Lazy Dungeon Master (NL)

Volumen 9

Extra 5: Las Silkies

“¡Aaah, tan ocupado, tan ocupado!”

“Hey, hay alguna de las Silkies. Seguro que están corriendo por todo el lugar”.

Goren estaba lleno de gente debido al dragón. Había mucho trabajo por hacer, y era una vista diaria ver a las niñas vestidas de verde y pelo verde que se llamaban a sí mismas las Silkies corriendo, trabajando duro.

“Aaaah, ¡mucho trabajo por hacer! ¡Tan ocupado, tan ocupado!”

“Oye, hay otro. Parece que es otro día ocupado para ellas”. Uno de los Silkies corrió cargando una montaña de ropa. ¿Pensaron algunos que estaba ocupada precisamente porque se estaba lavando a mano en lugar de usar {Purificación}? Si.

“Okaaay, aquí está tu entrega”. “¡Claro! Gracias, ehhhh, ¿Hanna?” “Pio”.

“Mi error, mi error. Gracias Pio.”

Los Silkies incluso estaban haciendo entregas, particularmente a puestos de comida. Todos estaban ocupados, pero siempre aceptaban con alegría cualquier trabajo que se les ofreciera. Pero solo trabaja dentro del pueblo.

Para ser sincero, los Silkies eran trabajadores tan dedicados que incluso a veces se peleaban por quién conseguiría nuevos empleos.

“¡Espera, Nicole! Tomaste mi trabajo de limpieza, ¿no? ” “¡N-No, Hanna, soy Pio! ¡Soy yo!”

“Espera, ¿en serio? Debo haberlos mezclado a ustedes dos.”

“Quizás lo hiciste tú mismo y simplemente lo olvidaste. Eso es posible,

¿no?”

“…Es posible.” Por capricho, le preguntó al aldeano que acababa de entregarle cuál de ellos se lo había traído. “Dice que Pio lo hizo”.

“Esa fue solo Nicole mintiendo. Además, creo que ella misma hizo la limpieza.”

Las Silkies estaban luchando por distinguirse incluso a sí mismas.

Pero Goren era una ciudad llena de aventureros varones, y les encantaba el estilo proporcionado por las lindas niñas que corrían por todo el lugar. Fue un sentimiento agradable y simple. Pero luego sucedió, en uno de esos días.

“¡Iré a ayudar con la agricultura!” “Adiós, Nicole. Iré a servir mesas”.

“Hanna, buena suerte con tu trabajo aquí”. “Tú también, Pio. Tengo que ir a trabajar allí”.

Las tres se reunieron, luego se dispersaron de inmediato. Realmente eran muy trabajadoras.

“… ¿Eh? ¿No había cuatro de ellos justo ahora?” En un golpe de mala suerte, uno de los aldeanos finalmente se dio cuenta.

“Oye.”

“¿Hm? ¿Qué pasa?”

“Las Silkies son un grupo de tres, ¿verdad?”

“Sí, tres. Están Hanna, Nicole y Pio. ¿Qué pasa con ello?” “… Parece que acabo de ver a cuatro de ellas juntas”. “Debes haber contado mal. Todos ellas parecen iguales.”

“Sí, quizás.” O tal vez en realidad eran Silkies, y podrían duplicar el uso de sus poderes de hadas de la casa.

“Bueno, de cualquier modo. No importa quiénes sean, son chicas del lugar de Keima, así que”.

“…Oh sí. Keima está involucrado con ellas. Son tan normales la mayoría de las veces que me olvidé de eso”. Cuando ocurrían cosas extrañas en Goren, generalmente se remontaba al jefe de la ciudad, Keima. Todos los que vivían en la ciudad ya estaban familiarizados con eso y lo aceptaban.

Sin embargo, el aventurero aún decidió preguntar al respecto. Fue a Keima y le preguntó cuántos Silkies había. En una ciudad normal solo recibiría una sacudida confusa de la cabeza, pero Keima levantó la vista un poco antes de responder.

“Ah, bueno… contraté a sus familiares para que me ayudaran un poco, así que en realidad ahora hay más de tres”.

“Espera. ¿Esas trillizas tienen más familia?”

“¿Trillizas? No, estoy bastante seguro de que son sextillizas”. “… ¡¿Qué?!” Una verdad impactante había sido descubierta.

“Así es como están haciendo tantos trabajos. Todas corren por todos lados”.

“Er, bueno, supongo que con tantas hermanos todos tienen que trabajar para mantener alimentada a la familia”. Sextillizas significaba una familia de ocho como mínimo. Alimentarlo costaría cuatro veces más que una pareja normal de dos.

“Las Silkies seguramente están trabajando duro. Puedo sentir el comfylove”

“Comf– A-Ah, cierto”. (Por cierto, ‘comfylove’ era el término Beddhist para ‘amor reconfortante’).

“¿No podrían haber pedido ayuda a sus familiares?”

“Lo hicieron, y casualmente están relacionados con otro conjunto de sextillizas. También se parecen a ellas.”

De un solo golpe, los trillizos se volvieron doce.

“No sé los números exactos, pero eso debería ser correcto”.

“… Seguro suena complicado”.

“Bastante, pero tenemos que contratar más porque estamos muy ocupados. Contratar familiares es seguro y confiable. Dicho esto, estoy dejando que Kinue se encargue de todo esto, y no sé el número exacto. Todo lo que sé con certeza es que hay al menos seis de ellos trabajando aquí”. Al menos seis. Eso explicaría por qué se los podía ver por todas partes. Seis niñas en la ciudad, todas exactamente iguales…

Bueno, está bien, todas son lindas. El aldeano decidió no pensar en ello.

“Jefe de la ciudad, si hay tantos, ¿te importaría si me caso con una?”

“No va a pasar.” Keima derribó la solicitud distraída del aldeano.

“¡Al menos déjame soñar!”

“Si quieres soñar, hazlo en tu cama”.

“Usted tiene razón. ¡Oyasuminasai!” El aldeano era un fiel Beddhist, por lo que decidió meterse en la cama y vivir su sueño como un sueño. Aunque incluso en su sueño, todos lo rechazaron, diciendo “Realmente no quiero estar con alguien que estaría bien con ninguna de nosotras”.

-FIN DEL VOLUMEN 9-