Danmachi: Sword Oratoria (NL)
Volumen 1
Prólogo: Amanecer Del Laberinto
El coro de rugidos se convirtió en una ensordecedora pared de rugidos.
El suelo temblaba por el golpeteo de los muchos pies que corrían por su desolada superficie.
Un mar de monstruos con cuernos que se enroscaba sobre sus cabezas como cabras monteses estaban corriendo por el terreno. Las cabezas que lucen como caballos que surgían de los cuerpos de las criaturas sólo podían llamarse Hideous. Ellos respiraron pesadamente al mismo tiempo, rodando sus ojos inyectados en sangre para mirar a sus presas retrocediendo.
La inmensa multitud negra de grandes criaturas dignas del nombre de “monstruos” avanzaba como uno solo, con garrotes de varias formas y tamaños agarrados de sus manos carnudas. Los que estaban en la parte delantera levantaron sus armas por encima de sus cabezas, listos para el golpe.
—¡¡Escudos, listos–!!
Justo a la señal, una línea de metal se elevó. Muchos choques sobre los escudos sonaron un instante después.
Una fila de más de veinte de los anchos escudos absorbió la primera ola de castigo. Sin embargo, los que portaban el escudo fueron empujados hacia atrás, con sus talones en el suelo.
— ¡Primera línea, no rompan la formación! ¡Retaguardia, continúen atacando!
Tratando de soportar la barrera feroz estaba un grupo de seres humanos y semi- humanos—una línea de enormes y enérgicos enanos que llevaban grandes escudos en ambos brazos, protegiendo a los grupos de elfos y animales equipados con arcos, flechas y bastones. Un par de gemelas amazónicas con la piel de color trigo se abrieron paso entre la lluvia de sus compañeros para atacar a los monstruos de frente.
Una sola bandera estaba parada entre las dos unidades, agitándose con los intensos vientos de la batalla girando alrededor de él.
Cosido en su tela estaba un emblema que llevaba la marca del bromista: una sonrisa cómica.
Este era el símbolo de aquellos que se habían unido a la familia de un dios en particular.
—¡¡—!!
La batalla se desarrolló en un paisaje desprovisto de vegetación. No había más que rocas rojizas y arena, un desierto sin límites hasta donde el ojo podía ver.
Con cada paso tomado, cada impacto enviaba una nube de polvo rojo en el aire. Imponentes paredes se mantenían lejanos a la distancia, y encima había un techo que parecía un cielo de mediodía.
Ellos estaban muy por debajo de la superficie, en algún lugar en los Niveles Profundos del Calabozo.
Mientras sonaban los gritos de la batalla que nunca llegarían a la superficie, las líneas de batalla del hombre y la bestia continuaron extendiéndose.
-¡Tiona, Tione, al flanco izquierdo, ahora!
Este era la voz del chico más joven en el campo de batalla—El general Hobbit— dando órdenes lo más rápido que podía.
Sus instrucciones cortaron a través del caos de la batalla, tratando desesperadamente de girar la balanza a su favor. Entre más y más bestias fueron llegando, el campo de batalla cambiaba y evolucionaba constantemente.
-¡Awww, no importa cuántos cuerpos tengamos, no será suficiente!
-¡Deja de quejarte y mueve tu trasero!
Las hermanas amazónicas escucharon la orden y corrieron hacia adelante, cortando otros tres monstruos.
A decir verdad, esta era una escena sacada directamente de una pesadilla.
Una horda de monstruos había aparecido de la nada. Sin importar cuántas bestias ellos masacraran, más tomaron su lugar y continuaron acercándose. Los aventureros estaban en peligro de ser invadidos.
Cada uno de los monstruos se alzaba sobre sus enemigos humanos y semi-humanos. Con los garrotes oscilantes que se asemejaban a los huesos fosilizados de las creaciones antiguas, ellos martillaban sin cesar las líneas del frente. Los enanos hicieron una mueca cuando las ondas de choque de dolor se desgarraron por sus cuerpos. Con los extremos de la formación viéndose obligados a retirarse, su línea de defensa se transformó lentamente en un semicírculo, reduciéndose de tamaño.
La situación se había vuelto desesperada.
— ¡Riveria! ¡¿Qué está tomando tanto tiempo?!
Una de las amazonas gritó ante una figura que estaba justo detrás de las líneas del frente, a la que estaban tratando desesperadamente de proteger.
Rodeada por un arsenal de arqueros y magos que soltaban hechizos y flechas continuamente, la voz de la bella figura se elevó hasta el cielo.
——Pronto, las llamas se desataran.
Un sedoso cabello de color jade parecía bailar en el aire junto con su largo traje de mago de color blanco. Ella mantuvo el blanco y plateado bastón largo horizontalmente con ambas manos al nivel de su hombro.
Una elfa elegante y refinada, con sus orejas parecidas a una hoja apuntaban hacia afuera desde su suave y femenino rostro.
—Llamas ardientes de la guerra, inevitable destrucción. Los cuernos de batalla sonarán en lo alto y la atrocidad del conflicto envolverá a todos.
Su belleza parecía estar fuera de lugar en un campo de batalla tan caótico. Su voz se hizo cada vez más fuerte mientras continuaba su encantamiento.
Este era un poderoso, pero aun melódico encantamiento.
Un anillo de luz de color jade emergió por debajo de sus pies, creciendo cada vez más a medida que miles de pequeñas partículas luminosas se alzaban en el aire.
Las hermosas cejas de la elfa se hundieron, su concentración se acercó a su pico mientras sus ojos se fijaron en un lugar justo más allá de la línea del frente.
— ¡Vamos, llamas carmesíes, infierno despiadado!
Mientras el sonido de su hechizo alcanzaba a los oídos de sus aliados, ellos sabían que ella era su última esperanza.
¿Aún no? ¿Aún no? Los luchadores pensaron impacientemente. Apretando sus dientes, ellos reunieron la fuerza que tenían para la siguiente oleada.
—¡¡—Grooooooooaaaaaah!!
Al otro lado de los escudos, los monstruos –Los Fomoire— aullaban.
Uno particularmente grande en el medio del grupo embistió hacia adelante, golpeando a sus propios aliados fuera del camino en el proceso. Él se había encargado de romper la barrera con su propio garrote amenazador.
Su intimidante sombra cayó sobre la línea de los enanos. Uno de ellos se asomó entre la pequeña abertura entre sus escudos a tiempo para ver el garrote bajando con fuerza.
El golpe fue mucho más poderoso que antes. No sólo noqueo al enano, sino que el impacto noqueo a los que les rodeaban. El otro Fomoire inmediatamente vio la oportunidad y corrió adentro.
— ¡—Bete, cierra ese agujero!
—Tch— ¿Qué demonios estás haciendo ahí?
El perímetro se había roto. Un hombre lobo se movió para atrapar a los monstruos entrando, pero ya era demasiado tarde.
Varias de las bestias pasaron por delante de la línea del frente.
Los arqueros y los magos, que habían sido protegidos por la línea de los enanos hasta ahora, se pusieron pálidos cuando los Fomoire comenzaron su violento asalto.
— ¡¿Lefiya?!
Una jovencita fue lanzada hacia el cielo.
Aunque la maga elfica logró evitar el garrote viniendo hacia ella, su ligero cuerpo fue lanzado a unos cuantos metros por la onda de choque del arma golpeando en el suelo.
——Hff.
— ¡Fuoooo…!
Mientras la chica rodaba hasta parar en la arena, una sombra negra cayó sobre ella.
El rostro del Fomoire era horrible. No era cualquier Fomoire, sino el anormalmente alto que había roto a través de la línea de frente.
La elfa hizo contacto visual con el gigante. El tiempo se detuvo en la cara de esos pulsantes orbes rojos.
El levantamiento del garrote de la bestia se reflejaba en los ojos azul oscuro de la chica.
Entonces—
*Slash*.
— ¿Huh?
Unos rayos de oro y plata cortaron su línea de visión.
En el último segundo, un géiser de sangre salió disparado del cuerpo del Fomoire. Su cabeza cayó por el aire antes de aterrizar en la arena rojiza con un ruido ensordecedor.
—…
La paralizada chica permaneció allí durante siete segundos, parpadeando.
Parada con su espalda mirándola estaba un caballero femenino con un largo cabello rubio. Whoosh. La figura se movía silenciosamente alrededor con su espada plateada.
— ¡Aiz!; Una de las chicas amazónicas la llamo felizmente después de presenciar la derrota del monstruo desde su lugar en la primera línea.
La chica llamada Aiz se aseguró de que la elfa, todavía sobre su espalda, estuviera ilesa antes de entrar otra vez en la batalla.
Silbando con el sonido del viento, la punta de su espada plateada brilló.
Cerrando la distancia entre ella y los monstruos restantes que pasaron la barrera, ella los incapacitó a todos con unos cuantos golpes rápidos, permitiendo que los arqueros y magos restantes los acabaran.
— ¡Oye, Aiz, espera!
Pero ella siguió luchando más adelante.
Ignorando la voz que corto a través del estruendo, ella se dirigió hacia el Fomoire que aún intentaba abrirse paso.
Pateando el suelo con una pequeña erupción de la arena rojiza, ella saltó por encima de las cabezas de los enanos y se dirigió directamente a las filas enemigas.
—…Asombroso.
Ella lo oyó.
Ella oyó la expresión de asombro que salió de la boca de un enano justo debajo de ella.
Aiz giró su cuerpo en medio del aire, con su espada realizando un baile mortal.
Un golpe, luego otro. Los monstruos a su paso perdieron los brazos, las piernas y las cabezas cuando el arma de la chica rubia se convirtió en el ojo de un huracán de sangre.
Había un elemento de belleza, así como crueldad en cómo la chica desperdiciaba ningún movimiento, ningún esfuerzo en cada acción. Su arma estaba conectada con los cuellos y los torsos de sus objetivos, evitando expertamente sus abultados brazos para darle unos golpes asesinos.
Las filas delanteras de los monstruos estaban siendo destruidas de diez en diez, con más cayendo a cada momento.
Todos la observaban con asombro y temor. La princesa de la espada Kenki había llegado.
—Tú eres el infierno consumiéndose.
— ¡Consume todo y lleva la batalla a su fin!
Detrás de la barrera, el hechizo había alcanzado un clímax.
El largo encantamiento estaba llegando a su fin.
— ¡Aiz, vuelve aquí!
Escuchando su nombre, Aiz miró por encima de su hombro y cambió de dirección.
La chica se lanzó al aire en medio de los rugidos enfurecidos de los restantes Fomoire. Acrobáticamente retorciéndose en la parte superior, ella aterrizó con seguridad detrás de la barrera.
— ¡Incinérate, Espada de Surtr—mi nombre es Alf!
El círculo mágico creció a un tamaño enorme, acompañado por un rugido ensordecedor mientras el anillo de jade rodeaba todo el grupo de batalla.
Cada rincón del campo de batalla estaba dentro de su alcance.
Levantando su bastón blanco y plateado hacia el techo, la maga elfica Riveria disparó su hechizo.
— ¡Rea Laevateinn!
Una pared de llamas.
Desde el suelo dentro del círculo mágico brotaron incontables columnas de llamas.
Con seguridad dentro del círculo de jade, muchos de los miembros del grupo de batalla tuvieron que proteger sus oídos de la erupción atronadora. Los pilares de fuego seguían creciendo, extendiéndose hasta el techo. Los restantes Fomoire fueron atrapados en la tormenta de fuego y desgarrados, por no hablar de ser tragados enteros por el infierno.
Los gritos de dolor de los monstruos fueron apagados uno por uno mientras sus formas desaparecían.
Esta era una zona de efecto mágico, capaz de destruir todo en un área determinada. Una horda de más de cincuenta monstruos fue reducida a cenizas en segundos por este hechizo.
Las chispas volaron mientras el intenso calor llenaba el suelo.
Uno por uno, los miembros de la batalla bajaron sus armas.
Las caras de Aiz y sus compañeros aventureros fueron teñidas por las llamas carmesíes.
***
Había una vez un gran Agujero en el mundo.
Era como si la boca del planeta se hubiera abierto de par en par. Este hoyo existía mucho antes de que la humanidad lo hubiera descubierto por sí mismo. Nadie sabía cómo llegó allí.
El Agujero continuamente dio a luz a las criaturas malvadas, al parecer una puerta a algún reino monstruoso.
Criaturas horribles de todas formas y tamaños surgieron desde adentro, tomando los bosques, las montañas, los valles, los océanos y los cielos de la Tierra. La monstruosa conquista se extendía por todos los dominios. Todas las razas de la superficie pusieron sus diferencias a un lado para recuperar su dignidad, recuperar el control del mundo y vengarse de sus parientes caídos. Las diferentes especies se reunieron para un gran contraataque.
Los héroes recién surgidos dirigieron el ataque cuando todos los pueblos lucharon una guerra de agotamiento contra los monstruos invasores–hasta que las bestias fueron forzadas a regresar al Agujero de donde vinieron.
Dentro del Agujero estaba un mundo completamente diferente. Era un reino dividido en muchos niveles—un calabozo subterráneo.
Iluminados por extrañas fuentes de luz en ausencia de la luz solar, se encontraron especies de plantas nunca antes vistas y minerales previamente descubiertos en todo el laberinto. Ya fueran estos nuevos descubrimientos o los monstruos que vivían del poder de las piedras mágicas en sus cofres, el calabozo estaba lleno con lo desconocido.
Los seres humanos y semi-humanos construyeron una torre sobre el Agujero para servir como una “Tapa” para evitar que los monstruos salgan por encima del suelo.
Al mismo tiempo, los humanos no podían dejar de preguntarse qué estaba en el fondo del Agujero. No pasó mucho tiempo antes de que las personas excéntricas, que pensaban que la vasta frontera subterránea necesitaba ser explorada completamente, comenzaran a aparecer.
Eventualmente, estas personas serían conocidas como “Aventureros”.
Para ellos, el llamado de lo desconocido era irresistible.
El tiempo pasó.
La era conocida como “Los tiempos antiguos” llegó abruptamente a su fin.
Los dioses descendieron del cielo.
Los seres de un plano superior descendieron a esta tierra que ellos llamaron “Gekai” –el mundo inferior.
Ellos estaban aburridos de su existencia eterna en el reino superior de “Tenkai” pero fueron entretenidos por la gente de la tierra — “Niños”, para sus ojos–específicamente por las muchas culturas que habían creado y su lucha constante contra los monstruos.
La decisión de los dioses de descender del cielo causó muchos cambios.
La humanidad obtuvo acceso a un potencial ilimitado a través de las bendiciones de las deidades, dando un rápido aumento de la fuerza física, así como una explosión de la invención y la creatividad.
Por supuesto, esto incluía la exploración de la guarida monstruosa debajo de sus pies.
La Ciudad Laberinto, Orario.
Construida sobre el Agujero, la ciudad pasó por muchos ciclos de destrucción y renacimiento en convertirse en la metrópolis más grande del mundo.
La gente se reunió de lejos y cerca por la fama y la fortuna, y para descubrir las tierras inexploradas que yacían durmiendo por debajo.
Forajidos, obsesionados con sus deseos; Aventureros, ardiendo con su amor por lo desconocido; Y las deidades, deseando ser entretenidos por todas las historias que se despliegan — están en el centro de este mundo.
Aquí es donde todas sus esperanzas, sueños e historias se entrelazan.
Los días antiguos, durante los cuales la gente ofrecería sus oraciones a los dioses para la iluminación o la buena fortuna, han terminado.
Ahora es una época en que los mortales pueden pedir claramente que se concedan sus más pequeños deseos, recibir fragmentos de la caridad divina y hacer realidad sus sueños.
Por la fama, por la fortuna, por lo desconocido.
Alcanzar alturas distantes, satisfacer sus deseos, sus más fervientes deseos. La era de los Dioses ha comenzado.
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