Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 3

Capítulo 4: Diablo de Pelo Blanco

Parte 1

 

 

Danmachi: Sword Oratoria Volumen 3 Capítulo 4 Parte 1 Novela Ligera

 

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— ¡Suelten sus flechas, hadas arquera! ¡Atraviesen, flechas de precisión!

Una bella voz se extendió por el aire como olas sobre el agua.

Lefiya lanzó un breve hechizo y levantó en el aire un bastón diseñado específicamente para los usuarios mágicos: Forest’s Teardrop. Hecho de un mineral blanco llamado seiros el cual los magos eran bastante aficionados, el baston era capaz de aumentar la fuerza Mágica base.

Compuesto con un cristal mágico y un elemento raro conocido como Lagrima del Árbol Antigua, este era extremadamente adecuado para los elfos mágicos.


Los cristales al final de su bastón destellaron al mismo tiempo que se expandía un círculo mágico.

— ¡Arcs Ray!

Una flecha de luz apareció ante su enérgica llamada.

El poderoso hechizo se lanzó hacia adelante, apoyado por su Habilidad, Fairy Cannon, y llenó el estrecho pasillo con una luz brillante. Los veinte monstruos en la zona objetivo aullaban antes de desintegrarse cuando el hechizo los abrumó.

Solo las cenizas dispersas en el piso se quedaron cuando el resplandor se desvaneció. Confirmando que no había sobrevivientes, Lefiya bajó su bastón.

—Es cierto, tú eres del bosque Wishe, una tierra natal conocida por poseer un alto poder mágico incluso entre nuestros parientes… Con magia como esa, no es de extrañar que tengas tal poder.

—Y-yo no soy nada especial. Esto es lo único que puedo hacer…

Después de neutralizar al grupo de monstruos que bloqueaba su camino, el pequeño grupo de tres miembros continuó adelante. Filvis miró a Lefiya con satisfacción.

Ellos habían llegado al piso 24. Su misión de alcanzar a Aiz les había llevado a través de una complicada maraña de giros y vueltas a medida que descendían más a fondo en el calabozo. Al final, ellos habían llegado al piso designado. Caminando entre Bete y Filvis, Lefiya solo podía oír el sonido de sus pisadas en el suelo de madera.

El grupo había puesto sus ojos en la despensa norte. Según su información, los brotes estaban ocurriendo a lo largo de la ruta principal que serpenteaba a través de este piso. Ellos descubrieron montones de montones de cenizas y algunos objetos caídos no recogidos. Tal vez no hubo suficiente tiempo para que el grupo anterior recolectara todo. Era lógico pensar que solo los mejores aventureros podían enfrentarse a tantos monstruos en este piso a la vez.

Estaban casi seguros de que Aiz y sus acompañantes estaban detrás de eso.

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Más monstruos aparecieron en la ruta principal, lo que obligó al pequeño grupo a luchar— y costando un valioso tiempo. Así que ellos eligieron un pequeño desvío, que los llevó a un  pasillo estrecho cubierto con una corteza de árbol. Sin embargo, el pasaje fue estrecho solo en comparación con la ruta principal. Con más de cinco metros de diámetro, cualquier tipo que no sea un gran grupo no tendría problemas para pasar.

El musgo verde azulado que crecía en las paredes iluminaba la feliz sonrisa que Lefiya llevaba durante sus conversaciones con Filvis. El elogio de la elfa de cabello negro y la sensación de que la barrera entre ellas se estaba erosionando fueron la razón de su expresión.

—Basta de charlateria. Tenemos compañía.

Bete volteó sus ojos mientras saltaba frente a las elfas.

Él estaba en la parte superior de los monstruos en el otro extremo del pasillo en un abrir y cerrar de ojos. Moviéndose por el aire como un acróbata, él derrotó a varios avispones mortales en el aire antes de clavar su talón en el cuerpo grotesco y regordete de un hobgoblin de dos metros de altura, partiéndolo por la mitad.

Bete eliminó a los monstruos en su camino lo más rápido posible para no perder el tiempo.

¡Crack/quebrar! Las paredes alrededor de Lefiya y Filvis de repente se abrieron.

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—¡!

— ¡Retrocede, Viridis!

Al ver a Lefiya rodeada de monstruos recién nacidos, Filvis gritó su nombre antes de apresurarse a defenderla.

Sacando una espada corta, ella mató a los monstruos que se abalanzaban sobre Lefiya. Un hombre lagarto condujo a sus hermanos al combate con un rugido ensordecedor, pero la combinación de ataques rápidos y golpes de Filvis los derribó rápidamente. Esquivando sus gruesas colas, ella quitó las cabezas de lagarto de sus torsos.

Lefiya se quedó parada, incapaz de unirse a la refriega ya que el número de enemigos disminuían cada segundo. Filvis sacó una varita del interior de su cinturón.

— ¡Purga, cleansing lightning!

Aún combatiendo con los otros dos hombres lagarto, ella formó un conjuro con sus labios.

Mientras Filvis comenzaba a hacer un conjuro consecutivo, los dos monstruos cayeron al suelo en pedazos.

Luego ella apuntó con su varita a los tres hongos oscuros que expandían sus paraguas de hongos de una manera amenazante.

— ¡Dio Thyrsos!

Su hechizo mágico de corto desencadenante cobró vida en el mismo momento en que los hongos oscuros liberaron sus esporas venenosas en el aire.

Los fuertes destellos de los rayos rugieron por el pasillo, asando a los hongos oscuros y quemando las esporas del aire al mismo tiempo.

I-increíble…

Lefiya se maravilló ante la destreza de Filvis en la batalla, derrotando a todo el enjambre por su cuenta.

A diferencia de los conjuradores adecuados para las categorías posteriores, Filvis era una espadachín mágica.

Buscado por puestos de mitad de formación por muchas partes de aventureros—en demanda y extremadamente populares— ellos pueden equilibrar cualquier combinación de estrategias de combate. Si bien pueden pelear en primera línea, ellos podrían proporcionar un mayor alcance de apoyo con su magia que cualquier flecha o arma de alcance. Eran usuarios mágicos capaces de defenderse con gran velocidad; Lefiya idolatraba ese estilo de batalla. Incluso entre los espadachines mágicos que lucharon con hechizos de corto desencadenante, Filvis fue excepcionalmente rápida.

Con la espada y la varita en mano, ella sobresalió en combates de corto y largo alcance. La posibilidad de usar hechizo consecutivo la convirtió en una fuerza a tener en cuenta incluso en las batallas más feroces. Matando a los enemigos en el camino con su espada, moviendo los pies como una danza rítmica, quemándolos con Magia, su elegante belleza—ella brillaba como una joya en el campo de batalla.

Lefiya se quedó hipnotizada durante varios momentos después de que terminó la batalla, una sensación de inferioridad se apoderó de ella.

—Ahora si solo pudieras lograr eso.

—Uwhaa…

Bete se le acercó y le dio un verbal knockout.

Lefiya era una usuaria mágica pura, lo que significa que ella no podía contribuir a una batalla sin la ayuda de un Muro, prácticamente inútil sin aliados que la apoyen.

En comparación con la todopoderosa Filvis, que estaba bien combatiendo sola, la diferencia fue como la noche y el día.

Con la cabeza caída y la depresión apoderándose de ella, esta vez fue Filvis quien salió en su defensa.

—Es cruel esperar eso de un usuario mágico que ejerce esa potencia de fuego. Es muy probable que la fortaleza de Viridis sea esencial para completar nuestra misión.

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Filvis señaló firmemente que era función del grupo proteger a los usuarios mágicos como Lefiya el tiempo suficiente para liberar ese poder.

De hecho, la técnica a la que Bete se estaba refiriendo –el hechizo consecutivo– era una habilidad extremadamente rara entre aquellos que se especializaban en el poder de la magia pura. Era tan raro, de hecho, que la única otra persona que Lefiya sabía que podía hacerlo era Riveria.

Filvis insistió aún más en su argumento al decir que los poderosos usuarios mágicos eran el as de un grupo en lo más hondo. Bete, por otro lado, echó un vistazo a las dos chicas y resopló.

—llegaron a ser amigas, ¿No, elfas?

Cuando Bete señaló cuánto había cambiado su relación en un corto período de tiempo, Filvis cerró la boca. Las mejillas de Lefiya se pusieron de un color rojo brillante mientras se miraban entre las dos.

El hombre lobo se rió entre dientes antes de enfocar su mirada en Lefiya.

— ¿Estás satisfecha? ¿Estas satisfecha en tener que contar con los demás porque no puedes protegerte?

Con sus ojos ámbar sin pestañear, él no dio ningún puñetazo.

Su voz podría haber estado llena de ese desprecio habitual, pero fue la mirada seria en los ojos de Bete lo que hizo temblar los hombros de Lefiya.

—Esas amazonas cabezonas te están mimando, pero yo no estoy haciendo eso. Mientras tu magia sea lo único útil que tengas, nunca serás nada más que una carga.

—……

—Eres blanda.

No había ni una pizca de amabilidad en el ataque verbal del hombre lobo. Sus dos iris color ámbar se acercaron a Lefiya como si la arrinconara al borde de un acantilado.

Bete siempre eligió las palabras que golpearían a alguien en su punto más débil. Él no derramaba sal sobre sus heridas, sino que las abria.

Esa era una de las razones por las que no era muy querido. Su agresión y su falta de moderación convirtieron sus palabras en instrumentos cortantes, abriendo viejas cicatrices y atrayendo la ira de los aventureros por todas partes.

A raíz de esto estaba su propia incapacidad para enfrentar las cicatrices de su pasado.

Lefiya no tuvo respuesta mientras se sumía en la desesperación. Aun así, una parte de ella sabía que no tenía más remedio que cambiar. Era la misma parte que la había dolido durante el incidente en la Monsterphilia.

Para no contener a su ídola, Aiz, y los demás— para poder estar lado a lado a ellos, Lefiya tenía que encontrar la manera de alcanzar una nueva altura. Ella nunca debe olvidar las lágrimas que derramó por su propia impotencia, ni el deseo ardiente de atraparlo. Sería una mentira decir que las palabras de Bete, con sus ojos color ámbar clavados en ella, no picaron.

Lefiya sintió la mirada preocupada de Filvis en un lado de su rostro mientras sostenía su bastón con ambas manos, apretando tan fuerte como podía.

—¿……?

En ese momento, Lefiya levantó la vista del suelo.

Después de decir todas esas cosas, Bete se alejó caminando. Filvis, también, estaba a unos pasos más adelante por el pasillo, aunque estaba mirando por encima del hombro hacia ella.

Una sensación extraña se deslizó sobre Lefiya mientras miraba sus espaldas.

¿Magia…?

Parada donde estaba, ella echó un vistazo alrededor.

—¿Um, Bete…?

—¿Sí?; Él respondió verbalmente — ¿Qué?; Luego se volteó para mirarla, pero aparentemente no notó nada malo.

—¿Ocurrió algo?

—Ehh, um, bueno…

Lefiya no pudo unir palabras después de que Filvis preguntara también.

¿Es solo mi imaginación? Ella pensó, inclinando la cabeza y observando a los otros dos. Ellos no lo estaban sintiendo.

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—Si no es nada, entonces nos vamos. La despensa no está tan lejos.

Bete comenzó a caminar de nuevo, con su estado de ánimo empeorando porque habían perdido aún más tiempo. Filvis lo siguió de cerca.

Lefiya examinó el camino detrás de ellos, detenida por un momento, y luego se apresuró a alcanzar a los otros dos.

El cabello dorado de la chica se agitó mientras desaparecía por el pasillo.

—……

Una figura en la oscuridad la vio partir.

Este emergió de la esquina del camino que Lefiya había estado mirando.

Esta figura, vestida con una túnica violeta con capucha y escondiendo su rostro detrás de una máscara ominosa, siguió los pasos de los aventureros más adentro del Calabozo.

***

 

 

— ¡Princesa de la Espada! Oye ¿¡No puedes oírme!?

Lulune gritó lo suficientemente alto como para ser escuchada sobre los rugientes monstruos.

Separados de Aiz, la Familia Hermes hacía todo lo posible para defenderse del ataque de pinzas de dos enjambres de flores carnívoras.

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Pero con la ola tras ola que avanzaba desde los pasillos, las espadas y las lanzas que se sumergían constantemente en la carne de los monstruos no eran suficientes.

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—¡¿Qué demonios acaba de pasar?! Asfi ¿¡Qué hacemos!?

—…Si tienes energía para preocuparte por ella, úsala para protegerte. ¡Debemos evacuar este lugar en el momento en que el camino esté despejado!

—¿No tienes corazón?

—¡Ella es la Princesa de la Espada!





No importaba cuánto gritara Lulune, no hubo respuesta de Aiz al otro lado de la pared de pilares. Temiendo por la vida de la chica, Lulune le suplicó a Asfi que lo ayudara. Pero su líder no se movería, diciendo que era una pérdida de tiempo preocuparse por un aventurero de primera clase y rápidamente emitió sus órdenes. Aiz Wallenstein era una veterana con experiencia, con la habilidad suficiente para garantizar el apodo de Princesa de la Guerra. La primera prioridad de Asfi era la seguridad de su grupo.

Nuevos refuerzos de monstruos seguían llegando desde el frente y la parte posterior.

—¡Nuevos enemigos en el flanco trasero! ¡Hay cinco de ellos!

—¡Más desde el frente, también!

Al escuchar las frenéticas llamadas de sus aliados, Asfi tomó una decisión rápida. —¡Dispersan las piedras mágicas!

A las órdenes de su líder, todo el grupo respiró hondo.

Cada uno de ellos tenía una pequeña bolsa atada a sus cinturones. Metiendo las manos dentro, sacaron un puñado de cristales de color purpura y los arrojaron contra las paredes.

De repente, las plantas carnívoras ya no estaban interesadas en los aventureros. Ignorándolos por completo, los monstruos fueron directamente hacia las piedras mágicas.

—¡Todas las unidades, avancen!

Gracias a la información de Aiz, Asfi supo cómo manipular las predilecciones de estos monstruos y guio al grupo. Moviendo la mano para que Lulune y los demás siguieran, ella quiso usar esta pequeña oportunidad.

Volteando a la parte trasera del grupo, Asfi sacó tres Burst Oil de su funda para asegurarse de que este encuentro terminara aquí.

—¡Nelly, una espada mágica!

Ella lanzó las granadas líquidas directamente al enjambre de monstruos que aún devoraban las piedras mágicas.

El apoyo humano hizo lo que le dijeron, sacando una espada mágica y balanceándolo a las bestias.

Una ráfaga de fuego estalló en la espada con forma de daga, infusionado de magia y colisionado con los tres frascos de Burst Oil, este desencadenó una explosión gigantesca.

La ráfaga ensordecedora ahogó los gritos de dolor de los monstruos tostados cuando una nube de hongo se formó en el pasadizo, eliminando la posibilidad de un contraataque.

—¡Asfi, viene una tonelada desde el frente!

Lulune alertó de que entraba otra ola.

Ella, sin embargo, no disminuyó la velocidad mientras gritaba. Sus espadas brillaron cuando saltaba entre las grandes criaturas. La sangre del monstruo se roció a su paso. Gracias a la distracción de Lulune, los otros miembros del grupo que portaban armas más grandes tenían una clara visión de las cabezas de los monstruos. La mayoría de anexos en forma de yema se dividieron en el impacto.

—¡Aparentemente, no quieren que vayamos más lejos dentro de este pasillo..!

Los ojos de Asfi se estrecharon, y las comisuras de sus labios se elevaron mientras miraba más allá de sus enemigos.

A juzgar por la mayor intensidad en los ataques de los monstruos, ella estaba segura de que tenía que haber algo que valiera la pena proteger del otro lado. Ella se movió desde la parte trasera del grupo hasta las líneas del frente y forzó la pared de monstruos con sus propias espadas. Sus aliados la siguieron, avanzando constantemente al mismo ritmo.

Asfi y el tigre de guerra Falgar, que empuñaba una gran espada, hicieron a un lado al enjambre de criaturas enormes.

—… ¿Qué es este lugar?

Esto fue después de que ellos habían surcado más oleadas de monstruos de los que podían contar.

El grupo vio una luz roja como sangre al final del largo pasillo, a diferencia de la tenue luz de las flores.

— ¿Podría ser eso la luz del cuarzo? ¿Entonces la despensa está allí? Al igual que sus aliados, Lulune examinó la vista que tenía por delante.

Las despensas estaban ubicadas en los rincones más profundos de muchos pisos del calabozo. Estas vastas cavernas tenían una cosa en común: una columna elevada de cristales de cuarzo. Los pilares produjeron un fluido nutritivo que hacía a los monstruos viajar de todas partes para consumirlo. También generaban constantemente una luz misteriosa.

Los pilares de cuarzo en el piso 24 emitían una luz roja. Esa señal indicadora al final del túnel hizo que todos supieran que su destino estaba justo adelante.

—Asfi.

—… Avancemos a toda velocidad.

El grupo siguió la orden de su líder sin preguntar.

Mientras mataban a las últimas plantas carnívoras que se cruzaban en su camino, ellos atravesaron el pasadizo de carne verde.

El olor a tejido podrido se espesó con cada respiración. Al final, el grupo llegó a la salida cerca de la fuente de luz roja.

Sus botas golpearon el piso de la despensa cavernosa.

— —

Lo que les esperaba a Asfi y a los demás una vez que lograron entrar los dejó sin aliento.

Las mismas paredes verdes repugnantes que habían visto hasta este punto también encerraron este gran espacio abierto. La única diferencia importante que pudieron ver fueron los miles de capullos que sobresalían de las paredes.

Sin embargo, lo que rápidamente captó toda su atención fueron los enormes monstruos en el pilar de cuarzo dentro de la despensa.

— ¿Parásitos…?

Había tres en total, estos parecían a unas plantas carnívoras aún más grandes. Además, estaban firmemente unidos al pilar, que tenía más de treinta metros de altura.

Tres flores gigantescas y ricamente coloreadas florecieron en diferentes puntos del pilar. En términos de longitud y circunferencia, estas criaturas eran al menos diez veces más grandes que las plantas carnívoras de antes. Una vasta red de enredaderas brotando de sus cuerpos los conectaba al pilar.

Podría haber sido debido a la luz roja, pero las enredaderas parecían venas que subían y bajaban por una extremidad gigante.

—No me digas… ¿Están chupando la sustancia directamente del pilar?

¡SLURP/SORBER! Un pequeño ruido de succión resonó a través de la caverna de vez en cuando. Los ojos de Asfi temblaron cuando vio cada gota del líquido del cuarzo desaparecer.

Sin embargo, las raíces y las enredaderas gigantescas de las plantas carnívoras no se detuvieron allí. Estos se extendieron a las paredes, el techo y el piso para crear una superficie verde suave que el grupo conocía muy bien. No había duda en sus mentes de que estos monstruos gigantes estaban detrás de los cambios dramáticos en la despensa norte.

Estos se ajustan exactamente a la definición de parásito.

El calabozo constantemente producía un líquido nutritivo. Los monstruos pudieron crecer exponencialmente sus cuerpos usándolo como fuente de energía. La abominación resultante cambió la estructura del Calabozo.

—E-eso es…

Asfi y su grupo no eran las únicas personas dentro de esta gran caverna verde cubierta con innumerables capullos. Un grupo desconocido ya estaba allí.

Cada miembro llevaba grandes túnicas que ocultaban la parte superior de sus cuerpos, así como máscaras que dejaban solo la boca expuesta. La aparición repentina de la Familia Hermes sorprendió a la facción desconocida que ocultaba sus rostros y origen. Al principio, se miraron uno al otro en pánico, hasta que uno de ellos señaló a los recién llegados y comenzó a gritar las órdenes.

La atmósfera en la cámara se volvió mucho más seria, incluso mortal. Sin embargo, Lulune aún estaba mirando más allá del grupo de máscaras no identificados a algo que estaba pegado al pilar de cuarzo.

Específicamente, la base de la estructura, cubierta por las enredaderas y raíces de los tres monstruos gigantes.

Había una esfera verde que contenía un feto femenino unido a este.

— ¿¡El orbe de antes…?

—Así que llegaron hasta aquí.

Mientras Asfi y su grupo estaban tratando de recuperarse de la conmoción… Los que ya estaban allí supusieron cómo lidiar con ellos.

Un hombre vestido de blanco estaba en la base del pilar de cuarzo, mirando a los 15 intrusos. Su cabello blanco se asomó por debajo del objeto de la calavera que se había convertido en una máscara y un casco.

Era el hombre alto que había hablado con Levis, la domadora pelirroja, no hace mucho.

— ¿Cómo? ¡¿Que has estado haciendo?!

—Las violas no fueron suficientes para detenerlos.

Un humano se acercó al hombre vestido de blanco y le ofreció una explicación mientras mantenía su mirada concentrada en los intrusos.

Este recién llegado fue revestido de un color diferente del resto de la facción enmascarada. El hombre vestido de blanco hizo todo lo posible por contener su ira mientras respondía a esa excusa.

—Completa tu papel, Remanente de The Evil. Conviértete en su escudo.

Después de enviar una mirada en dirección al humano, el hombre vestido de blanco levantó su mirada hacia la columna.

Específicamente, en el orbe verde conteniendo un feto femenino unido a su base.

Protegido por varias enredaderas gruesas de los monstruos gigantes, este también absorbía el líquido nutritivo producido por el cuarzo.

El Calabozo era conocido como la “madre” de todos los monstruos. Ahora, este estaba amamantando a un niño.

Sin embargo, este bebé egoísta no se preocupó por el esfuerzo de su madre.

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Prestando poca atención a los gemidos constantes provenientes del cuarzo débilmente brillante, este siguió creciendo mientras consumía todos los nutrientes que el pilar podía proporcionar.

El hombre miró, con una mirada de éxtasis en sus ojos cada vez que el feto pateaba.

—… ¡Eso es un hecho!

El hombre vestido de blanco no apartó la mirada del orbe moviéndose mientras el otro enmascarado fruncía el ceño antes de girar sobre sus talones.

El hombre de blanco y el feto femenino vieron como el humano daba órdenes a los otros Remanentes de The Evil. El grupo de guerreros enmascarados rápidamente sacó sus espadas.

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