Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 11

Capítulo Extra: El Día Que Todos Los Dragones Lloraron

Parte 2

Mientras los demás se preparaban, Tio dio un paseo por las afueras del pueblo. Visitó los lugares en los que había jugado de niña: sus antiguos campos de entrenamiento, el místico claro que había encontrado en el bosque donde la luna aparecía más cerca que en cualquier otro lugar, la playa donde los aldeanos a menudo celebraban fiestas, y muchos otros lugares que guardaban buenos recuerdos. Aunque esta aldea había estado escondida del resto del mundo, todavía era un lugar agradable para vivir. Durante quinientos años, Tio había vivido pacíficamente aquí rodeada de gente que la cuidaba. Sin embargo-

“Era una vida anticuada”.

No pudo evitar sentirse así. Comparada con los emocionantes días que había pasado con sus nuevos camaradas, su vida en este pueblo había sido mediocre.

Sólo había estado fuera unos pocos meses, pero habían pasado tantas cosas que su pueblo natal se sentía como un recuerdo marchito. Los pocos meses que había pasado con Hajime y los demás parecían más largos que los siglos que había pasado aquí.

En algún momento, las piernas de Tio empezaron a llevarla hacia el oeste. Mientras caminaba por el bosque, siguiendo el sonido de las olas, se encontró en un pequeño cementerio. Sólo había unas pocas lápidas simples escondidas entre la densa maleza, pero todas estaban bien cuidadas. Todo el mundo quería poner las lápidas en un lugar menos deprimente, como en uno de los muchos promontorios de la isla, pero se suponía que era un pueblo oculto. Todo dentro de los límites de la aldea estaba protegido por una barrera mágica, pero el resto de la isla no lo estaba. Si los dragones habían hecho su cementerio en algún lugar más conspicuo, se arriesgaban a que alguien más lo encontrara. Tampoco podían dejar a sus muertos en el mar, ya que siempre era posible que un cadáver apareciera accidentalmente en algún lugar donde viviera gente.

Al final, se habían visto obligados a hacer su cementerio aquí. Aún así, este era un lugar sagrado para los aldeanos. No sólo era el lugar donde se enterraba a los aldeanos que habían muerto, sino también donde se honraban las almas de los que habían muerto durante la caída del reino. Los dragones creían que sus espíritus residían aquí, aunque sus restos no lo hicieran.

“Tengo algo importante que decirte, Padre, Madre”, susurró Tio mientras caminaba hacia una gran lápida blanca en la parte trasera del cementerio.

Este era el monumento que se había erigido para honrar a la gente que había muerto en la víspera de la caída del reino. Los nombres del padre de Tio, Kharga Klarus, y de su madre, Orna Klarus, estaban grabados en la piedra, y estaba rodeada por una valla baja.

Tio habló despacio, contando a sus padres todas las cosas que había experimentado después de dejar el pueblo, así como todas las cosas que sentía. Siguió y siguió hasta que su voz se volvió ronca. Finalmente, dijo:

“Tenías razón, padre”.

“Un día, eventualmente, aparecerá alguien que pueda derribarlos. De eso estoy seguro…” Esa era la predicción que el padre de Tio había hecho la noche en que cayó el reino. Al final, había resultado correcta.

“Realmente creo que he vivido tanto tiempo para conocer al Maestro”, dijo con una sonrisa torpe. “Al principio, sólo permanecí a su lado porque deseaba utilizarlo y porque mis instintos me decían que debía vigilarlo de cerca. No estaba enamorada de él, ni en lo más mínimo. En cambio, estaba motivada por mi ardiente deseo de venganza.”

Tio enroscó sus dedos en un puño y le golpeó el pecho.

“Pero mientras viajaba con él, me di cuenta de que su deseo de destrucción era tan feroz como el mío. De hecho, empecé a temer que pudiera provocar un desastre aún mayor que los dioses. Al mismo tiempo, sin embargo, pensé que podría ser capaz de dirigir sus impulsos destructivos para aniquilar a Ehit y a los de su clase. Si podía lograr eso, no me importaba lo que le pasara después”.

Tio miró hacia abajo con culpa por un segundo, pero el momento pasó y ella levantó su cara una vez más. Había una sonrisa suave y genuina en su rostro, y sus ojos brillaban con el tipo de deseo codicioso que sólo un dragón podría poseer.

“Y aún así… una vez que me abrí a él, me aceptó por completo. Mi deseo de venganza, las responsabilidades que llevo sobre mis hombros y la misión que heredé de ti. Pero aunque me aceptó, no trató de protegerme. Ni tampoco intentó cumplir mis sueños por mí. No, en cambio, puso su corazón y su alma en la elaboración de las armas más fuertes que pudo para mí y me dijo que cumpliera mis sueños yo misma si me preocupaba tanto por ellos. Hahahaha…” Tio se rió para sí misma.

En los cuentos de hadas, después de que el príncipe salvara a la princesa de los rufianes, a menudo prometía protegerla para siempre, pero Hajime no había hecho nada de eso. En su lugar, le había dado a Tio algunos juguetes peligrosos y le dijo que la respaldaría.

“Me atrajo su inquebrantable resolución, y me enamoré de su bondad. A pesar de que reprendía a los que le rodeaban despiadadamente, podía decir que en el fondo, el Maestro era un hombre amable. Es una verdadera lástima que no estés vivo para conocerlo… ¿No estás de acuerdo, abuelo?”

Tio miró por encima de su hombro con una sonrisa. Adul estaba de pie al borde del cementerio, mirándola en silencio.

“No he perdido la cabeza, como algunos de los más jóvenes parecen creer. Descubrí por casualidad un nuevo fetiche que no sabía que poseía, eso es todo.”

“¿Eso es todo? ¿Es tan trivial?” respondió Adul, con una expresión conflictiva en su rostro. Se masajeó suavemente las sienes mientras se acercaba a Tio. Por supuesto sabía que ella había sentido su presencia desde el principio y que sus palabras se habían dirigido a él como a sus padres fallecidos.

Honestamente, Adul quería postrarse frente a la tumba de Orna y Kharga y pedirles perdón. No podía creer que hubiera permitido que su hija terminara así… Se sentía personalmente responsable de haberles fallado. Pero después de escuchar las sinceras palabras de Tio, se dio cuenta de que eso no era una opción.

“Supongo que tengo que aceptar en lo que te has convertido”, dijo Adul con una sonrisa pálida.

“Gracias, abuelo. Ahora puedo presentarte al Maestro en lugar de mi madre y mi padre.”

“¿Debes llamarlo maestro?”

“¡Absolutamente! ¡Porque él es de hecho mi maestro!”

“Kharga, Orna, lo siento mucho.”

“¿¡Por qué te disculpas con ellos!?”

“Debo disculparme con ustedes también, mis antepasados.”

“¡Seguramente mis nuevas tendencias no son tan horribles! Por favor, deja de actuar como si esto fuera lo peor que podría haber pasado, abuelo!”

Adul se cubrió la cara con sus manos para ocultar sus lágrimas.

Tio le hizo pucheros durante unos segundos, pero luego su expresión se volvió sombría y dijo: “Abuelo, no pude protegerla.”

Adul le dio a Tio una mirada de reojo. Después de ver esa grabación, era obvio de quién estaba hablando.

“No soy una guardiana. Sólo una patética desgracia. Pensé que me había hecho más fuerte, pero en realidad, no he cambiado en absoluto. Una vez más, fallé en proteger a los que estaban cerca de mí”.

Tio no había podido hacer nada cuando esos monstruos profanaron el cadáver de su madre y mataron a su padre. Todo lo que había hecho era mirar mientras Venri la llevaba.

Había jurado que esta vez protegería a los que estaban cerca de ella, pero aunque su fuerza había superado a la de Adul, no había podido evitar que Ehit secuestrara a Yue.

“Ojalá hubiera podido ocupar su lugar”, susurró. Sin embargo, Adul escuchó cada palabra. Había pasado suficiente tiempo con su nieta para saber cómo pensaba ella.

El silencio se extendió durante unos minutos, pero finalmente, Adul dijo con voz vacilante: “He oído de Venri que puedes cambiar libremente la forma de tu transformación.”

“¿Hm? Oh, sí, ese es el poder de la magia de la metamorfosis.”

“Y en esa batalla que nos mostraste antes, manipulaste libremente tus escamas sin transformarte, ¿no es así?”

“Sospecho que eso fue el poder de la magia de la evolución, aunque estaba tan desesperada en ese momento que no estoy muy segura de lo que hice. Mi transformación también se ha fortalecido, pero… ¿Abuelo? ¿Qué es lo que pasa?” preguntó Tio, notando que la expresión de su abuelo se había vuelto más pensativa cuanto más decía.

Después de agonizar por algo durante unos largos minutos, Adul finalmente soltó un largo suspiro y dijo, “Supongo que no debería ser un problema para ti como lo eres ahora”.

Le hizo un gesto a Tio para que lo siguiera, y luego salió del cementerio.

“¿Adónde vamos, abuelo?”

“Al mausoleo.”

Tio ladeó su cabeza extrañamente. El mausoleo era donde se consagraban los espíritus de los ancestros de Tio. También era un lugar venerado por todos los dragones. La razón de ello era que la primera generación de la familia Klarus fue la que creó las escrituras de la religión de los dragones.

Cuando la gente no estaba segura de si los dragones eran personas sensibles o bestias, los dragones fueron perseguidos por los humanos. Sin embargo, a pesar de su abrumador poderío, habían buscado coexistir con sus vecinos en lugar de oprimirlos. El primer jefe de la familia Klarus había tomado la iniciativa trayendo regalos a las otras razas mortales, pero pagaron su amabilidad matando a su esposa. Se volvió loco por el dolor y se convirtió en una bestia enloquecida. Era tan poderoso que la gente comenzó a llamarlo un precursor del apocalipsis… y al final, fue su propio hijo, el abuelo de Adul, quien puso fin a su violento alboroto.

Aterrorizados por la fuerza de los dragones, las otras naciones dejaron de perseguirlos. Aliviados, los dragones dedicaron una vez más sus esfuerzos a forjar lazos de confianza con las otras razas y a crear un reino donde todos pudieran coexistir en armonía. Por la generación de Adul, ese reino finalmente comenzó a formarse… y por la generación de Kharga, fue una floreciente utopía.

A todos los dragones se les enseñó esta historia cuando eran niños, y cuando su educación estaba completa, visitaban el mausoleo para recitar la escritura de los dragones frente a la estatua del primer Klarus.

“¿Hombre o bestia? Eso es algo que sólo nosotros podemos decidir por nosotros mismos.” En otras palabras, el mausoleo tenía un significado cultural y religioso, pero eso era todo.

“¿Por qué vamos al mausoleo? Todos ya deberían haber terminado sus preparativos, así que no deberíamos regresar al pueblo…”

“Tio, ¿por qué crees que tu antepasado fue llamado el precursor del apocalipsis?”

Tio parecía aún más confundida por esa pregunta.

“¿No fue… por su inmensa fuerza?”

“Sí, precisamente. Por mucho que lucháramos, Kharga y yo no podíamos alterar el flujo de la historia. Y sin embargo, nuestro antepasado era tan poderoso que sólo su fuerza puso fin a la era de la persecución.”

“Ah…” jadeó Tio.

“Cuando su hijo llevó a la tribu de los dragones a la batalla, la mitad de ellos murieron.”

“¡Espera un momento, abuelo! ¡Nunca he oído eso!”

“Por supuesto que no. No vi la necesidad de enseñarte esa parte de nuestra historia.”

El alcance de la fuerza del primer Klarus no era importante. Lo que sí era importante era aprender sobre la tragedia de la raza de los dragones, y las leyes a las que se aferraban debido a ella. Si todos supieran lo fuerte que había sido…

“Si todo el mundo lo supiera, podría haber quienes empiecen a preguntarse: ¿Qué hizo para crecer tan fuerte? ¿Podría obtener ese poder para mí? Tal como lo haces ahora.”

“Ngh… Veo que no puedo engañar a tus ojos, abuelo.”

Después de llegar al mausoleo, Adul llevó a Tio al santuario del centro. Caminaron a través de un estrecho pasaje, que se abrió en un vasto salón. Lo único que había en el salón era un altar solitario… sobre el que había una pequeña estatua del tatarabuelo de Tio.

Adul tomó la estatua, cortó uno de sus dedos con un clavo, y chorreó un poco de sangre en la boca de la estatua. Al mismo tiempo, comenzó a alimentarla con su maná.

“Increíble… ¿La estatua era un artefacto todo el tiempo?”

“Correcto. Esta estatua es un sello. Dentro de ella está la calamidad que nosotros los dragones nunca debemos olvidar.”

Mientras hablaba, la estatua se partió en dos. Y un segundo después, una ola de energía opresiva bañó a Tio.

“¡Imposible! ¿¡No es esta magia conceptual!?”

“Sospeché que te parecería así. Cuando vi las cadenas de borrado de la existencia de Nagumo-dono, me di cuenta de que eran similares.”

Una sola escama estaba anidada dentro de la estatua rota. Era del color de la sangre seca, y Tio sintió un inmenso odio que emanaba de ella. Sintió que su cordura se estaba consumiendo sólo por estar a su lado. En ese sentido, era inquietantemente similar a las cadenas que borraban la existencia de Hajime.

“Esta es una de las escamas de nuestro progenitor. Era la única cosa que mi abuelo no podía destruir, a pesar de sus mejores esfuerzos. Otorga un inmenso poder a cualquier dragón que la toque, pero también los obliga a transformarse y destruye su mente, reduciéndolos a una mera bestia.”

Antes de que los ancianos de los dragones encontraran una forma de sellarlo, hubo quienes fueron atraídos por la promesa de poder y terminaron tocando la escama. Naturalmente, todos se habían vuelto locos y necesitaban ser asesinados. Sin embargo, los dragones excepcionalmente fuertes, así como los que llevaban la sangre de la línea de Klarus, habían sido capaces de mantener su cordura durante unos minutos antes de ser abrumados. Aparentemente, había incluso algunos que pudieron recuperar sus sentidos después de ser consumidos, y se quitaron la vida para evitar que la escama los destruyera completamente y diera a luz una segunda calamidad.

“Eventualmente, descubrimos una forma de hacer un sello que sólo podía abrirse con una combinación de la sangre de un Klarus y su maná, y luego bloquear la escama. Desde entonces, tratamos la estatua como un símbolo de contención que todos los dragones deben ejercer… y nos aseguramos de que se transmitiera de generación en generación”.

“Sospecho que no me estás mostrando esto ahora simplemente para inculcarme la importancia de la contención.”

Adul asintió solemnemente y respondió: “Con lo fuerte que eres ahora, podrás superar la maldición de nuestro antepasado. Si es así, tal vez puedas desbloquear todo el poder de esta escama”.

“Y al hacerlo, finalmente seré capaz de poner fin a su rencor, ¿correcto?”

Adul asintió de nuevo.

Ahora veo por qué el abuelo estaba tan conflictivo.

Esta escama era un artefacto peligroso, y si Tio no tenía cuidado, sería destruido por ella. Adul era plenamente consciente de ello, pero cuando vio lo frustrada que estaba Tio por no poder salvar a Yue, sintió que tenía que ofrecerle todo el poder que pudiera. A pesar de que Yue era la rival de Tio en el amor, no parecía ni un poco aliviada de que la vampiresa se hubiera ido. De hecho, estaba decidida a recuperar a Yue sin importar lo que costara.

En última instancia, Adul dejó la elección a Tio, pero quería permitirle elegir al menos.

Tio lo miró y dijo: “Hmph. Soy la dragona masoquista mascota del Maestro. El dolor no es más que una recompensa para mí. ¡Someter esta escama no será ningún problema en absoluto!” Tio dijo ligeramente. Pero a pesar de su tono juguetón, había una firme determinación en sus ojos.

Ella agarró la escama sin dudarlo. Un segundo después, sintió como si su sangre se congelara en sus venas cuando el inmenso poder contenido en la escama la puso de rodillas.

“¡Mantente fuerte, Tio! ¡O serás engullida!”

“¡Ngh, graaaaaah!”

El maná se arremolinaba a su alrededor como un miasma nocivo. La mano en la que sostenía la escama se teñía lentamente de un carmesí oscuro. Sus claros ojos dorados comenzaron a nublarse.

“¡Tch! Tio, suelta esa escama. ¡Es demasiado, incluso para ti!”

Tio no respondió. El maná de la escama se hinchó, haciendo vibrar todo el mausoleo.

“Parece que no tengo otra opción… Dijiste que uno de tus camaradas podría usar magia de restauración, ¿correcto?”

Adul envolvió su brazo con su aliento al rojo vivo, preparándose para cortarle el brazo a Tio. Era la única forma que se le ocurrió para salvarla de la escama.

Pero justo antes de bajar su brazo ardiente, Tio gritó, “¡Espera, abuelo!”

“¡Tio!”

Con el sudor cayendo por su cara, Tio miró a Adul y sonrió sin miedo.

“Parece que nuestro antepasado era un hombre bastante feroz. Lo siento, abuelo, ¿pero podrías pedir a los demás que retrasen nuestra salida? Llevará algún tiempo aliviar la pena de esta pobre alma… ¡[Romper el Límite]!”

“Ngh, ¡tanto poder!”

El maná color obsidiana de Tio se enfureció a su alrededor, devolviendo el maná de color sangre de la escama. Las ondas de choque creadas por la colisión fueron tan fuertes que Adul ni siquiera pudo acercarse a Tio.

Mientras tanto, Tio cerró los ojos y comenzó a conversar con el alma de su antepasado, que estaba atrapada en la escama.

Adul miró con una sonrisa irónica y dijo, “Veo que ahora me has superado incluso a mí…”

Después de unos minutos, Cartus llegó al mausoleo… y los otros aldeanos empezaron a llegar detrás de él. Todos habían visto la violenta erupción de maná que había ocurrido cuando Tio tocó la escama. Adul les explicó la situación, pero mantuvo sus ojos en Tio todo el tiempo. Quería ser testigo del momento en que su nieta se convirtiera en la más fuerte dragona de la historia.

Pasó un día y medio y, finalmente, Tio desató un ataque de aliento tan poderoso que hizo volar las nubes oscuras que habían empezado a acumularse alrededor de la isla de los dragones. Fue más fuerte que el ataque final que Kharga había desatado, y parecía ir tan alto que llegó a los cielos mismos.

***

Más tarde esa noche, los dragones guerreros se reunieron una vez más en la plaza central. Tio se puso de pie ante ellos, con un aspecto más confiado que nunca.

Después de despejar la prueba en el mausoleo, estaba tan agotada que Adul había necesitado llevarla de vuelta a la mansión. Sin embargo, después de pasar unas horas bajo los cuidados de Venri, estaba de regreso con todas sus fuerzas.

“Hermanos míos, ahora nos dirigiremos al campo de batalla que determinará el destino de este mundo.”

Sus palabras resonaron en los corazones de todos los que las escuchaban.

“Han sido cinco largos siglos de vida en la clandestinidad, pero finalmente ha llegado el momento de anunciar nuestra presencia al mundo una vez más. ¡La gente de Tortus necesita nuestra ayuda! ¡Somos sus guardianes, los guardianes de la paz! ¡Somos los legendarios dragones que el mundo necesita ahora mismo!”

Ahogados por la emoción, los guerreros levantaron sus puños en el aire.

“Una vez que un dragón pierde su benevolencia, no es más que una bestia. ¡Pero mientras la espada de la razón sea nuestra arma…!”, gritó Tio.

“¡No seremos bestias, sino hombres-dragón!” todos rugieron en respuesta.

Los corazones de todos se hincharon de orgullo.

Sé noble en todo lo que haces. Usa tu poder para el bien de los demás.

Ese era uno de los preceptos centrales de los hombres-dragón, y ese día, todos sabían que estaban encarnando ese ideal.

Tio desplegó el artefacto que Hajime le había dado, y un brillante portal de luz apareció frente a ella. Hubo un estallido de maná negro, y se transformó en su majestuosa forma de dragón.

“¡Si el mundo nos necesita, es apropiado que respondamos! ¡Suelten sus rugidos, mis nobles familiares! ¡El día ha llegado finalmente para liberar a este mundo del yugo de Dios!”

Los dragones rugieron tan fuerte que toda la isla tembló. Luego se transformaron en rápida sucesión y siguieron a Tio a través del portal.

Mientras los soldados humanos observaban con asombro, los dragones se deleitaban con la alegría de regresar finalmente al continente al que pertenecían. Las palabras de su princesa les habían llenado de orgullo y determinación, y muchos de ellos empezaron a creer que sólo se habían imaginado que era una pervertida masoquista.

No había forma de que su regia y digna líder fuera un bicho raro tan repugnante. Pero cuando los hombres dragón cedieron a tales pensamientos…

“¡Maestro! ¡Su devota sirviente ha regresado finalmente a usted! ¡Alábeme por mis logros!”

Ese fue el día en que todos los dragones lloraron. Lloraron por su amada princesa, que sabían que nunca volvería.