86 [Eighty Six]

Volumen 4: Bajo Presión

Capítulo 1: Llamado al Servicio

Parte 4

 

 

—… pésimo.

A juzgar por la leve vacilación en su tono, probablemente no era consciente de cuán pésimo era realmente su sentido del gusto. Quizás era de esperar, ya que a diferencia de la visión y la audición, el gusto no era un sentido que tuviera medidas para cuantificarse.


Y sin embargo, Raiden describió que el sentido del gusto de Shin probablemente no era nada tan bueno como para considerarlo “pésimo”.

— No negaré que no soy muy bueno para sazonar, pero aunque me sienta mal por hacer cosas como dejar algunas cáscaras de huevo en la comida, no es como si se tratara del fin del mundo por eso. Creo que seguiría siendo perfectamente comestible aún de ese modo.

—…

Esa torpe forma de pensar dejaba claro cuán inepto era, incluso para alguien como Lena, que no sabía lo básico sobre cocinar. Y sin embargo…

— ¿Huevos, hmm…? Pero, ¿cómo se abren?

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Había oído que los caparazones eran muy duros. ¿Se necesitaba un martillo para abrirlos, tal vez?

—…

Esta vez era el turno de Shin de quedarse en silencio durante varios segundos.

—¿… Sabes que la escuela de cadetes tiene clases sobre los fundamentos de cocina como uno de sus cursos electivos?

— ¿De verdad…?

— Abarca las técnicas básicas, como por ejemplo cómo sostener adecuadamente un cuchillo de cocina, pero por el momento, Frederica es la única que sigue en ese curso… la mascota de nuestro escuadrón. Tal vez también deberías tomarlo, coronel.

—… Solo si tú lo tomas conmigo.

— Paso.

— ¿Qué? ¿Por qué?

Los oficiales del personal de inteligencia que se encontraban cerca de ellos tuvieron que contenerse de reírse al ver este ridículo giro de eventos.

Al final, su discusión indirecta continuó incluso después de que terminaron su comida y Shin tomó una segunda taza de sustituto de café. Shin se negó a retroceder, lo cual solo hizo que Lena se decidiera a volverse buena cocinando para poder estregárselo en la cara. Shin luego la siguió con una expresión dudosa mientras caminaban hacia el hangar con un paso extrañamente entusiasta.

El hangar había sido completamente abandonado hace solo unas horas, pero ahora estaba lleno una vez más con los Field-Dress que estaba destinado a albergar, y los dos soldados que estaban empapados de blanco y rojo también habían terminado su limpieza. Estos eran los Reginleifs, las nuevas armas móviles que pilotaban Shin y sus amigos, los cuales ahora dormían a la luz del sol de primavera con sus largas piernas dobladas debajo de ellos.

La vista de esos Field-Dress, armas mucho más refinadas y optimizadas que el Juggernaut, le hizo temblar el corazón de Lena. Estos Field-Dress blancos, del color hueso pulido, tenían una belleza fría y feroz, pero también daban la siniestra impresión de ser cadáveres esqueléticos vagando por el campo de batalla en busca de sus cabezas perdidas.

Ella recordaba esto. Lo había visto desde la sala de mando del cañón de intercepción del Gran Muro, un destello blanco que cortaba la oscuridad azul del amanecer, frente a la forma gigante y draconiana del Morpho. Recordó haber escuchado que el Reginleif se había desarrollado utilizando como referencia a los Juggernauts que la Federación había recuperado cuando rescataron a Shin y su grupo.

Lo que significaba que su presentimiento de que se parecía al Juggernaut era cierto… Así que, en cierto modo, Shin y su grupo le habían salvado la vida tan pronto como en aquel entonces. Por supuesto, el mayor contribuyente a eso había sido el procesador que pilotó ese Reginleif, pero si no hubiera sido por la movilidad de la máquina, no habría podido perseguir y destruir al Morpho. Lo que le recordaba que todavía necesitaba encontrar a ese oficial y agradecerle.

Contempló a cada uno de los cinco modelos de Reginleif, cada uno con sus propios armamentos únicos. Luego se detuvo ante uno de ellos, uno que sobresalía del resto. Unidad de Shin: Undertaker. Sus armamentos fijos eran cuatro martinetes, un par de cables de anclaje y el cañón estándar de ánima lisa de 88 mm. Pero, en contraste, estaba el arma preferida de Shin, una espada de alta frecuencia. Lena giró para mirar a Shin, su jinete.

— ¿… Puedo tocarlo?

— ¿Hmm…? Adelante.

Shin asintió perplejo, como si se preguntara cuál era el punto de la pregunta, pero este era el compañero al que le había confiado su vida. No era algo que alguien más pudiera tocar sin permiso.

Ella pasó la mano sobre el frío metal endurecido por innumerables cicatrices. Shin había estado en el ejército de la Federación por solo dos años. La lucha debió haber sido increíblemente intensa para que acumulase tantas cicatrices de batalla en tan poco tiempo.
Gracias por salvar y mantener a salvo a Shin en ese campo de batalla.

Llevaba el nombre de Undertaker, tal como lo hacía el Juggernaut de Shin en la República. Si las armas tenían algo parecido a las almas, esta unidad había heredado el alma del Juggernaut, sin duda. Sus dedos tocaron el emblema de la unidad de la punta de una lanza estampada bajo la cubierta. Mientras sus ojos vagaban hacia lo que parecía ser su Marca Personal, un esqueleto sin cabeza que llevaba una pala, Shin habló con una sonrisa irónica.

— Leíste los datos del Juggernaut antes de que se estacionaran aquí, ¿verdad? Todo el equipamiento es estándar, así que no creo que encuentres nada demasiado inusual.

— Es cierto, pero… um, este fue el primer modelo que vino a ayudar a la República, así que…

Por alguna razón, dudó en contarle a Shin los detalles de cómo otro procesador la había salvado y, en cambio, se desvaneció vagamente. Entonces, de repente, recordó algo y, después de disculparse por un momento, se acercó al jefe del equipo de mantenimiento. Intercambió algunas palabras con ellos, recibió algo y regresó con un paquete en la mano.

Un conocido con el que se había encontrado ayer en la base de operaciones avanzadas le había dado este paquete, junto con un mensaje. Era un artículo peligroso, lo que significaba que no podía llevarlo en su equipaje, por lo cual lo había llevado en un contenedor de municiones, junto con más munición.

— ¿…Qué es esto?

— Bueno, emm, tampoco lo sé…

Era una caja de plástico que había permanecido sin abrir desde que dejó la armería. Levantó la tapa y dijo después de presentar el contenido:

— Creo que esto te pertenece, Capitán.

El estuche contenía una pistola automática de 9 mm algo grande con un cargador doble, el tipo de arma que las antiguas fuerzas terrestres de la República habían usado en el pasado. Con las fuerzas terrestres desaparecidas del campo de batalla, los procesadores 86 a menudo las portaban. Shin miró el estuche con sospecha… y, en el momento siguiente, se puso rígido.

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— ¿Capitán?

—… Coronel, ¿dónde… encontró esto?

— Fuera del Gran Muro, cuando la Federación vino a rescatarnos.

— ……

Shin se calló, su rostro se puso algo pálido. Era difícil saberlo, ya que su expresión rara vez cambiaba, pero ella podía sentir cierta inquietud detrás de su rostro inexpresivo. Sin embargo, Lena no sabía la razón detrás de esto. Para empezar, esta pistola era algo que Shiden, la capitana de los Caballeros de la Reina, había encontrado en el mar de amapolas después de la destrucción de Morpho y su vinculación con las fuerzas de rescate de la Federación.

Cuando se encontraron por primera vez ayer luego de un rato, Shiden tenía la expresión de una niña que había hecho una broma desagradable, y le había dicho a Lena que entregara la pistola al capitán del Grupo de Ataque, en otras palabras, a Shin. Shiden había dicho que él la había dejado caer, con la sonrisa de un cocodrilo hambriento frente a una comida deliciosa.

La pistola no parecía haber sido desechada por mucho tiempo, por lo cual Lena había asumido que pertenecía al Procesador del Reginleif, quien supuso que era el capitán del Grupo de Ataque… Pero que ella pensara que Shin también había estado allí en ese momento… no debería haber sido posible. Después de todo, solo había Reginleif allí. Ella recordó eso tras su conversación.

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Recordó la voz contundente y juvenil que le hablaba desde más allá de la transmisión crujiendo con el ruido estático. Él nunca le dijo su nombre, pero ella recordaba la Marca Personal en la armadura dañada… Un esqueleto sin cabeza que cargaba una pala. Al darse cuenta de que había visto esa misma Marca Personal hace solo un momento, volvió a mirar al Undertaker.

El mismo esqueleto sin cabeza que portaba una pala no le devolvió la mirada, debido a que le faltaba la cabeza, pero estaba allí de todos modos. La marca personal de un sepulturero enterrando a los muertos. Un Dios de la Muerte…

… No puede ser.

Cambiando su atención de nuevo a Shin, al Procesador que pilotó ese Reginleif, ella lo miró boquiabierta, lo que solo hizo que Shin desviara su mirada. Shin se negaba obstinadamente a mirar a Lena a los ojos. Y eso hacía que Lena estuviera segura de ello.

— ¿¡Eras tú…!?

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Los ojos de Shin se movieron por un momento, como si buscara una salida… antes de soltar los hombros con resignación.

—… Sí, fui yo.

En contraste con los ojos de Lena iluminándose, Shin miró hacia otro lado con torpeza.

— Entonces discúlpame… por lo de ese momento.

— ¿Eh?

— Quiero decir… no sabía quién eras, pero dije algunas cosas bastante groseras en ese momento…

— Um…Disculpa… ¿Una disculpa? Ahora que lo pienso ¿Qué fue lo que le dije en ese momento? ¡En realidad, no puedo… recordar nada de eso…!
— N-No, estaba desesperada en ese momento… en realidad no recuerdo bien lo que pasó, pero ¿acaso dije algo grosero? Estaba, um, bastante agotada y un poco perdida en ese momento, y siento que dije todo tipo de cosas en el calor del momento…

Ella tropezó con su disculpa nerviosa. Pensando en eso, que dijera que no recordaba lo que había sucedido era algo mucho más grosero, pero al darse cuenta de eso solo después de decirlo, Lena se puso aún más nerviosa.

Sin embargo, Shin solo parecía aliviado.

— No… En realidad me salvaste en ese entonces.

Esa era una cosa que ella sí recordaba. En ese momento, el procesador de la Federación, Shin, era como un niño perdido y estaba derrotado sin tener idea de a dónde ir después.

Ella no sabía qué batallas había vivido durante los dos años transcurridos desde la misión de Reconocimiento Especial y su llegada a la Federación, pero se había encontrado con un ataque suicida por los territorios de la Legión para enfrentarse al Morpho. La lucha debió haber sido bastante terrible para que la Federación le ordenara hacer esto. Entonces si ella pudiera ayudarlo, aunque fuera solo un poco…

— Gracias al cielo. En ese caso… me alegra mucho.

Ella le presentó el estuche de armas una vez más, y esta vez, Shin lo aceptó.

No podía llevar una pistola que aún no había probado, así que Shin regresó a su habitación para dejar el estuche del arma.

— Por cierto, ¿cómo sabías que el arma era mía? ¿Alguien te la dio?


— Así es. Ayer en la base de operaciones, me encontré con Cyclops, la Capitana Iida. Fue entonces cuando la obtuve

— ¿… Cyclops?

— La capitana del escuadrón que me asignaron después de tu misión de reconocimiento especial.

—…

Ese intercambio irritó el ánimo de Shin por un momento, que una vez más, era bastante difícil de notar dado lo poco que cambiaba su expresión. Mientras arrojaba el estuche de la pistola sobre el escritorio con particular crudeza, Lena se asomó en su habitación desde la puerta, preguntándose si estaba bien hacerlo. En comparación con la habitación de Lena, una para un oficial de mayor rango, El alojamiento de Shin era bastante simple para un procesador.

Hace dos años, ella tuvo la impresión de que él era un ratón de biblioteca, o más bien, un lector indiscriminado, y aparentemente, ella tenía razón sobre ese hecho. Lo único que adornaba la fría y ordenada habitación era un estante pequeño y desordenado repleto de libros.

Mientras examinaba los títulos en el estante, que incluían libros de filosofía, manuales técnicos, novelas ligeras y, por alguna razón, libros ilustrados, Lena preguntó:

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— ¿… Pero por qué no me lo dijiste hasta ahora? Tengo claro que el ejército de la Federación tiene cláusulas de confidencialidad, pero al menos podrías haberme contactado…

Era comprensible eso durante la operación de eliminación de Morpho, ya que no se habían visto las caras, pero Shin definitivamente sabía que Lena se había convertido en la comandante del Grupo de Ataque. Él consideró su pregunta con una expresión molesta.

— Lo siento. Durante la operación de rescate, siempre estábamos en las líneas del frente, y cuando se organizó el Grupo de Ataque, la confidencialidad se volvió mucho más estricta por alguna razón. No se nos permitió contactar a nadie desde afuera.
— …
Lena le había preguntado a la fuerza expedicionaria de auxilio varias veces sobre el Procesador del esqueleto sin cabeza y no había recibido una respuesta, debido a las cláusulas de confidencialidad. Pero ahora recordaba al comandante, Richard, conteniendo la risa y a su consejero, el jefe de personal, William, mostrando una sonrisa.

Había pedido el archivo personal del Procesador, que normalmente llevaría su nombre, pero curiosamente, el procedimiento se suspendió continuamente y no lo había podido ver hasta ahora. Lena tenía la sensación de que todos estaban involucrados y habían conspirado para no dejar que ambos se pusieran en contacto…

— Y además, nunca dudé de que nos alcanzarías, Coronel.

— ¿Eh…?

— Nunca dudé que llegarías a nuestro destino final. Me preocupaba que contactarte o venir a verte hiciera parecer que no creía que pudieras hacerlo por tu cuenta.

— Lo recordaste.

— Por supuesto que sí.

Shin lo dijo con su tono plácido habitual, como si no fuera nada en absoluto, pero no había otras palabras en el mundo que pudieran haber hecho más feliz a Lena. Él recordaba que había creído en ella y confiaba en que los alcanzaría algún día.

Lena se mordió el labio. Si alguna vez hubo un momento para decir lo que había que decir, era ahora, y si no aprovechaba la oportunidad, probablemente nunca volvería a ser lo suficientemente valiente.

— Shin.

Ella lo llamó con firmeza. Shin se dio la vuelta para mirarla y cerró la puerta de su habitación. Lena tosió secamente antes de continuar.

— ¿Podemos… podemos llamarnos por nuestros nombres? En lugares públicos hay aspectos que mantener, así que eso no es aceptable, por supuesto, pero cuando no lo estemos…Comandante.

Los 86 la habían llamado antes por su rango como señal de distanciamiento. Significaba su relación como opresora y oprimidos. Uno era un cerdo blanco sentado a salvo detrás de la pared, y los otros eran orgullosos 86 que luchaban fuera de él. Se había trazado una línea invisible entre ellos, marcando el hecho de que no eran lo suficientemente cercanos como para pretender ser amigos llamándose unos a otros por sus nombres.

Pero ella finalmente estaba fuera de la pared, incluso si no estuviera parada junto a ellos en el campo de batalla.

— Durante los últimos dos años, he luchado a mi modo, aún si no se compara con el tuyo. E incluso si no podía hacer realidad mi sueño, al menos, nunca escapé. Así que, ¿podrías tratarme como a los demás…?

Como Raiden, Seo y Crenna y Anju. Como sus camaradas de armas…

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— ¿… Y me podrías llamar por mi nombre…? ¿Podrías llamarme Lena?

Shin miró a Lena con sorpresa, aparentemente sorprendido, como si la hubiera llamado por su rango por costumbre y no por mala voluntad, y de repente sonrió.

— No me importa. Pero solo con una condición.

— ¿Hay una condición?

— Sí.

Cuando Lena se armó de valor, Shin dijo:

— Por favor, deja de poner esa cara trágica.

Sus palabras golpearon a Lena como un cuchillo en el corazón.

—… No estoy poniendo una cara trágica.

Por alguna razón, su voz salió difusa, como si su nariz estuviera tapada… Como si estuviera al borde de las lágrimas.

— Sí lo estás. Para ser honesto… esa cara me ha estado irritando durante un rato.

Incluso cuando él llamaba irritante la cara de ella, su tono y mirada estaban llenos de preocupación.

— Cuando dije que quería que nos recordaras, no era para que recordaras nuestras muertes. No te dije que vivieras solo para que pudieras pasar todos los días tratando de expiar tus pecados… No te dije esas palabras como castigo, para que tuvieras una expresión tan tortuosa… Como si le dijera que no la estaba culpando de nada…

—… Así que deja de usar ese macabro uniforme. No te queda bien… Y tampoco este pelo.

Después de un momento de duda, él tomó suavemente un mechón del largo y sedoso cabello de Lena. La raya solitaria estaba teñida de rojo, para representar la sangre de los 86.

— Ya no tienes que hacer esto. No tienes pecados que expiar. Nadie te está condenando, así que por favor deja de intentar llevar una cruz inexistente.

86 Volumen 4 Capítulo 1 Parte 4 Novela Ligera

 

Lena sacudió lentamente su cabeza.

No era una cruz… No era una culpa. Era una armadura. El uniforme teñido de negro. El cabello teñido de rojo. Eran la armadura que yo necesitaba para luchar sola en la República, donde todos los demás olvidaron cómo luchar.

—… Pero…

Las palabras se derramaron de sus labios rosados antes de que ella supiera lo que estaba diciendo.

—… no quedaba nadie… Tú y los demás, junto con todos de quienes tomé el mando después de que te fuiste, todos se adelantaron y me dejaron atrás.

Una voz tranquila en su cabeza le ordenaba que se detuviera, pero los amargos susurros fluían de todos modos.

Tu país fue quien los echó, el país que los envió a la muerte. No tienes derecho a decir nada, no tienes derecho a llorar tu soledad ante él.

— Nadie me creía. Nadie pelearía junto a mí… Nadie estaba a mi lado.


Aunque les supliqué que… no me dejaran atrás…

— Tanto mi tío como mi madre fallecieron, y me quedé sola… Así que si no pretendiera ser fuerte, nunca hubiera durado. Si no me llamara la Reina Sangrienta, si no creyera la mentira de que era dicha Reina Sangrienta, entonces me habría…

—… Si…

… roto y habría sido destrozada hace mucho tiempo.

Shin afirmó en voz baja la vulnerabilidad de Lena. Tal vez se identificaba con algo de lo que ella dijo. Tal vez este chico, de la misma edad que ella, llevaba el nombre del Dios de la Muerte para poder sobrevivir en ese campo de batalla de muerte segura…

— Pero ya no necesitas eso. Ya no estás sola… Me tienes a mí, a Raiden y a los demás a tu lado.

El calor de su cuerpo, ligeramente más cálido que el suyo, la había inquietado antes, pero ahora se sentía reconfortante. Daba peso a sus palabras y la llenaba de esperanza.

— ¿No querías pelear juntos, con nosotros?

— ¡…!

Y ahí estaba su límite. Lena se aferraba a la persona que estaba a su lado, por fin, y lloró como una niña.

—… Esos dos son realmente, ¿cómo decirlo…? ¿Una pareja problemática?

Dijo Seo, con una mano apretando la boca de Frederica mientras cargaba a la niña que luchaba con la otra mano.

— No pensé que tendríamos que cubrirlos para que estas dos no los acosaran todo el día.

Respondió Raiden, agarrando igualmente a Crenna de la boca y estando ella igualmente molesta.

Estaban en la curva del corredor donde Lena se aferraba a Shin, llorando en voz alta. Raiden y Seo estaban escondidos en las sombras detrás de la pared, ocultos a la vista, susurrando tan silenciosamente como pudieron para que los agudos oídos y sentidos de Shin no captaran su presencia.

Anju, que estaba sentada en el lado opuesto del corredor, escuchando y mirando acertadamente a Shin y Lena con un espejo de mano, esbozó una sonrisa de astucia.

— En todo caso, Crenna y Frederica necesitan aprender a contenerse un poco. Sé que no les gusta ver como su hermano mayor les es arrebatado por otra chica, pero al menos déjenlos en paz por hoy.

Crenna y Frederica dejaron escapar quejas sordas y molestas en respuesta, una exclamación de protesta y objeción que probablemente significaban “¡Que no es nuestro hermano mayor!” que todos ignoraron tácitamente.

El registro de la conversación de Shin y Lena después de la destrucción del Morpho era uno que Shin no quería que otros escucharan a toda costa, pero Seo se alegró de haberlo escuchado.

Él era el Dios de la Muerte que luchaba a su lado y llevaba a sus compañeros caídos a su destino final. Pero el llorón de un Handler le había dicho las palabras que siempre habían querido decir pero que no podían, ya que fueron ellas las que hicieron que Shin cargara con esa carga.

—… Me alegro de que la coronel no haya muerto.

— También estoy de acuerdo. Anju cerró su espejo de mano.

— Nos notará en cualquier momento ahora. Salgamos de aquí.

— Bien

— Entendido.

Se había tomado la molestia de volver a aplicarse maquillaje, y ahora este se corría por su rostro de nuevo. Lena habló, todavía con un poco de hipo en su voz.

— Entonces cambiaré mi cabello a la forma en que estaba antes. Shin sonrió levemente.
— Creo que sería lo mejor.

— Mi uniforme también.

— Si.

—… Sin embargo, hasta que llegue un uniforme de repuesto, seguiré usando el negro…


— ¿No podrías usar el uniforme de la Federación hasta entonces?

No, eso sería demasiado, o eso era lo que Lena estuvo a punto de decir antes de cambiar de opinión. Sí, ella había estado en el lado receptor de burlas durante el tiempo suficiente, por lo cual su siguiente acción serviría como una pequeña venganza.

— ¿No sería eso mucho más de tu… gusto?

— ¿Eh…?

Shin miró a Lena, sorprendida. Insegura de cómo responder eso, se quedó congelada en su lugar con la boca abierta. Al ver a este chico generalmente desarraigado tan inusualmente nervioso, Lena no pudo evitar estallar de la risa.

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