Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 8

Capítulo 5: Ruinas Desmanteladas

Parte 2

“…Están realmente locos, esa gente…”

Ayato, a la espera de que el polvo se asentara, desactivó el Ser Veresta, devolviéndolo al titular a la altura de su cintura.

Frente a él yacía un pozo enorme, al menos del tamaño de una cuadra entera de la ciudad. La habilidad de Nevilleworth debe haber rasgado un agujero en la capa superficial de la tierra.

El suelo en esta parte de la zona de reurbanización era sin duda más quebradizo que en otras zonas de la ciudad debido a su larga negligencia, pero aún así no debería haber sido destruido tan fácilmente. El poder detrás de esa habilidad debe haber estado más allá de la comprensión.

Al otro lado del abismo, Nevilleworth, junto con los otros miembros del Equipo Hellion, los observaban. Estaban demasiado lejos para alcanzarlos. Ni siquiera una Genestella habría podido saltar esa distancia.

Nevilleworth probablemente había tenido la intención de separar a los dos grupos para que no pudieran atacarse entre sí; aunque, sin duda, era un enfoque poco ortodoxo.

Finalmente, los mercenarios se giraron y desaparecieron en la masa de edificios abandonados. Sólo Roverica se detuvo para mirar por encima de su hombro, mirando hacia ellos, pero ella también se marchó pronto para alcanzar a sus compañeras de equipo.

“Espero que no tengamos que enfrentarnos a ellos”, murmuró mientras se limpiaba el sudor de la frente.

“¡Hey!, ¡todas! ¿¡Estás bien…!?” Tuulia gritó desde lejos detrás de él.

Se escucharon varias voces débiles desde algún lugar de la distancia.

Muchos de los edificios a su alrededor se habían derrumbado debido a la fuerza del impacto, haciendo que el área de reurbanización se viera aún más sombría.

“Bueno, será mejor que nos vayamos también…. ¿Eh? ¿Saya?” Pero cuando miró a su alrededor, su amiga de la infancia no estaba en ninguna parte.

Las habilidades de Saya eran lo suficientemente buenas como para que no hubiera tenido dificultad en evadir el ataque.

Pero aun así, Ayato, preocupado, entró en el estado de shiki para estirar sus sentidos.

Cuando su móvil empezó a sonar.

“…Ayato, ¿estás bien?”

Al abrir la ventanilla aérea, la cara de Saya apareció ante él, aunque la imagen estaba inesperadamente oscura y distorsionada. “Ah, Saya. Gracias a Dios…. ¿Y tú? No, espera, ¿dónde estás?”

“No estoy segura… Probablemente en algún lugar bajo tierra.”

“¿Bajo tierra…?”

Se acercó al borde del hoyo y se asomó, pero no parecía particularmente profundo, probablemente sólo unos veinte metros más o menos.

Cuando él y Kirin cayeron a través de la superficie de Asterisk, llegaron hasta el área de lastre, la sección más baja de la superestructura de la ciudad. Esta vez, sin embargo, el colapso parecía haberse detenido en un pasadizo subterráneo, o en los canales de drenaje.

La roca creada por la habilidad de Nevilleworth ya se había disipado en maná crudo, sin dejar rastro de su existencia.

Sin embargo, parecía que había innumerables grietas en los escombros que conducían a pasadizos subterráneos, y el suelo a su alrededor aún no se había estabilizado.

“Así que estás atrapada en algún lugar… Esto no es bueno.”

“…no creo que pueda eliminar tantos escombros con mis Luxes.”

“Ni siquiera lo intentes; eso podría hacer que se desplomara aún más.”

No tenía ni idea de dónde estaba, pero sería mejor no hacer nada que pudiera empeorar la situación.

“Ya veo…. Entonces busquemos otra manera.” Saya frunció el ceño. “Oh, hay algo más,
también.”

“¿Eh? ¿Qué?”

En ese momento, la voz de Tuulia resonó detrás de él: “¿¡Qué!? ¿¡Estás atrapada!?”

“… La líder del equipo Rusalka está aquí conmigo.”

“¿Eh…?” Ayato se giró y encontró a cuatro de las integrantes de Rusalka reunidas en un círculo alrededor de una ventanilla aérea. Miluše, su rostro proyectado en el centro de la pantalla, parecía como si estuviera a punto de estallar en lágrimas.

“¿Así que están ahí abajo juntas…?”

“Eso parece.”

El resto de las integrantes de Rusalka parecían haberse dado cuenta de eso también, y se dirigieron hacia Ayato al unísono.

“Esto se está volviendo más y más complicado…”

Pensando profundamente, se calló, pero aun así se las arregló para mostrarles a todas una sonrisa rígida.

***

“…De todos modos, nuestra prioridad es sacarles a los dos de ahí.”

Todas, Ayato incluido, asintieron por sugerencia de Mahulena.

Siendo la situación como era, ahora no era el momento de discutir, así que Rusalka había consentido una tregua temporal. Dicho esto, Ayato no tenía nada en contra de ellas para empezar.

“¿Quizás deberíamos llamar a Stjarnagarm y esperar a que nos ayuden…?”, sugirió con cautela.

“¡Imposible, absolutamente imposible! Si lo hacemos, descubrirán que hubo una pelea aquí”. Mónica lo descartó rotundamente. Ella hinchó sus mejillas dramáticamente, pero sus ojos estaban serios.

“…No es como si alguien más se hubiera quedado atrapado en él, así que no creo que nos descalificaran por un incidente único…. La presidenta probablemente nos regañe.” Mahulena suspiró pesadamente con la cabeza, pero luego levantó la vista como si estuviera tomando una decisión. “Pero estoy de acuerdo con el Sr. Amagiri. Su seguridad es lo primero, después de todo.”

“¡Espera un segundo, Mahulena, espera!” Mónica hizo pucheros. “¡Vamos, Tuulia, di algo!”

Pero Tuulia les miró a regañadientes. “…No, estoy con Amagiri aquí.”

“¿Qué, por qué?”

“No quería admitirlo, pero él me salvó. Le debo eso, así que no puedo ser ingrata”, dijo ruborizada antes de lanzar una mirada a la distancia.

“…En ese caso, yo también.”

“¡Argh…! ¡Siempre estás de acuerdo con los demás, Päivi!” Mónica pateó sus pies como una niña, sus hombros cayendo en la derrota. “Bien, lo entiendo. Haz lo que quieras. Sólo pensaba en todas nosotras, pero ahora parezco la mala”.

Según lo que Ayato había leído, se suponía que Mónica era la integrante más antigua del grupo, pero su figura enfurruñada, pateando algunos escombros perdidos, era inequívocamente infantil.

“Um, todo eso está muy bien, pero…”, empezó Miluše.

“…no creo que podamos esperar tanto”, terminó Saya con voz calmada.

“¿Eh? ¿Qué quieres decir?” Mahulena no pudo disimular su preocupación.

“Hubo un sonido extraño un poco antes…”

“…Básicamente, el techo podría caer.”

“¿Quieres decir que podría colapsar de nuevo?” Preguntó Ayato.

Saya asintió. “…Sí. Pero este pasaje parece que lleva a alguna parte, así que podemos intentar profundizar más”.

“Cierto…”

Los bloques subterráneos de Asterisk eran diferentes en cada área y a cada profundidad. La red de metro, por ejemplo, era particularmente densa en el distrito central, pero apenas se extendía a las secciones exteriores de la zona residencial. Sin embargo, debería haber habido al menos una ruta que lo conectara a la terminal central.

Por otra parte, la disposición en forma de laberinto de pasadizos subterráneos y túneles de drenaje atravesaba toda la ciudad.

Sin embargo, por razones de seguridad, esos detalles no estaban a disposición del público. Los bloques subterráneos estaban bajo la jurisdicción del Departamento de Infraestructura y Mantenimiento y estaban fuera del alcance de los medios normales de comunicación. El hecho de que Saya y Miluše fueran capaces de mantener una conexión móvil era sin duda porque estaban relativamente cerca del enorme cráter, pero si se movían más lejos en el laberinto subterráneo, probablemente perderían contacto con la superficie.

En otras palabras, Ayato y las demás no tendrían forma de contactar con ellas ni de saber dónde están.

“…tengo que preguntar, ¿cómo es el sentido de la orientación de Miluše?”

“Lo viste por ti mismo cuando estábamos huyendo de ese asunto”, comentó Tuulia.

“…Cierto.”

En ese caso, tendrían que considerar que ninguna de las dos tendría un buen sentido de la orientación.

“¡Argh!”, dijo una voz de pánico desde el otro lado de la ventanilla.

Miluše, al parecer, había logrado esquivar un trozo de escombros del tamaño de un puño que caía por sólo un pelo de ancho.

“No tiene buena pinta. Intentaremos hacer lo que podamos…”

Pero la distorsión pronto se hizo demasiado intensa para escuchar lo que Saya estaba diciendo, y después de un breve momento, la transmisión se interrumpió.

Ayato y las cuatro chicas sólo podían mirarse preocupadas.

***

Aunque las pálidas luces cubrían el pasillo subterráneo a intervalos regulares, era lo suficientemente ancho como para que hicieran poco por iluminar sus alrededores.

Nada resonaba en el oscuro y húmedo espacio, excepto los sonidos de las pisadas de las dos chicas.

“…”

“¡Eh, espera! Eres…. eres Sasamiya, ¿verdad? Hey, deja de caminar tan rápido!” Miluše la siguió con nerviosismo, como si tratara de mantenerse fuera de su línea de visión, como si estuviera a punto de empezar a llorar.

“No hay necesidad de que te espere”, contestó Saya con frialdad mientras mantenía los ojos abiertos para ver si había algo que parecía que pudiera llevarte a la superficie.

Había oído que había áreas en los bloques subterráneos equipadas con terminales de comunicación para uso de aquellos que se encontraban perdidos, pero no podía ver nada que se asemejara siquiera un poco a un dispositivo de este tipo.

“No soy un tú, llámame por mi nombre, ¡Miluše! Pero supongo que es un nombre artístico…”

“Bien. Puedes acompañarme si quieres, pero deja de quejarte”, murmuró Saya.

“¿¡Qué…!? ¡No puedes decirlo en serio!” Los ojos de Miluše se movían de un lado a otro como los de un animal aterrorizado.

Después de todo, los dos habían estado en desacuerdo hasta hace poco, cuando apareció el equipo Hellion. Saya no quería regresar a esa situación, pero tampoco le importaba ponerse cómoda con Rusalka.

Y lo que es más…

“…te diré esto.”

“¿Qu-qué?”

Saya se detuvo allí, mirando a Miluše, quien casi retrocedió asustada bajo su mirada. “Los enemigos de Ayato son mis enemigos. No te perdonaré si le haces algo”.

Miluše agachó la cabeza. “Pero como dijimos, Ayato Amagiri es”

“Bien. ¿Por qué no te digo lo bueno que es?”

“¿Eh?”

Mientras continuaba por el pasillo, Saya levantó un dedo. “Esto fue cuando teníamos unos siete años. Estábamos entrenando con Haru en la colina detrás de nuestras casas. Fui descuidada, y”

“¿Tengo que escuchar esto?”

“Puedes seguir adelante si quieres.”

Miluše miró a la oscuridad, tragándose su aliento. “…No, sigue.”

“Bien”, dijo Saya, asintiendo con la cabeza, antes de seguir explicando las muchas amabilidades de Ayato durante más de una hora.

“…Y entonces Ayato llegó allí en el momento justo, como un príncipe sobre un caballo blanco… ¿Eh?” Saya se detuvo, agachándose.

“…Hmm? ¿Ha terminado?” Preguntó Miluše, su expresión aburrida, su voz llena de energía.

Saya señaló a sus pies. Había huellas de pisadas y recientes.

“¿Huellas? ¿Pero por qué alguien estaría aquí abajo…?”

“…Hay polvo.”

Cuando Saya levantó el dedo después de trazarlo contra el suelo, estaba manchado casi de negro.

Pero no había polvo en ningún otro lugar.

“Tal vez…” Saya se levantó y puso su oreja contra la pared durante unos segundos antes de darle varios golpes fuertes.

“Hmm…”

Algo no estaba bien.

De repente, se oyó un sonido de algo pesado que se movía, y la pared se abrió deslizándose, revelando otro camino.

“¿Una puerta secreta…? ¿Por qué habría una puerta secreta aquí…?”

No cabe duda de que de ahí venía el polvo.

Y si es así, esa puerta secreta probablemente no había sido usada durante mucho tiempo, hasta que

“Alguien ha estado aquí recientemente”, murmuró Saya a nadie en particular.

“¡Oye, mira! ¡Hay algo dentro!” exclamó Miluše con emoción.

De hecho, delante de ellas, había una puerta lisa, de color plateado, envuelta en sombras a solo cinco metros de donde estaban paradas.

Intercambiaron miradas antes de acercarse con cautela.

“Es… Es un ascensor, ¿no?” Preguntó Miluše, con una pizca de alivio en su voz.

A primera vista, parecía un ascensor.

Si es así, podrían usarla para volver a la superficie.

“…pero hay algo sospechoso en esto.”

“Bueno… supongo que es un poco inusual”, admitió Miluše en voz baja mientras se ceñía la frente.

Sin embargo, rápidamente se recuperó y puso el dedo en el botón que estaba a su lado.

Hubo un sonido sordo y resonante, y las puertas se abrieron deslizándose, revelando un espacio cuadrado de unos dos metros de ancho.

“¡Mira, es un ascensor!”

“…no sé si eres valiente o simplemente estúpida.”

“¡Me aterrorizan los monstruos! Y nunca sé qué hacer, pero si no hacemos nada, no llegaremos a ninguna parte”.

Había sido una descuida, pero Saya tenía que admitir que había algo de verdad en lo que decía.

Incluso si seguían vagando por el pasaje, no se sabía cuándo, ni siquiera si encontrarían una salida.

“Hay otro botón dentro… ¿Qué debemos hacer? ¿Presionarlo?”

“…Estamos aquí ahora. Haz lo que quieras.” Saya entró, preparándose para lo peor.

“Muy bien”, dijo Miluše, poniendo el dedo en el botón.

La puerta se cerró deslizándose, y con un temible crujido, el ascensor empezó a moverse.

“…”

“…”

Les tomó un momento darse cuenta de lo que estaba pasando.

“Esto no se va a hundir, ¿verdad?”

“…está bajando.”

Saya no tenía la energía para decir más que eso.

O no se movía particularmente rápido, o se movían particularmente profundo bajo tierra,
porque el ascensor seguía moviéndose, y seguía y seguía. Pronto perdieron la noción del tiempo, hasta que finalmente se detuvo, y la puerta se abrió.

“¿Qué demonios…?”

Saya y Miluše se quedaron sin palabras por lo que tenían ante ellas.

Estaban en un espacio tan amplio que era difícil imaginar que estaban en algún lugar muy bajo tierra.

Algo que parecía un escenario a la espera de una actualización se extendió ante sus ojos. Sin embargo, a diferencia de las etapas estándar, su diseño era hexagonal, con pilares en cada una de sus esquinas. El techo era increíblemente alto, sostenido por los seis altos pilares, que parecían estar tallando directamente a través de la pálida luz que llenaba la caverna.

El ascensor fue construido en uno de esos seis pilares.

Saya y Miluše, abrumadas por lo que habían encontrado, salieron en silencio.

En ese momento, la puerta del ascensor se cerró.

“¡Ah!”

Para cuando pensaron en hacer algo, ya era demasiado tarde. La puerta estaba bien cerrada.

Y no había nada cerca que se pareciera a un botón.

“¿Qué hacemos ahora?” Miluše gritó con pánico.

Saya, silenciosa, continuó observando sus alrededores.

A segunda vista, el escenario parecía haberse deteriorado, y los propios pilares parecían derrumbarse en cualquier momento. Escombros de todos los tamaños imaginables yacían esparcidos por el escenario. A juzgar tanto por el estado en que se encontraba como por el aire estancado, debe haber sido abandonado hace mucho tiempo.

“No puede ser…” Pero cuando levantó la vista, el escenario estaba rodeado de lo que parecían ser salas de espectadores, lo que confirmaba su premonición. “…El Eclipse.”

Intentó recordar lo que Ayato le había dicho al respecto cuando subió al escenario.

El Eclipse: un torneo secreto e ilegal que antes se celebraba en algún lugar en las profundidades de Asterisk, en el que no existían reglas formales, y en el que los participantes prácticamente luchaban hasta la muerte.

La hermana de Ayato, Haruka Amagiri, había participado en ella y había sido derrotada.

Casi como si hubiese sido empujada por alguna fuerza invisible, Saya continuó hacia delante, hasta que sus ojos se encontraron con algo alojado en los escombros.

Era una montura de anteojos, con lentes rotos.

“…”

La miró fijamente durante un momento, antes de desempolvarla, envolverla cuidadosamente en un pañuelo y guardarla en su bolsillo.

“¡Hey! ¡No me dejes sola aquí abajo…!” gritó Miluše, corriendo detrás de ella. “…¿Huh? ¿Qué pasa?”

Saya agitó lentamente la cabeza. “…No es nada. Intentemos encontrar una salida”.