Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 4

Capítulo 1: Y El Chico…….

Parte 8

 

 

Algo se siente mal, Aiz pensó entre los ataques, bañado de la luz del sol poniente.

—Bell. Has estado recibiendo una paliza esta última hora. ¿Estás seguro de que estas bien?

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—… ¡Estoy bien! ¡En serio!

Su arduo entrenamiento encima de las murallas de la ciudad había adquirido una audiencia en la forma de una joven diosa.

Hace unas horas, después de que su llamado ‘’Entrenamiento para dormir’’ hubiera terminado, los dos habían decidido bajar a la ciudad por un rato para conseguir algo para comer.

Fue cuando se detuvieron a comprar Jyaga Maru Kun, la comida favorita de Aiz, que se toparon con ninguna otra que la diosa de la familia de Bell, Hestia.

La joven diosa estaba trabajando en el puesto cuando los dos habían llegado de forma inesperada, para comprarse algunos bocadillos carnosos de patata. No hace falta decir que casi les habían mordido la cabeza una vez que la furia de Hestia se había encendido. Mientras que la reacción era de esperarse —ver a su propio hijo salir con un miembro de otra facción que ni siquiera estaban cerca era suficiente para hacer que cualquiera perdiera los cabales—algo acerca de la reacción adversa dio a entender el rencor residual por parte de la diosa.


En cualquier caso, después de un poco de la explicación de Aiz y un poco de la persuasión desesperada de Bell, Hestia de mala gana, acordó dejarlos continuar su entrenamiento.

Pero había una advertencia: ‘’ ¡Tienes que dejarme ver la sesión de entrenamiento de hoy!’’

Que era la razón por la que la joven diosa (Y el nuevo guardián de Bell, por así decirlo) los había acompañado a la cima de las murallas de la ciudad. ¡Ella necesitaba asegurarse de que nada le pasara a su adorable seguidor, después de todo!

La diosa Hestia… ¿Cómo fue que Loki siempre la llamaba?

Aiz lanzó una mirada rápido en dirección a Hestia que estaba en la esquina entre sus combates con Bell.

La joven diosa se jactaba de rasgos delicados que tocaban entre adolescentes y jovencitas.

Poseyendo coletas gemelas hechas para arriba con listones azules que emparejaron el color de sus ojos, ella tenía un pecho asombrosamente amplio a pesar de su pequeña estatura.

—¡Oye! ¡Cuidado con lo que estas mirando!; La chica levantó sus manos en objeción a la mirada vaga de Aiz, sus pechos se balanceaban con el movimiento.

La vista de todo ese rebote finalmente le recordó la manera en que Loki la llamaba: ‘’Esa tetona Jyaga Maru enana vagabunda’’. Ahora tenía una idea muy buena de porque Loki y Hestia nunca se llevaron muy bien.

Esta era otra razón por la que Aiz no podía decirle a Loki y al resto de su familia sobre sus sesiones de entrenamiento con Bell.

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—¡Nnguh!

—¿Estás seguro de que estas bien?

—¡P-Perfectamente bien!; Bell respondió, recuperándose inmediatamente de un golpe particularmente perjudicial de

Él estaba siendo aún más terco de lo habitual, como si estuviera motivado.

Como prueba de ello, él aún no había perdido la conciencia ni una sola vez desde que Hestia se había unido a ellos en la cima de la muralla.

Como si estuviera decidido a no perder la cara delante de ella.

— ¡Puedes hacerlo!; vinieron los gritos de apoyo de parte de Hestia después de que él era golpeado por Aiz.

Las esquinas de los labios de Aiz querían arrastrarse hacia arriba, ella los mantenía quietos nada más que una solemnidad sin humor adornaba sus rasgos mientras ella giraba su funda en embestidas implacables.

La absoluta determinación detrás de cada golpe y bloqueo, su cada vez más desesperado ataque con su daga sólo lo estímulo a ir más rápido y más rápido.

Los tonos agudos de sus armas chocando hicieron eco en los cielos de arriba.

El tiempo se desvió como las nubes en el cielo de la tarde, olvidando, y en poco tiempo, el azul oscuro del crepúsculo les había sobrepasado.

—… Vamos a terminar por ahora, ¿Sí?

—Ah, claro. Gracias por… por todo.

Aiz bajó la funda, mirando hacia la luna, y Bell sintió que su fuerza lo dejaba.

Su cuerpo estaba lleno de moretones, pero tenía que entregar todo de él — él permaneció consciente todo el tiempo. Incluso ahora, continúo luchando contra lo que debe haber sido un impulso abrumador de colapsar. Aiz estrechó sus ojos mientras calibraba su estado actual y luego comenzó a empacar sus cosas para ir a casa.

—¡Buen trabajo hoy, Bell! Se siente bien que te pateen el trasero de vez en cuando, ¿no?

—¡La-Lady Hestia, y-yo estaba realmente haciendo todo lo posible!

—¡Tantos golpes y ni una sola gota de sangre o lagrimas! ¡Wallen-lo que sea- no piensa mucho en ti, no! ¡No lo hace, no lo hace!

Hestia se lanzó al costado de Bell, con una sonrisa gigante en su rostro mientras violentamente lo golpeaba en la espalda.

Al mismo tiempo, Aiz con calma deslizó a Desperate de nuevo en su funda. Todavía podía recordar las reacciones violentas cada vez que Hestia la había visto golpear a su seguidor en el pasado.

¿¡Que crees que estás haciendo!?

¡Mantén tus manos fuera de mi Bell!

Sin embargo, extrañamente, ella había estado notablemente tranquila y compuesta durante esta reciente sesión de entrenamiento.

De hecho, ella parecía casi eufórica con el estado maltratado y desaliñado de Bell — o quizás en Aiz por maltratarlo y arrastrarlo tanto.

Dándole a la joven diosa un curioso ladeado de su cabeza, Aiz volteó la mirada a lo lejos de los parapetos para tomar en la ciudad de abajo.

Había terminado considerablemente tarde en este punto. Las calles se llenaron con el resplandor deslumbrante de las lámparas de piedra mágica y el bullicio de los aventureros que regresaban del Calabozo.

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Rápidamente recogiendo sus cosas, ella desocupó las instalaciones con Bell, todavía herido por los comentarios de Hestia, que se encontraba atrás.

Ellos usaron las escaleras de piedra hacia la ciudad propiamente dicha.

Después de innumerables escalones, se agacharon bajo una puerta en la base de la muralla y emergieron en un callejón trasero en el borde del distrito noroeste de la ciudad.

—U-Um, ¿Lady Hestia? Ya estamos afuera ahora, así que ¿podrías… tal vez… dejar mi mano?

— ¿¡Estás loco, Bell!? ¡Mira que oscuro está aquí! ¡Necesitó mantener mi mano sujetada para asegurarme de que no tropieces con nada!

Los tres hicieron su camino a través de las calles bajo la oscuridad del cielo crepuscular, el animado intercambio de Bell y Hestia en agudo contraste con Aiz estaba tranquilo.

—Entonces sus oídos así como su intuición como aventurero le alertaron de algo.

—…

Ella se quedó inmóvil, sus ojos iban de un lugar a otro para examinar su entorno cuando Bell y Hestia hacían sus payasadas junto a ella.

Era un camino bastante ancho y abandonado aparte de ella y los otros dos. El otro camino, estaba demasiado tranquilo.

La falta completa de incluso una sola persona era casi anormal. Todo estaba sumergido en la inmensa oscuridad de la noche, las estrellas y la luna por encima de ellos era la única luz que se les proporcionaba. Ni siquiera los edificios circundantes ofrecían iluminación de piedras mágicas.

Una mirada rápida a un lado del camino reveló un poste de la lámpara mágica de lujo que parecía como si hubiera sido cortada por un arma sin filo.

—Nos están observando.

Un callejón sin vida, cobijado a propósito en la oscuridad

Aiz inclino bruscamente sus delicadas cejas. Podía sentir a alguien mirándolos.

Junto a ella, Bell contuvo el aliento, su vergüenza por el agarre de Hestia en su mano se evaporo en el momento en que notó la cara de Aiz.

No desperdició ni un momento, miró a su alrededor para investigar su entorno.

Mientras tanto, Aiz se detuvo, mirando fijamente a una esquina en el lado de la carretera.

— —

— — ¡Ngh!

— ¡Whoa!

Bell se congeló inmediatamente también, provocando un asombro a Hestia, aún inconsciente de la situación.

Aiz vio el camino antes que ellos.

Ella miró a las sombras impregnando cada grieta estrecha entre las innumerables viviendas que recubrían todo el ancho de la calle.

Ella perforó la oscuridad con su mirada: sal, ahora.

Y lo hizo. Por fin, el que había estado observado surgió de las sombras.

Un hombre gato…

Vestía con armadura negra, sabanas negras y una visera negra, que parecía fundirse en la oscuridad misma.

Él era hombre—era lo mucho que ella podía decir— y levemente más chico que Bell, pero la visera metálica que cubría su cara superior le hizo imposible descubrir su identidad.

La luz de la luna iluminó el pelaje negro y gris de sus orejas y cola felina.

De su mano derecha sobresalía una lanza plateada que era por lo menos de dos metros de largo.

Él irradiaba una sed de sangre, como un gato incapaz de detenerse a sí mismo de matar a un ratón a pesar del regaño de su dueño, y Aiz instintivamente volvió al modo Princesa de la Espada.

——-

Se oyó un ruido fuerte cuando él pateó la piedra. Él fue por Bell en un instante.

El tiempo parecía detenerse. La apariencia de la sombra delante de él era tan repentina, Bell no tuvo la oportunidad de responder.

La lanza del hombre gato se le acercó en un instante. Pero también lo hizo la espada ya descubierta de Aiz, Desperate, bloqueando la lanza con la velocidad de un relámpago.

— ¡—Gnngh!

—¡¿!?

La lanza fue derribada.

La princesa de la espada no sería ignorada. El destello color plata de su espada golpeó de nuevo en su lanza, ahora en defensa propia. Unas chispas fueron volando mientras lo alejaba de Bell.

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El joven hombre gato voló hacia atrás, y Aiz dio un paso silencioso delante de Bell, que todavía estaba en shock.

Sus ojos color oro estaban filosos mientras ella lo miraba fijamente, un enemigo que había despejado este tramo del callejón para estar a la espera de ellos.

No mostro señales de responder por sus acciones de ahora. Sus ojos estaban cerrados.

Entonces al mismo tiempo saltaron hacia adelante.

— ¡H-hey, hey, hey!

Pero el duelo ya había comenzado.

En el momento en que Hestia se había recuperado lo suficiente de su enorme asombro para dejar salir un grito, Aiz y el hombre gato se había sumido en un furioso torbellino de golpes.

Corriendo hacia adelante, tirando hacia atrás, llevando la continuación, contrarrestando, dando y tomando golpes, de un lado a otro, una y otra vez. Los dos aventureros de clase alta chocaron en un ritmo incesante, ajenos al muchacho de clase baja y a la imponente diosa inmóvil donde estaba.

Su velocidad aumentó aún más, al igual que el ritmo de sus golpes alternos.

¡¿Quién es este tipo?!

Los ojos de Aiz se estrecharon. ¿Habilidades físicas a la par de sus habilidades de nivel 6?

¿Dominio de la lanza que fácilmente podría rivalizar con su esgrima? Fue en ese momento que lo sintió. Una presencia desde muy arriba.

Cuatro pequeñas sombras emergieron sobre el edificio de tres pisos con vista a su duelo.

Tenía amigos después de todo, ¿huh? Incluso en medio de su lucha podía sentirlos, y amplio su campo de conciencia.

Entonces los cuatro cayeron sin demorar ni un segundo.

Espada, martillo, escudo y hacha cayeron sobre el campo de batalla.

— ¡Señorita Aiz!; Bell grito desde el banquillo una vez que notó el ataque sorpresa, pero Aiz no sería intimidada. Ella les mostraría cada parte de la princesa de la espada que tantos aventureros temían.

Con un ataque que rompió la barrera del sonido, ella se defendió de su oponente felino antes de usar el impulso para impulsar su espada hacia arriba para un repentino segundo ataque.

Luego se volteó hacia las cuatro armas entrantes, todo su cuerpo se hizo un arco y su espada tensa y temblando con toda la fuerza de su poder.

Ella lo libero.

—¡! ¡!

Un destello. Su espada dibujo una media luna brillante en el cielo por encima de ellos.

Ella talló a través del espacio con tal velocidad que dejó una imagen de plata en el aire, repeliendo cuatro ataques a la vez.

Hubo un choque metálico mientras sus brazos volaban hacia atrás. Los cuatro atacantes aterrizaron en el suelo, miedo y consternación coloreaba sus rostros.

El pelo dorado de Aiz todavía ondeaba del movimiento. Detrás de ella el hombre gato silbó.

—Tch… Monstruo.

La técnica y la estrategia de la espadachín de pelo y ojos dorados era aún más impresionante que su estatus nominal.

Incluso Bell se estremeció ante su demostración de destreza de la espada. El increíble número de campos de batalla que cruzó en su vida fue fácilmente aparente.

Los atacantes adicionales, que se habían acercado desde enfrente del hombre gato, finalmente llegaron a la vista bajo la luz de la luna —cuatro hobbits, todos vestidos con la misma armadura y viseras negras que su compañero felino.

Aiz sacudió el hormigueo restante de sus dedos, dejado por el impacto anterior. Ella giro su espada delante de ella, y respondió con un chasquido crujiente, ya que corto a través del aire. Por un lado, estaba el joven hombre gato; en su otro lado, cuatro pequeños hobbits, eclipsados por sus armas desproporcionadamente grandes.

—¡! ¡!

Llegaron a ella desde ambos lados en un ataque de pinza, pero Aiz se puso de pie, sin intimidarse.

Al igual que el hombre gato, los cuatro hobbits se jactaban de habilidades y destrezas que sólo podían describirse como de primer nivel. Los cinco la rodearon, entregando oleada tras oleada de ataques en una feroz ráfaga que dejó a Aiz con ningún lugar donde moverse. Renunciando enteramente en el intento de evadir sus ataques, ella en lugar de eso se centró en defenderse de ellos, usando a Desperate para interceptar y para repeler cada ataque enemigo.

Fue un asalto bajo la luna de la noche más oscura.

Con el ruido incesante de metal contra metal se hizo eco en todo el callejón aislado atrás, Aiz lucho con diente y clavo contra sus atacantes, su espada formaba una barrera a su alrededor.

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¿Qué estaban tratando de lograr? ¿Era a ella a quien apuntaban? ¿Un ataque sorpresa contra una de las élites de la Familia Loki?

Así como su mente comenzó a correr salvajemente a lo que estos atacantes mudos podían desear, uno de los hobbits —el que sostenía una espada de gran tamaño — llamó por debajo de su visera.

—Considera esto una advertencia, Princesa de la espada.

—Harías bien en no hacer nada precipitado de ahora en adelante.

El hobbit — que blandía el martillo habló esta vez, pero no proporciono ningún contexto más. Las cejas de Aiz se elevaron en incierto.

—¿De qué… estás hablando?; ella pregunto mientras evadía las chuchillas

—Enciérrate en el calabozo, pequeña muñeca. Escóndete en esa expedición tuya…; el joven hombre gato silbó cruelmente, —… y muere.

Aiz se encontró perdida cuando oyó las palabras del felino. Pero no tenía tiempo que perder. Hubo un grito agudo detrás de ella.

—¡B-Bell!

¡¿!?

Ella se giró instintivamente, aun defendiéndose de sus agresores, para encontrar a Bell y a Hestia rodeaos por otro grupo de soldados vestidos de negro.

¿¡Aun hay más!? Ella se movió para ayudarles sólo para tener su camino bloqueado por una lanza.

—… ¿¡!?

—Si te niegas a escuchar, nos veremos obligados a tomar medidas drásticas; El hombre gato escupió con frialdad.

De pie allí, podía oír los sonidos de la lucha de Bell en la dirección de Hestia. El cuarteto de soldados saltó sobre ellos, como para dar una advertencia a ella.

Podía sentir su paciencia cada vez más delgada.

Ella trataba de escapar del circulo que sus atacantes habían hecho al su alrededor, pero simplemente no podía romper a través de ellos.

Los ataques llegaban más rápido.

Tan rápido que sus ojos color dorado se ampliaron con sorpresa. Las cinco sombras estaban llegando a ella aún más implacable ahora.

—Lo sabía. Son ellos.

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Esto le llegó a ella como una llama, quemando el interior de su pecho. Talento como este sólo podría apuntar a una familia.

La otra gran facción de largo pensado como la contraparte de la Familia Loki.

Liderada por esa hermosa diosa, sus miembros cuentan con registros de guerra que podrían rivalizar con Aiz.





Los aventureros de primer nivel—

¡Vana freya y Bringar!

El primero era un nivel 6 que llevaba el alias de un carro y se pensaba que era el mejor de todos los de Orario; el último, un grupo de hobbits de nivel 5 con capacidades de combate que exceden de lejos el nivel 6 y una coordinación casi perfecta.

Aiz se encontró inmovilizada por los contraataques implacables de la tropa hobbit de cuatro hombres. Al mismo tiempo el hombre gato aceleró, su agilidad superó a la suya incluso después de su reciente elevación de nivel, y su ataque perpetúo la obligo a bloquear aún más con la espada. Ella estaba reteniendo su verdadera fuerza, su hechizo Airiel. Ella no iba a permitir ni siquiera una sola parte de su hechizo para adornar a los oídos enemigos.

Pero fue superada en número. Incluso Aiz no tenía ninguna oportunidad contra cinco aventureros de primer nivel a la vez.

Y si se dieran cuenta de eso, la batalla se acabaría muy rápido.

—Lo repetiremos. Esto es una advertencia.

—Cava más a fondo y no podremos garantizar tu vida.

Vino el martillo y una hacha blandidos por los hobbits, esta vez, prolongando aún más la batalla.

Aiz sintió su expresión vacilar mientras que continuaban ganando ventaja, y el joven hombre gato le disparo una mirada de hielo puro debajo de su visera.

—Si te pones en su camino—te mataremos; Con un terrible ataque, su lanza rozó el frente del peto de plata de Aiz, dejando un rasguño en su superficie. Chispas de plata bailaron ante sus ojos.

— ¡—Señorita Aiz! Entonces ella lo oyó.

El grito asustado del chico.

Aiz giró alrededor para encontrar a Bell con su brazo derecho dirigiéndolo hacia delante de él.

Ya había terminado con los cuatro soldados vestidos de negro, con Hestia en su brazo izquierdo y los actuales atacantes de Aiz en su mira.

Bell no perdió el tiempo. Su voz rugió a través del aire como el sonido de un cañón.

—¡¡¡¡FIREBOLT!!!!; Él gritó, renunciando al canto, y seis pernos de fuego relampagueantes inmediatamente fueron disparados.

Las conflagraciones que chispeaban se traslaparon, amontonándose una encima de la otra mientras se dirigían hacia los atacantes antes de tragarlos enteros.

La explosión fue instantánea.

Una ola de calor voraz brotaba de la zona de impacto, prácticamente tirando hacia atrás. Las chispas llameantes explotaron en cenizas que llovieron bajo el cielo, manchando las caras de Bell, de Hestia, y de Aiz — ahora a una distancia segura lejos se podía observar un – carmesí brillante.

Las brasas crepitantes florecieron a su alrededor.


Por un momento, por lo menos, los atacantes de la noche habían sido sacudidos, perdidos en el mar de llamas que trajeron a la vida en esa pequeña esquina de la calle.

— ¡He…He hecho un hechizo sin conjurar…!

—Querrás reportar eso. Alguien va a estar muy contento.

Mientras tanto, los cinco atacantes caminaban sin descanso de las llamas, no se molestaron en lo más mínimo por el ataque mágico de un aventurero de bajo nivel. Los cuatro Hobbits incluso tenían sonrisas extrañamente agradables en sus caras.

Aiz se preparó a sí misma, pero justo cuando parecía que volverían a los golpes, los cinco agresores bajaron sus armas.

—Es suficiente. Nos vamos.

Con la orden del joven hombre gato, los cuatro Hobbits se dispersaron.

Aiz no vio ninguna razón para perseguir imprudentemente a sus atacantes. Ella, sin embargo, mantuvo a Desperate lista, incluso después de desaparecer de la vista, esperando hasta que sus presencias estuvieran muy, muy lejos antes de finalmente dejar escapar un suspiro.

Deslizando su espada de nuevo en su funda, ella hizo su camino hacia donde Bell y Hestia estaban mirando fijamente, completamente abrumados.

—¿Estás herido?

—¡Estoy bien! Estoy más preocupado por ti, señorita Aiz…

—También estoy herida.

Aiz miró a Bell, Hestia seguía preocupándose por él.

Aunque la magia de Bell no había hecho ningún daño real a los atacantes, eso no significaba que había sido inútil. De hecho, su movimiento la había ayudado a salir de una situación bastante estrecha.

Aiz todavía se encontraba un poco asombrada por la magia única de lanzamiento rápido del chico que había visto por primera vez en el décimo piso. Ella abrió los labios en agradecimiento… solo para ver al chico de pelo blanco apartar los ojos, mordiéndose suavemente el labio como si algo todavía pesara sobre él.

Era una mirada curiosa, y Aiz se encontró preguntándose qué podría significar hasta que abrió la boca.

—Esas personas… ¿Quiénes eran? ¿Y porque nos atacan así bajo la luz de la luna…?

Bell le pregunto con una especie de compostura forzada, como si ocultara sus sentimientos.

La forma en que estaba actuando molestaba a Aiz, pero ella respondió a su pregunta incomoda de todos modos.

—Los ataques sorpresa como este no son raros.

— ¿¡No lo son!?

—No. Aunque es raro fuera del Calabozo…

Mientras Bell gritó con sorpresa, aun ignorante sobre las luchas de poder entre las facciones, la mente de Aiz corrió con preguntas una vez más.

¿Habían estado apuntando a ella mientras estaba aislada del resto de su familia?

Ella pensó de nuevo en la advertencia. ¿Había enojado a alguna facción sin darse cuenta? ¿Y Bell y Hestia simplemente se han quedado atrapados en esto?

Ciertamente no podía pensar en nada de lo que hubiera hecho que justificara un ataque vicioso como este, pero el hecho de que pusiera en peligro a los otros dos la lleno de auto— reproche.

—¿Puedes pensar en alguien que quiera atacarte, Wallen-lo que sea?

—…Demasiados, de hecho.

Aiz dudaba en responder tan directamente, pero también se dio cuenta de que no era exactamente un secreto con su familia.

—¡Dios! ¡Debe ser duro para la Familia Loki!; Hestia murmuró con asombro cuando Aiz pensó de nuevo en la advertencia de sus

—Si te pones en su camino, te mataremos.

Todavía no estaba segura de lo que el joven felino podría haber estado refiriéndose con eso, ella escondió las palabras para más tarde a pesar de todo.

Tomar represalias a nivel de facción solo empeoraría la situación, algo que ella estaba segura de que su oponente estaba tratando de evitar, también.

Lo que significaba que tendría que dejarlo por ahora, dejando un sabor desagradable en su boca.

Las llamas del hechizo de Bell se habían calmado a algo en el nivel de una hoguera. Sin embargo, la gente estaba comenzando a reunirse, por lo que Hestia sugirió huir.

Aiz asintió con la cabeza, con la esperanza de evitar cualquier problema innecesario. Aun intercambiando palabras con la joven diosa, ella camino hacia un pequeño callejón.

—Sólo para darse cuenta de que Bell no las seguía.

—…¿?

Todavía pegado en el lugar, él simplemente estaba mirando hacia el espacio.

—¿Qué pasa…?; Aiz pregunto detrás de él.


Bell se dio la vuelta con un comienzo.

— ¿Huh? Ah, no, es… no es nada. Nada en absoluto. Él rápidamente corrió hacia ellas.

Aiz miró en la misma dirección que Bell había estado mirando tan intensamente. Hacia el centro de la ciudad.

Donde la alta torre blanca miraba al trío desde su lugar en el cielo nocturno.

Danmachi: Sword Oratoria Volumen 4 Capítulo 1 Parte 8 Novela Ligera

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