Wortenia Senki (NL)

Volumen 1

Prólogo: 8 Años

El Imperio de O’ltormea, gobernante supremo del centro del continente occidental. En una finca ubicada en las afueras de su capital, la ciudad de O’ltormea, dos hombres se encontraban cara a cara.

La oscuridad de la noche cubrió el mundo. Gruesas nubes borraron la luz de la luna, lo que no permitió que incluso el brillo de las estrellas la iluminara. El candelabro que colgaba del techo de la finca brillaba gracias al poder de su taumaturgia otorgada. Su luz se filtraba por la ventana, pero incluso eso se limitaba a un radio pequeño.

Y más allá de esa débil luz se extendió un ambiente que rechazó la vida del hombre.

La mayor parte de la iluminación de este mundo provino de lámparas encendidas por pescado o aceite vegetal, y muy pocas personas podían emplear la taumaturgia. Además de eso, el petróleo era bastante caro dado el ingreso promedio de este mundo y por lo tanto, la mayoría de las personas no podian usarlo tan libremente como el agua. Mientras no hubiera algun tipo de emergencia, la clase media de este mundo, los llamados “Plebeyos” regresaron a casa con la puesta de sol y se durmieron cuando cayo la oscuridad.

Si hubiera alguna excepción a esa regla, serian distritos de placer, como el que se erigió sobre esta propiedad, y los sectores donde se construyeron mansiones de la nobleza. Incluso O’ltormea, considerado por sus vecinos como un gran poder, no podía igualar el nivel de vida de Japón.

“Es inquietante lo profunda que puede llegar la oscuridad, no?”, Susurró un hombre, mirando a través de las cortinas con temblorosos hombros. “Casi parece que podría quitarte el alma … Han pasado casi ocho años desde que fui convocado a este mundo, y todavía no me puedo acostumbrar. Para ser honesto, extraño tanto mi antigua vida en Japón que es enloquecedor”.

La oscuridad era pura e impenetrable, sin luces de la calle, máquinas expendedoras o casas residenciales para iluminarla. Raramente se imaginaría que la noche podría causar tal terror en el corazón del hombre.

Pero no, era más que solo la oscuridad de la noche. Este lugar era completamente diferente de Japón en todos los sentidos. Desde la religión y la cultura, hasta el hábito de cada minuto, e incluso los diseños de ropa y peinados, nada en este mundo parecía alinearse con la vida en Japón.

Y eso lo hizo anhelar aún más su vida en Japon. Esos días fueron buenos. Y cuanto más terrible parecía el presente en comparación con el pasado, más fuerte palpitaba en su corazón el anhelo por el hogar.

“Bueno, uno no puede evitar sentirse así, al menos cuando se trata de esto. Este lugar no es como nuestra dulce patria, despues de todo. Pero encontrarte tan sentimental, Saitou …es realmente inusual. Es cierto, no nos hemos visto cara a cara en algunos meses, y sin embargo …yo, simplemente debo hacer de esto un tema en nuestra proxima reunion regular. Estoy seguro de que los otros representantes se reiran a carcajadas por esto “.

EI hombre de mediana edad que se burlaba de el estaba sentado cómodamente en un sofá, bebiendo una copa de vino añejado. “Por favor, perdoname la verguenza, Sudou. Tengo una posición y reputación que mantener”. Saitou se dio la vuelta apresuradamente para enfrentar  al otro hombre, pero Sudou lo miró con su sonrisa habitual.

“No, no estás por encima de los candidatos para los futuros gerentes de nuestra organización, y usted también es joven. Es natural que los gerentes más mayores deseen molestarlo un poco. Desde su perspectiva, tienes una edad cercana a la de sus hijos o nietos. Piense en ello como uno de los únicos placeres restantes disponibles para un grupo de hombres viejos y solitarios separados de sus familias  jueguen. Tú también sabes lo que es perder una familia. Seguramente puedes simpatizar con sus sentimientos”.

Esas palabras fueron dichas en broma, pero evidentemente habían apuñalado las viejas heridas de Saitou. Por un momento, su rostro se distorsionó brutalmente.

“Sudou..”. Resonó un leve gruñido en su voz.

Cuánto peso tenían las emociones detrás de ese enunciado? La pura intención asesina que se filtró de él congeló el aire en la habitación. Era su verdadera voluntad puesta en práctica, una faceta de sí mismo que normalmente nunca expondría.

Un brillo siniestro parpadeó en los ojos de Saitou mientras miraba la cara de Sudou. Sudou, por otro lado, simplemente inclinó la botella de vino sobre la mesa una vez más, como si nada fuera de lo normal estuviera sucediendo.

“Jejeje, sí, esa es una buena expresión. Esa mirada me dice que tu rencor aún no ha disminuido. Ese sentimentalismo inesperado en tus palabras anteriores me tenía un poco preocupado de que pudieras ablandarte con nosotros… Pero, ja, veo que no es el caso en absoluto. Un alivio, para estar seguro. Nada más sería suficiente”.

Esas palabras hicieron que Saitou desviara su mirada sin decir nada. Parecía que Sudou lo había enojado deliberadamente. La atmósfera tensa que había envuelto la habitación comenzó a disiparse gradualmente. “Eres… un hombre desagradable, honestamente”.Olvidando su tendencia habitual de hablar cortésmente con sus mayores, esas palabras se deslizaron de los labios de Saitou con veneno. Al escuchar esas palabras, Sudou dejó escapar una risa bulliciosa.

“Mis disculpas, amigo. No hay necesidad de indignarse por esto. Ver las motivaciones de los subordinados es parte del trabajo de un superior. Especialmente en una organización como la nuestra” Luego dejò su copa de vino sobre la mesa y, con la sonrisa desapareciendo de sus labios, volvió su mirada hacia Saitou. Ni una pizca de frivolidad permanecía en sus rasgos.

“Bueno, entre tú y yo, tengo una gran fe en ese brazo espada capaz y esa brillante cabeza tuya … Eres la imagen misma de la mano de obra invaluable para nuestra organización. Y eso incluye la lujuria oscura que duerme en las profundidades de tu corazón”. Sus ojos negros miraron a Saitou, como si fueran capaces de ver en su corazón. Como agujeros negros, ausentes de todas las emociones.

“Y es por eso que elegí salvarte, sobre todos los demás candidatos. No eres un militar experimentado, o un espía. Tú eres.. un simple asalariado, recién salido de la adolescencia. Es por eso que le hemos confiado una tarea vital, una de nuestras aspiraciones tan esperadas. Espero que no traiciones mis expectativas”.

Al escuchar esas palabras, una burla se dibujó sobre las facciones de Saitou. Recordó la juventud impotente que tenía en ese momento. Una versión más joven, arrogante e ignorante de sí mismo, que había creído ciegamente que nada estaba más allá de su alcance. Una tontería que finalmente le costaría todo.

“Te puedo asegurar. En este punto, lo sé incluso sin que me lo tengas que recordar”. Su puño apretado tembló de humillación y rabia. “‘Es por eso que estoy conteniendo la necesidad de gritar incluso ahora “.

Tuvo que enfrentarse a los enemigos odiados que lo despreciaban, y proactivamente hacer su trabajo sucio por ellos. Todas las necesidades para lograr ese objetivo secreto. Fue solo porque sabía tanto que mantuvo la oscuridad impregnando su corazón a raya. Al menos hasta que finalmente llegará el día…

Y aún así, no pudo evitar añorar el pasado que había perdido en algún momento.

Es esta mi debilidad, me pregunto? Por un breve momento, una leve duda flotó en la mente de Saitou. Pero lo que dijo Sudou luego borró esa duda sin dejar rastro.

“No estoy tratando de decir que hay algo malo en mirar hacia el pasado. Después de todo, somos camaradas en la misma situación. Puedo relacionarme con tus sentimientos, dolorosamente. Pero nunca debemos olvidar nuestro objetivo. No hay vuelta al pasado, después de todo. Por eso el futuro es mucho más precioso. Trabajemos juntos para captar un futuro mucho mejor”.

Saitou asintió en silencio ante las palabras de Sudou que casi parecían ver a través de él. No hubo cambios en el pasado.

Luchando como pudo, nunca podría recuperar las cosas que se le habían escapado de los dedos. Incluso si tuviera que seguir intentándolo para siempre…

De ahí que tuviera que fijar su mirada hacia el futuro.

“Sí, espléndido”. Dijo Sudou con satisfacción, viendo las llamas oscuras ardiendo en los ojos de Saitou. “Si eso te queda claro, no tengo nada más que decir. Volvamos a discutir el trabajo, entonces. Para que podamos lograr nuestro elevado objetivo, y pintar este continente con las llamas del sufrimiento y el tono carmesí de sangre”.

El susurro que se derramó de los labios de Sudou resonó en los oídos de Saitou como el dulce y seductor susurro del mismo demonio.