Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 8

Capítulo 5: Ruinas Desmanteladas

Parte 3

Era imposible saber cuánto tiempo habían estado allí abajo.

Miluše fue la primera en romper el silencio. “¡Argh, estoy harta de esto!” se quejó, cayendo sobre un montón de escombros. “¡No hay salida!”

De hecho, habían revisado prácticamente cada centímetro cuadrado de la caverna, pero no habían encontrado nada que pareciera que pudiera llevarlos de vuelta a la superficie. Además, había un surco profundo entre el escenario y las galerías, demasiado ancho para que ninguna de los dos pudiera saltar. Los únicos lugares a los que podían llegar eran el propio escenario y los seis pilares que lo rodeaban.

“…el pánico no servirá de nada. Esperemos a que nos ayuden”, dijo Saya, apoyándose en la misma pila de escombros.

Había llegado a la misma conclusión que Miluše. No había nada que pudieran hacer.

“…¿Cómo terminamos así?”

“Porque todos ustedes empezaron a meterse en los asuntos de otras personas.”

“Te lo dije…”

“Bien. Déjame terminar lo que te estaba diciendo antes. ¿Qué tal la vez que me perdí en la ciudad durante las vacaciones de verano? Era de madrugada, y estaba lloviendo, y yo estaba caminando por ahí, sin saber adónde iba…”

“¡Lo siento! ¡Lo entiendo! Ya me has dicho lo grandioso que es Amagiri, ¡lo sé!”

“Bien”.

Miluše dio un suspiro de cansancio. “Tengo hambre…. ¡Oh, claro!” Su expresión se iluminó de repente, y sacó algo del bolsillo de su uniforme. “¡Ta-daa! ¡Estaba planeando llevarlos a casa! Bastante afortunada, ¿eh?” Ella tenía dos galletas empacadas en sus manos.

“…ya veo. Bien por ti.” Saya dejó que las palabras fluyeran sobre ella sin prestarles atención.

Miluše, sin embargo, no había terminado. “Hey, para ti”, dijo ella.

“¿Eh?”

“Aquí”, dijo ella, poniendo uno de los paquetes en su mano.

“…¿Por qué me lo das?” Saya la miró sospechosamente.

Miluše no tenía ninguna obligación de compartirlo con ella.

“Bueno, quería guardármelos para mí al principio…”

Parecía tener ese tipo de personalidad.

“Pero entonces pensé, ese tipo de persona aparece en las películas todo el tiempo, ¿verdad? Son tan anticuados. No quiero ser así.”

“Oh…” Saya parecía sorprendida por la inesperada y simple respuesta. “Bueno, entonces. Me lo quedo yo. Gracias”, contestó ella, inclinando la cabeza.

No les llevó mucho tiempo terminar de comer. Después de eso, volvieron a esperar.

Finalmente, Miluše, con el mentón en la mano y la expresión aburrida, se giró hacia Saya. “Te tomas todo sobre Amagiri muy en serio, sabes. ¿Es realmente tan importante para ti?”

“Por supuesto.”

“Así que… Uh… ¿Te gusta… te gusta… él…?”

“…supongo que se podría decir eso.” Saya asintió.

“En ese caso…” La cara de Miluše se había puesto roja. “¿Por qué no… ya sabes… eh… lo tomas?”

“Eso es…”

…no es asunto tuyo, quería decirlo, pero lo pensó mejor.

“No quiero atarlo”.

Ella misma no sabía realmente por qué dijo las palabras: parecía que se le escapaban de la boca.

“¿Eh? No lo entiendo.” Miluše puso las manos detrás de la cabeza, casi gritando que no entendía. “Cuando hay algo que quiero, haría cualquier cosa para conseguirlo.”

“…Entonces, ¿qué quieres?”

“¡Ser la número uno del mundo, por supuesto!” Dijo Miluše, poniéndose en pie con los puños cerrados.

“¿La número uno del mundo?”. Saya inclinó la cabeza, insegura.

“¡He llegado hasta aquí! Todo lo que queda es superar a Sylvia, ¡y habré llegado a la cima! ¡La cima del mundo!”

“Ah…. Música.” Saya no había entendido del todo lo que quería decir hasta que escuchó el nombre de Sylvia.

Se me ocurrió otra pregunta.

“Pero… En ese caso, ¿por qué estaba acosando a Ayato por ella?”

“Ah…. quiero decir, ya sabes…”, tartamudeó Miluše, mirando hacia otro lado.

Permanecieron así durante un rato, y cuando finalmente se giró, su expresión fue seria. “…Para nosotras, Sylvia es como una ídolo. Todos queremos ser como ella. No, no sólo nosotras, todas en Queenvale”.

“…”

Saya no dijo nada, simplemente instándola a que continuase con una mirada significativa.

“Hace tres años, nadie sabía nuestros nombres. No éramos nadie en absoluto. Pero Sylvia ya era la cantante más popular del mundo… Por eso prometimos vencerla algún día. En ese entonces, habría hecho cualquier cosa para vencerla”. La voz de Miluše era la más tranquila que había habido desde que se encontraron atrapadas juntas. Respiró hondo antes de continuar. “Pero si alguien la está engañando, si sólo se está jugando con ella, eso es muy triste. Así que pensamos que teníamos que hacer algo.”

“…lo que dices no tiene sentido.”

O quizás, se preguntó Saya, simplemente estaba siendo honesta sobre sus inconsistentes sentimientos.

“¿Qué hay de malo en eso? En aquel entonces, ¡habría hecho cualquier cosa para llegar a la cima! ¡Y aun así voy a conseguir lo que quiero! Y entonces no habrá más problemas”, declaró antes de regresar a su anterior tono de voz compuesto. “Quiero decir, si trato de negar mis sentimientos, terminaré arrepintiéndome algún día, ¿verdad?”

“¡…!”

Ante esas palabras, los ojos de Saya se abrieron de par en par al darse cuenta.

Sin siquiera darse cuenta, su mano había encontrado su camino hacia lo que siempre tenía escondido en su bolsillo.

“…arrepentirse, ¿eh?”

“Exactamente. Quiero decir, eso es lo que dicen, claro, que es mejor hacer algo y arrepentirse que no hacer algo y arrepentirse”. Ante esto, Miluše mostró sus dientes con una amplia sonrisa.

Saya solo podía responder con una sonrisa forzada. “…¿Así que vas a poner todo en superar a Sylvia Lyyneheym?”

“Aunque es más fácil decirlo que hacerlo.” Los hombros de Miluše cayeron abatidos. “Me encantaría ganarle en música o en batalla. Sólo una de esas sería suficiente…”

Saya soltó otro pequeño suspiro. “Tal y como yo lo veo, estás luchando en la misma arena que ella. Si quieres ganar sin importar qué, no es que no haya otras opciones disponibles para ti”.

“¿Eh? ¿Realmente? ¿Como qué?” Miluše saltó, agarrando a Saya firmemente por los hombros.

Saya la apartó suavemente y aclaró su garganta. “…Como en la Festa.”

“En la Festa…?”

“Sylvia Lyyneheym no ha sido capaz de ganar una todavía.”

“Bueno, tuvo que enfrentarse a ese monstruo en el Lindvolus.”

“Ese monstruo”, la bruja del veneno solitario, Erenshkigal.

“Exactamente. Sólo se está concentrando en el Lindvolus, y las probabilidades de ganar son bastante escasas. Eso significa que tú tienes una ventaja que ella no tiene”.

“¡Ya veo!” La expresión de Miluše se iluminó de repente. “Si podemos ganar a los Gryps”

“Pero no esta vez. Tal vez el próximo.”

“¿¡Qué quieres decir!?”

“Vamos a ganar esta vez”, dijo Saya con naturalidad.

Miluše se asustó. “¿¡Qué!? ¡Esa es mi línea! ¡Nosotras somos las que vamos a ganar!”

“…Eso no va a pasar.”

Sus miradas chocaban con la pura intensidad, casi lo suficiente como para enviar chispas volando por toda la habitación.

“Por Dios…”, dijo una voz detrás de ellos. “Y pensar que ambas se las arreglaron para encontrar el camino hasta aquí.”

Se giraron para encontrar a una mujer digna e instantáneamente reconocible que salía del ascensor en el pilar más cercano.

“… Comandante Lindwall?”

Tanto Saya como Miluše la miraron con asombro.

Detrás de ella estaban Ayato y las otras integrantes de Rusalka.

“¡Ayato!”

“¡Miluše!”

Se apresuraron a venir, sus rostros llenos de alivio.

“Es bueno verlas a las dos a salvo y bien.” La sonrisa de Helga era genuina, pero su voz pronto cambió de tono. “Este lugar está fuera de los límites, o mejor dicho, ni siquiera deberías haber podido acceder a él en primer lugar. Vas a tener que decirme cómo llegaste aquí”.