Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 3

Capítulo 4: Diablo de pelo Blanco

Parte 4

 

 

—Haah, haah… ¿Qué… qué es este lugar…?

Lefiya murmuró mientras bajaba su bastón y echó un vistazo alrededor de la caverna después de eliminar al enjambre de monstruos.

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El área estaba compuesta de paredes verdes relativamente suaves, y tres flores gigantes florecían en el pilar de cuarzo. Su Magia había hecho un daño inmenso al piso, pero este estaba empezando a sanar con unos ruidos que brotaban del estómago. Más capullos de lo que ella podía contar salpicaban las paredes y el techo, mientras que las flores abiertas de vivos colores se abrían paso. Nuevas plantas carnívoras nacían.

Cada uno de esos brotes era un nuevo enemigo—esa comprensión hizo que el rostro de Lefiya se pusiera pálido. Los misterios del vivo laberinto estaban aumentando.

La vista de los cuerpos humanos entre los cadáveres de los monstruos la dejó sin palabras.

—¿Hubo varias facciones en la batalla …?

Ella vio los cadáveres humeantes de lo que parecían ser aventureros y una increíble cantidad de monstruos con apariencia de flores. Filvis se acercó a Lefiya, frunciendo el ceño mientras hablaba.

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—¿No te conozco …? No puede ser. ¡¿Lefiya?!

—¿Eh? ¿Señorita Lulune?

Un chienthrope—Lulune la llamó y Lefiya corrió a su lado.

Las dos se habían conocido justo antes del ataque a Rivira. La elfa estaba preocupada, viendo a su amiga y sus aliados cubiertos de heridas.

—¿Por qué estás aquí—?

—Oi, ¿Aiz está aquí o no? ¡Respóndeme!

Lefiya fue interrumpida por Bete, que se paró frente a ella y se acercó a Lulune.

Arrodillada sobre una rodilla, la chienthrope hizo todo lo posible por unir sus palabras bajo su mirada furiosa mientras su cola temblaba.

—E-Ella estuvo con nosotros, hasta hace un tiempo… Nosotros… nos separamos.

—¿Huhh? ¿Qué quieres decir con, “nos separamos”?

—¡P-p-pero ahora, por favor salva a Asfi!

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Lulune cayó hacia adelante, suplicando desesperadamente a Bete y Lefiya para que dejaran las preguntas para más tarde.

Ella miró hacia el extremo opuesto de la caverna donde se encontraba el hombre parado vestido de blanco. Los otros aventureros pudieron ver un cuerpo femenino salpicado de sangre en el piso cerca de él.

La siniestra figura miró hacia donde ellos estaban, con su cabello blanco asomándose por debajo de su máscara.

—Esta jodida despensa, todos esos monstruos raros— ¡él está detrás de todo! ¡Es todo culpa suya!

—¡…!

— ¡Te diremos todo lo que quieras saber! ¡Solo por favor, salva a Asfi primero…!

Confirmando la evaluación de Lulune, el hombre levantó un brazo, causando que dos plantas carnívoras emergieran de la pared y comenzaran a avanzar hacia ellos.

Bete entrecerró sus ojos al hombre capaz de manipular monstruos. Una aturdida Lefiya estaba parada a su lado.

La mirada desde debajo de la máscara en forma de calavera fue suficiente para hacerles saber que él era su enemigo. Bete se preparó para la batalla junto a las elfas.

—Oi, mis espadas.

—¡¡E-Enseguida!!

Bete no apartó la mirada del hombre vestido de blanco mientras le daba a Lefiya una orden.

La nerviosa elfa rápidamente tomó la mochila tubular de su hombro y sacó dos espadas gemelas, cada una con un tamaño de 50 centímetros de largo. Bete los había preparado antes de que se fueran de casa.

—Esto es un dolor en el culo, pero ¿por qué diablos no? No puedo soportar esa mirada en sus ojos.

El hombre había apaleado a Asfi a menos de una pulgada de dejarla muerta, y Lulune sabía que el resto de ellos no tenía ninguna posibilidad. Su única opción era suplicarle al aventurero de élite. Los ojos de color ámbar de Bete brillaron con intensidad y se fijaron en la mirada del hombre enmascarado. Él supo en un instante que su enemigo no tenía intención de dejarlos irse en una sola pieza.

Las flores carnívoras tronaron sus aullidos, como si el cambio de equipo de Bete fuera la señal para atacar. Ellos se lanzaron hacia adelante desde sus posiciones al lado del hombre.

—¡Déjenos a los tipos con las túnicas! ¡Nos las arreglaremos de alguna manera! ¡Ustedes dos, por favor, vayan!

—¡E-Está bien!; Gritó Lulune mientras veía a Bete correr hacia la batalla.

Los últimos supervivientes de la facción de personas con túnicas que lograron reagruparse reanudaron su ataque. Mientras Lulune y el resto del grupo consumían sus elementos curativos y agarraban sus armas, Lefiya asintió.

Filvis también bajó la cabeza afirmativamente antes de unirse a ella en una carrera para alcanzar a Bete.

La cortina se había levantado en la segunda batalla dentro de la despensa transformada.

—¡¡–!!

— ¡Fuera de mi camino!

Bete sostuvo las dos espadas en un agarre inverso mientras embestía directamente hacia las flores que se acercaban.

Saltando entre ellos, él infligió heridas fatales a lo largo de sus cuerpos con dos golpes de sus espadas. Él dejó a Filvis y Lefiya para dejar a los monstruos retorciéndose y continuó su avance hacia el hombre que vestía de blanco.

Filvis a regañadientes cumplió el trabajo presionado.

— ¿Tienes más trucos bajo la manga?

— ¡Más de lo que puedas imaginar, asquerosa aventurera!

Bete se había acercado demasiado al hombre vestido de blanco.

Saltando en el aire y bajando su espada como una guadaña, Bete fallo en golpear a su objetivo. Esquivando el ataque con facilidad, el hombre hizo un movimiento hacia la espalda expuesta del hombre lobo, pero el aventurero de cabello gris cenizo era más rápido.

Un rápido giro en la planta de su pie y Bete desató una patada de barrido completamente extendida. Un matiz de sorpresa brilló en la cara del hombre cuando se vio obligado a usar su brazo derecho para bloquearlo.

— ¡Gah!

Un gruñido de sorpresa escapó de sus labios. El golpe fue lo suficientemente poderoso como para hacer que su brazo se entumeciera.

— ¡Tsk!

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Bete chasqueó su lengua, frustrado de que su oponente no solo bloqueara la patada sino que lo hiciera con su brazo en una sola pieza.

—Vanargand… ¡Un miembro de la Familia Loki! ¡Fuiste en busca de la Princesa de la Espada!

—Bastardo, ¡¿qué has hecho con ella?!

Una sonrisa apareció debajo de la máscara en forma de calavera. Bete mostró sus colmillos e intensificó su ataque.

Esquivando los golpes de doble hoja por un pelo, el hombre comenzó su propio contraataque mientras respondía.

—Mi asociada la está cuidando. A esta altura ella debería estar casi hundida, y estoy seguro de que la Princesa de la Espada está en buenas manos.

— Muere, ya.

Un aura más amenazante y asesina que cualquier monstruo emanó del hombre lobo mientras sus ataques alcanzaron un punto álgido.

Su cuerpo se volvió borroso, sus frenéticos ataques luchaban por alcanzar a su enemigo. El hombre vestido de blanco sonrió, moviendo sus poderosos brazos al mismo ritmo y golpeando las espadas de Bete.

— ¡Señor. Bete!

— ¡Viridis, quédate atrás! ¡Apoyo listo—!!

Las dos elfas habían llegado a tiempo para presenciar la pelea mano a mano entre Bete y el hombre. Las dos comenzaron a conjurar para ayudar a su aliado.

Sin embargo, su deseo de ayudar no tenía sentido ya que su objetivo se movía demasiado rápido. Cada vez que lo veían y señalaban su bastón, el enemigo ya se había ido.

É-Él es tan rápido—

¡Apuntar es imposible!

La batalla de alta velocidad abrumaba a Lefiya y Filvis. Ninguna de las dos pudo obtener un tiro limpio.

Sus ojos apenas podían seguir el intercambio de los poderosos golpes y contraataques. En el instante en que se bloqueó un ataque, el defensor ya había girado para atacar desde el lado expuesto. Para cuando uno de las elfas se había alineado para un ataque a distancia, la batalla ya se había trasladado a un lugar diferente. Las dos elfas pasaron tanto tiempo alineadas que ninguna de las dos pudo lanzar su hechizo.

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Imágenes tras imágenes del pelaje gris del hombre lobo y los blancos mechones de pelo detrás de la máscara en forma de calavera cruzaban el campo de batalla.

—A la par con un aventurero fuerte de clase alta…

Los ojos color rojo de Filvis temblaron de miedo. Los iris azul oscuro de Lefiya también temblaban, pero por incredulidad.

¿Un empate para el Sr. Bete?

El hombre vestido de blanco claramente estaba empatado con el miembro más rápido de la Familia Loki golpe por golpe. Tratar de comprender cómo este hombre estaba compitiendo con un capitán de la familia más fuerte de Orario era demasiado para ella.

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Pudo haber sido un poco más lento, pero no había error, el hombre era físicamente más fuerte que Bete. Aún más inquietante fue su capacidad para soportar el daño y continuar atacando.

Las botas de plata metálica del hombre lobo aterrizaron golpe tras golpe en todo el cuerpo del hombre, pero no desconcertaron a su enemigo en lo más mínimo. Bete gruñó de rabia mientras su oponente contrarrestaba desde todos los ángulos con la fuerza suficiente para arrancar la extremidad del hombre lobo si este llegara a conectar. Cada fallo cortaba las largas grietas en el equipo de combate de Bete, enviando pedazos de tela al piso de abajo.

Era la misma sensación— Lefiya había visto esa fuerza antes.

La batalla entre Aiz y la mujer pelirroja en Rivira se repitió en el fondo de su mente.

La Princesa de la Espada no había podido derrotar a la mujer que también era capaz de bloquear la magia de Lefiya con sus propias manos.

El poder crudo del oponente de Bete fue extremadamente similar a lo que vio en ese día.

— ¡Violas!

El campo de batalla cambió una vez más mientras Lefiya estaba perdida en sus pensamientos.

En el techo de aspecto verde, varios capullos de flores rojas florecieron muy por encima de las cabezas de los combatientes. Las criaturas abrieron sus bocas de par en par, mostrando sus colmillos en la batalla de abajo, y se dejaron caer a la llamada del hombre.

Bete fue rápido para esquivar las masivas sombras viniendo. Un coro de golpes fuertes y ensordecedores llenó la cámara cuando los monstruos se levantaron de su aterrizaje y comenzaron su persecución.


— ¡Bastardo!

Cuatro de esos monstruos embistieron al mismo tiempo. Bete se vio obligado a dividir su atención, defendiéndose con sus espadas gemelas y enviando sus gigantescos cuerpos a volar con una ráfaga de patadas mientras el hombre vestido de blanco lo embestía.

El hombre sonrió y golpeó con todas sus fuerzas. Bete bloqueó el ataque directo con sus botas de metal.

La fuerza del golpe le hizo perder el equilibrio, proporcionando los refuerzos con una abertura para inundar la batalla con enredaderas.

— ¡Sr.Bete!

A pesar de que todos los látigos fueron cortados antes de que pudieran conectarse, el hombre ya había reanudado su asalto.

Lefiya observó con horror como Bete se veía obligado a lidiar con la ráfaga de ataques del hombre sin acabar con los monstruos que los rodeaban.

— Mis disculpas, señorita Filvis. ¡Protéjame!

Lefiya levantó su bastón y comenzó a conjurar sin esperar la respuesta de Filvis.

— ¡Pilar de luz desatada, ramas del árbol sagrado!

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Con su círculo mágico expandiéndose, el conjuro de Lefiya se elevó en el aire.

La única forma de ayudar a Bete ahora era aprovechar el instinto de las plantas carnívoras para que persiguieran la energía mágica. Al ofrecerse a sí misma como cebo, ella podría quitarle algo de presión a su aliado.

— ¡No le hagan caso, violas! ¡Maten al hombre lobo primero!

—¡!

Sin embargo, la voz del hombre atravesó la cámara en el momento en que los monstruos se detuvieron para mirar en dirección a Lefiya.

Ellos siguieron la orden del hombre y se enfocaron en Bete, continuando su ataque. La reacción rápida del domador frustró el plan de Lefiya.

— ¡Suficiente de esto!

Con la varita y la espada preparadas, Filvis se lanzó de cabeza a la refriega.

Lefiya observó y se dio cuenta de que lo único que le quedaba ahora era proporcionar apoyo a distancia. Ella continuó su hechizo desencadenante.

— ¡Tú eres el maestro arquero!

Sintiendo la mirada preocupada de Lefiya detrás de ella, Filvis se abrió camino a través de una corriente interminable de enredaderas monstruosas.

Los aullidos chillosos rasgaron el aire uno tras otro cuando una franja del equipo de combate de color blanco puro llegaba al otro lado. Aprovechando la poderosa movilidad por la que los espadachines mágicos eran conocidos, Filvis decapitó rápidamente a la bestia más cercana sin perder su ímpetu hacia adelante.

Ella derribó otro monstruo con la espada en su mano derecha antes de llevar la varita en su mano izquierda hacia adelante.

— ¡Suelta sus flechas, hadas arqueros– -!

— ¡Purga, cleansing lightning!

No hubo ni una pizca de duda en su voz cuando Filvis terminó su hechizo con poca potencia. Con el conjuro consecutivo ejecutado a la perfección, ella apuntó con su varita al hombre vestido de blanco.

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— ¡Dio Thyrsos!

Un grueso rayo de luz salió disparado.

Este quebró la carne de los monstruos que estaban en la línea de fuego, un chorro de plasma dorado en curso de colisión con los ojos detrás de la máscara en forma de calavera.

—¡¡Idiota!!

Bete rugió tan pronto como pudo vislumbrar lo que estaba sucediendo.

Mientras él estaba ocupado golpeando a las otras tres criaturas hasta convertirlas en puré, el hombre vestido de blanco sonrió y corrió hacia el rayo.

Los ojos rojos de Filvis se abrieron de par en par, temblando ante la vista.

La palma de la mano izquierda del hombre detuvo su relámpago dorado. Incapaz de continuar hacia adelante, el hechizo se dividió de izquierda a derecha. A pesar de que era un hechizo de corta potencia, este estaba alimentado por la energía mágica de un usuario Nivel Tres. El tiempo se hizo más lento para la elfa mientras observaba al hombre demostrando su inmenso poder, cortando literalmente su magia por la mitad con su mano desnuda mientras la embestía justo a ella.

Lefiya no pudo gritar durante su conjuro, pero se puso pálida como un fantasma, con los labios congelados en su lugar.

— ¡Tan débil!

Filvis vio el puño que se dirigía hacia ella y reflexivamente se movió para evadirlo.

Levantar su espada en ángulo para guiar el golpe lejos de su cuerpo no hizo nada. Su arma proporcionaba tanta resistencia como un palillo de dientes, rompiéndose en el momento del impacto. El puño del hombre rompió su defensa, conectando, y enviándola a volar.

El hombre embistió contra ella otra vez, alcanzando a la elfa y alcanzando su cuello.

— ¡maldita, elfa!

— ¡GAHA!

Esto sucedió un instante antes de que la mano del hombre alcanzara su objetivo. El pie de Bete colisionó con Filvis, enviándola al aire una vez más.

El cuerpo inerte de la elfa se arqueó en el aire mientras el hombre vestido de blanco miraba con desprecio. El tatuaje de Bete se ondeó en su mejilla.

Como si ridiculizara al hombre lobo que rescató a la mujer, el hombre vestido de blanco levantó un brazo para acabarlo.

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La magia de Lefiya llegaría demasiado tarde. La marea de la batalla había llegado demasiado lejos a favor del hombre.

Todo lo que él tuvo que hacer para terminarlo fue dar el golpe. Bete estaba indefenso, tratando desesperadamente de protegerse.

—…

A partir de nada…

Los ojos debajo de la máscara se abrieron a medias.

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