Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 4

Capítulo 2: A la Aventura

Parte 11

 

 

Ofensivo, defensivo, curativo—tres tipos diferentes de magia, cada uno con tres niveles diferentes. Esto creó nueve hechizos diferentes que el alto elfo podía concatenar a voluntad dependiendo de la situación, que era de donde había venido su alias, Nine Hell—un nombre de alabanza que los dioses le otorgaron.

Y un nombre que infundió horror y temor en sus muchos hermanos elfos. Era el nombre del usuario magico más fuerte en todo Orario.

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—Ven pira roja, infierno despiadado. Conviértete en fuego del infierno.

Esto ya no era simplemente su hechizo de hielo, Wynn Fimbulvetr. Con cada palabra adicional del hechizo concatenado, enfocaba aún más Mente, una cantidad colosal.

El hechizo que tejió ahora era un hechizo de segundo nivel, el más largo en su arsenal y con el mayor alcance. Era un hechizo que pondría a todos los enemigos dentro de su radio de explosión en llamas en el fuego holocausto del infierno. La sublimación del hielo en llamas, corta en un largo poder destructivo que se duplica en un hechizo de proporciones catastróficas.

—Purga el campo de batalla, termina la guerra.

Detrás de Raúl y de los otros apoyos, detrás de Tsubaki, su bastón plateado estaba listo. Una brillante luz brilló desde la agrietada joya mágica en su punta cuando se lanzó el enorme poder mágico.

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Su cabello bailaba con las ondas de luz mágica que fluía de su círculo mágico, y lentamente, muy lentamente, abrió sus ojos de color jade.

—Incinera, espada de Surtr. ¡Mi nombre es Alf!

Estaba completo.

Tan lejos, muy por delante de ella, una pequeña barrera blanca contrarrestó el ataque relámpago del espíritu, el círculo mágico a los pies de Riveria creció hasta abarcar todo el campo de batalla.

Los aventureros, el ejército de monstruos, e incluso el espíritu en sí mismo, todos ellos se encontraban de pie ante el reluciente resplandor de color jade.

Ella lo había encontrado. La criatura, en medio de ese ejército masivo, amenazando a sus compañeros incluso ahora. Entonces, pronunció su hechizo.

—¡¡REA LAEVATEINN!!

La erupción fue inmediata.

Las piras infernales de destrucción llameante surgieron de la tierra y brotaron del círculo mágico.

Incineraron todo. Los monstruos que atacaban a Raúl, Tsubaki y los demás apoyos, el ejército de monstruos que proliferaban en el perímetro, las violas que se acercaban a Lefiya, Tione y Tiona en el suelo, todo fue engullido por esas oleadas del fuego infernal.

Y no se detuvo allí. Las furiosas llamas viajaron hasta el techo, a las paredes, quemando todo e incendiando el aire con el poder suficiente para rivalizar incluso con la tormenta de fuego del espíritu corrupto y convirtiendo al Calabozo, una vez más, en un mundo de ardiente destrucción roja.

El espíritu de alguna manera logró reaccionar cuando la columna radiante de fuego y azufre estalló desde el centro del círculo mágico, envolviendo todo su cuerpo en una armadura formada por diez pétalos de flores gigantes.

Este se separó de su mitad inferior, de titán-alm, preparándose para el ataque entrante. Entonces explotó.

—“¡~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~!”

Le pegó diez veces. Una columnata de diez pilares de devoradora incandescencia sacudió el cuerpo gigante del espíritu.

Fue incalculablemente caliente. Inmensamente poderoso. El hechizo genocida de Riveria ardió, gorgoteó, carbonizó y luego encendió la superficie de los pétalos de las flores, semejantes a armaduras.

Crepitaron y explotaron. Los mismos pétalos que se habían enfrentado a la magia de Lefiya y las espadas mágicas sin tomar siquiera un rasguño ahora se quemó enteros antes de caer al suelo.

—Riveria…

Aiz sintió que cada hendidura de su cuerpo irradiaba un calor sensacional mientras observaba, rodeada por las llamas del gran elfo de puro poder mágico.

Luego ella, Bete y Finn se aprovecharon de la ayuda del usuario mágico y se impulsaron aún más rápido, con sus ojos brillando.

—…¡!

Por primera vez, la sonrisa del espíritu desapareció. Sus defensas habían desaparecido.

Treinta metros permanecían. Nada más que unos breves momentos entre ellos y el espíritu. Ellos se lanzaron a través de ese mundo de fuego, y cuando el espíritu los miró, sus labios se tensaron de rabia.

Con el largo cabello verde fluyendo, ella abrió la boca.

—¡¡Aaaaaaaaahhhhh!!

Y la tierra respondió.

Desde debajo de sus pies, desde lo más profundo de los pisos inferiores, una multitud de puntas verdes irrumpieron en el suelo como si fueran convocadas por esa llamada aguda.

—¡¡!!

Los tentáculos se alzaron, formando una poderosa barrera en forma de cúpula de unos veinte metros de ancho alrededor del espíritu.

Los ojos de Bete y Finn se abrieron de par en par sorprendidos, y luego los dos se acercaron, con dos espadas y una lanza plateada girando en un intento de derribar la pared.

—””¡Gnghr!””

Pero no sirvió de nada.

Sus cuchillas se hundieron en la carne verde, pero ni perforaron ni cortaron el poderoso escudo. Verlos corriendo a toda velocidad con un efecto absolutamente nulo hizo que incluso Aiz se estremeciera.

—Toda la velocidad, el poder y la fuerza que habían acumulado durante su embestida fueron anulados.

Y ahora le habían dado la oportunidad de lanzar otro hechizo. El juego había sido cambiado.

Habían perdido su única oportunidad, y el tiempo se sentía como si estuviese frenando a su alrededor. Sólo entonces…

Una gigantesca cuchilla giratoria pasó corriendo junto a ellos para colisionar con la enorme pared verde.

¡¿Un hacha?!

La poderosa hacha se hundió en el baluarte carmesí, rompiendo una enorme fisura. Antes de que pudieran siquiera entender la sorpresa, sin embargo, un cierto soldado enano pasó junto a ellos y se lanzó hacia la pared.

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— ¿Qué? ¿Fue eso solo una charla, Finn?; Gareth incitó, las comisuras de su boca se levantaron en una sonrisa feroz mientras tiraba de su Gran Hacha de los tentáculos verdes y rápidamente la volvía a meter con otro ataque.

La grieta en el baluarte se amplió, Bete y Finn ni siquiera había podido hacer añicos a través de ella.

Y luego Finn sonrió. Con los ojos todavía enrojecidos y todo pensamiento racional supuestamente borrado de su mente, lanzó a su camarada de armas una sonrisa irónica.

—No me hagas decir que sabía que vendrías.

— ¡Ja! ¡Tú lo deseas!; Gareth soltó una carcajada antes de dar otro golpe con su hacha.

La influencia resultante fue suficiente para sacudir el suelo bajo sus pies. La grieta se hizo aún más grande. Había tanta fuerza detrás de cada golpe del hacha que la espada comenzaba a resquebrajarse.

Aiz y Bete miraron maravillados mientras Gareth abandonaba el hacha y apretaba un puño en forma de roca.

—¡¡Fuera de mi camino!!

Él golpeó la gran pared verde de tentáculos.

—¡¡Dije, FUERA DE MI CAMINO!!

Otro golpe. Esta vez, un agujero se abrió en la carnosa barricada.

—¡!

El espíritu interior se movió casi instantáneamente.

Y una multitud de tentáculos estalló repentinamente en el suelo a los pies de Gareth. Lo empalaron.

Uno, dos, tres, una multitud de ellos atravesaron su cuerpo y lo sostuvieron en alto mientras la sangre brotaba de los muchos agujeros.

Pero incluso cuando el líquido rojo salía de su boca, el enano solo se rió ferozmente.

¡Tendrás que hacerlo … algo mejor que ESTOOOOOOOOOOOOO!

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Su bramido reverberó en las paredes.

Metiendo ambas manos en la brecha como si no estuviera filtrando una cascada de sangre, él desgarró los tentáculos.

¡Bete! ¡Aiz!; Gritó Finn, y los dos respondieron de inmediato al zambullirse en la abertura que el enano había creado.

Finn lo siguió, su camarada lo ayudó a pasar con un tirón de su mano mientras atravesaba la última barrera.

—“¡¿Ngh?!”

Estaban a solo diez metros de distancia ahora, y el espíritu invirtió cada tentáculo que tenía para interceptar su ataque.

Los interminables látigos gigantes llegaron a ellos en un frenesí, directamente hacia Aiz y la increíble energía eólica que la rodeaba, pero Bete y Finn los bloquearon.

— ¡Fuera de mi camino!; Gritó Bete mientras sacaba dos espadas mágicas de sus fundas de las piernas y las arrojaba sobre su Frosvirt. Las dos botas se encendieron en un abrir y cerrar de ojos. Al volver a equipar sus dos cuchillas gemelas Durandal, se arrojó sobre los zarcillos agitándose, cortándolos por completo.

—¡¡¡Arde en el infierno!!!; Sus pies dibujaron llameantes arcos en el aire mientras sus dos espadas se desvanecían con grandes destellos plateados.

Las cuatro herramientas de asesinatos separadas funcionaron en sincronía, una en cada una de sus extremidades, girando en una verdadera danza de cuchillas que primero prendió fuego a los tentáculos y luego los cortó con la fuerza de una ola furiosa.

Fue hacer o morir en este punto. Los dos hombres lucharon contra el ataque del tentáculo con todo lo que tenían.

—““¡¡GuuurrrrrrrrraaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAARRRGGGHH!!””

Sus gritos de guerra se superponian.

Su armadura se había ido. Sus cuerpos estaban plagados de heridas. Pero de alguna manera lo lograron. Las espadas gemelas y la lanza cortaron un único camino.

—““¡¡Aiz, ve!!””

Ella corrió.

En el único camino de la supervivencia, ella corrió para enfrentarse al espíritu ella misma. Era solo ella y esa cosa ahora.

El ciclón de su Airiel contra esa enorme e imponente criatura.

Cuando Aiz llevó su mirada hacia arriba, sus ojos se encontraron con esos profundos charcos dorados.

—Yo no soy Aria.

Se dijo a sí misma mientras recordaba las primeras palabras temblorosas de alegría que el espíritu le había dirigido.

—Y no te conozco.

Ella no sabía absolutamente nada sobre esto además del hecho de que al verlo le hervía la sangre.

—Lo único que sé es que no deberías existir.

Eso ella sabía.

Sus ojos dorados brillaron cuando asimilaron al espíritu maléfico y venenoso del caos que tenía delante.

De hecho, la sangre que corría por sus venas ya le susurraba algo.

Diciéndole que consigne esta monstruosidad al olvido.

Con un movimiento de su espada, ella se fue, embistiendo directamente hacia el espíritu.

—…Ah.

El mundo sobre ella estaba bañado en rojo, con las brasas flotando en el calor creciente. Lefiya miró hacia ese mundo sobresaturado mientras sus brazos temblaban a la vida.

Un dolor abrasador recorrió su cuerpo; carente de fuerza, sus ojos se nublaron. Débilmente, ella levantó un brazo desaliñado hacia el cielo.

—Libera… rayo de luz… ramas del… árbol sagrado…

Ella conjuraría.

Era el unico hechizo que le quedaba a ella.

Una hechizo que ella podía escuchar, incluso mientras luchaba contra ese aterrador enemigo tan lejos, muy lejos.


—Suelten sus flechas… arqueras de hadas…

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Incluso si ella no se dio vuelta.

Ella lo oiría, y eso la tranquilizaría, la protegería, la salvaría, ya que alejaría al enemigo que la amenazaba.

—son el… maestro arquero…

Como un hada, bailando en el bosque. Como un espíritu, corriendo para salvar a la persona que amaba.

Cantando el conjuro que solo ella podía cantar.

—Atravieza… flecha de… precisión…

Ella entregaría su conjuro.

—…Arcs…Ray…

——¡¡Raaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh!! Aiz saltó.

Finalmente, la distancia entre ellos había desaparecido. Arrancando desde el suelo, ella se dirigió hacia el colosal cuerpo de su oponente.

Luego dirigió su espada, Desperate, hacia el cuerpo principal del espíritu sentado sobre el titán alm.

El espíritu mismo solo podía mirar en blanco asombro cuando Aiz se acercaba, el poder ciclónico corría a través de ella, y luego…

—Ella rió.

Abrió esos labios sonrientes para revelar el interior de su boca, que albergaba un pequeño círculo mágico.


Los zarcillos danzantes no habían sido más que una distracción para evitar que noten la luz mágica que se formaba dentro de ella, el hechizo más pequeño que convocaba al círculo mágico cerúleo más pequeño.

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Su silencio y su expresión de sorpresa solo habían servido para camuflar su próximo ataque.

Las facciones de Aiz se congelaron al darse cuenta de que había sido llevada directamente a una trampa.

Ya era demasiado tarde. El espíritu lanzó su hechizo.

— ¡Icicle Edge!

El pilar resultante de hielo era monstruoso.

Golpeó instantáneamente, dejándola sin espacio para evadir.

Una enorme hoja de hielo azul se lanzó directamente frente a sus ojos. Una flecha de luz salió disparada del brazo extendido de Lefiya.

El único rayo de luz se alzó recto sobre su cabeza antes de curvarse para correr por el suelo.

—Ve…; la voz de Lefiya tembló. Encuéntrala. Vuela hacia ella.

—¡¡VE!!; Gritó esta vez, con los ojos cerrados.

La velocidad de la flecha aumentó, casi como respondiendo al grito de Lefiya.

—¡¡ALCANZALA!!

Y lo hizo. El hechizo de Lefiya llegó hasta Aiz. Y explotó contra la hoja de hielo entrante.

—¡¡!!

Ni Aiz ni el espíritu lo vieron venir.

La flecha de luz apareció de la nada, chocando contra el pilar helado frente a sus ojos y desviando su camino.

El ataque del espíritu pasó rápidamente sobre Aiz, revolviendo su cabello dorado, desviado por el fuego final de una chica que se había negado a dejar de conjurar.

En el momento en que Aiz se dio cuenta de lo que había sucedido, sus ojos brillaron. Frente al espíritu desconcertado, ella balanceó su espada de viento con todo lo que tenía.

—¡¡Gnnnghhh!!

— ¡Nnngh!

Con un reflejo asombroso, el espíritu logró levantar sus brazos para bloquear la espada que se aproxima y su tormenta de vórtice.


El viento gritó.

Cuando el espíritu se apoderó del cuerpo de la espada con ambas manos, la tormenta hizo trizas su vibrante vestido en un instante.

La espada tembló, imbuida con toda esa corriente masiva, y luego emitió un destello cuando se sumergió directamente a través del cuerpo del espíritu.

La sangre carmesí brotó de la piel verde de la criatura.

¡¡—NO!!

Su rostro se contorsionó en dolor y agonía cuando la espada, impulsada por los vientos tempestuosos, la dividió por completo. Ella lanzó un solo tentáculo en respuesta inmediata.

El poderoso látigo rompió rápidamente la armadura de Aiz, enviando a la espadachín a volar.

—¡¡AIZ!!

Tiona y Tione, sosteniéndose la una a la otra, vieron como la chica de ojos y cabellos dorados se lanzaba en el aire en una lluvia de sangre.

Al igual que Riveria, parada allí débilmente.

Al igual que Raúl y los otros apoyos, agotados y desgastados. Al igual que Tsubaki, apoyándose con su arma.

Al igual que Lefiya, todavía extendida por el suelo. Al igual que Gareth, arrodillado.

Al igual que Bete y Finn, enviados a valor por la ráfaga de látigos voladores. El cuerpo de la chica giraba al cruzar el piso del Calabozo.

Pero incluso cuando la sangre brotaba de su cabeza, su percepción no había disminuido. No, ni siquiera un poco.

Con los ojos aún tan afilados como espadas, utilizó el impulso de su vuelo para viajar hasta el techo del Calabozo, y luego aterrizó.

Ella permaneció allí, boca abajo, y saco Desperate detrás de ella como una cuerda de arco apretada.

—Ruge, ¡¡Tempestad!!

Ella desataría todo.

Toda la Mente que había acumulado dentro de ella, todo cargado en el cañón que era su Airiel. Una tormenta de viento más poderosa que un tifón.

—¡!

Danmachi: Sword Oratoria Volumen 4 Capítulo 2 Parte 11 Novela Ligera

 

El espíritu ensangrentado directamente debajo de ella inmediatamente comenzó a tejer un nuevo Hechizo.

— ¡Luz, brilla! ¡Arranca la oscuridad! ¡Tú enviado te suplica, Lux! ¡Encarnado de luz! ¡Reina de la refulgencia—!

El Hechizo ultracorto convocó un enorme círculo gigante por encima de su cabeza para oponerse a la espadachín solitaria.

La mirada de Aiz se encontró con la del espíritu debajo de ella, luego señaló la punta de su espada hacia el suelo.

Ella estaba lista.

Todos los ojos estaban puestos en ella.

—Aiz…; Riveria murmuró.

—Hazlo, muchacha; Los ojos de Gareth se estrecharon.

—¡Ve, Aiiiiiiiz!; Gritaron Tiona y Tione en aliento simultáneo.

—¡Aplasta a esa perra!; Afirmó Bete.

—Depende de ti ahora; Dijo Finn con una sonrisa.

—¡¡Señorita Aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiz!!; Lefiya gritó desde su lugar en el suelo. Y entonces.

—¡¡Li’l Rafaga!!

Ella lanzó la tormenta.

— ¡LIGHT BURST!; Dijo el espíritu mientras terminaba su propio hechizo al mismo tiempo. La espiral de viento se encontró con una enorme explosión de luz.

Hubo una pausa momentánea.

Luego, el kamikaze girando explotó a través de la brillante luz blanca, eliminándolo por completo.

La espada irrompible empaló al espíritu desde su cabeza hasta su pecho.

Un solo destello de viento viajó desde su mitad superior aparentemente femenina a su monstruosa mitad inferior.

Cuando la espada la partió por la mitad, la tormenta en espiral le arrancó trozos de carne. El agudo chillido del espíritu resonó por todo el pasillo.

Desperate traspasó todo, chocó contra la tierra dura y luego explotó.

El viento tronó cuando el espíritu se convirtió instantáneamente en cenizas, con su piedra mágica haciendose añicos.

Las ondas de choque resultantes hicieron temblar todo el piso.

Aun así, la tormenta tempestuosa continuó, todas las cenizas subían y giraban como una gran tormenta de polvo.

—¡~~~~~~~~~~~~~~~~~~!”

Los aventureros se cubrieron la cara con los brazos en un intento de protegerse de los violentos vientos.

Cuando la tormenta los empujó hacia atrás, el destello brillante pintó sus visiones de blanco.

Las armas empujadas en el suelo comenzaron a temblar, resonando con el grito de la espada de Aiz.

Y aun así la tormenta continuó rugiendo y aullando. Entonces…

Una vez que el temblor y el estruendo comenzaron a disminuir…

Tiona y los otros levantaron la vista desde sus posiciones agachadas… y vieron una sombra moviéndose en el centro de ese cráter gigante.

La joven espadachin se levantó lentamente, sacando su espada de plata del suelo.

Ella giró sus dorados ojos hacia ellos, su largo cabello rubio prácticamente brillando en la fosforescencia superior, y no pudieron contener sus vítores de alegría pura.

—¡¡¡AIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIZ !!; Gritó Tiona mientras corría hacia adelante, con su cuerpo cubierto de cortes y moretones. Cómo aún le quedaba algo de fuerza era una incógnita.

Tione pronto la seguiría, y Aiz solo podía sonreír suavemente ante las amplias sonrisas de sus dos compañeras amazónicas. Tiona prácticamente saltó sobre ella cuando las hermanas la envolvieron en sus brazos.

—… ¿Estás bien, Gareth?; Inquirió Finn mientras se dirigía hacia el enano.

Gareth levantó la vista de su lugar en el suelo, la piel y la armadura manchada de sangre. — Parece que recuerdo a un Hobbit diciéndome que lo único que tenía para mí era este gran miembro de un cuerpo; respondió, con las comisuras de sus labios en una sonrisa de complicidad. Junto a ellos, Bete cerró los ojos con una sonrisa.

Muy, muy atrás de ellos, los apoyos se abrazaban con lágrimas de alivio, incluso Raúl se llevó un brazo a los ojos mientras soltaba una cascada de lágrimas varoniles.

—Lefiya, ¿estás bien…?; Riveria se arrodilló para tomar a la usuaria mágica en sus brazos.

—Señorita Riviera… esta… ¿La señorita Aiz esta…?; Lefiya respondió contra el pecho del elfo mientras dirigía sus ojos acuosos hacia arriba.

Riviera volteó su mirada hacia la espadachín en cuestión.

—Está bien… gracias a tu magia.

Lefiya miró hacia atrás y vio a Aiz tropezando bajo los abrazos abrumadores de Tiona y Tione. Aiz, a su vez, miró a Lefiya, sus ojos dorados se encontraron con el azul.

Gracias, ella murmuró en silencio.

—Oh…; La visión de Lefiya se vio borrosa al ver esa sonrisa.

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Era una sonrisa verdadera y genuina desde lo más profundo de su corazón. Una sola lágrima bajó por su mejilla.

— ¡Gracia Diosa! ¡Diría que ya lo he visto todo!; Tsubaki se frotó el parche en el ojo mientras miraba a la Familia Loki en su celebración.

Entonces una sonrisa infantil se extendió por su rostro. Los gritos de victoria resonaron en toda el piso 59.

Lo habían hecho. Ellos superarían otra expedición. Y cuando los aventureros alzaron sus voces, sus armas brillaron con un fuerte brillo.

Aiz sacó su espada de donde estaba sobresaliendo de la tierra en el medio del pasillo. Este destelló un deslumbrante color plata en su mano.

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