Wortenia Senki (NL)

Volumen 1

Epílogo: Informe

Parte 1

“¿Cuál es el significado de esto?” Un grito de ira reverberó a través de la sala de audiencias.

Era la voz del ministro de sangre de hierro, Durnest.  El Emperador que estaba en la sala de audiencias escuchó las palabras de Shardina, su codo descansando en el reposabrazos de su trono. “Eso concluye mi informe. Puedes hacer lo que quieras “.

De pie ante el Emperador estaban Shardina y Saitou, junto con Celia, Rolfe y Orlando; Los comandantes del grupo de búsqueda. Los recuerdos de los pocos días que siguieron al incidente surgieron en la mente de Saitou. Después de que Ryoma y su grupo escaparon, Shardina esperó hasta el amanecer y reunió a los soldados enviados al bosque. Ella jugó con la leve esperanza de que aún alcanzarían a Ryoma, y lanzó todas sus fuerzas a esa búsqueda.  Solo lo dejaría escapar mientras no tuviera las fuerzas para perseguirlo, y una vez que sus soldados se reunieron, la situación había cambiado. Sin embargo, Shardina no encontró a Ryoma al final.

“Así que todo fue en vano, entonces …”

“No creo que esto podría haberse evitado …” Saitou respondió a su susurro.  “Nos tomó demasiado tiempo reunir las tropas …”

Ryoma probablemente asumió que lo perseguirían. Una persona normal que interpretara las palabras de su oponente como le fuera conveniente, y esa persona creería que no serían perseguidos hasta que salieran de la frontera. Fue el hecho de que Ryoma nunca cometió ese tipo de errores ingenuos lo que lo hizo tan formidable.

“Volvamos a la capital”.

Esas palabras hicieron que Saitou hiciera una mueca.  Ahora que no habían logrado capturar a Ryoma, no tenían razón para merodear por el bosque. También tendrían que levantar el bloqueo en el puesto de control fronterizo, o podría golpear su economía.

Eso también se aplicaba al grupo de Celia en el sur.

Pero si bien lo entendió perfectamente, Saitou no podía aceptar fácilmente esta decisión, porque no estaba satisfecho con la forma en que Shardina manejó la situación. El hecho de no atrapar a Ryoma fue un gran error, y la peor parte no fue que no hubieran podido atraparlo, sino el hecho de que habían tenido éxito y él todavía se escapó a pesar de eso. Incluso hubo bajas entre sus caballeros.  Incluso si no podían anticipar que Ryoma tuviera colaboradores, no había forma de evitar el hecho de que Shardina había fallado en su deber.

“Durnest hechará vapor como una tetera sobre esto”.

Saitou podía imaginar fácilmente al ministro gritándolos en la sala de audiencias del Emperador. Como su nombre lo indicaba, era un estadista con una voluntad de acero y la resolución de derramar su propia sangre si era necesario. Incluso un miembro de la realeza como Shardina no le haría cambiar de actitud.

“Lady Celia también será problemática”.

Tener a su familia asesinada la convirtió en la más entusiasta de todos los involucrados en esta misión. ¿Cómo le explicarían esto? “Bueno … pensaremos en algo. Celia no es tonta.  Si explicamos la situación, dudo que intente encontrar más fallas “.

Eso podría ser cierto si se tratara de Celia en cualquier otra situación …

Saitou dudaba que ella mantuviera la misma terquedad con su familia asesinada. Quizás leyendo sus pensamientos de su expresión, Shardina se encogió de hombros.

“Me haré cargo de ello. En cualquier caso, no tenemos más remedio que volver con el Emperador”.

Dicho esto, Shardina dejó el bosque y se reagrupó con Celia.  Y ahora, solo podía esperar su juicio después de explicar todo lo que sucedió.

“¡Incluso una princesa imperial no puede ser perdonada por tal fracaso!”

“Durnest.  Cállate por un momento”. La voz del Emperador cortó las palabras de Durnest mientras se preparaba para regañarla aún más severamente.

Saitou sacudió los pensamientos en su mente y concentró su atención en el Emperador.

“No tengo intención de encontrar fallas en el manejo de la situación por parte de Shardina”. Su voz grave resonó en la sala del trono.

“Pero … ¡Su Excelencia!” La cara de Durnest se llenó de sorpresa. “¡Obedéceme, Durnest!” Dijo el Emperador, golpeando el reposabrazos con el codo. “Es cierto, Shardina no pudo cumplir mi pedido.  Eso es un hecho. Pero la habilidad del hombre estaba más allá de la predicción. ¿Qué podría haber hecho ella de otra manera?”.

Las palabras del emperador dejaron a Durnest sin palabras.  Y tenía razón.  En todo caso, el hecho de que lo hayan atrapado una vez fue casi un milagro, teniendo en cuenta que no tenían un nombre o una cara para pasar.  Durnest lo sabía.

“Pero no podemos dejar que el viajero de otro mundo se escape”. La dignidad del imperio estaba en juego, y esa era la parte más importante de todo para Durnest.

“Lo sé.  Sin embargo.  Shardina y Saitou son miembros cruciales de las fuerzas de mi Imperio. Incluso si es por matar al despreciable hombre que mató a Gaius, no podría permitir que los sacrificaran por ello y debilitar a mi Imperio al hacerlo”.

No importa cuán baja sea la probabilidad, no podían darse el lujo de perder al capitán y vicecapitán de los Caballeros Súcubo, el orgullo y la alegría del Imperio. Fue exactamente ahora, cuando fueron debilitados por la muerte de Gaius, que perder más personas que podrían compensar esa pérdida obstaculizaría sus planes de dominación.

Teniendo en cuenta los muchos factores en juego, las elecciones de Shardina fueron acertadas.

“Sin embargo …” La mirada del Emperador cayó sobre Shardina. Estos no eran los ojos de un padre mirando a su hija, sino de un rey ordenando un vasallo.

“Aunque era inevitable, aún no has obedecido mis órdenes. ¡En adelante, te ordeno que tomes el lugar de Gaius y conquistes los países orientales!

Shardina y los otros cuatro presentes bajaron la cabeza a la vez. Se dieron cuenta de que en lugar de un castigo, el Emperador les había otorgado un nuevo puesto para reunir méritos y compensar sus fracasos.

“Responderemos tus expectativas, ¡a toda costa!” La voz de Shardina resonó por la sala del trono.

En este día, el Imperio de Oltormea comenzó su conquista de las tierras orientales en serio, un movimiento que continuaría involucrando al fugitivo Ryoma Mikoshiba. El continente occidental estaba en la cúspide de un gran evento.