Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 3

Capítulo 3: Una Belleza Horrible

Parte 6

 

 

Los monstruos nacieron con fuertes instintos similares en todas las especies. Uno de esos instintos era una aversión natural a las luchas internas. Sin embargo, de vez en cuando aparecían individuos capaces de trascender esos instintos.

Mientras los aventureros se reunían para mejorar su estado, estos monstruos excepcionales adoptaron una política de perro-come-perro, consumiendo a otros de su clase para fortalecerse.

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Con el tiempo, ellos quedaron cautivados por la poderosa sensación de comer una piedra mágica. Terminaron deambulando por el calabozo, ansiando las piedras que yacían dentro de sus parientes bestiales. Los que se hicieron demasiado fuertes llamaron la atención del Gremio, quienes emitirían una recompensa. Entonces los escuadrones de exterminio se movieron.

—El más conocido de estos sería el Troll Bloodstained —una bestia verdaderamente feroz que mató a muchos aventureros y fanáticos que solo podían pensar en dinero. Incluso los grupos de élite convocados fueron eliminados.

—Oh, sí, recuerdo eso… tuvieron que ser como cinco aventureros de primera clase para matar a esa cosa, ¿verdad?

—Sí. El hecho de que la Familia Freya tuvo éxito en exterminarlo todavía está fresco en mi memoria.

Eso era lo mismo para Aiz. Ella recordó cuando las historias sobre el Troll crecieron en Orario.

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El Troll Bloodstained , una bestia que se volvió tan poderoso que el Gremio no pudo clasificar su nivel, fue solo un ejemplo. Los estudios encontraron que los monstruos necesitaban consumir solo cinco piedras mágicas antes de que su aumento de poder se hiciera evidente.

—¿Entonces lo que estás diciendo es que esta nueva especie persigue a otros monstruos para comer sus piedras mágicas?

—En base a mi teoría, sí. Es apropiado creer que algo los ha conducido al canibalismo. Corrígeme si me equivoco, pero hubo una gran diferencia de fuerza entre esos monstruos durante esa batalla.

—Ahora que lo mencionas, definitivamente estaban por todos lados. Algunos cayeron con un golpe, pero otros necesitaron ser mucho más que solo uno. ¿Pero un enjambre entero que apunta a las piedras mágicas? ¿Es eso posible? ¿Monstruos nacidos hambrientos de piedras mágicas? Eso no es una broma.

Aiz escuchó la conversación de Asfi y Lulune y pensó en todo lo que habían dicho.

La suposición de Asfi parecía ser la explicación más lógica. Pensando en los monstruos que luchó durante la Monsterphilia y en Rivira, había bastantes individuos que eran más fuertes que muchos de los que acababan de derrotar en la emboscada. Había tanta variación entre ellos que era imposible sacar alguna conclusión.

Y todavía quedaba una gran pregunta: ¿por qué no se atacaron el uno al otro? Tal como Lulune sugirió, podría ser que los monstruos con las piedras mágicas de colores oscuros no hubieran desarrollado un gusto por ellos después del hecho sino que los hubieran perseguido por instinto innato.

La línea de pensamiento de Aiz llegó a ese punto antes de tomar un desvío.  Esos monstruos plantas están aquí… Eso significa que en algún lugar adelante— Había una buena posibilidad de que ella estuviera allí también.

Una cabeza de cabello corto color rojo sangre junto con los cuerpos en forma de serpiente de los monstruos de las flores vino a la mente.

Su mano izquierda estaba fuertemente apretada en un puño. Aiz se preparó tranquilamente para ese encuentro.

—Otro cruce, haaah…

El grupo se detuvo frente a otra intersección.

Su camino se dividió en túneles que iban de izquierda a derecha. Lulune recurrió a Asfi para tomar una decisión.

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—Asfi, que camino esta — Ahí fue cuando llegaron.

El sonido de enormes cuerpos deslizándose por las paredes carnosas interrumpió a Lulune a mitad de su conversación. Las vívidas cabezas floridas de las plantas carnívoras aparecieron a la izquierda y a la derecha.

— ¿Dos frentes? Tienes que estar bromeando…

—Peor aún… también están detrás de nosotros.

— ¡Maldición…!; Lulune gritó chillonamente cuando Aiz le señaló la gravedad de la situación, con la cabeza girada.

Izquierda, derecha y atrás. Ellos estaban atrapados en una pinza de tres vías. Las criaturas avanzaron por el suelo, las paredes y el techo, y los otros miembros de la Familia Hermes observaron cómo se acercaban, frunciendo el ceño a sus adversarios.

Las rutas de escape fueron cortadas.

—… Princesa de la Espada ¿puedes manejar un lado por ti misma?

—Entendido.

Asfi formuló su orden como una solicitud, y Aiz estuvo de acuerdo.

Con un aventurero de primera clase como Aiz sosteniendo un flanco, Asfi era libre de supervisar el contraataque de la Familia Hermes en las otras dos direcciones.

La aguda voz de la líder del grupo cortó el aire mientras daba órdenes. Dieciséis aventureros corrieron a sus posiciones.

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Ocho se movieron hacia atrás, siete hacia la derecha, y Aiz hacia la izquierda para enfrentar a los monstruos de frente.

Entonces la Princesa de la Espada embistió. Desperate dio el primer ataque.

Como si algo hubiera esperado este giro de los acontecimientos, un gran pilar descendió directamente desde el techo directamente sobre ella.

—¡¿?!

Aiz se apartó de su camino.

Ella pateó el suelo y salto al aire. ¡WHAM! ¡WHAM! ¡WHAM! Más pilares gigantescos cayeron del techo en rápida sucesión. Aiz continuó eludiéndolos uno tras otro hasta que se dio cuenta de lo que había sucedido.


El camino de la izquierda había sido cortado por completo. Asfi y sus otros aliados estaban del otro lado.

— ¡Estamos aislados!

Ella podía oír el grito amortiguado de Lulune desde el otro lado de la gruesa pared de pilares.

Los ojos dorados de Aiz se ensancharon. El calabozo nunca soltó este tipo de trampa. Esta posibilidad no había cruzado por su mente. Y ahora estaba completamente recluida mientras sus aliados miraban con un mismo shock en el otro lado.

—-¡He sido aislada!

Aiz se vio obligada a defenderse de los monstruos mientras aún quedaba en shock.

—¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

—¡!

Rompiendo sus látigos, Aiz atacó a los cinco monstruos con facilidad.

La última de ellas se disolvió en cenizas detrás de ella mientras se volteaba hacia la pared, con la intención de destruirla para reunirse con Lulune y los demás.

Bueno, hasta que la aparición de una presencia asesina detuvo su mano.

—¡……!

La abrumadora sed de sangre hizo temblar los hombros de Aiz. Ella se giró para mirar hacia el extremo oscuro del largo túnel.

Ella recordó la sensación que provenía de lo que estaba en las sombras negras al final del túnel, una presión demasiado poderosa para ignorar.

Aiz se tranquilizó, sabiendo muy bien que no era un oponente al que podía permitir volver a verla… Ella entrecerró los ojos después de unos momentos y comenzó a avanzar, como si la oscuridad la atrajera.

La luz de las flores que crecían en las paredes parpadeaba, arrojando sombras sobre la cara de Aiz.

El sonido de sus botas hizo eco, la luz se reflejaba en su pechera plateada y sus hombreras mientras avanzaba por el túnel recto.

Ella no tenía que ir muy lejos.

Lentamente, algo se acercó como una imagen reflejada.

Su oponente emergió de la oscuridad, haciendo coincidirla pasó por paso.

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—Nunca pensé que vendrías directamente a mí. Sin embargo, no puedo quejarme. La que la saludó fue la domadora pelirroja.

Sin ningún tipo de disfraz, la piel de marfil de la mujer y el cabello rojo sangre eran claramente visibles. Sus iris verdes se fijó en Aiz.

—Sabía que ella estaba aquí.

La mirada helada de la mujer se encontró con la mirada dorada de Aiz. Las dos mujeres se enfrentaron en el largo y carnoso túnel verde.

—… ¿Qué estás haciendo aquí?

—Adivina.

—Esto… ¿Qué es este calabozo? ¿Tú lo hiciste?

—No necesitas saber.

Con ninguna de las dos parpadeando, ambas se prepararon para atacar en cualquier momento mientras Aiz estudiaba a su adversario.

La domadora parecía un bandido experimentado o un merodeador endurecido por la batalla, con el equipo que llevaba deshilachado y dañado. No solo no llevaba armadura, la pelirroja no tenía armas en ella.

A juzgar por la forma en que ella respondió, la domadora no estaba interesada en discutir.

Al igual que la última vez que se encontraron, ella escupió sus respuestas, manteniéndolas lo más cortas posible.

—Mantén la boca cerrada y sígueme. Hay alguien que quiere conocerte. Tú también vienes, Aria.

La mirada de Aiz se agudizó.

—Yo no soy Aria.

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La refutación de Aiz solo profundizó el ceño fruncido de la mujer.

—Aria es mi madre.

—Corta esa estupidez. Aria no tiene hijos. Aun así… si eres Aria o no, no hay diferencia. Aiz se inclinó hacia adelante durante su breve intercambio.

— ¿Cómo conoces a Aria? ¿Qué sabes sobre ella?

—Solo su nombre. “Tráeme a Aria, tráeme a Aria.” Todo lo que hice fue obedecer esa molesta voz… y me encontré contigo. Eso es todo.

Incluso la exhibición de emoción y locuacidad inusual no hizo nada para influir en ella.

A juzgar por su tono, le dolía a la domadora pelirroja usar más palabras de las necesarias. Ella llevó su conversación a un rápido final.

—Suficiente charla inútil. Tú vienes conmigo. Con eso, la mujer hundió su mano en el piso.

Ella se inclinó sobre su delgada cintura, con sus grandes pechos balanceándose, y un sonido como un remolino brotó por debajo.

Ella tiró de su mano con un chorro de líquido color rojo cuando un largo cilindro de plata emergió del suelo en sus garras.

Con la empuñadura ya mostrada, no hubo ningún error. Fue una espada larga.

—- ¿Un arma natural?

Aiz observó con asombro cómo la mujer sacaba la espada. La domadora asumió su postura y sacudió el último fluido rojo.

El arma parecía como si hubiera sido moldeada con la carne y los huesos de una criatura viviente. Su forma misteriosa carecía de un protector de mano o cualquier adorno de algún tipo. La hoja carmesí ni siquiera tenía filo. Un aura latía alrededor del arma, como si una maldición cayera sobre cualquiera que la golpeara.

Aiz mantuvo su boca cerrada, pero silenciosamente liberó la innecesaria tensión de su cuerpo.

Una batalla inminente estaba sobre las dos combatientes. Aiz confió su destino a Desperate y se enfrentó a su rival.

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—Ahí voy.

La mujer embistió.

Su cabello corto se agitó alrededor de su cabeza como sangre salpicando mientras traía la extraña espada larga hacia abajo con todas sus fuerzas.

Aiz bloqueó el ataque de frente, usando a Desperate para dejarla de lado.

Un eco rebotó en el pasillo, una extraña mezcla del sonido metálico y un fuerte golpe no muy diferente de un golpe. La mujer continuó su ataque, utilizando la fuerza feroz que había dominado a Aiz durante la batalla de Rivira. Su arma silbó en el aire en una llamativa exhibición de poder que Aiz esquivó sin dificultad. La rubia espadachín la siguió con su propio corte hacia arriba.

En una repetición de su batalla anterior, la esgrima pura luchó contra la fuerza pura en un furioso intercambio de golpes.

—¿……?

Una expresión seria apareció en la cara de la mujer en medio de los ataques y los contraataques.

Una ceja se levantó cuando se dio cuenta de que la velocidad de Aiz seguía aumentando, sus ataques eran cada vez más rápidos, cuando de repente, ambos ojos se abrieron.

Ella solo podía ver las imágenes sucesivas de Aiz acercándose a corta distancia. ¡Un destello de sorpresa pasó por su rostro un instante antes—!

La espada se conectó con tal fuerza que perdió su equilibrio.

—¿Qué?

Aiz no le dio tiempo a recuperarse. Su ataque ya estaba en camino.

Apenas capaz de seguir el ritmo de los incesantes ataques, la mujer se esforzó por bloquear o esquivar el primer golpe mientras el segundo estaba en camino. ¡SHING/tintineo! El último impacto la hizo tambalear.

Incapaz de dispersar el impulso del ataque en diagonal, sus pies hicieron unas largar grietas en el suelo verdoso.

La domadora quedó atónita cuando finalmente se detuvo.

Lentamente, muy lentamente, ella se llevó la mano al pecho y tembló mientras miraba la sangre que brillaba en las yemas de sus dedos.

Había un corte superficial en su pecho. Ella miró a Aiz.—”Tú —De ninguna manera …; Volviendo una mirada tan intensa como la de la otra chica, el rostro de la domadora se convirtió en una mueca. — ¿Has elevado tu estado…?

La chica parada ante ella era mucho más capaz que hace diez días. De eso, la mujer de cabello corto ahora era dolorosamente consciente.

Un aumento de nivel significaba un nuevo nivel de fuerza alcanzable solo a través de grandes logros.

Aiz se había liberado de sus antiguos límites después de subir a Nivel Seis como resultado de su batalla con el jefe de piso Udaeus.

La chica que la domadora había dominado en la ciudad llena de cristales ya no existía.

—¡Gah, qué dolor …!

La voz de la mujer goteó de irritación mientras escupía las sílabas una a una.

La fuerza física que había abrumado a la chica hace diez días ya no era lo suficientemente buena. Ella podría defenderse ahora.

Aiz respondió suavemente al aborrecible ceño fruncido de la mujer.

—Simplemente no quería perder ante ti.

El dolor de la derrota que había sentido bajo ese oscuro cielo nocturno le había dado a Aiz el impulso que necesitaba para llegar más alto.

En el fondo, Aiz odiaba perder tanto como sus amigos en la Familia Loki. Aprovechar su espíritu irrompible la había motivado a prepararse para este momento. Ahora era su oportunidad de vengarse.

Aiz apuntó con una espada tan afilada como su voluntad hacia su oponente.

—Tsk …

La mujer chasqueó la lengua mientras colocaba su espada larga en su lugar. Las dos se miraron a los ojos una a la otra.

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La expresión indiferente habitual de la mujer había sido reemplazada por un claro odio, su mirada se posaba en Aiz como flechas con odio. El aura asesina que pesaba sobre la rubia espadachín era más espesa que nunca.

Las dos combatientes se miraron el uno al otro sin decir una palabra hasta que la mujer pelirroja rompió el silencio.

— ¿No vas a usarlo?

La mujer quería saber si Aiz usaría su viento.

La Magia de Aiz—el hechizo de Airiel—era su mejor arma. Parecía antinatural no usarlo.

—No… Lo necesito.

Aiz no pilló las palabras.

Reflexionando sobre su uso constante de Airiel en su batalla anterior, Aiz estaba decidida a regresar a lo fundamental. Una espadachín necesitaba ganar con su habilidad con una espada. Ella quería ganar esta batalla solo con eso.

—— ¡No te pongas engreída!

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La rabia ardió en los ojos de la mujer.

El resto de su rostro carecía de expresión, su intención asesina se desbordaba. Ella levantó su arma en posición, formando grietas en el mango.

Mostrando más emoción que nunca antes, ella saltó en un instante.

Su oponente atacó como un misil cuando Aiz levantó su sable, corriendo hacia ella. Cuchillas de plata y carmesí se cruzaron a una velocidad vertiginosa.

Impacto.

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