Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 4

Capítulo 2: A la Aventura

Parte 2

Pensó en su padre, en como lo había visto junto con la espalda del chico y lo feliz que la había hecho. ¿Es suficiente? ¿Es esto realmente todo lo que puedes hacer? Preguntó la impaciente voz en su cabeza.

Cuando la mirada de Aiz se fue hacia abajo, Tsubaki solo sonrió, ella cerró los ojos mientras continuaba afilando la espada de la chica.

—Bueno, eres bastante afilada, creo yo. Creo que solo encontraste tu funda; Tsubaki continuó con una sonrisa mientras Aiz levantaba la cabeza. —Cuando tu estas a salvo en tu funda, no necesitas permanecer tan afilada como una bala. Entonces, cada vez que cruzas a un enemigo para matar, puedes disparar directamente a ellas.

Una funda. Un lugar para almacenar una espada. Un lugar de descanso para una espada como Aiz.

Los ojos de Tsubaki se aburrieron mientras hablaba.

—Todo se reduce a tus amigos.

Fuertes ruidos golpearon contra el ambiente del calabozo.

Los gruñidos acompañaban el latido de una gran cuchilla de plata que barría el aire. Las chica de piel cobriza estaba agitada, ella practicaba su danza de espadas bajo la fosforescencia estelar del domo del calabozo.

—Agr… ¡No está bien! ¡Esto no es Urga!; Gruño Tiona, la larga espada Durandal, Ronald Blade, en su mano y su cabeza inclinada en desagrado.

Ella estaba entrenando sola arriba de la roca que daba al bosque subterráneo a lo largo del borde del campamento, forzando sus músculos para ajustarse a la nueva arma que usaría contra los monstros oruga.

Cada una sus cortes rápidos de prueba dejaban imágenes suspendidas en el aire.

La sangre corrió por sus extremidades bronceadas por el esfuerzo, teñido de un color rosa pálido, y los músculos de su abdomen se tensaron mientras el sudor le hacía cosquillas en su ombligo. Finalmente, con un suspiro entrecortado, ella levantó un brazo para limpiarse la cara.

—¿No te dije que descansaras un poco, señorita?; Preguntó un enano, con evidente exasperación en su rostro.

—¿Ah? Oh, Gareth; Tiona miró hacia ahí, descansando su espada en su — ¡Pero no puedo evitarlo! Estoy emocionada. No puedo quedarme quieta.

—… ¿Es por ese chico que viste, hmm?

—¡Sí!; Ella respondió con un feliz asentimiento.

Gareth no había estado con el grupo de vanguardia en ese momento, pero había escuchado sobre lo que sucedió de Finn. Solo podía apuntar a la chica frente a él, rebosante de aun más energía de la usual.

Aunque Gareth no tenía idea de quien era este misterioso aventurero de quien Finn y los demás seguían hablando, tenía un par de palabras que le gustaría compartir con él. Sobre todo con respecto a lo que le había hecho a sus compañeros.

—¡Quiero decir, fue tan increíble! ¡Como un héroe sacado de una leyenda!; Tiona continúo bulliciosamente, sin darse cuenta de los gruñidos internos del — ¡Se enfrentó a esa gran cosa incluso sabiendo que no era rival! ¿Y-y adivina qué? ¡Lo venció!; Sus mejillas estaban enrojecidas y el rostro encendido, casi como si ella misma hubiera sido la que realizara la hazaña, se echó a reír.

Más allá de la masa de columnas fosforescentes que recubren el techo abovedado. Hacia ese piso alto, muy por encima de ellos donde el chico había resultado victorioso.

—No importa lo que pase mañana, no importa a que enemigos encontremos, ¡Voy a luchar como ese chico!…Y los protegeré. Aiz. Lefiya. A todos.

Sus ojos se entrecerraron mientras miraba hacia el resplandor del polvo de estrellas.

La derrota no era una opción en su mente. Ellos regresarían a la superficie. Cada uno de ellos.

Como Gareth la miraba, él no pudo evitar reírse. — ¿Parece que solo me estoy preocupando por nada, eh?; Murmuró con una sonrisa irónica, con la mano yendo hacia el hacha en su espalda.

Mientras preparaba la poderosa arma Durandal, Tiona lo miró con curiosidad.

—¿Vamos a ir entonces, eh? ¡Ven!

—¡¿De verdad?!

—Solo si prometes refrescarte después y dormir un poco; Gareth se rió alegremente, a lo que Tiona respondió con una amplia sonrisa.

—¡Esta bien!

Con un poderoso movimiento de su espada, ella se fue, y la práctica de combate entre la Amazona y el enano comenzó en un instante.

No sería una canción de cuna la que la arrullaría esa noche, sino el violento choque de armas contra armas.

—No voy a retrasar a Aiz y a los demás, no puedo retrasarlos…

*Balbuceando, balbuceando.*

Lefiya estaba sola en su tienda, hablando con ella misma.

Ella había sido elegida. Ella los acompañaría en su viaje a lo desconocido. Las profundidades inexploradas donde nada más que el peligro esperaba, y donde tendría que proporcionar protección a Aiz y los demás.

Una y otra vez ella murmuró las palabras para sí misma, como un mantra, con los ojos cerrados en meditación. Tendría que ser capaz de dar todo lo que tenía para mañana. Ella necesitaba  ser perfecta.

—…No puedo fallar…simplemente no puedo fallar…No mañana…; Su concentración ya se había descarrilado, las palabras de maldición que salían de su boca solo aumentaban la presión dentro de ella.

Todos los músculos estaban en su lugar. Su corazón se sentía que fuera a explotar en su pecho. La ansiedad inundó todo su ser.

—Un poco de tensión, ¿Verdad?

Lefiya dejo salir un “¡Eep!” cuando dos manos cayeron sobre sus hombros. Ella se puso de pie, dando vueltas en una ráfaga de sorpresa.

— ¡Señorita Tione! Cuando…. ¿Cuándo llegó aquí?

—He estado aquí hace rato…; Tione respondió, algo desconcertada por la reacción de Lefiya.

—“B-bueno, ah… ¿Porque estas…aquí?

—Mmm, me estaba sintiendo ansiosa. Pensé que podría ir a practicar un poco como la idiota de mi hermana, pero, bueno… el capitan me necesita; Ella respondió, con los dedos jugando con su largo cabello negro.

Cuando Lefiya le lanzó su miraba de desconcierto, Tione miro a la elfo de una manera igualmente curiosa.

—¿Y… que estabas haciendo, hmmm?

—¿Yo? Yo, bueno…estaba…meditando…para asegurarme de no fallar mañana…; Ella respondió de manera vaga, con la cabeza apuntando hacia el Al darse cuenta de que sus habilidades podrían no ser iguales a esos pisos profundos, su voz se hizo cada vez más pequeña, y se perdió en la nada en frente de su compañera de primer nivel.

Tione solo podría suspirar por su subordinada trabajando. Acercándose, tomo las mejillas de Lefiya con sus manos.

—Lefiya

—¿Q-que sucede?

La cara de Lefiya se enrojeció por el toque repentino. Los dedos de Tione se curvaron suavemente contra su piel.

—¿Recuerdas lo que dijo Aiz en el piso cincuenta y uno? Que te protegeremos, para que puedas relajarte y tomar las cosas con calma.

Lefiya se encontró mirando asombrada a la otra chica, con el calor de sus manos llenando sus mejillas.

Las palabras de Tione fueron como un suave susurro, un regaño de una hermana mayor.

—¿Y qué es lo que nos salvara?

—…Mi magia; contestó Lefiya, llevando una sonrisa a los labios de Tione.

Pronto, Lefiya estaba estirando un abrazo considerablemente más comedido que el de Tione, a lo que Tione respondió pasando sus manos por el cabello de la chica con un suave arrullo. A pesar de su vergüenza, la tensión dejo los hombros de Lefiya ante las palabras de la Amazona, ante la calidez que irradiaba su piel.

El contacto entre ellas fue tan cercano como hermanas. “¡Haces cosquillas!”, Lefiya se rió, inclinándose hacia atrás, antes de que ambas fueran tumbándose sobre el piso con aturdidos epps.

Cabello dorado mezclado con negro encima del paño del piso de la tienda, sus miradas se volvieron hacia el cielo, y la alegría iluminó sus ojos.

—Si te sientes nerviosa, ¿Podría dormir aquí contigo?”

—E…Estas… ¿estás segura?

— ¡Claro, por supuesto! Nunca puedo dormir en esa tienda con Tiona hablando como ella y moviéndose en sueños.

Tione llevo su frente hacia Lefiya con un pequeño ruido, devolviendo el rubor a la cara de Lefiya y provocando una sonrisa.

Tal vez, por un momento, ella podría olvidar el mañana y el viaje a esas profundidades inexploradas.

Y luego cumpliría su papel con la esperanza de poder jugar, reírse y bromear así una vez más.

—Si quieres, podemos colarnos en la tienda del capitán. Definitivamente sería capaz de luchar lo mejor posible mañana después de una noche con él en mis brazos.

—No estoy segura que esa sea una buena idea…

Un murmullo frenético provenía de uno de los grandes refugios del campamento.

Era una tienda de campaña para los miembros masculinos de la familia, y uno de ellos, Raúl, se estaba preocupando incluso más que cierto usuario mágico.

Estaba solo en un rincón, con las piernas temblando mientras se sentaba en una silla. La mezcla de hombres y mujeres en la tienda, que actualmente tomaban un descanso con un juego de cartas, lo miraban ocasionalmente. Raúl era actualmente el único en la tienda que no era parte de la defensa que se quedaría para proteger el campamento.

De hecho, él era el único de ellos que acompañaría a Finn y a los demás a las profundidades inexploradas.

— ¡Tómalo con calma, Raúl! ¡Cálmate!

—A-Aki…

La chica gato había estado inspeccionando su espada de una mano y el escudo redondo cuando se dio cuenta del rostro patético de Raúl, y la vista la llevó a acercarse a su compañero. Su mano delgada se apoderó de su hombro, levantando su mirada hacia arriba.

La cara de Raúl estaba pálida, casi fantasmal. Aki frunció el ceño.

—Esta no es la primera vez que pasas el piso cincuenta y uno, ¿cierto? Y volviste con vida, ¿verdad? ¡Ten un poco de fe en ti mismo!

Raúl solo podía bajar la cabeza ante las enérgicas palabras de aliento de la chica gato.

—Soy un desastre…; vino su respuesta estrangulada. Anakity Autumn.

Ella era de nivel de nivel 4, una aventurera de segunda de la Familia Loki, el mismo nivel que Raúl, y conocida por sus amigos como Aki a causa de que su nombre es difícil de pronunciar.

Su cabello negro hasta los hombros combinaba con el atractivo pelaje negro de sus orejas y cola. Su esbelta elegancia era suficiente para que la diosa mujeriega Loki la hubiera explorado personalmente. Altamente capaz, con el estado para demostrarlo, Finn le había encomendado que dirigiera el grupo que permanecería en el campamento.

Raúl siempre la había considerado una aventurera muy superior a él. Tranquila, genial y recta, con agallas como el hierro, y siempre disponible para pedirle un pequeño consejo y aliento, incluso ahora, era fácil ver por qué la habían puesto a cargo mientras los primeros no estaban.

—Pero… ¡pero la última vez, una de esas nuevas especies casi me mata! ¿Qué pasa si… qué pasa si esta vez terminan el trabajo? Aki… Si no vuelvo, ¿enviarías el dinero que he estado guardando en mi habitación a mi familia en casa…?

— ¡No otra vez!

Después de haber sido incluidos en la familia alrededor de la misma edad, Raúl y Aki formaron lo que se conoce como el “segundo equipo”, que apoyó y sostuvo a Aiz y los demás del grupo principal. Habían sido convocados en su justa cantidad de veces para acompañar a los de primer rango en cualquier aventura que estuvieran planeando.

Al escuchar su conversación, otra chica en la tienda tímidamente levantó su mano.

—Es… ¿Es realmente tan peligroso allí? ¿Pasado el piso cincuenta y uno? Leene planteó la pregunta, con sus coletas trenzadas colgando detrás de ella. Su investigación provocó otra serie de temblores en todo el cuerpo de Raúl.

—No importa cuántas vidas tengas, nunca es suficiente; respondió con voz temblorosa. — Descender al piso cincuenta y dos es como descender al mismísimo infierno. Todo lo que pensabas que sabías sobre el Calabozo es completamente irrelevante.

Había gravitas1 en su voz que sumieron a toda la tienda en el silencio.

Todos los miembros de menor rango habían cerrado la boca. Incluso Aki había cerrado los labios, sin decir nada.

Era tan silencioso que se podía escuchar a alguien tragar saliva en la parte de atras.

——Raúl, no deberías asustarlos así. Es tu deber como su superior alentar, no iniciar el pánico.

— ¡Se-señorita Riveria! Lo… lo siento…

La alta elfa abrió la solapa de la tienda antes de entrar.

Cada elfo de la tienda se cuadró cuando los ojos del vicecapitán escanearon la habitación. Raúl simplemente bajó la cabeza en tono de disculpa.

—No tienes nada que temer, te lo aseguro. Incluso si apareciera una de esas nuevas especies, podrás con ellos desde lejos antes de que puedan acercarse. ¿O estás diciendo que no serás capaz de manejar eso?; Preguntó ella provocativamente, con el bastón en la mano y el cabello color jade oscilando. —Todo lo que necesitas hacer es esperar pacientemente a que regresemos. De hecho, deberías estar emocionado, creo. Después de todo, traeremos recuerdos del piso cincuenta y nueve; Agregó como un lado lúdico bastante alejado de su comportamiento habitual.

La tienda permaneció en silencio por un momento. Entonces sus ocupantes estallaron a carcajadas.

—¡Lo estaremos esperando, señorita Riveria!

—¡Sí! Tráeme un hueso gigante, por favor.

—¡Idiota! ¿Cómo van a llevar eso de vuelta?

El bullicio regresó a la tienda en un instante. Riveria solo sonrió al bullicioso grupo.

[Nota: Significado de “Gravitas” – Adquiere el significado de un sentido ético, de seriedad, severidad y dignidad].

Al parecer, la vice capitán había venido específicamente a aliviar las tensiones de sus colegas. Sabía que la inquietud sería aún mayor de lo normal entre los miembros de menor rango, con los irregulares amenazantes sobre sus cabezas, los monstruos oruga que habían encontrado especialmente en la última expedición.

Sin duda Finn y Gareth también hacían sus rondas, ofreciendo consejos y palabras tranquilizadoras a los otros miembros y a los primeros niveles más jóvenes.

Al menos eso fue lo que Raúl presumió, y considerando cuánto tiempo había conocido al trío, probablemente estaba en lo cierto.

Junto a él, Aki asintió, probablemente pensando lo mismo.

Y luego estoy yo… pensó Raúl. Él nunca sería capaz de hacer algo como eso.

Él no tenía agallas. Sin ambición. Pero incluso cuando ese inquebrantable sentimiento de inferioridad impregnaba su ser, mientras miraba a Riveria, algo cambió. Él podría ser así. Él sería así. Como los grandes líderes de su familia.

Curvando su mano en un pequeño puño, articuló un silencioso “Puedo hacerlo”.

Luego se puso de pie con un repentino estallido de energía. — ¡Comencemos un torneo de cartas para celebrar la víspera del ataque! Todos, hagan sus apuestas— ¡pueden irse a casa con el premio gordo!

Aprovechando el aliento de Riveria, él tomó el control con una estrategia infalible— nadie podía resistirse a un poco de juego para aumentar la moral.

Y funcionó. A su alrededor llegaron gritos de afirmación mientras sus colegas se aferraban a la idea.

—¡No te dejes llevar!

—¡Nngah!

El bastón del alto elfo cayó bruscamente sobre la coronilla de la cabeza del joven equivocado.

—¡Lo… lo siento!; La patética disculpa fue seguida por carcajadas.

—…

Bete estaba mirando el paisaje en silencio.

Él estaba parado a lo largo del borde occidental de la gran roca plana que formaba la base de su campamento. De pie solo, perpendicular a la pared del acantilado, miró el paisaje de abajo.

Reflejada en esos ojos ambarinos estaba la poderosa abertura en el muro occidental del Calabozo.

—Si estás aquí para darme una charla de ánimo, ni siquiera te molestes; Él de repente habló al sentir la presencia cercana detrás de él— ni siquiera se dio la vuelta.

Los pequeños hombros de Finn se encorvaron ligeramente en la tenue luz del techo.

El joven hombre lobo ya podía sentir las intenciones del Hobbit, interrumpiéndolo antes de que pudiera pensar en darle un consejo o aliento.

—¿Qué estás mirando?

—¿No puedes decirlo? Hacia dónde vamos mañana–el nido de esos asquerosos y repugnantes monstruos.

Bete continuó mirando el pasadizo que conducía al piso cincuenta y uno, sin siquiera mirarlo, así que Finn cambió su línea de preguntas.

—¿Dónde has estado mirando estos últimos seis días?

—El puño de Bete hizo un apretón de puño casi audible. Hace seis días. El día del incidente en el piso 9.

Era la espalda de ese chico, el chico que había vencido en su aventura, lo que estaba grabado en los ojos ambarinos de Bete.

Sus dos puños estaban apretados. Una feroz luz floreció en su mirada, dirigida a esa apertura.

—Quiero estar en la línea del frente mañana, Finn.

Con su velocidad rápida, Bete generalmente se colocaba en la línea del medio como una especie de torpedero.

La primera línea estaba reservada para Aiz y Tiona. La solicitud de Bete significaba que uno de ellos tendría que cambiar.

—Quiero poder soltarlo. Quiero atravesarlos con todo lo que tengo y no tener que contenerme y liderar el camino. ¿Y si aparece alguna de esas nuevas especies o esa criatura- dama? ¡Hah! Los mataré. ¡Los mataré a todos!; Siguió con una risa casi bestial.

Finn solo asintió. —Muy bien.

Ellos se quedaron allí, los dos, mirando hacia la eterna negrura de ese paso amenazante. Ese gran túnel hacia lo desconocido estaba tranquilo, como la calma antes de la tormenta.

—…

Aiz echó un vistazo a sus compañeros y familiares, antes de voltear su mirada a Tsubaki frente a ella.

—No es que te hayas vuelto más débil, pero mira. Ahora tienes más para proteger. Y no te gusta que te protejan; Continuó Tsubaki con una sonrisa, finalmente dejando su horno portátil y piedra de afilar mientras terminaba su trabajo de mantenimiento.

Aiz tomó la espada ofrecida por la herrera.

—…

Ella bajó la vista hacia sus manos, luego hacia la hoja recién afilada y su brillo restaurado. Luego, silenciosamente, deslizó la reluciente espada de plata en su funda.