Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 8

Capítulo 4: Los Preliminares

Parte 3

“Heh-heh…. ¡Ha-ha-ha-ha! Bueno, eso fue impresionante. Sí, muy sorprendente…. Más allá de mis expectativas. Jovencita Enfield realmente es impresionante.” La risa incontrolada de Madiath resonó por toda su oficina mientras le ofrecía sus aplausos sin fingir.

Delante de él había una ventana aérea que mostraba la transmisión en vivo de la entrevista con el equipo ganador de Enfield, pero rápidamente cambió el canal a CM.

“Parece que deshacerse del retraso en la transmisión fue la decisión correcta después de todo.”

En el pasado, las transmisiones en vivo de la Festa y de los eventos relacionados habían estado sujetas a un retraso para dar a los administradores del torneo tiempo suficiente para evitar que el contenido inaceptable llegara al público. Los aficionados, sin embargo, se habían opuesto fuertemente a este acuerdo desde el principio, y la abolición de la práctica había sido uno de los primeros actos de Madiath como presidente del Comité Ejecutivo.

“…¿Qué significa esto, Madiath?” preguntó una voz desinteresada desde el rincón de la habitación.

La figura de la joven, casi disuelta en la pared como una sombra y luciendo un collar
mecánico alrededor de su garganta, pertenecía a Varda.

“¿Por qué quiere ver a Ladislav?”

“¿Oh? ¿Estás preocupada por tu querido padre?”

“…Puede que me haya creado, pero no tenemos ese tipo de relación.”

“Era una broma. Pero en cuanto a por qué la joven Enfield quiere conocer al profesor, ni siquiera yo…. ¿Hmm?”

En ese momento, su móvil empezó a sonar.

Al abrir una ventanilla aérea, se le apareció la cara de un joven pelirrojo furioso.

“¿Qué significa esto, Madiath?”

Madiath no pudo evitar sonreír ante las palabras, exactamente igual que Varda. “Me temo que estoy tan sorprendido como tú. ¿Por qué no intentas preguntárselo directamente? Me gustaría saberlo yo mismo.”

“¡No te hagas el tonto conmigo! ¡Si sabes algo, escúpelo!”

“Créeme, no tengo ni idea de lo que está tratando de lograr”, respondió honestamente. “Todo lo que sé es que ha estado investigando al profesor desde hace tiempo, lo que parece haber perturbado a Galaxy un poco.”

Dirk le devolvió la mirada como si le resultara difícil de creer. “…Bien. Pero esa mujer está loca. ¿Preparando una pelea con la Fundación y la que apoya a su propia escuela en eso… tiene un deseo de muerte o algo así?”

“No puedo negar que ese parece ser el resultado más probable a este ritmo. Pero creo que esto complicará un poco más las cosas”.

“¿Qué?”

“Lo que quiero decir es que lidiar con esto no será sencillo.” Madiath se recostó en su silla, agarrando sus manos detrás de su cabeza mientras rizaba sus labios. “Esta es la oportunidad perfecta para derribar a Galaxy. Y dado que ha habido un equilibrio de poder entre las seis fundaciones durante tanto tiempo, ¿crees que los demás dejarán pasar esta oportunidad?”

“Pero los otros ni siquiera deberían saber lo de Varda. Y Ladislav era sólo el líder ideológico detrás del incidente del crepúsculo de Jade, nada más. Sí, sería perjudicial para ellos que eso saliera a la luz, pero…” Dirk se detuvo allí, cruzando los brazos, muy pensativo. “Para empezar, ¿no ha llegado ya Galaxy a algún tipo de acuerdo con los demás sobre cómo tratar con él? No pueden romper eso ahora, ¿verdad?”

“Ese es el caso. Este es un problema interno de Galaxy. Por supuesto, intentarán extinguir esta pequeña conflagración, pero si los demás simplemente se oponen a sus métodos, eso no será suficiente para constituir una violación del acuerdo, ¿no cree usted? Incluso desde un punto de vista ético, la culpa recaerá directamente sobre Galaxy”.

El sentido de la ética de Madiath se había atenuado un poco durante un tiempo, pero, aunque era de poca utilidad en sí misma, no podía decir que estaba completamente desprovisto de valor, dada su posición pública.

Dirk resopló irritado. “¡Hmph! Supongo que será difícil para ellos hacer algo al aire libre si los otros cinco están respirando en sus cuellos…”

“Y esta vez, serán cinco contra uno. Incluso Galaxy no querrá hacer nada imprudente. Todo lo que se necesita es que los demás les den una advertencia justa”.

“¿De verdad crees que llegará tan lejos?”

“Lo hará. Me aseguraré de eso.”

“…¿Así que te pondrías del lado de esa pequeña zorra?” Dirk se enfadó, su voz hirviendo de rabia.

Pero Madiath simplemente sonrió. “Como presidente del Comité Ejecutivo, ¿no es natural que proteja a nuestros participantes?”

“…¡Tch! Tú también eres más o menos un ejecutivo de Galaxy. No me vengas llorando si regresa a morderte.”

“Por supuesto, necesitará una mano hábil. Además, si se ponen serios, es decir, si están dispuestos a sufrir algunas pérdidas, ni siquiera yo seré capaz de detenerlos”, respondió Madiath con una leve sonrisa.

En ese momento, Dirk, su rabia finalmente se desbordó, cortó la transmisión.

“Por Dios…”, murmuró Varda, que hasta entonces había estado escuchando el intercambio en silencio. “Ustedes los humanos están más allá de la comprensión. ¿Por qué intentan complicarse más las cosas? Qué ilógico”.

Probablemente no esperaba una respuesta, pero Madiath se rió un poco de todos modos. “Tal y como yo lo veo, las cosas son más interesantes de esa manera.”

***

La sala de conferencias especial de la sede del Galaxy estaba completamente desprovista de ostentación.

Sólo estaba llena de una larga mesa, rodeada por una ordenada fila de sillas a cada lado. Cualquiera que entrara por primera vez se quedaría impresionado por lo poco inspirador que era.

Eso era lo que Nicholas Enfield había sentido la primera vez que llegó allí.

Sentado en el asiento más cercano a la pared, entendió muy bien la lógica de la total falta de decoración.

En esta sala, todo lo que no existía para beneficiar a Galaxy era innecesario.

Esa regla se aplica por igual tanto a los objetos como a las personas.

“Bueno, entonces, si todos han llegado, comencemos”, anunció una voz fría y tranquila.

Los dieciocho más altos ejecutivos de Galaxy, de los cuales más de la mitad estaban asistiendo a través de un enlace de video, dirigieron sus miradas hacia la mujer que había hablado primero.

Era Isabella Enfield, esposa y superior de Nicholas y una de las más altas ejecutivas presentes. Su elegante cabello rubio, atado en un bollo, y su traje negro bien hecho a medida sirvieron para enfatizar su rara belleza, y todo ello contradecía completamente su verdadera edad. Miró a todos con una sonrisa tranquila, la única expresión que Nicolás la había visto dar a alguien en más de diez años.

Sus ojos, sin embargo, emanaban la misma frialdad maquinal que cada uno de los otros ejecutivos.

“Esta reunión se refiere a cómo tratar con la presidenta del consejo estudiantil de la Academia Seidoukan, Claudia Enfield”, dijo clara y desapasionadamente. “Por favor, dénos todas sus opiniones sin reservas.” Era su propia hija de la que hablaba, pero no había ni una pizca de emoción en su voz.

Ni tampoco ninguno de los otros ejecutivos mencionó ese hecho. Eso era de esperar. Nadie que se aferrara a deseos egoístas, como la preocupación por la familia, habría podido alcanzar su posición dentro de las fundaciones empresariales integradas.

“Ya hemos recibido peticiones de EP, Solnage y Frauenlob para tomar una decisión justa bajo el pretexto de la Festa. W&W y Jie Long parecen dispuestos a hacer lo mismo”.

“Qué molestia.”

“Eso hará que cualquier método abierto para tratar con ella sea difícil.”

“Pero no podemos dejarla en paz.”

“No hay garantía de que su equipo gane. ¿Quizás deberíamos continuar monitoreando la situación?”

“Aun así, tendremos que hacer ciertos preparativos.”

“Dado que se relaciona con la Festa, deberíamos usar a Madiath Mesa. Si le diéramos una razón válida para descalificarla…”

“No, no se puede confiar en él.”

“Además, habrá una reacción violenta si se ve que hemos tenido algo que ver en ello.”

Los ejecutivos levantaron sus voces a su vez. No hubo interrupción y, sin embargo, tan pronto como una persona terminaba de hablar, comenzaba la siguiente, sin pausa. Cada uno de ellos había sido despojado de su personalidad hasta el punto de que era imposible saber quién había dicho qué.

No había necesidad de distinguir entre ellos aquí.

Nunca intercambiaron opiniones, sólo evaluaciones lógicas de la información y de las posibilidades.

Incluso se podría decir que la gran entidad corporativa que era Galaxy estaba entablando un diálogo consigo misma.

“¿Y si nos deshacemos de Bartošik?”

“Eso violaría el acuerdo con Varda-Vaos.”

“¿Hay alguna necesidad de respetarla?”

“Lo perderemos todo si su existencia se filtra. Sería imprudente oponerse a ella”.

“¿Cuál es su estado actual?”

“Según el informe del grupo de Yabuki, parece haber sido identificada en Rikka a principios de la primavera…”

“Será más rápido tratar directamente con Claudia Enfield que intentar hacer algo con Bartošik.”

“¿Y si usamos el grupo de Yabuki?”

“No, ese debería ser el último recurso. Más importante aún…”

“La posición de la Galaxy debe ser…”

Desde la posición de Nicolás, la habitación parecía haber caído en silencio, pero mientras sus espeluznantes voces se desvanecían, las ruedas de su conversación seguían girando.

“Pues bien, si todos están de acuerdo, procedamos en conformidad”, declaró finalmente Isabella, antes de presentarse para anunciar el final de la reunión