Wortenia Senki (NL)

Volumen 1

Capítulo 1: Convocatoria

Parte 7

Rolfe solo podía adivinar Io frustrada que debía haberse sentido.

“En ese caso, el del otro mundo tenía un medio para luchar…” Él le dijo a ella corriendo, entre respiraciones pesadas.

“Sí, y tenía Ia habilidad suficiente para enfrentarse a cuatro soldados armados y un taumaturgo en el nivel del abuelo… Parece.”

“Tener tanta habilidad cuando acaba de ser convocado…” La respuesta de Celia envió escalofríos por su columna vertebral. Un convocado de otro mundo con tanto poder podría estar rondando el palacio, y albergaba una clara animosidad hacia el imperio. Las cicatrices en el cadáver de Gaius se alzaban como prueba de ese odio.

Es un hombre peligroso, pero no Io dejaremos escapar. Se arrepentiré el día que tontamente se atrevió a desafiar al imperio. “Orlando!”, Gritó Celia tan pronto como vio a un joven, a cargo de Ios soldados que limpiaban el desastre.

“Celia, sir Rolfe. La noticia del fuego te trajo aquí?” El joven se volvió hacia el sonido de Ia voz de Celia con una expresión de sorpresa, e hizo un gesto hacia la enfermería mientras hablaba. “En ese caso, no te preocupes. Me he encargado de eso. No hay peligro de que el fuego se propague más”.

“Puedo ver eso por mí misma” Celia ignoró a Orlando y procedió a interrogarlo. “Más importante aún, tengo algo que preguntarte.

Deberían haber traído a un soldado a la enfermería justo antes de que comenzara el incendio. Dónde está él? Ronbert está presente? Alguien puede explicar Ia situación aquí?” La pregunta de Celia hizo que el discurso de Orlando se convirtiera en tartamudeo.

Estaba presente aquí por pura coincidencia, ya que acababa de pasar caminando por el patio cuando escuchó Ios gritos sobre un incendio, lo que lo llevó a precipitarse. No estaba completamente informado sobre la situación.

“Espera un momento, Celia. No estoy siguiendo Io que está sucediendo. Por qué tienes tanto pánico? Es muy diferente a usted”

Orlando no podía ocultar su confusión ante la falta de calma inusual de Celia, pero Celia no parecía estar en el estado de ánimo adecuado para responder la pregunta de Orlando.

“No importa”. Su tono espinoso dejó en claro que había renunciado a preguntarle. “Hay alguien aquí que pueda explicar lo que está pasando?”.

La aguda mirada de Celia examinó a todos los presentes, pero su pregunta fue seguida solo por un largo silencio. Todos parecieron dejar de trabajar y miraron hacia otro lado incómodos, tratando de escapar de su mirada. Por lo que a ellos Ies preocupaba, solo se habían apresurado a ayudar a apagar el fuego.

Finalmente, Ia voz de un hombre interrumpió el incomodo silencio. “Tienes toda Ia razón. Ese soldado que estás buscando definitivamente estaba aquí”.

Era un hombre vestido de blanco, calvo en la parte superior de su cabeza, con el cabello que rodeaba su cuero cabelludo expuesto tan blanco como Ia nieve. Su barba descuidada y sin afeitar daba la impresión de una persona descuidada.

“Ronbert… Ahí estás”.

El anciano salió de Ios restos quemados de la enfermería, apestando a alcohol mientras avanzaba a través del grupo de personas para llegar a Celia. En circunstancias normales, probablemente ya Io estaría criticando. Aunque era bastante hábil como médico de la corte, caminar por el castillo con el hedor a alcohol era absurdo. Pero Celia se tragó la ira en su garganta, porque las llamas de ira en sus ojos la clavaron en su lugar. “Acabo de revisar la enfermería, pero ese hombre ya se ha ido”, dijo en voz baja y oscura. “Probablemente logró escapar en medio del pánico del fuego. Si vas tras él, es mejor que te muevas. Es un hombre peligroso”. Su voz carecía de todos los rastros de su alegría habitual.

“Hay tres cadáveres adentro. Debe haber tenido una habilidad bastante impresionante para matarlos así. Tampoco parece que haya signos de vacilación”.

“Entonces, Alan…” Celia adivinó el motivo de Ia ira de Ronbert. “Sí… Su clavícula se rompió”. Esas palabras dejaron sin palabras a todos los presentes. Alan era el hijo amado de Ronbert, que esperaba un hijo propio pronto. Todos los que sabían cuánto Ronbert esperaba con ansias a su primer nieto se esforzaron aún más por pensar en palabras de consuelo. Sin embargo, de todos, Orlando fue el único que parecía incapaz de darse cuenta de Ia situación.

“Celia, qué está pasando aquí? De qué está hablando Sir Ronbert? Quién mató a Alan ?!”

Orlando había pensado que todo se estaba calmando ahora que el fuego se había extinguido, por lo que las palabras de Celia y

Ronbert fueron demasiado inesperadas para él. “Orlando, ve y reúne a la unidad de taumaturgo de inmediato”. Ignorando su pregunta, Celia comenzó a dar órdenes. Sir Rolfe, organice la guardia imperial. ¡Iré con su Majestad y pediré permiso para desplegar las tropas! Nos reagruparemos en el patio”. “Entendido!”

“E-Espera, Celia, no tengo idea de qué… ”

En contraste con Rolfe, que conocía bien Ia situación, Orlando pidió una explicación tímidamente, por temor a la ira de Celia. . “No importa eso, sir Orlando! Por eI momento, cumpla las órdenes de Lady Celia!”

“Por favor, Orlando, no tenemos tiempo para esto! Podría escaparse!”

La expresión de Orlando cambió al escuchar las palabras de Rolfe y Celia. Orlando Armstrum era un taumaturgo de palacio en el tercer puesto, y un guerrero que había vivido varios campos de

batalla. Aunque puede parecer poco confiable a primera vista, tenía las cosas correctas cuando se trataba de manejar este tipo de situaciones. La voz de Celia hizo que su mente cambiara del

tiempo de paz al campo de batalla.

“Cuántas tropas?” Preguntó con una voz profunda y helada que no parecía pertenecer al hombre sacudido de antes.

“Tantos como puedas reunir! El enemigo es un hombre peligroso. Estamos en estado de emergencia, así que apruebo el uso de Ia teletransportación!”

Celia había dado permiso a Ios taumaturgos para que hicieran uso de la taumaturgia que estaba prohibida en el castillo. Ese fue un indicador principal de cuén apremiante fue esta emergencia. “Entendido”. Asintiendo con la cabeza ante las palabras de Celia, Orlando rápidamente comenzó a cantar un encantamiento. “Dios de la luz, Meneos. Invoco mi contrato contigo, concédeme velocidad para rivalizar con la luz misma”.

Al momento siguiente, fue transportado al frente del cuartel de Ios taumaturgos. La vista dejó a Rolfe asombrado.

“No esperaría menos de un taumaturgo en el tercer puesto. Poder teletransportarse con un encantamiento tan corto es lo más impresionante”

Cuanto mayor sea la habilidad del taumaturgo, menor seré su encantamiento. El hecho de que Orlando fuera capaz de resumir verbalmente un hechizo tan avanzado como Ia teletransportación era una prueba de su habilidad.

“Por supuesto. EI es el alumno del abuelo, después de todo. Sería inexcusable para él no tener ese tipo de habilidad”.

Las palabras de Rolfe hicieron que la expresión endurecida de Celia se suavizara un poco. Ella se alegró de escuchar a sus compañeros recibir elogios. Pero al momento siguiente, esa emoción se desvaneció de la mente de Celia.

“Sir Rolfe, tenemos que movernos.

No hay tiempo que perder”. Levantó la mano hacia Rolfe. “Usaré un hechizo para enviarte al cuartel de la Guardia Imperial. Por favor, reúna las tropas”.

“Entendido. Ve y obtén la aprobación de su Majestad”. EI pudo haber sido el capitán de la guardia real, pero todavía no podía desplegar esas fuerzas sin la aprobación explícita del Emperador. “Lo haré! Dios de la luz, Meneos. Invoco mi contrato contigo, concede a este hombre velocidad para rivalizar con la luz misma!” Después de confirmar que Rolfe se había ido, Celia recitó otro conjuro, todo para arrinconar la sombra del asesino escapado.

Cuando Celia se teletransportó a Ias puertas de la sala de audiencias, los guardias giraron sus alabardas amenazadoramente en su dirección. “Cómo te atreves a usar la teletransportación dentro de los límites del castillo?!”

“Tienes la intención de escupir frente a Ia Iey nacional?!” Sus gritos de ira arremetieron contra Celia.

“Esto es una emergencia! Debo transmitirle Ia situación a su Majestad!” Celia ignoró el interrogatorio de los guardias.

AI darse cuenta de que el asistente del taumaturgo de Ia corte se había teletransportado, los guardias de pie a ambos lados de las puertas que conducían a la sala de audiencias bajaron respetuosamente sus alabardas. Pero junto con su vergüenza de gritarle a esa figura, sus expresiones estaban Ilenas de confusión. “Eres tú, lady Celia. Mis disculpas! Pero por qué te teletransportaste …?” Preguntó uno de los guardias. “Eres consciente de la ley, verdad? Hiciste esto con la aprobación de Sir Gaius?”

Su confusión era evidente.

Por lo general, el uso de taumaturgía en el castillo estaba prohibido, y su uso se vio obstaculizado por una barrera colocada alrededor del edificio. Esta barrera especial evitó Ia teletransportación al castillo desde el exterior, y también debilitó el uso de la taumaturgia dentro de las instalaciones. Como tal, usarlo dentro del palacio requería realizar un ritual especial con anticipación, que estaba reservado para el taumaturgo de la corte y un puñado de caballeros de alto rango. Era una medida obvia que tenían que tomar en nombre de la seguridad.

Además, solo al taumaturgo de la corte se le permitió usar Ia taumaturgia dentro del palacio, e incluso entonces, no se le permitió usarla libremente. Por el contrario, la ley declaró explícitamente que solo podía usarse en un estado de extrema emergencia; situaciones raras donde Ias vidas estaban en riesgo.

Esa tampoco era una Iey que pudiera ser fácilmente violada. Todos los que lo rompieron fueron condenados a muerte, con muy pocas excepciones. Las dudas de los guardias eran correctas, pero Celia no tuvo tiempo de responderlas.

“Silencio! Te lo dije, esto es urgente! Estamos perdiendo preciosos segundos aquí! Si no abres Ia puerta, la abriré con mis hechizos!”

Los ojos de Celia parpadearon en lo que bordeaba la locura. La muerte de su amado abuelo y su odio hacia su asesino evaporaron todos Ios rastros de calma de su corazón. La etiqueta de la corte que la golpeó desde que era joven ya se estaba desvaneciendo de sus pensamientos. Todo lo que quedaba en sus pensamientos era el ansia de arrinconar y matar al asesino.

“P-Por favor espere un momento, Lady Celia. Te haremos pasar de inmediato!”

Abrumado por la ira de Celia, el guardia se estremeció cuando asintió con la cabeza a su camarada, que regresó a las puertas. Probablemente se dieron cuenta instintivamente de que su resolución era cierta por sus palabras y su comportamiento. No pasó diez segundos desde que el guardia entró por las puertas para que se abrieran en silencio, esta vez para darle la bienvenida. “Cuál es el significado de esto, Celia Valkland ?! Cómo te atreves a mostrar tanta falta de respeto ante Su Majestad!”

Cuando Celia entró en la sala de audiencias, se encontró con los gritos furiosos del primer ministro de sangre de hierro, Durnest.

Tch, el ministro también está aquí… Ya tengo poco tiempo para explicar las cosas como están. Celia chasqueó la lengua mientras pensaba para sí misma.

Esto no era algo por lo que ella pudiera estar feliz, dado que cada segundo contaba. El primer ministro Durnest era un ayudante ferozmente leal al emperador y un vasallo con influencia. sobre el destino de O’Itormea, pero también era un hombre extremadamente irracional. Su rostro, especialmente sobre cuestiones de defensa de la ley, fue lo que le valió su reputación como hombre de acero.

“Tu silencio no nos dice nada. Qué te trajo hasta aquí? Qué hay de sir Gaius? Es deber del taumaturgo de la corte venir en caso de problemas. Asistente de taumaturgo de Ia corte, Celia Valkland! Le ordeno por mi autoridad como primer ministro de este Imperio, responda!”

Sus preguntas llegaron en rápida sucesión, todas ellas obvias. Pero en una situación en la que cada segundo contaba, las preguntas justificadas de Durnest no eran más que una molestia. Sin embargo, había una persona en esta sala a quien Celia no podía permitirse el lujo de mostrar falta de respeto; El Emperador, sentado en el Trono.

“Suficiente, Durnest. Celia pidió una audiencia con nosotros en extrema urgencia. Seguramente ha sucedido algo inusual”. “Pero, Su Majestad…” Durnest insistió en que disculparla no serviría como un buen ejemplo.

Durnest mismo se dio cuenta de que las acciones de Celia probablemente tenían una razón detrás de ellas, pero ese era un asunto diferente. Era un protector de Ia |ey, para bien o para mal. “Cesa tu obstinación”. La voz del Emperador era fría y serena.

Incluso Durnest fue incapaz de protestar contra esa voz. Los ojos del Emperador se entrecerraron, su mirada clavándose en él. “Como desees, Su Majestad. Por favor, perdona mi falta de respeto”.

Incluso el Primer Ministro fue incapaz de ir en contra de Ia palabra directa del Emperador. El emperador actual era más que un título nominal para el espectáculo. Este hombre era el gobernante supremo que había puesto de rodillas al centro del continente occidental por pura fuerza, después de todo. Durnest bajó la cabeza y dio un paso atrás, de pie detrás del trono. La voluntad del emperador se mantuvo por encima de todas Ias Ieyes. Esa fue la fuerza y la debilidad de una dictadura despótica.

“Bueno. Ahora, Celia Valkland. ¿Qué te trae ante mí?”

Mientras decía estas palabras, una ola de presión emanaba de su cuerpo hacia Celia. La presión la obligó a arrodillarse.

Verdaderamente, uno no esperaría menos de su Majestad…

El Primer Emperador del Imperio de O’Itormea y el hombre conocido por los países vecinos como el Emperador León: Lionel Eisenheit.

Nació como el tercer príncipe del antiguo reino de O’Itormea, ubicado en la cordillera en el centro del continente occidental. El antiguo reino de O’Itormea tenía poco territorio y una economía en dificultades. Además, los asuntos internos del reino estaban en un estado de agitación, y las luchas de poder entre los nobles y la

casa real habían llevado al país al borde del declive. Parecía que el destino del reino sería ser absorbido por los países vecinos.

Pero, lamentando el estado de su país, el joven Lionel aspiraba a recuperar su fuerza. Ganó las guerras de sucesión, y al purgar a la nobleza opuesta, restauró el poder de Ia casa real. En el proceso, Lionel mismo luchó en muchas batallas.

Y hace cuarenta años, con Ia invasión y Ia toma del vecino Reino de Thene, cambió el nombre del país al Imperio de O’Itormea.

Desde entonces, se había comprometido a |uchar por la soberanía sobre el centro del continente.

Incluso a la edad de 68 años, este Emperador, que conocía el sangriento campo de batalla, estaba cubierto de músculos viriles y tenía la fuerza suficiente para abrumar a la mayoría de los comandantes en Ia batalla. Después de haber matado a muchos guerreros y absorbido su prana durante muchos años, todavía se jactaba del cuerpo más fuerte del Imperio. en términos de fuerza bruta.

“Hmm. Qué pasa, Celia?” Lionel le preguntó lentamente a Celia, quien bajó la cabeza. “No lo entenderé a menos que hables.

Deseas una audiencia urgente conmigo. Puedes responderme de inmediato”.

Su voz serena desvaneció la presión en su corazón.

“Sí, su Majestad! Humildemente te pido que me concedas el mando sobre la Guardia Imperial!”

Reforzando su resolución, Celia hizo su pedido, pero sus palabras fueron demasiado repentinas e inesperadas. El silencio se cernía sobre el trono, mientras Ia mirada de Lionel permanecía flja en Ia cara de Celia.

“Qué estás diciendo, Lady Celia?”, Gritó Durnest, recuperándose de la conmoción. “Un taumaturgo asistente de la corte pidiendo el mando sobre los soldados, y la Guardia Imperial tenía Ia intención

de proteger al Emperador mismo ante eso? Sir Gaius es consciente de esto ?!”

El silencio reinó nuevamente. Gritó Durnest, rojo en la cara, exigiendo respuestas de Celia. Su ira estaba justificada; Celia no tenía esa autoridad, aunque se le permitió ofrecer su opinión, ya que los taumaturgos del palacio también se duplicaron como funcionarios civiles y de personal. Pero eso solo estaba en el alcance del consejo verbal. Ella no tenía ningún derecho de comandar soldados, mucho menos Ia Guardia Imperial de élite estacionada para defender la vida misma del Emperador. “Comando sobre la Guardia Imperial, dices… muy bien”. La voz de Lionel, sin embargo, era tranquila en contraste con la de Durnest. “Dependiendo de Ia razón, puedo permitirlo. Úsalos como quieras”. “Qué… Su Majestad! Qué estás diciendo?!”

“Dije que no veo razón para negarme, Durnest. Celia seguramente tiene una razón para venir aquí con tal pedido”.

Mientras Durnest discutía con vehemencia, Lionel habló con un tono sorprendentemente tranquilo.

“Sin embargo, Celia, primero debes presentar tu razón. Por qué un taumaturgo de palacio requiere soldados? Como Durnest preguntó, sabe Gaius de sus acciones?”

Esa era una pregunta que cualquier persona sin conocimiento de la situación estaría en lo correcto. Celia contuvo el dolor que burbujeaba en su corazón para responder Ia pregunta del Emperador.

“Mis disculpas, su Majestad. La verdad es que mi abuelo… discúlpeme, Gaius Valkland ha sido asesinado por alguien”. Sus palabras resonaron fuertemente a través de la cámara de audiencia, y el silencio dominó, aparentemente todos olvidaron

respirar por un momento. Su declaración dejó a Lionel y Durnest más allá de las palabras. Después de todo, Gaius era el mejor taumaturgo del imperio, que estaba al lado de Durnest en la gestión de los asuntos internos, diplomáticos y militares de O’ltormea.

“N-No puede ser. Sir Gaius esta… muerto?” “Imposible. Es imposible! Celia!”

Las palabras de negación vinieron de ambos al unísono. Los dos no podían creerla, porque sabían de la fuerza de Gaius. O tal vez su voluntad combinada se negaba a aceptar que su compañero, con quien habían compartido sus alegrías y penas desde la juventud, y que había apoyado a su imperio, estaba muerto.

“Me entristece decir que es verdad, Su Majestad… Gaius Valkland fue asesinado”.

Una vez más el silencio cayó sobre la habitación, y Lionel fue el primero en romperlo.

“Por qué? Por qué mataron a Gaius? Quién podría haber… qué pasó?”

Celia oyó un sonido bajo y pesado. Lionel estaba refrenando su ira, agarrando con fuerza el reposabrazos de su trono.

”Hay mucho que aún no sabemos con certeza. Nosotros no tenemos pruebas, ni testigos. Pero sí sabemos que hay alguien que bien podría ser el culpable, según Ias circunstancias”. “Quién es?”

El reposabrazos chilló.

“Sir Gaius estaba programado para realizar una convocatoria hoy. Como todos los soldados traídos para vigilar el rito también fueron asesinados, es seguro asumir que el asesino fue el tipo de otro mundo que convocó.

“I-lmposible. No puedo creerlo… Durnest, que había permanecido en silencio durante mucho tiempo, finalmente logró hablar. Habían convocado a innumerables otras personas antes, y nunca había habido ningún problema hasta ahora.

“También hemos discernido que existe una alta probabilidad de que se haga pasar por uno de los soldados del castillo. Me doy cuenta de lo avanzado que es esto, pero por el momento hice que el capitán de la Guardia Imperial, Sir Rolfe, y el taumaturgo del palacio de tercer asiento Orlando prepararan sus unidades para perseguirlos. Estamos listos para comenzar a perseguirlo tan pronto como otorgue su permiso, Su Majestad”.