y desapareció, derritiéndose en el espacio.

Hasta que la última parte se dispersó, deslizo la punta de su Katana y se retiró. Melida se dio la vuelta y choco su palma con la mano que ya estaba levantada.

–¡¡Ganamos!!

–¡¡Ganamos!!

Elise asintió y Melida rio “¡Ehehe!”. Hasta que realmente desafiaran la prueba, no podía evitarse que se sintieran intranquilas. Sin embargo, ambas sintieron que la perspectiva de sus tutores diciendo, “Si es el estado actual de ambas, el aprobar el examen no es un sueño”, no había sido una exageración en absoluto.

–¡Podemos hacerlo! ¡Incluso si la directora no está, podemos aprobar! ¡Avancemos rápidamente!

Melida guardo su Katana en su vaina. Sin embargo, cuando Elise estaba intentando guardar su arma de la misma manera, repentinamente miro su Espada Larga y frunció el ceño.

Suavemente extendió el dorso de su espada hacia Melida.

–Espera, Lita. La cuchilla de mi espada se dobló un poco en la batalla de ahora. Escuchando eso, Melida una vez más extrajo su Katana desde su vaina.

–Arara, esta también tiene el filo un poco astillado. Pero, ya que es una espada de práctica, no se puede hacer nada, ¿No es así?

–No es eso. … El enemigo, es fuerte. En este estado, explorar el laberinto <Bibliagoth>, recibir el examen y regresar hasta la academia… Me pregunto si las armas aguataran hasta el final.

Considerando eso, incluso si habían obtenido la victoria, los Espectros anteriores no eran oponentes que podrían haber derrotado esforzándose a medias. Pudieron vencer ya que los habían enfrentado en una batalla uno a uno.

¿pero que hubiese sucedido si los enemigos no hubieran sido 2 sino 4? ¿Y si sus armas se desgastaban por las prolongadas batallas?

Siendo así, ¿Su ligera impaciencia no se volvería un grillete que llevaría a un error fatal…?

–¡I-Incluso si dices eso, no podemos hacer nada! ¡Tenemos que derrotar a los enemigos que nos obstaculizan!

–… Es, así, ¿Verdad? Pero Lita, creo que de alguna manera pareces estar un poco impaciente…

–¡Estoy calmada! ¡Avancemos con cautela! ¡Mientras no seamos rodeadas por una gran cantidad de enemigos, estaremos bien!

Justo después de decir eso, como si la imaginación de Melida nuevamente tomara forma—*¡Zowazowazowa!*

Niebla que se filtró desde las rendijas del piso, las rodeo a ambas y más de diez Espectros aparecieron. Las expresiones de Melida y Elise se tensaron mientras se ponían espalda contra espalda.

–¡¡No puede ser…!!

–Este es el laberinto <Bibliagoth>…

Las palabras que Elise murmuro amargamente, atravesaron el pecho de Melida. El anuncio de era “un examen con un alto grado de dificultad que tenía como objetivo a las estudiantes de segundo año y superior” no era para vanagloriarse en absoluto. Además, el lugar en el que estaba debería ser el estrato más bajo del laberinto, considerado para principiantes. Ya que incluso ellas, quienes habían recibido la prueba de sexta clase, estaban en esa situación, ¿En qué tipo de difícil situación habían caído las demás estudiantes superiores, como la estudiante de tercer año, Shenfa Tsubetok, quien había recibido la prueba de tercera clase—?

Levantando una vez más su Espada Larga que había envainado, Elise pregunto sin darse la vuelta.

–¿Qué hacemos, Lita?

–¡Solo podemos escapar! ¡Hagamos una salida de alguna manera entre las dos!

Melida también retiro su Katana una vez más y colocando su mano izquierda en la empuñadura, lo jaló hasta el costado de su rostro.

Las siluetas de niebla negra las rodeaban desde todas las direcciones. Casi como si hubiesen notado su objetivo, no dejaron ninguna apertura para escapar. Como una pared que se estrechaba lenta y constantemente, los Espectros cerraban la distancia un paso a la vez.

Y en ese momento—

–¡¡<Erase Una Vez>!!

Junto con esas intensas palabras que no acostumbraban escuchar, una ráfaga de viento soplo violentamente con Melida y Elise en el centro.

El viento gimió violentamente y la vacilación corrió entre los Espectros que no deberían tener conciencia de sí mismos. Para las primas que estaban justo en el centro del tornado era como una briza. Sin embargo, la aterradora presión cubría el exterior, diseminándose con ímpetu justo después. El remolino se hincho y mando a volar a todos los Espectros sin dejar ninguno. Salieron volando por el corredor y junto con un débil grito de muerte, fueron tragados hasta el infierno.

Cuando las boquiabiertas Melida y Elise intentaban comprender la situación, desde arriba de sus cabezas descendieron los ángeles de la salvación. Uno de ellos tenía un cabello como cuarzo negro que, haciendo juego con la luz, parecía casi semitransparente, y la otra era una princesa de flores de cerezo que había sido criada en un joyero inmaculado.

Vestían ropas de combate con el mismo concepto que el suyo. En otras palabras, era un vestido de batalla para bendecir a las Valquirias del paraíso. También, daba una impresión diferente del uniforme del instituto para chicas D’Autriche que habían visto antes… Melida finalmente, recordó los nombres de los dos ángeles.

–¿¡Mule-san…!? ¿¡Salacha-san…!?

–Siento como si hubiera pasado mucho tiempo. Me pregunto si es porque estaba ansiosa esperando nuestro reencuentro.

Cerrando el grueso libro que sostenía en su mano, Mule dijo.

Su fascinante sonrisa madura evocaba añoranza y felicidad—y al mismo tiempo, una enigmática sensacion en el pecho de Melida.