Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 11

Capítulo 2: La Pequeña Heroína

Parte 3

 

 

Unos minutos antes de que Kaori reviviera, Yuka y su grupo lucharon desesperadamente para proteger a Aiko. Unos quince de los treinta monstruos en el salón del trono habían atacado para impedir que curara a Kaori. Aunque sólo eran la mitad, seguían siendo una amenaza significativa. Freid se había llevado a todos sus dragones grises con él, pero las quimeras que había dejado atrás aún demostraban ser bastante fuertes.

“¡Ayako, transfiere tu maná a Lily! ¡Necesita todas las gotas que pueda conseguir! ¡Si su barrera se rompe, estamos acabados! Mao, ¡usa todos tus hechizos de apoyo con Lily también!”

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“¡De acuerdo!”

“¡P-pero apenas me queda maná!”

Con lágrimas en los ojos, Ayako y Mao Yoshino vertieron la poca fuerza que les quedaba para apoyar a Liliana. El trabajo de Mao era Rejuvenecedor, que se especializaba en hechizos de apoyo.

“¡Maldición, estos tipos se curan de la petrificación en segundos!”

“¡Mis ilusiones tampoco funcionan con ellos! ¡Y cualquier debilidad que yo arroje se elimina de inmediato!”

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“¡Saitou, Nakano! Ustedes dos son magos también, ¿no es así? ¡Tienen que ayudarme!”

Kentarou, cuyo trabajo era el de Geomante, seguía lanzando magia de petrificación sobre los monstruos, pero tenía poco efecto. Akito, que era un ilusionista, intentó manipular a los monstruos para que se atacaran entre ellos, pero eso también falló. Mientras tanto, Nana, que era Hydrosofista, disparó lanzas de hielo una tras otra para hacer retroceder a los monstruos.

Los luchadores de primera línea entre los estudiantes eran impotentes sin sus artefactos, y los magos de la retaguardia se vieron obligados a dibujar círculos mágicos con su sangre, lo que significaba que sus hechizos no eran tan efectivos como de costumbre.

Aún así, trabajos como Pyromancia y Aeroturgo eran extremadamente valiosos. Sin embargo, Yoshiki Saitou, el Pyromante de la clase, y Shinji Nakano, el Aeroturgo de la clase, simplemente se acobardaron aterrorizados con los otros estudiantes que se habían refugiado en el castillo todo el tiempo en lugar de participar. La muerte de sus amigos Daisuke Hiyama y Reichi Kondou, los había despojado de la voluntad de luchar.

“¡Jugo, no te esfuerces demasiado!”

“¡No es como si tuviera elección ahora mismo!”

Kousuke y Jugo, los dos únicos delanteros capaces de defenderse de los monstruos sin artefactos, estaban cubiertos de heridas. Jugo especialmente, ya que la mayoría de sus técnicas se basaban en el judo, lo que requería acercarse. Peor aún, Ayako no podía curarlas, ya que tenía que centrarse únicamente en Liliana.

“¡Maldita sea, si tan sólo tuviéramos nuestras armas!”

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“Sé cómo te sientes, pero no hagas nada precipitado. Nagayama sólo sigue vivo por lo duro que es, y Endou puede usar sus habilidades de sigilo para mantenerse fuera de peligro. El resto de nosotros quedaría hecho trizas si saliéramos ahí fuera. Nuestro trabajo es proteger a Ai-chan con nuestras vidas si algún monstruo pasa por allí!”

“¡Lo sé, pero aún así!”

Atsushi y Noboru apretaron los dientes en señal de frustración. Mientras tanto, Yuka arrojó las piedras que Kentarou hizo con su magia terrestre a los monstruos para apoyar a Jugo y Kousuke. Honestamente, deseaba que Ryutarou y Suzu pudieran venir a ayudar, pero sabía que los dos ya tenían las manos llenas.

Suzu estaba ocupada protegiendo a Myu y Remia, mientras que también usaba sus barreras para mantener a salvo a Shizuku, y Ryutarou se enfrentaba a los cinco monstruos que intentaban destrozar a Suzu.

Los últimos diez monstruos aún guardaban las salidas, pero no se sabía cuándo podrían unirse a la lucha.

¿¡Qué pasa, Nagumo!? ¿Por qué no te defiendes? No me digas que ya estás… ¡Será mejor que no te hayas marchado y muerto sin nosotros! ¡No te perdonaré si nos dejas atrás!

Justo cuando Yuka empezó a pensar que…

“¡Mierda! ¡Esto no es bueno, Sonobe! ¡Viene por nosotros!” Kentarou gritó histéricamente.

Yuka no necesitó preguntar de quién estaba hablando. El miedo en su voz hacía obvio que se refería a la apóstol. Había aprendido de primera mano lo aterradores que podían ser cuando uno le había golpeado sin sentido en el palacio.

“¡Nomura, Nana! Concentra tus ataques en el…” Yuka trató de ladrar órdenes, pero antes de que pudiera terminar, un destello de plata disparó hacia los estudiantes.

“¡Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!” Liliana gritó mientras el ataque empujaba contra su barrera. Consiguió aguantar sólo un segundo antes de que la destrozara.

“¡Sensei!”

El destello de plata continuó hacia Aiko y Kaori: su poder no disminuyó. Taeko atacó a la pareja, apenas empujándolos fuera del camino del ataque. Un escalofrío corrió por su columna vertebral mientras veía como la explosión arrasaba el suelo donde Aiko y Kaori habían estado unos segundos antes.

Los estudiantes habían perdido la protección de la barrera de Liliana, así que tanto la apóstol como los monstruos se precipitaron hacia ellos.

Tengo que salvar al menos a Sensei… ¡o estamos acabados!

Empujando el miedo que amenazaba con engullirla, Yuka trató de abrirse camino entre Aiko y la apóstol. Sin ver a Yuka como una amenaza, la apóstol perezosamente blandió su espada, como si estuviera cortando una hierba.

“¡No tan rápido!”

Un destello de luz plateada se disparó hacia la apóstol, haciéndola volar. Un segundo después, incontables plumas de plata llovieron sobre los monstruos, llenándolos de agujeros.

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Kaori finalmente había sido revivida.

“¡Sensei, Yuka-chan, chicos, gracias por salvarme!”

No tenía intención de dar a los monstruos el tiempo suficiente para curarse. Mientras luchaban por recuperarse del bombardeo inicial, les hizo llover más plumas, aniquilándolos completamente.


“¡Shirasaki-san! Voy a seguir echando [Reposo del alma] sobre ti, por si acaso. Puede que te resulte más difícil luchar, pero…”

“¡Si eso evitará que me paralicen de nuevo, vale la pena!”

Kaori pasó su mirada por el campo de batalla y eligió los detalles importantes. Parecía que Hajime había sido derrotado, Yue no se veía por ninguna parte, y todos estaban gravemente heridos. La ira que sintió cuando vio a sus amigos heridos fue tan grande que ni siquiera el [Reposo del alma] de Aiko pudo contenerla.

En el momento en que vio a las apóstoles caer sobre Shizuku y Tio, les disparó su cañón de desintegración.

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Sacando fuerzas de los gritos de ánimo de Aiko, Yuka y los otros estudiantes, Kaori siguió disparando hasta que obligó a los cuatro apóstoles que atacaban a Tio y Shizuku a retroceder.

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“¿¡Están ustedes dos bien!?”

“¡No les des un momento para descansar! ¡Si nos obligan a estar a la defensiva, nos veremos abrumados!” respondió Tio. Aunque estaba cubierta de sangre y apenas se mantenía en pie, Tio le dijo a Kaori que priorizara el ataque sobre la curación.

Al ver la determinación en su mirada, Kaori asintió inmediatamente y reanudó su ataque. Lanzó otra ráfaga de desintegración a una de las apóstoles, que respondió con otra ráfaga de desintegración propia. Mientras los dos rayos competían por la superioridad, otra apóstol se acercó a Kaori. Sin embargo, Kaori se negó a terminar tan fácilmente.

“¡Nunca perderé ante meras marionetas como tú!”

Mientras intentaba convencerse de que era diferente a ellas, el maná plateado de Kaori empezó a tomar lentamente un ligero tono púrpura. La magia de evolución que había obtenido le había dado una fuerza que superaba a la de otras apóstoles.

Su maná de color blanco púrpura pulsaba y su explosión de desintegración superaba la de las apóstoles.

“Pensar que nos superaría, a pesar de usar el cuerpo de una de nuestras hermanas…” una de las apóstoles murmuró desconcertada mientras el ataque de Kaori la envolvía.

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“¡Tu descuido será tu perdición!” exclamó Tio, golpeando a otra de las apóstoles que intentaba rodear a Kaori.

“¡Aunque no pueda vencerlas, al menos puedo distraerlas!” Gritó Shizuku.

“Pensar que una simple humana llegaría a tales alturas…”

Después de coger a su presa con la guardia baja, Tio se las arregló para clavar su brazo cubierto de escamas en el pecho de la apóstol. Había envuelto una versión comprimida de su aliento alrededor de su brazo, otorgándole un poder de penetración mucho mayor que el normal. Al perforar el corazón de la apóstol, aplastó el cristal de maná que lo alimentaba. La razón por la que Tio había sido capaz de golpear a la apóstol tan fácilmente era porque Shizuku había golpeado desde el punto ciego de la apóstol, distrayéndola por un momento.


Cuando Tio tiró de su brazo hacia atrás, la apóstol cayó al suelo como una marioneta con las cuerdas cortadas. Estaba bien muerta.

En el lapso de unos segundos, Kaori, Shizuku y Tio se las arreglaron para matar a dos apóstoles. Considerando lo increíblemente fuertes que eran cada una de ellas, fue una gran victoria.

Sin embargo, esa victoria duró poco.

“De verdad, qué pérdida de tiempo. Mi fuerza puede ser una mera fracción de la de mi señor, pero sigo siendo un dios, ¿sabes?”

Kaori, Shizuku y Tio miraron hacia la fuente de la voz. Estaban tan concentrados en su propia lucha que no se habían dado cuenta de que Alva y Shea habían terminado.

“¡Shea!”, gritaron las tres simultáneamente. Luego, vieron como Alva levantaba a una impotente Shea por el cuello.

Aunque todavía parecía consciente, le faltaba la fuerza para luchar contra su agarre. La sangre se acumulaba a sus pies, y era evidente que estaba al borde de la muerte.

Las tres se distrajeron momentáneamente por la difícil situación de Shea… que resultó fatal.

“Les ordeno en nombre de Alvaheit— Detente”.

El Edicto Divino de Alva carcomió el alma de Kaori. Gracias al [Reposo del alma] de Aiko, Kaori no perdió el conocimiento inmediatamente, pero Yuka, Suzu y los otros estudiantes se detuvieron en su camino. Sin embargo, la suya no era tan fuerte como la de Ehit, así que incluso Tio y Shizuku serían capaces de liberarse por sí mismas, con el tiempo.

Desafortunadamente, Las apóstoles se negaron a darles ni siquiera un momento para resistirse. Crearon círculos mágicos con sus plumas e hicieron llover rayos sobre el trío. Las escamas de Tio y el cuerpo de la apóstol de Kaori eran ambos muy conductores, así que el rayo fue excepcionalmente efectivo contra ellas.


Alva también lanzó a Shea en la tormenta de rayos, asegurándose doblemente de que no volvería.

“También les ordeno… acepten su castigo.”

Las cuatro habían empezado instintivamente a emitir maná para protegerse, pero se detuvieron al oír la orden de Alva, gritando cuando el rayo golpeó su carne desprotegida. Cuando la tormenta pasó, las cuatro se movían débilmente, sus cuerpos estaban cubiertos de quemaduras.

Esa fue la razón por la que Shea había perdido contra Alva. Podía luchar contra su [Edicto Divino]. De hecho, sólo le tomaba un segundo para superarlo. Pero ese segundo era un tiempo precioso perdido, y lenta pero seguramente, Alva había sido capaz de acumular más y más daño sobre ella.

“Ahora bien. Ya me he divertido, así que supongo que es hora de que terminemos con esto”, declaró Alva. Por lo que parece, la mayoría de los demonios habían terminado de pasar por el portal de Ehit.

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