Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 7

Capítulo 4: El Viento de la Espada Llama

Parte 1

 

 

Danmachi: Sword Oratoria Volumen 7 Capítulo 4 Parte 1 Novela Ligera

 


 

Desde el interior de la penumbra, la capa acuosa brilló, brumosa sobre su pedestal. Mirando hacia abajo, fijada en las imágenes reflejadas, estaba el siempre impasible Barca.

—La princesa de la espada, también, ha caído, a manos de Levis… Nuestra victoria es solo cuestión de tiempo…

Murmuró para sí mismo, observando cómo la espadachín de cabello y ojos dorados caía al suelo en un charco de sangre después del golpe crítico de la criatura pelirroja. Su difícil situación en la sala tanque no era la única escena que se presentaba en la pantalla acuosa—el resto de la Familia Loki también se mostraban en una situación similarmente extrema.

Barca miró todo desde su ventana a Knossos. —Todo lo que queda son esas dos elfos… cuya ubicación actualmente me elude…; Dijo lentamente. El más pequeño de los pliegues apareció entre sus cejas normalmente inexpresivas.

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Había perdido de vista a las dos elfos.

De alguna manera, sin duda involuntariamente, se estaban moviendo hacia sus puntos ciegos–

-solo fuera de la vista de las estatuas y relieves que albergaban sus “ojos” que todo lo veían en el laberinto. Sin el conocimiento de su ubicación exacta, el hecho de operar puertas o poner trampas no tenía sentido.

Como si fueran indicios, ellas aparecieron en la pantalla, finalmente habiendo puesto un pie delante de un ojo. Sin embargo—

—¿Más magia…?

Su vista desapareció en un instante cuando la elfo vestida de blanco desató un zarcillo de rayos.

Los estaba destruyendo—las estatuas y los relieves. No a propósito, sino simplemente durante el curso de la lucha contra los monstruos que encontraron en los túneles. Los hechizos de Mil Elfos fueron especialmente devastadores, eliminando piezas enteras de piedra en un destello brillante de su magia.

Parece que regresaron al primer piso por un momento… pero ahora han descendido de nuevo al cuarto. Sus movimientos son… irregulares. ¿A qué apuntan? reflexionó, dando prioridad a las miradas casuales que recibió de su progreso a través del laberinto entre su vigilancia. Fue en este intento de anticipar su objetivo que él se dio cuenta de algo con un sobresalto.

—Si permanecen en ese camino, ellas…

***

 

 

—¡Ahí, Lefiya!

—¡ARCS RAY!; Lefiya gritó antes de desatar su magia en la dirección indicada.

Al instante, el brillo de la luz llenó el túnel, desintegrando la legión de arañas de agua ensambladas y, con ello, la cara de piedra circundante.

Ya habían pasado algunas horas desde que descubrieron la salida en el primer piso, y actualmente estaban avanzando a través de los túneles más profundos, eliminando a los monstruos que encontraron.

Aunque el uso desenfrenado de la magia estaba agotando rápidamente la mente de Lefiya, para bien o para mal, aún no se habían encontrado con ningún asociado de The Evil durante su viaje al cuarto piso. También se aseguraron de realizar un seguimiento de sus movimientos, marcando las paredes con tiza blanca para designar su camino de regreso.

—¡!

—¿Señorita Filvis?

El cambio fue repentino.

Lefiya se detuvo de golpe cuando vio que los hombros de Filvis saltaban, y sus ojos seguían la línea de visión de la otra elfo.

Se encontró cara a cara con un cambio inusual en el escenario—un corredor de tamaño monstruoso, que no correspondía a un laberinto subterráneo. Linternas de piedra mágica azul se alineaban en las paredes, ofreciendo su refulgencia etérea en lugar de la luz del sol, y filas de columnas perfectamente alineadas extendidas hasta el techo.

Parecía casi una ruina de algún tipo, o al menos esa fue la primera idea que apareció en la mente de Lefiya, gracias al gran dibujo que cubría una de las paredes del corredor.

—¿Un mural…?; Lefiya murmuró asombrada. Y, de hecho, lo era.

De hecho, había muchos de ellos, algunos dibujados en la piedra roja, otros grabados en la roca agrietada y descolorida… todos ellos, sin duda, levantados de varias ruinas fuera de la ciudad y pegados aquí en las paredes del laberinto.

Y todos ellos mostraban ideas similares: pánico e histeria a medida que los humanos escapaban de dragones colosales, aves siniestras y otros monstruosos tipos de monstruos. Prácticamente se podían escuchar los gritos asustados, los gritos bestiales haciéndose eco en las imágenes.

Calamidad y caos. Una fiesta de destrucción y clamor.

Mientras Lefiya estaba allí en esa habitación de inquietud, sintió que la invadía una sensación de repulsión.

¿Qué demonios era este lugar? Mientras su cerebro buscaba respuestas, sus ojos azules contemplaron esos paisajes hasta que se detuvieron en otro de los murales.

—¿Esto es… un dragón?

Era diferente del resto.

En su centro había un dragón de proporciones gigantescas, y alrededor de él había un sexteto de jóvenes doncellas. A primera vista, parecían estar rezando, con los ojos cerrados y las manos juntas.

—¿Doncellas de sacrificio, quizás? … ¿O algún tipo de santos sagrados?

Hubo referencias a tales prácticas en los antiguos tiempos de mil años atrás, rituales en las tierras fronterizas, en las cuales las jóvenes habían sido sacrificadas a monstruos que ascendían del calabozo con la esperanza de aplacar su ira.

La imagen agrietada y deteriorada la estaba deteniendo.

—Y ese dragón… es—

Lefiya estaba contemplando la imagen como si hubiera entrado en un trance, cuando de repente.

—Nidhogg… es el nombre que estás buscando.

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La voz funeraria se deslizó fuera de la penumbra envolvente.

—¡¿?!

No le pertenecía ni a ella ni a Filvis, y la sorpresa de que alguien más estuviera en la habitación con ellas hizo que Lefiya diera vueltas.

Un dios salió de la sombra de un pilar cercano.

—Behemoth, Leviatán, el Dragón de un ojo… las marcas de las Tres Grandes Misiones. Pero antes de que estos dragones negros aterrorizaran la tierra, había otro: una criatura espeluznante que hundió la superficie en las profundidades del miedo y la desesperación.

—¿Qu-quién eres?


Cabello largo como el de una mujer caía en cascada por su espalda. Y sus rasgos parecían estar moldeados a partir de la propia sombra. El aire que lo rodeaba apestaba a una decadencia nociva. A pesar de que se jactaba del refinamiento elegante característico de los dioses, Lefiya no podía recordar encontrarse con otro dios tan abatido.

—Me llamo Thanatos… la deidad guardiana de los residuos del grupo al que llaman The Evils.

—¡!

La respiración de Lefiya la dejó, y ella preparó rápidamente su varita de repuesto. —Entonces

¿Eres tú quien lleva el último deseo de morir de The Evils…?

—Aunque, honestamente, es más una simple reunión de aquellos que el Gremio una vez consideró “malvados”… Los que nos quedamos, es decir; Continuó el dios con una carcajada.

—En cualquier caso, no negaré que los “dirijo” de alguna manera. Es cierto, recogí a la querida Valletta y al resto de su tripulación, desconsolados como estaban después de que se su deidad guardiana fuera liquidada, y ciertamente he estado acumulando una cantidad de niños en los últimos cinco años… ¿Por qué? Yo soy quien decidió aceptar su invitación para unirse a ellos en sus planes malvados y arrasar a Orario. Eso es toooodo.

Realmente fue el último—el único dios “malvado” que escapó de ser repatriado al cielo.

Asimilación, solicitación, reorganización y, finalmente, expansión del poder: así fue como los asociados restantes de The Evils habían alcanzado su nivel actual de autoridad, y al escuchar a este nuevo dios decirlo, eso provocó que Lefiya se tambaleara.

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La única manera de describir a Thanatos era como un vasto abismo sin fondo de oscuridad impenetrable.

Lefiya tragó saliva, mirando al dios frente a ella antes de formar lentamente sus siguientes palabras. —¿Eres…Enyo?

Ella una vez había escuchado a Levis usar el nombre de este ser preeminente.

Incluso el nombre en sí, Enyo, significaba “Destructor de ciudades”. Y el resto de su familia había llegado a creer que esta entidad era el maestro títere que tiraba de todas las cuerdas.

—¿Yo? ¿Enyo?… Ja-ja… ¡ja-ja-ja-ja-ja, oh, querida, lo has entendido todo mal!; Thanatos lo negó con una risa divertida.

Fue una respuesta que Lefiya no había estado esperando, y una que la hizo mirar de esta manera y en confusión. Ella y Filvis se encontraron sin nada que decir mientras la deidad frente a ellos continuaba riendo.

—Nunca he visto ni oído hablar de Enyo. ¡Me resultaría difícil proporcionar pruebas de que tal dios existe! … ¿Dios? ¿Mortal? Quién sabe. Pero definitivamente no soy yo.

—¿Tú… nunca has visto o escuchado…?

Su confusión se agravó en sí misma.

¿No fue Enyo el que estaba al mando de The Evils? ¿No fue Enyo quien estaba utilizando el poder de las criaturas subterráneas? ¿Cómo podría Thanatos, actualmente aliado con Levis y The Evils, no saber sobre la verdadera forma de esta entidad “Enyo”?

Ciertamente, este nombre misterioso se estaba convirtiendo en la causa de una pura confusión.

—No. Sin embargo, lo que sí sé es que Enyo es el cerebro detrás de nuestra actual trama de calamidad e intriga, al menos según mi querida Levis y nuestro amigo enmascarado. Eso, y el que trajo todos estos murales de una ruina u otra; Respondió, encogiéndose de hombros y mirando a la pared adornada de dragón y doncella cercana. —Nidhogg es un símbolo de oscuridad y desesperación… y en lo que Enyo quiere convertirse, si lo que entiendo es correcto.

Lo que Levis y sus amigos estaban apoyando no era solo un destructor de ciudades, sino el destructor de Orario. Si Orario fuera destruido, sería una cacería en el resto del mundo inferior; Los monstruos serían libres de causar estragos y destrucción a su antojo. Y con la amenaza añadida del espíritu corrupto, eclipsar al mundo en la sombra y la desesperación era muy plausible.

Un escalofrío recorrió la espalda de Lefiya.

—Pero vamos a hablar de algo más alegre ¿De acuerdo? Por ejemplo, han llegado tan lejos. Una sorpresa, a decir verdad. Dos almas, sin inmutarse por los enredados salones de Knossos.

¿Cuáles eran sus nombres? Veamos ahora…; Thanatos reflexionó, pareciendo atormentar su cerebro. Él Parecía sinceramente impresionado de lo que, para ellas, simplemente había sido suerte. —Tú eres… la querida Lefiya, la que se llama Mil Elfos, sí. Y tú eres…; Sus ojos de color púrpura oscuro se movieron de Lefiya a Filvis. —…Maenad. Filvis, según recuerdo… Aunque esto es extraño. ¿Ha la Familia Loki ha tomado en un animal extraviado?

Él inclinó el cabeza ante esto, claramente confundido en cuanto a cómo Filvis había terminado aquí.

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—…Ah, sí. Es cierto; Su confusión se transformó en una sonrisa. Con sus labios curvados hacia arriba en una forma que recuerda a la guadaña del segador, él asintió con fervor. —Tú también te encontraste con un destino terrible… durante la Pesadilla del Vigésimo Séptimo Piso.

—¡!

Los hombros de Filvis se estremecieron repentinamente. Cuando sus ojos escarlatas se abrieron, ella se quedó sin palabras.

—¡Señorita Filvis!

—Déjame decir esto ahora, pero… yo no tengo nada que ver con eso, te lo aseguro.

Lefiya rápidamente se paró frente a Filvis, una de los pocos sobrevivientes, protegiéndola del menosprecio de Thanatos.

—¡¿Por qué?! ¿Por qué querrías arruinar a Orario? Eres un dios ¿Verdad? ¡¿Por qué querrías causar estragos en el reino de los mortales?!; Gritó ella, con voz áspera. Era una pregunta no solo para él sino para el resto de los dioses “malvados”.

—Eh, bueno… todos tenemos nuestras razones, supongo. Incluso entre nosotros, los dioses “malvados”, nuestras motivaciones han variado; Respondió Thanatos, con su sonrisa anterior aun jugando en sus labios. —Algunos están simplemente aburridos. Otros ejercen un desagrado natural por el orden. Otros no son más que los males necesarios para que los héroes de este mundo puedan superar… Si bien es cierto que algunos ni siquiera se disculparán por el sufrimiento que han causado, no todos somos los sádicos epicúreos que parecen pensar que somos.

—…¡!

Él la había leído como un libro. Incluso ahora, los pensamientos de Lefiya habían ido directamente a su confrontación con Kali en Meren, la diosa hedonista de la guerra que solo buscaba placer y emoción de lo desconocido en el reino mortal.

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—En cuanto a mis motivaciones, bueno… soy el Dios de la Muerte; Confesó Thanatos con otra sonrisa similar a una guadaña. Él era el gobernante de la mortalidad misma. —¿No es natural que la muerte desee tantas vidas como sea posible?

—¡¡!!

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Lefiya. Junto a ella, Filvis sintió lo mismo, con su aliento atrapado en su garganta. En ese momento, ellas sintieron como si hubieran tocado la locura del dios. Un lugar donde no había razón, ni pretexto, ni siquiera emoción o principios. Y de alguna manera, aunque nunca se dignarían a admitirlo, dentro de ese vórtice había un eco de divina providencia y verdad.

Cuando Lefiya se quedó abrumada, Thanatos levantó las manos con una risa. —¡Bromeo!

¡Bromeo! Honestamente, en el cielo, yo hice mi trabajo, tan diligente mientras venían. Era bien adicto al trabajo, en realidad… Manejando las almas de sus hijos mientras ascendían al Cielo, dándoles una limpieza completa y luego enviándolas de vuelta para que puedan comenzar de nuevo como alguien nuevo.

—…Entonces ¿Estás a cargo de… reencarnar a los habitantes de este mundo?

—Exactamente. Le di a esas almas viejas y desgastadas una nueva perspectiva de la vida. Son tan puros y limpios como los bebés recién nacidos cuando me dejan. En realidad, fue bastante divertido; Explicó, mirando distraídamente al techo cuando los labios de Lefiya se separaron de asombro. Había un toque de nostalgia en sus ojos, mezclado con rastros de éxtasis. —Extraño los buenos tiempos de antaño. Las almas vinieron una tras otra… yo hice mi trabajo…

—…

—Pero es diferente ahora. Las cosas cambiadas de Orario. Este selló a los monstruos… e incluso a la mazmorra misma.

Lefiya se dio cuenta rápidamente de que Thanatos se refería a los tiempos antiguos, cuando los monstruos se abrían camino libremente a la superficie, matando humanos y demi-humanos  por igual. Fue una época de ciclos iterativos de miedo y guerra que selló tanto los destinos de  la humanidad y la bestia.

—Sinceramente, sé que eso no estaba bien… Sé que esas cosas no deberían haber estado cruzando sus fronteras y creando un caos en la superficie como lo hicieron, pero eso no significa que yo no pueda fallar.

—¿Qué…?

—El mundo inferior está lleno de vida, ahora que han recibido el regalo irreflexivo del Falna. La vida y la muerte son dos caras de la misma moneda, ¿Ves? Sin almas que asciendan al cielo, el ciclo, bueno, se detiene. Es por eso que yo mismo desarrollé una nueva perspectiva de vida…

Ante esto, Thanatos hizo un gesto con su dedo índice y pulgar, dejando escapar una breve risita.

—Estaría bien si murieran unos cuantos niños más.

La sensación que les golpeó fue eléctrica.

Una emoción de horror, como la más profunda de las desesperaciones.

Este no era un dios “malvado” que intentaba destruir el orden, ni tampoco era un buscador de lo desconocido, que cometía crímenes de schadenfreude.

No, este era un dios con un sentido de obligación moral, que sentía que era su deber corregir el mundo de la única manera que sabía: la muerte desenfrenada. Él mismo había dicho que no era más que diligente, serio, leal y justo—una descripción que no contenía mentiras. Los conceptos de “bien” y “mal” no significaban nada para él.

No, el único concepto que él entendió fue el nihilismo. Él verdaderamente personificó la muerte misma.

—… Entonces… tus seguidores son…; Filvis comenzó a hablar lentamente, como si se hubiera dado cuenta de algo.

Thanatos asintió, sus ojos se estrecharon.

—Exactamente. Ofrezco a mis hijos un camino después de la muerte.

Danmachi: Sword Oratoria Volumen 7 Capítulo 4 Parte 1 Novela Ligera

 

—¿Qu-qué significa eso…?

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—Piensa, querida Lefiya. ¿Todos esos demonios en la despensa del piso veinticuatro? ¿Quién sacrificó sus propias vidas y se voló a sí mismo? ¿Por qué demonios estarían tan tranquilos…?

Lefiya jadeó.

—¿Les prometiste un camino a su siguiente vida…?

—Eso hice. Uno por uno, forje sus contratos. Uno por uno, ellos se sacrifican a mi voluntad. Entonces… una vez que Orario haya sido destruido… y una vez que yo haya regresado al Cielo… restauraré sus vidas, así como las de cualquier ser querido que hayan perdido hasta la muerte.

Para aquellos que habían perdido a alguien precioso, cuando fueron superados por el dolor de la pérdida de un miembro de la familia, un amigo, un amante o un compañero, no fue nada menos que el trato de toda una vida.

Para Thanatos, sin embargo, eran elecciones fáciles. Con dulces palabras, él los atrajo.

Los atrajo con la idea de reunirse con sus seres queridos en la próxima vida.

—¿Cómo… cómo pudiste hacer tal cosa…?

Contra eso luchaban, la verdadera identidad del ejército de muertos de Thanatos—humanos comunes, desprovistos de sus seres queridos, que habían forjado un contrato con el diablo con la esperanza de reunirse con sus seres queridos en la próxima vida. Para los miembros de la Familia Thanatos, la muerte fue una puerta para sus más queridos compañeros y la razón por la que dieron sus vidas tan fácilmente.

Así fue como los demonios habían podido movilizar a tantos tan rápidamente incluso después de su derrota anterior. El mundo estaba plagado de la miseria de la muerte, lo que hacía que Thanatos fuera indispensable para su reclutamiento.

Sus seguidores no eran más que títeres del Dios de la Muerte, sacrificando libremente sus vidas por una segunda oportunidad.

—¿Crees que puedes hacer lo que quieras con la vida humana? ¡Estas son nuestras vidas! ¡Incluso si tus seguidores son reencarnados, no tendrán ningún recuerdo de su pasado…!; Lefiya gritó en acusación, incapaz de tolerar la forma en que jugaba con el dolor de la gente.

—Y eso es exactamente lo que les digo, junto con el resto de las reglas, pero ninguno de ellos parece molesto en lo más mínimo. Todos me dicen que la oportunidad de ver a alguien tan precioso de nuevo supera la pérdida de memoria que viene con eso; Respondió simplemente Thanatos. —Todo es elección de ellos. No los coacciono. Incluso hay algunos que creen que serán diferentes. Que su amor por esa persona es fuerte, que serán la excepción especial para que se recuerden, incluso si nadie más lo hace… Heh, la Diosa del Amor podría reírse un poco por eso.

Como si estuviera leyendo las mentes de sus seguidores, esta vez Thanatos se rió con evidente alegría.

Fue una risa en desprecio por su falta de iluminación.

—Pero ¿Quién soy yo para dudar de ellos, hmm? Tal vez ocurra un milagro… Un irregular a diferencia de lo que fue presenciado por nosotros, los dioses. Así que nunca refuto sus delirios.

—¡No puedes simplemente eludir tu responsabilidad en todo este lío!; Gritó Lefiya.

—No estoy eludiendo nada. Lo deseo tanto como ellos, querida Lefiya… Tengo grandes expectativas sobre las habilidades de estos… niños terrenales. Ciertamente sería bueno si se hiciera realidad, después de todo; Respondió Thanatos, sin molestarse en ocultar sus creencias genuinas. —Y también dan unas historias para poder llorar… que debo admitir que son de mis favoritas.

Lefiya encontró algo muy agravante sobre él, sobre la forma en que hablaba, la forma en que la miraba, la forma en que la sombra oscurecía su sonrisa. Le hizo hervir su orgullosa sangre élfica, casi como si hubiera deshonrado a uno de sus propios hermanos.

Cuanto más aumentaba su furia, más quería vencer al Dios de la Muerte donde él estaba. Eso fue, hasta que…

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—¡Lord Thanatos!

Sus refuerzos llegaron antes de que los elfos pudieran moverse.

—¡¿?!

—¡¿Estás ileso?!

—Estoy bien, estoy bien, de verdad… Aunque debo disculparme contigo, querida Lefiya, por mantenerte aquí por muy largo rato.

Lefiya se mordió el labio mientras observaba entrar a los seguidores de túnica negra de la Familia Thanatos, corriendo en la habitación. Había suficientes de ellos que cualquier acción que tomara resultaría inútil.

La pregunta importante ahora era cómo iban a salir de aquí.

—Lefiya. Cierra tus ojos.

—Señorita Filvis?

La voz susurrante vino detrás de ella, lo suficientemente fuerte como para que ella escuchara. Inmediatamente después de la orden, Filvis apuntó su varita al suelo.

—Purga, cleansing lightning — ¡DIO THYRSOS!

El conjuro corto se completó en menos de un segundo, convocando un relámpago dorado que detonó el suelo.

—¡¿?!

—Oh cielos, eso es muy brillante.

Todo el grupo de figuras con túnicas, incluida Thanatos, levantó sus brazos instintivamente para proteger sus ojos de la luz.

—¡¡Ahora!!

—¡¡Justo detrás de ti!!

Aprovechando la apertura en fracción de segundo, ellas corrieron.

¡Malditas elfos! ¡Tras ellos!

Mientras tanto, Thanatos simplemente se echó a reír mientras observaba cómo la multitud con su capucha los perseguía.

—Qué pequeño truco fabuloso.

—¡Lord Thanatos!; Los que se quedaron con él en busca de protección lo regañaron. —¡No debería estar vagando solo sin una escolta! ¡No con la Familia Loki corriendo por todo el laberinto! ¡Si algo te sucediera a usted…!

—Mis más sinceras disculpas. Tenía un pequeño problema que atender, era todo… Aunque ahora que lo mencionas ¿Cómo van las cosas?

—… La mayoría de la Familia Loki está ahora atrapada en el octavo piso gracias a los planes de Lord Barca. Él nos ha asegurado que es solo cuestión de tiempo antes de que sean tratados adecuadamente. Lady Valletta y sus hombres también han sometido a Braver, Vanargand y la Princesa de la Espada…; Explicó uno de sus oficiales, sabiendo muy bien la ventaja que tenían actualmente sobre sus invasores.

—Maravilloso. ¡Entonces las cosas van bien!; El siempre voluble Thanatos dejó escapar una carcajada. Solo pensar en su inminente victoria fue suficiente para ampliar su sonrisa. —¿Eso significa que hemos ganado?; Reflexionó, enviando su mirada hacia las paredes de acero de la fortaleza que los protegía incluso ahora.

Después de un momento, él hizo su retirada.

—…Las cosas han dado un giro bastante interesante, ya veo. Una voz vino de detrás de él, lo que le impulsó a darse la vuelta.

—¿Tú…?

***

 

 

—¡Raúl! ¡Toma los tres a la derecha!

—¡E-Estoy en eso!

Anakity cortó las patas de la araña de agua más cercana con su espada mientras Raúl cortó otro grupo de demonios con su lanza corta. Con Valletta aún en su camino, ellos estaban haciendo todo lo posible para defenderse de las olas entrantes de estas nuevas especies. Detenerse no era una opción, y se lanzaron por un pasaje vacío después del siguiente mientras eliminaban a los monstruos que se cruzaban en sus caminos.

Una y otra vez, ellos huyeron a la oscuridad por esos túneles, manteniéndose en una formación para proteger a la niña humana que llevaba a un Finn que apenas respiraba.

—¡¿Un callejón sin salida?!

—¡No otra vez…!

Aki hizo una mueca ante el grito de advertencia de sus exploradores más adelante. Repeliendo un monstruo entrante con su escudo izquierda, ella lo devolvió con un golpe de su espada, desmontándolo en segundos. Como era el último del grupo, una vez que se había puesto en reposo, los ataques se detuvieron brevemente.

—¡¿Estás aquí, Fiiiiiiinn?!

—… ¡¿?! ¡Derecha! ¡A la derecha!

Pero entonces, la gran voz de Valletta resonó detrás de ellos, y Raúl gritó, guiando al grupo por el único camino que quedaba.

Correr era su única opción en este punto. A pesar de que las respiraciones entrecortadas de sus compañeros revelaron su fatiga, Raúl no pudo pensar en una mejor estrategia para mantenerlos con vida.

—¡Raúl, nos están llevando justo a donde nos quieren! acaso no lo ves ¡Nos seguimos profundizando más y más en el laberinto!; Señaló Aki a su lado.

—…¡! Entonces… entonces, ¿por qué no nos están atacando…?

—Probablemente están tratando de desgastarnos poco a poco… La cara de Raúl palideció ante esto.

No escapó a la noticia de su compañero gato de segunda categoría. Llamando al resto del grupo, ella emitió una orden en su lugar: que deben buscar una abertura cuando no haya monstruos o perseguidores cerca y detenerse por un momento para compartir las pequeñas pociones y el agua que les quedaba.

—Aquí vamos, capitán…

La niña humana a cargo de Finn habló en voz baja mientras colocaba al hobbit en el suelo. Por el momento, al menos, la magia había congelado sus heridas—Aki había ordenado esta medida de emergencia para evitar que sus heridas, aún sin poder recuperarse gracias a la maldición, sangraran.

—…Hngh…nn…

Los labios de Finn se separaron como si estuviera tratando de decir algo, pero parecía no poder formar las palabras.

Nunca antes habían visto a su capitán así. Su estado frágil simbolizaba la desesperanza de su situación actual, reduciendo aún más su moral.

—Si él no recibe ayuda pronto, entonces él… nosotros…

Nadie sabía quién lo dijo. Pero las palabras inconclusas se cernían sobre ellos como la sombra de la muerte.

Con cada encuentro, sus heridas aumentaron y, con ellas, una sensación de desesperación implacable. La carga mental era incluso mayor que la física, y estaba llegando a su punto máximo ahora que estaban completamente perdidos en medio de este laberinto parecido a una prisión.

—¡Deja de hablar así! ¡Tranquilízate y anímate! Si no lo hacemos, nosotros… nosotros…; Pero ni siquiera Aki podría mantener su voz firme durante su intento desesperado de levantar el ánimo.

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Raúl sintió que una ineludible sensación de derrota se movía a través de él como un gusano demoníaco. Ni siquiera Aki, que ya era superior a él e intentaba hacer su trabajo por él, duraría mucho más. Si alguien no la retenía, ese delgado cuerpo de ella simplemente se iba a romper.

—Esto es todo.

—Esto es el fin.

Para mí. Para Aki. Para todos.

Todos nosotros. Estamos a punto de morir; La risa de ese diablo nos tragará entero—

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