Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 1

Capítulo 5: A la Batalla

Parte 3

—¿Estás bien?

Una mano se extendió para asistir al gemido y el rechinar de Lefiya. La elfa extendió su mano temblorosa, se agarró y logró sentarse.

—¡¿Ka-khaaa… .. aah…?!

Más sangre goteaba por su mentón mientras tosía. Una empleada del Gremio ofreció su hombro y ayudó a la elfa a ponerse de pie.

Su estómago y su garganta seca se sentían como si estuvieran en llamas.

Cada movimiento muscular enviaba una ola de dolor abrasador a través de su cuerpo. Este tomó cada onda de fuerza de voluntad que ella tenía para centrar sus ojos en su entorno.

Fue una destrucción total. El pavimento de piedra estaba en pedazos, con montones de escombros por todas partes. Cerca de los esqueletos de edificios estaban todo lo que quedaba de las tiendas y hogares que alguna vez estuvieron aquí. Los puestos de la calle habían desaparecido por completo; Sólo el menú ocasional o trozos de madera en medio de los escombros demostraron que estaban allí.

Con su visión entrando y saliendo de foco, Lefiya buscó a sus amigas.

Ella buscó a los aventureros mucho más fuertes que ella misma. Los que la protegieron tan amablemente a pesar de existir en un plano completamente diferente.

Finalmente, su visión se aclaró lo suficiente como para vislumbrar a sus aliadas no muy lejos en la calle.

—- —

Lo que ella vio hizo que se le helara la sangre.

Dentro de los restos de madera de una tienda destruida.

Uno de los monstruos tenía sus mandíbulas alrededor de una muchacha humana, con su cabello rubio apenas visible debajo de sus pétalos.

Sólo el torrente de los fuertes vientos de la tormenta mantenía su boca de cerrarse todo el trayecto. Al mismo tiempo, otras dos criaturas le estaban mordiendo las piernas. Las gemelas amazónicas estaban haciendo todo lo posible por recuperar a los monstruos, pero no sirvió.

Incontables colmillos se hundían en el viento, a pocos metros de la vulnerable piel de Aiz.

—Por favor, no te muevas. ¡Tenemos que llevarte a un médico!

La empleada del Gremio una semi-elfo trató desesperadamente de conseguir que Lefiya dejara de luchar.

Notando que la maga herida no parpadeaba, la empleada del Gremio siguió los ojos azules de Lefiya.

El corazón de la semi-elfo se alejó un instante.

—La Familia Ganesha estará aquí en breve. ¡Déjeselos a ellos; Usted necesita ir a un lugar seguro!

—¡…!

El doloroso cuerpo de Lefiya se tambaleó hacia delante.

Ella luchó por respirar mientras la empleada del Gremio intentaba tranquilamente convencerla de que se retirara. La mirada de Lefiya cayó sobre su mano izquierda.

La Familia Ganesha. Ellos tenían armas y armaduras. Lo más probable es que pudieran salvar a sus amigas. No había duda en su mente de que serían de mucha más ayuda que ella en su estado críticamente herida.

El dolor que corría a través de su cuerpo le decía que diera la espalda y corriera. Lefiya se aclaró la garganta y cerró sus ojos—-Entonces.

Ella apretó su mano izquierda con un puño y abrió sus ojos con vigor. Ella se levantó por su propio poder.

—¡¿…?!

— ¡—Yo soy Lefiya Viridis! ¡Una elfa del bosque Wishe!

La empleada del Gremio observó en silencio mientras Lefiya trataba de alejar la debilidad de su cuerpo con el poder de su voz.

—Estoy atada a la Diosa Loki. Un miembro de la familia más fuerte, más orgullosa y más noble de todos de Orario. ¡Me niego a huir!

Sus palabras se hicieron más fuertes con cada sílaba pasando.

Una nueva energía fluyó en ella cuando la fuerza de voluntad tomó el control como el gatillo de un hechizo mágico. Lefiya dio un paso adelante, luego otro antes de correr a toda velocidad.

Ella volvió al campo de batalla con la esperanza de que pudiera salvar a sus amigas de su desesperada situación.

— ¡Lo sé, lo sé muy bien!

Lefiya ya lo entendía.

¡Sólo me meteré en su camino!

Ella estaba destinada a vivir siempre en sus sombras. Ella nunca valdría. Ella siempre había sido y siempre seria protegida por ellos.

Por mucho que intentara ayudar, siempre la alejarían del peligro en el momento de la verdad. Diciendo cosas agradables como: “Déjanoslo a nosotros”, y negándole en dejarla pelear junto a ellos.

Justo como antes.

¡No importa lo fuerte que intente de ser, no pertenezco ahí!

Cualquier esfuerzo para perseguirlos sería inútil. Aferrarse a sus espaldas sólo ampliaría la brecha.

Este sentimiento de inferioridad la atormentaba hasta tal punto. Ellos estaban tan por encima de ella que era enloquecedor.

Darse cuenta de esto rompió su espíritu. Los otros eran inmensamente poderosos; el aura dorada de aquella chica era fuerte; Ella era débil.

¡Pero…!

Ella quería perseguirlos.

Ella quería ayudar. Ella quería ser útil.

Si es posible, ella quería formar parte del grupo.

Ella quería convertirse en alguien a quien las chicas pudieran aceptar, a las chicas que la habían salvado una y otra vez, que le permitían estar al lado de ellas en los momentos más desesperados.

—¡!

Ella estaba a su alcance.

Lefiya se acercó lo suficiente a los monstruos que no había ninguna posibilidad de que su Magia fallara.

Sus ojos azul oscuro se fijaron en los monstruos atrapando a sus amigas y ella comenzó su encantamiento.

— ¡Suplico en el nombre de Wishe!

Al final, todo lo que podía hacer era aferrarse. Era la única manera de alcanzar su altura.

—Antepasados del bosque, orgullosos hermanos. Respondan a mi llamada y desciendan sobre las llanuras.

No importaba cuánta sangre ella tosiera, cuántos pasos tenía que tomar, cuántas lágrimas tenía para secarse de sus mejillas.

La única opción para los que se aferran era perseguir sus sueños.

—Conecten las cadenas, la promesa del paraíso. Giren la rueda y bailen.

Los espíritus se rompieron, una y otra vez. La fuerza de voluntad tenía un límite; Nada era inmune.

Sólo aquellos que no sabían cuándo renunciar podían reparar un espíritu quebrantado.

Sólo las más obstinadas de las almas podían levantarse una y otra vez, sin importar cuan duro cayeran.

—Ven, anillo de hadas.

Lefiya cantó.

Tragándose la sangre que todavía fluía por su garganta, ella continuó su encantamiento para validar su valor a pesar de estar siempre protegida. Ella continuó su encantamiento para alcanzar esa meseta siguiente, más cerca de donde residían.

—Por favor—dame fuerzas.

Su canción debía llegar a esa chica.

Si sus pies eran demasiado lentos, entonces dejaría que su canción la acompañara a la batalla.

Incluso si no se volviera a escuchar, mientras Aiz la escuchara, ella estaría bien, estaría protegida, estaría satisfecha. Ella sería parte de la batalla para matar al enemigo que la amenazaba.

Al igual que un baile de hadas en el bosque. Al igual que una hada luchando por lo que ella amaba.

Una canción que era verdaderamente suya, estaba extendiéndose. Esta canción, esta Magia debía alcanzarla.

—Anillo de Elfo.

Su círculo mágico de oro pasó a ponerse de un color verde jade en el momento en que esas palabras salían de sus labios.

— ¡¿Lefiya?!

—¡¿?!

Tiona notó un flujo repentino de energía mágica. Por supuesto, los monstruos tratando de hundir sus colmillos en Aiz lo notaron también y fueron atraídos instantáneamente a la fuente mágica más fuerte.

Los ojos de Aiz se abrieron de sorpresa cuando las tres criaturas se alejaron de ella.

——Heraldos del fin, nieve blanca. Ráfaga antes del crepúsculo.

El encantamiento de Lefiya continuó.

Su hechizo ya terminado se estaba deformando en algo nuevo, un tipo diferente de Magia.

—Había un límite en la cantidad de hechizos que alguien podía aprender.

Cada estadística tenía exactamente tres ranuras de hechizos. Eso significaba que incluso los magos más habilidosos podían aprender un máximo de sólo tres tipos de magia.

Lo mismo era cierto para Lefiya— pero su hechizo final era especial: Summon Burst.

Este le permitió duplicar cualquier magia élfica que ella pudiera recitar el encantamiento o entender completamente los efectos. Este hechizo increíblemente raro le dio acceso a una biblioteca de ataques mágicos. A cambio del tiempo extendido de la convocación y una cantidad increíble de Energía De Su Mente, ella podría hacer magia de cualquier otro elfo suyo, después de haberla presenciado al menos una vez.

Por eso, los dioses y diosas de Orario le habían dado el título de “Elfa milenaria”.

—Luz desvaneciéndose, tierra helada.

Ella eligió convocar la magia de ataque de la reina élfica, Riveria Ljos Alf.

Lefiya estaba provocando una tormenta de nieve lo suficientemente fría no sólo para evitar que un enemigo se moviera, sino para congelar el tiempo mismo.

El círculo mágico de color jade comenzó a pulsar. Una segunda voz elegante se unió a la canción de Lefiya.

Las dos voces se armonizaron mientras el círculo mágico brillaba bajo sus pies.

—¡¡—!!

Los tres monstruos de las plantas carnívoras aumentaron la velocidad.

Con los rugidos aterradores resonando como una campana quebrada, estos lanzaron sus flores colgadas hacia la fuente cada vez mayor de energía mágica.

— ¡Ah-ah-ah, no lo creo!

—¡¡Quédate abajo!!

—¡!

—¡¿?!

Sin embargo, Tiona, Tione y Aiz fueron más rápidas. Entrando entre los monstruos y su amiga, las tres chicas desataron un aluvión de golpes y patadas para retrasarlos.

La elfa vio a sus aliadas viniendo a defenderla, pero ella sabía lo que estaba llegando. Ella se inclinó hacia delante y cruzó sus brazos para proteger su estómago.

Tan pronto como ella se preparó, más zarcillos salieron del suelo frente a ella. El dolor le atravesó sus piernas, sus hombros, y su cabeza.

Las heridas frescas estaban abiertas y sangrando, pero se necesitaría más que eso para matarla. Sus oscuros ojos azules se abrieron y ella terminó de lanzar su hechizo.

—Sopla con el poder del tercer invierno áspero— ¡Mi nombre es Alf!

El círculo mágico se expandió rápidamente.

Sus labios estaban iluminados por la cegadora luz de color jade mientras decía:

—-Wynn Fimbulvetr.

Una explosión ártica llenó la calle.

Aiz y las gemelas saltaron fuera del camino en el último segundo posible mientras los fríos vientos blancos sobrepasaban a los monstruos. Su piel, sus pétalos, incluso el sonido que escapaba de sus mandíbulas colgadas se congelaron en su lugar. Una capa de escarcha alcanzó a los tres monstruos.

Tres flores cubiertas de vegetación fueron congeladas en el tiempo. Estas parecían estatuas enjauladas en el hielo que nunca se derretirían. El hechizo convirtió la zona circundante en un país de las maravillas de invierno, y las calles una pista de patinaje rodeada de edificios y escombros que estaban muy congelados.

El viento batió fractales de hielo a través del aire, haciendo que el área brille como el interior de un globo de nieve bajo el brillante sol del mediodía.

— ¡Bien hecho, Lefiya!

—Nunca tuve mucha afinidad de todos modos. ¿Ves? Es negro y azul gracias a estas malas hierbas.

Tiona se acercó a la elfa, toda sonriente, mientras su hermana soltaba su frustración. Ambas pasaron junto a Lefiya y hacia los dos monstruos congelados.

Ninguna de ellas dudó en el momento en que llegaron frente a las bestias azules. Incluso tomaron la misma postura.

—¡¡!!

—¡¡Toma estoo—!!

Ambas giraron en el aire y golpearon sus talones contra los monstruos.

Su piel de color de trigo pasó a difuminarse en el impacto. Las grietas corrieron a través de la superficie del hielo antes de que las plantas carnívoras se derrumbaran en una pila de fragmentos.

***

—Aizuu.

—… ¿Loki?

Aiz se alejó de la gélida masacre que se desarrollaba a manos de las amazonas para buscar a la voz que la llamaba.

Ella encontró dos figuras humanas de pie sobre los restos de una tienda de artículos. Una de ellas era una pequeña semi-humana que le parecía familiar; La otra era Loki. Su diosa estaba sosteniendo a la joven con un tranquilizador abrazo con un brazo a su lado.

Loki tenía una espada en el otro brazo. Un momento después, la lanzó a Aiz.

—Esto es…

—Hnn, lo tome de esa tienda de allá.

Ella señaló los restos de un puesto de la calle que había sido destruido por los monstruos. Las tiras de acero brillaban bajo los escombros de madera. Este solía vender armas.

Esa mañana, las dos habían visitado un puesto de calle justo igual a este.

—Bien, hazlo.

Una mirada a la sonrisa de Loki hizo que Aiz se olvidara de preguntarle cuando había encontrado a la niña. En cambio, ella devolvió la sonrisa de su diosa con una sonrisa propia.

—….

El aire frío se elevó de la capa de hielo que cubría el suelo.

Aiz caminó con cuidado hasta la base del último monstruo congelado.

Este se paró como un silencioso recordatorio de lo que las plantas carnívoras podrían haber hecho.

Ahora estaba congelada, incapaz de defenderse o huir de Aiz mientras sacaba la nueva espada de su funda.

Un corte se convirtió en cientos en un abrir y cerrar de ojos mientras las líneas se entrecruzaban en su cuerpo.

Aiz saltó sobre la cabeza del monstruo para dar un golpe final. “¡Hyuun!” la espada silbó al cortar el aire y la bestia.

Capas de hielo se derrumbaron en el suelo.

Sin equilibrio, las piezas restantes del monstruo se derrumbaron sobre sí mismas.

Más fractales de hielo bailaban a la luz del sol, el aire brillaba como el cabello rubio de la chica humana.