Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 7

Capítulo 3: Festín de la Muerte

Parte 4

Los pies de Aiz tocaron el suelo mientras corría.

Tanto para los amigos que habían caído en esa trampa y para tener una idea de cómo podría salvarlos.

—¿Cuánto tiempo han estado construyendo este lugar…?

Era simplemente demasiado enorme para haber aparecido durante la noche. Y cuanto más avanzaba ella, más obvio era esto.

Era vasto hasta el punto de no tener sentido. La gran complejidad de su construcción estaba a la par con el propio Calabozo. Había pasado tantas bifurcaciones en este punto que había perdido por completo su sentido de la orientación.

Realmente habían subestimado el poder de este lugar.

Siempre habían pensado que, a excepción de Levis y las otras criaturas, los Remanentes de The Evils estaban en un nivel mucho más bajo que ellos.

Pero cuando Aiz sintió el insoportable escalofrío del laberinto ahora, supo que no era nada de eso.

Tan preocupada como estoy por Tiona y los demás… ¡Necesito mantener mi vista en el enemigo!

Un enemigo en particular, de hecho: Barca, quien controla las puertas. Desafortunadamente, teniendo en cuenta que no tenía ni idea de dónde había ido, no tuvo más remedio que revisar los pasajes del laberinto uno por uno.

Al mismo tiempo, le resultaba difícil creer que Barca era el único capaz de moverse libremente a través del laberinto. Lo que significaba que debía haber habido algún tipo de llave, muy parecida a lo que la figura enmascarada había utilizado para abrirles la puerta al entrar por primera vez en el laberinto.

Aiz afiló sus sentidos de aventurera de primer nivel, buscando cualquier signo de vida humana mientras aceleraba, reduciendo rápidamente cualquier monstruo que se cruzara en su camino.

¡Una escalera…!

Cuatro de ellas, para ser exactos.

Por extraño que parezca, su piso actual parecía completamente desprovisto de presencia humana. Las pilas de cenizas yacían esparcidas —los cadáveres en descomposición de los monstruos—y las paredes y los túneles eran un desastre, dándole la sensación de que toda la zona había sido abandonada.

Aún sin sentir nada y completamente preparada para correr por las escaleras y hacia el corredor descendente muy por debajo—

—¡…!

Ella paró.

Antes de que sus pies dieran sus pasos.

Porque sus ojos dorados habían aterrizado en un solo pasaje lateral.

No había nada de malo en ello. Nada diferente al resto de los túneles que ya había atravesado. De hecho, parecía como otro simple pasaje oscuro.

Y sin embargo, por alguna razón, se encontraba incapaz de mirar hacia otro lado. Casi como si la atrajera.

Este sentimiento…

BA-DUMP. Su corazón dio un salto en su pecho. La sangre de su antepasado la impulsó a avanzar.

—Gngh…

La vacilación tiró de la parte de atrás de su mente, y ella miró de nuevo hacia la escalera que había estado a punto de descender.

Pero de todos modos, sus pies giraron hacia este nuevo camino.

Ni una sola linterna de piedra mágica iluminó el camino; el túnel estaba envuelto en la oscuridad, y mientras más avanzaba, más rápido aceleraba su corazón.

Ella podía ver una profunda luz tenue, profunda dentro de la sombra—una salida, tal vez, llamándola.

La puerta está… abierta…

Ella salió del largo túnel a una habitación abierta…

——

—Y en otro mundo, completamente diferente al resto del laberinto y sus paredes pedregosas.

Miles de tuberías se arrastraron por la superficie del piso. Abarcaban toda la longitud de la sala circular, y todas estaban conectadas a tanques a gran escala colocados en las paredes de la sala. Era un recuerdo inquietante del estudio de un mago. No, una clase de laboratorio. Y al igual que los pasillos exteriores, estaba cubierto de polvo y cenizas, como si hubiera estado fuera de uso por algún tiempo y ahora no fuera más que una reliquia abandonada. Solo la colosal piedra mágica que colgaba del techo en el centro de la habitación aún vivía, emitiendo un brillo fosforescente que bañaba el espacio en azul pálido.

—¿Qué…es este lugar?

Había siete tanques en total, sentados alrededor de la circunferencia de la sala. Eran lo suficientemente grandes para albergar a un humano adulto acurrucado, pero el vidrio hacía mucho que se había roto. No hace falta decir que actualmente están vacíos, salvo por un fluido verdoso estancado en el suelo y desprendiendo un olor rancio.

Aiz alcanzó hacia el recipiente más cercano.

BA-DUMP.

Su sangre se agitaba.

Antes de que lo supiera, el mundo daba vueltas, tal como lo había hecho en Rivira, y se sintió abrumada por una sensación de náusea.

Ella podía sentirlo—los vestigios de un espíritu retorcido. Ella estaba segura.

Este recipiente había alojado una vez al feto en el orbe de cristal.

—Entonces esta habitación…

—Fue una instalación para cultivar y preservar fetos de cristal que habían sido transportados a la superficie.

¿Eso significaba que había siete fetos? ¿El mismo número de tanques destrozados? Un escalofrío le recorrió la espalda.

Demi-espíritus.

La misma criatura con la que ella y el resto de la Familia Loki se habían enfrentado finalmente en el piso cincuenta y nueve—y siete de ellos ya estaban en la superficie.

Ella se quedo sin aliento y miro alrededor de la habitación abandonada.

——Así que estás aquí.

De repente, la voz de una mujer la abordó.

Ella se dio la vuelta en dirección a la recién llegada.

—¡Tú…!

—Enyo dijo que vendrías, atraída por la presencia de aquí como una polilla a una llama. Menos mal que no escuché a esos obsesionados de la superficie; La mujer pelirroja, Levis, entró a la habitación a través de un túnel separado. La criatura era prácticamente su rival en este punto, y verla aquí ahora era suficiente para enviar una sacudida de pánico a través de las venas de Aiz.

—Ha pasado tiempo, Aria, desde la última vez que nos enfrentamos… Desde el día en que probé la agonía debido a ti; continuó, con la misma voz fría y calculadora que la primera vez que se conocieron. Sus ojos verdes ardían con apenas una actitud contenida—una sed de venganza que ella planeaba finalmente apagar. La espada ennegrecida que portaba brillaba con un brillo apagado y opaco.

—Los orbes… Estaban aquí ¿Verdad?

—¿Debo responder eso? ¿O eres realmente tan ciega?

—¿Dónde están ahora?

—Ocultos dentro del laberinto. Tal vez te gustaría descubrirlo por ti misma… si puedes; Una sed de sangre silenciosa le advirtió implícitamente a Aiz que Levis no tenía intención de dejar que lo hiciera.

Era una ferocidad desenfrenada que Aiz nunca había enfrentado antes. Con una punzada de ansiedad bajo el cuello, ella preparó a Desperate para la próxima pelea… solo para ver algo que la hizo detenerse.

—Esa sangre… ¿De quién es?; Preguntó, refiriéndose al fluido rojo que adornaba la espada de Levis. La presencia de sangre significaba que Levis ya se había enfrentado contra otra persona–

-otro de los intrusos. Dado el hecho de que la Familia Loki eran los únicos presentes en este momento, probablemente pertenecía a uno de sus compañeros.

El pensamiento le llevó a la mente imágenes de sus rostros, tan lejos, tan distantes. Ella sintió que su pecho se apretaba.

—¿Oh, esto…?; Respondió Levis, mirando su espada. —Es de ese hobbit. El de la lanza. El tiempo se detuvo.

—Aunque no pude terminar el trabajo, esos zoquetes de The Evils seguramente lo están haciendo mientras hablamos.

__¡Eso…eso no es posible!

—Te lo aseguro que lo es.

—¡Finn nunca perdería!; Gritó a un volumen que normalmente es impensable para ella.

Mientras Aiz luchaba por recuperar la compostura, Levis se acercó desapasionadamente hacia su cinturón, lanzando algo a los pies de Aiz.

——

¡Clink! La punta de lanza dorada resonó al caer. Era la Fortia Spear de Finn, partida de su eje.

Todo a su alrededor sonaba como si estuviera más y más lejos.

—Sin embargo, no hay nada que temer. Una vez que resuelva los asuntos contigo… el resto de tus amigos son los siguientes en mi lista.

Las palabras golpearon sus oídos como un acorde disonante. En ese segundo, sus pensamientos se aclararon.

—¡¡Gnngh!!

Usando una tubería como palanca, se lanzó hacia adelante para convertirse en un viento furioso.

No vio nada más que rojo cuando chilló en el aire, con la espada volando hacia Levis.

—¿Tú? ¿Me atacas primero? Esto es ciertamente nuevo; Observó Levis con calma cuando Aiz la atacó con todo lo que tenía…

—Antes de ser golpeada.

—¿¡!?

El impacto onduló a través de sus brazos, y el shock coloreó sus rasgos mientras se preparaba de inmediato para el próximo ataque.

Pero Levis lo bloqueó tan fácilmente como el primero. Una después de la siguiente, desvió cada uno de los ataques patentados de la Princesa de la Espada con una potencia y velocidad sin diluir.

De hecho, la danza de las espadas fue tan ferviente que la espada de Levis dio un crack

repentino. Como una pieza astillada, esta voló por el aire.

—… Ajá, ya veo; Ella reflexionó, mirando a su espada como si se hubiera dado cuenta de algo antes de retroceder de la imprudente lluvia de golpes.

Pero a pesar del daño en el arma de Levis, fue el corazón de Aiz el que estaba latiendo fuera de control y las manos de Aiz que picaban con un dolor adormecedor. La Levis con la que luchaba ahora estaba en un nivel completamente diferente a la que había enfrentado en el piso veinticuatro.

—Eso estuvo cerca. Simplemente tendré que matarte con esto; Levis ignoró los temblores de Aiz mientras tiraba la espada rota y sacaba una segunda espada larga de su cinturón. —Tu viento, Aria. Quiero verlo.

En ese instante, el aura alrededor de Levis cambió.

—No me gustaría que te murieras demasiado rápido. Ella saltó, dividiendo el suelo debajo de ella.

—¡¿Hngh?!

Era demasiado rápida, casi invisible, y las pupilas de Aiz se dilataron con incredulidad.

Luego vino el impacto y, con él, un rugido que sacudió la totalidad de la habitación. La espada que había levantado en defensa estaba casi arrojada de sus manos.

Levis no se detuvo allí, su siguiente ataque golpeó antes de que Aiz tuviera la oportunidad de encontrar su equilibrio. Y aunque logró pararse justo a tiempo gracias a su habilidad, la danza enloquecida la mantuvo confinada en un solo lugar.

Los ataques se lanzaron hacia ella a una velocidad demasiado rapida, mandando a volar mechones de su cabello; El suelo, las tuberías, todo se estrelló y se derrumbó a su alrededor cuando el recipiente de los tanques se rompió bajo la frenética cuchilla.

Aiz apenas podía pensar, y mucho menos planear cualquier tipo de estrategia mientras la habitación a su alrededor se transformaba en una escena de absoluta carnicería.

—¡¡Despierta, Tempestad!!; gritó, activando su encantamiento de viento, Airiel. Ella saltó hacia la criatura, con una armadura de viento envolviendo su cuerpo y afilando su espada.

Solamente.

—Ustedes humanos. Tan afectados por la muerte de sus compañeros.

La velocidad de Levis simplemente aumentó para encontrarse con la de ella.

Parecía que incluso ante la armadura de viento de Aiz, a ella ya no le preocupaba que un golpe con todas las fuerzas pudiera acabar con su vida.

—Tus emociones te traicionan.

——

Sus ataques se produjeron a intervalos cuidadosamente cronometrados ahora para deslizarse entre las brechas del furioso vendaval que dominaba el campo de visión de Aiz.

Con un golpe bien colocado, ella mando a volar la espada de Aiz.

Su viento se redujo a débiles fragmentos, dejándola sin defensa.

Levis aprovechó la apertura, dirigiendo un poderoso golpe hacia abajo hacia la indefensa Princesa de la Espada.

—Yo gano, Aria.

Cortando a través de lo que quedaba de su armadura de viento, la espada grabó un corte carmesí diagonal en el aire.

—Ah—.

Fue un golpe directo, hundiéndose a través de su coraza en una cascada de sangre.

Como el fuego, el dolor abrasador se apoderó de su cuerpo cuando el golpe mortal de Levis golpeó justo en el centro.