Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 1

Capítulo 2: Confusión de Calabozo

Parte 3

 

 

-¿Qué quieres decir con ‘ellos’? ¡¿Hay más de esas cosas?!

-¡Abre los ojos, maldita sea! ¡Hay más de uno de esas cosas!

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—Gahhh.

—General, ¿Hubo alguien herido?

—Los tres estamos bien. Sin embargo, Raúl está en mal estado. Tomó un golpe directo de esa cosa.

— ¡Él estará arrastrando ese mortal acido si no podemos conseguir algunas pociones para él!

Finn y Gareth, este último llevando el cuerpo delgado de Raúl sobre su hombro, respondieron a Tione.

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Las extremidades del joven humano se balanceaban de lado a lado con los pasos del enano. Incluso ahora, el mismo humo oscuro y el olor pútrido salían de su cuerpo. “Uug… ahh…” Él solo estaba gimiendo, ahora demasiado débil para gritar de dolor. La armadura ligera del hombre casi había desaparecido, literalmente colgándose de trapos cerca de la piel púrpura y negra.

Cada pedacito de color dejó el rostro de Lefiya cuando vio la horrible condición de su aliado.

—Huh, espera un segundo… ¡Ese monstruo está atacando a los rinocerontes negros! Tiona miró por encima de su hombro y gritó.

El grupo acababa de pasar una intercesión. Grandes grupos de rinocerontes negros habían surgido de ambos caminos laterales y el grupo de monstruos orugas estaban presos en lo que debería haber sido una trampa mortal entre paredes de grandes cuernos. Sin embargo, el mismo líquido morado salpicó a los atacantes. Las grandes bocas de los monstruos orugas procedieron entonces a ensuciar a sus atacantes en todo el cuerpo.

—Esos monstruos atacan a todo lo que se mueve, aventureros como nosotros u otros monstruos, sin dudarlo.

— ¿Eso significa que no son meticulosos?

—Hmm, eso me pregunto. No parecen tener estándares, pero… tengo la sensación de que prefieren a otros monstruos.

Finn miró por encima del hombro y dio su opinión.

Tione bajó la vista hacia el Hobbit, con su pelo rubio jovial ondeando mientras corría. La Amazona tomó rápidamente un pedazo de la corteza de un árbol dentro de la bolsa que llevaba.

—General, el manantial de Cadmus mostró signos de una batalla a gran escala cuando llegamos. El dragón Cadmus se había convertido en ceniza, dejando objetos caídos sin recoger. Esta corteza de árbol estaba en el mismo lugar.

—Ya veo… Eso lo resuelve. Estas cosas son lo suficientemente fuertes como para matar a Cadmus. Finn habló mientras tomaba la corteza de árbol de Tione y lo inspeccionaba de cerca.

La pieza de árbol se había vuelto del mismo color que la piel de Raúl y tenía el mismo hedor de lo que quedaba del arma de Tiona. No había duda de que había estado expuesto al mismo líquido.

—Un caníbal, de todas las cosas. Muy apropiado para un monstruo…

—Podría venir de un nivel más profundo, o el calabozo escupió una nueva clase de monstruo… No estoy enojado sobre cualquiera de esas opciones; Bete no podía ocultar su repugnancia mientras Gareth hablaba con su propia teoría sobre el origen de la bestia.

Unos pesados pasos corrían a través de un pasillo que parecía interminable, sin salida a la vista.

—Finn, ¿Pueden ser golpeados? Aiz habló por primera vez.

El grupo de batalla cayó en silencio; Sólo se oían sus pasos y los lejanos ecos de la masacre que había tras ellos.

Aiz estaba hacia el frente del grupo. Ella miró a Finn, corriendo por el medio, y esperó su respuesta.

—Los ataques físicos infligieron daño. Sin embargo, perdemos un arma por cada golpe, igual que sucedió con Tiona. No podemos pelear así.

—…

—Hacer frente a un enjambre de ellos sería casi imposible; continuó Finn. —Ahora, la magia, por otro lado… Puede ser difícil bajo estas condiciones, pero si podemos ganar suficiente tiempo para un encantamiento, una explosión de magia poderosa podría acabar con ellos…

Él se quedó en silencio.

Incluso antes de que su boca se cerrara, cada grupo de ojos se dirigía a una persona en particular en su grupo. Incluso Raúl, con un pie en la tumba, levantó su cabeza lo suficiente como para mirarla.

Esta oleada de atención golpeó a Lefiya como un muro de piedra. “¿Huh? ¿Qué?” Su cara se sacudió de un lado a otro, mirando a sus aliados.

-¡Compañía llegando desde el frente!

Efectivamente, en el otro extremo del vestíbulo se veían bastos cuerpos de color verde pálido. Finn empezó a emitir órdenes tan pronto como Tiona sonó la alarma.

-¡Todos, giren a la derecha en ese pasillo, ahora!

Cambiando de dirección, todos tomaron la última opción disponible para escapar.

Esta nueva sala no era lo suficientemente amplia para que ellos pudieran correr juntos como un grupo. Desviándose hacia una línea de una sola fila, los aventureros corrieron por este nuevo camino.

—Tione, ¿Cómo está tu abastecimiento de armas y objetos?

— ¡Er… ah! No se ha perdido nada. Con la excepción del arma de Tiona, todo sigue aquí.

—Bien. Dale a Gareth y Bete algunas armas. La habitación de adelante es un callejón sin salida. Lleva a Raúl al fondo de la habitacion y cúralo con las pociones.

El piso cincuenta y uno del calabozo era tan expansivo como cualquier ciudad. Sin embargo, su general hobbit no necesitaba un mapa. Él ya había memorizado cada centímetro de este lugar. Admirando el conocimiento de su comandante, Tione inmediatamente siguió sus órdenes.

El grupo de Finn había perdido todos sus objetos de respaldo y armas en el momento en que Raúl fue golpeado por el líquido corrosivo. Por lo tanto, La amazona tomó las armas y artículos de respaldo de la gran mochila que llevaba Lefiya.

—Hey, ¡¿Qué demonios quieres que haga con esto?! ¡Van a derretirse de todos modos!

Bete cogió torpemente un cuchillo Kukri, un arma que nunca había utilizado antes, y gruñó frustrado.

Finn lamió la base de su pulgar y la sostuvo al nivel de su hombro.

—Mi pulgar está temblando—Lo más probable es… que estén viniendo.

El callejón sin salida vino a la vista mientras Finn murmuraba esas palabras significativas. El grupo emergió en una habitación cuadrada sin otra salida.

En el momento en que todos entraron, las paredes de los tres lados— directamente en el frente, así como a la derecha y a la izquierda— comenzaron a quebrarse.

—¡¡ !!

Los otros aventureros se pusieron pálidos.

Todos ellos tenían demasiada experiencia para saber lo que significaban esas grietas. Los monstruos iban a nacer de la pared del calabozo.

Había muchos de ellos. En estos momentos, no había una superficie plana en ninguna de las paredes de la habitación.

Un “Party Monsters”.

Ese era el término para cuando un gran número de monstruos nacía en un lugar.

Ellos estaban a punto de estar rodeados por tres lados. Este tipo de acontecimiento obsesionaba los sueños de todos los aventureros, y era uno de los trucos más astutos del calabozo.

Como si el laberinto mismo lo estuviera planificando todo el tiempo, la trampa se había disparado.

— ¡Bete, Gareth, Tiona! ¡Protejan a esos dos en la parte de atrás, y derroten a tantos como puedan! Aiz y yo nos enfrentaremos a la nueva raza. — ¡Ataquen!

Finn dio las órdenes como si hubiera visto venir la trampa.

Gracias a eso, no hubo confusión cuando sus aliados entraron en acción, formando una pared protectora alrededor de su apoyo herido y comprometiendo al enemigo directamente.

Sus movimientos fueron refinados y codificados.

Más de treinta rinocerontes negros emergieron de las paredes, rugiendo mientras se paraban a la vez. Los pedazos de la pared del calabozo volaron a través del aire en cada dirección, rompiéndose.

—Lefiya, quédate detrás de nosotros y comienza tu hechizo. Eres vital para esta batalla, así que date prisa.

—¡…! ¡Sí señor!

Lefiya comprendió la importancia de su rol y asintió a Finn antes de ponerse en posición.

Sus oscuros ojos azules se nublaron de duda durante un momento. La elfa los cerró rápidamente y sacudió su cabeza de un lado a otro. Cuando volvieron a abrirse, no había señales de incertidumbre.

Finn no la miró mientras caminaba junto a la rubia chica humana.

—Aiz.

—Lo sé; Aiz asintió, haciendo contacto visual con el Hobbit.

La entrada a la habitación empezó a temblar frente a ellos. De repente, una voz femenina cortó el aire:

—Despierta, Tempestad.

Su magia se activó al son de su breve hechizo.

—Airiel.

El viento sopló.

Las corrientes de aire eran lo suficientemente fuertes como para que el ojo lo viera rodeado a Aiz como la ropa suelta de un bailarín.

La brillante chica de cabello rubio surcó las corrientes, fluyendo en todas direcciones. Airiel.

El único y mágico hechizo de Aiz.

Este hechizo tenía la capacidad de aumentar la potencia y la velocidad de ataque, así como proteger a su propietario mediante la generación del viento. Su magia proporcionaba un impulso de habilidad, un encantamiento.

Sintiendo el aun normalmente aire quieto del calabozo corriendo a su alrededor, Aiz desenfundó la espada atada a su cintura. Antes de quitarla de su funda, Ella se lo tendió a su comandante.

—Finn.

—Un Durandal, eh… no estoy dudando de ti, pero ¿Crees que funcionará?

—Tal vez…

—No puedo contar con eso.





Finn se rió entre dientes mientras tomaba el Desperate de Aiz y le entregaba una espada de repuesto.

Aiz lo giró, torciendo las muñecas unas cuantas veces antes de señalarla directamente hacia adelante. Ese fue el momento exacto cuando el cuerpo grande y voluminoso del monstruo apareció en la entrada de la habitación.

—¡¡—!! ; El monstruo soltó un chillido estremecedor mientras giraba su cara sin ojos hacia los dos aventureros en su camino.

La gran barra en su pecho seguía arrojando el líquido púrpura mientras avivaba su enfermizo cuerpo. El humo negro salía del suelo dondequiera que la salpicadura caía.

Era el mismo monstruo que había destruido la gran espada de Tiona.

—No intentes hacer demasiado si el viento no te protege. Recuerda, todo lo que necesitas hacer es ganar tiempo para Lefiya, eso es todo.

—Sí.

—Diría buena suerte, pero no creo que lo necesites.

Más y más orugas verdes se acumulaban en la habitación, como una avalancha de moco.

Los tamaños de sus cuerpos eran variados. El grande resaltaba sobre todo, pero algunos de los monstruos apenas eran lo suficientemente altos como para mirar a Finn a los ojos.

El grupo de Tiona ya se había ocupado de los rinocerontes negros. Incluso en medio de los intensos choques de cuernos en el metal, hyunn, el movimiento de la espada de Aiz cortó el estruendo.

El viento temblaba.

——Voy a seguir adelante. Ella pateó el suelo.

El cuerpo de la chica desapareció con el aullido del viento.

El encantamiento le permitió moverse aún más rápido de lo normal.

Un verdadero huracán acompañó a Aiz mientras se dirigía directamente hacia los monstruos enemigos.

—¡!

Sólo el más grande del grupo fue capaz de reaccionar ante esta nueva amenaza a tiempo.

Este abrió sus enormes mandíbulas y arrojó una corriente de líquido púrpura oscuro al atacante que se aproximaba. Sin embargo, la chica no alteró su camino.

Aiz hizo girar su espada en un largo y creciente arco. El viento la protegió, echando el líquido a un lado.

El previamente bloqueado ataque había sido eliminado por una marca de plata.

——

Hubo un golpe a distancia

Rebanando a los monstruos de la línea de frente mientras esquivaba las corrientes de líquido corrosivo que se aproximaban, Aiz detuvo su avance usando los golpes de viento de su espada para canalizar las corrientes en un solo punto.

Los trozos de carne en la parte delantera de los monstruos oruga se deslizaron en trozos. Protegida por la capa de viento fluyendo, la espada de Aiz no sucumbió a las salpicaduras de sus enemigos. El viento que rodeaba su cuerpo también la protegía de la reacción. Su encantamiento le proporcionó un ataque simultáneo y una defensa.

Los ojos dorados de la chica se estrecharon.

Su brazo derecho era un borrón, con su espada rasgando a través de todo en su camino.


—Aiz Wallenstein.

La chica rubia de ojos dorados cuyo nombre ya era conocido como el de uno de los aventureros más fuertes de todos.

Una caballero femenino de Ciudad Laberinto, Orario, ella era una aventurera de primera clase en todos los sentidos de la palabra.

Su título: Kenki, la Princesa de la Espada.

—¡¿— ?!

—Una serie de crueles y abusivos cortes pasaron.

Con una mezcla de velocidad ciega y exactitud mortal, ella procedía a cortar a cada monstruo sin dudar.

Los monstruos que sintieron su hoja lanzaban un grito agonizante mientras torrentes de líquido de color mármol salían de sus heridas.

De repente, todos los cuerpos de color verde pálido de los monstruos derrotados comenzaron a temblar como si sus sistemas nerviosos hubieran perdido el control de los músculos de sus cuerpos. Hasta que, ¡BANG!

-¡Está viniendo!

-¡¿OOOOOOOOOOO?!

Cada monstruo oruga muerta explotó, regando la zona en una lluvia ácida.

Los aventureros avanzados lograron esquivar el líquido, pero las explosiones capturaron al grupo de Tiona con la guardia baja. Afortunadamente, ellos se retiraron lo suficiente como para que sus atacantes, los rinocerontes negros, inadvertidamente los protegieran de la explosión. Los monstruos gritaron con una agonizante antes de caer al suelo.

—Bueno, bueno, estas cosas se convierten en bombas después de sufrir daños letales; Finn suspiró antes de embestir a los monstruos oruga.

Su primer oponente fue un monstruo mediano. Su pila de una parte superior del cuerpo se inclinaba hacia adelante, estirando sus brazos planos –su forma recordando al cuerpo de un pez– en un intento de golpear al Hobbit de sus pies. Finn usó su pequeña figura para esquivar fácilmente el ataque.

Un paño protector de batalla atado alrededor de su cintura se sacudió mientras se agachaba y el Desperate de Aiz salía de su funda. Entonces él saltó hacia arriba, guiando la hoja a través de su oponente.

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—Bueno, esto funcionará.

Finn ignoró los gritos del monstruo. En vez de eso, él tenía sus ojos clavados en la hoja del arma mientras este dividía a la bestia en dos.

La espada de plata Desperate estaba cubierta de un líquido púrpura y botaba humo como cualquier otra cosa que entrara en contacto con el arma secreta de la criatura. Sin embargo, este estaba intacto. Finn sonrió, dándose cuenta de que la espada era realmente “Superior”. Estos eran una clase de arma forjada por grandes herreros, que le daban una característica o habilidad única. Cambiando su foco de nuevo a la batalla, el general de campo de la Familia Loki saltó a la lucha.

Finn fijó su mirada en las extremidades vulnerables del monstruo oruga. Dos, tres piernas volaron. Con la mitad de su equilibrio desaparecida, la bestia lombriz cayó al suelo.

A pesar de que Finn no podía mantenerse a la par con Aiz y su mágicamente mejorado estado, él era todavía notablemente ágil y extremadamente inteligente — no desperdició un solo movimiento. Su estilo de lucha era el resultado de haber derrotado a enemigos más grandes usando técnica y coraje.

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Si explotaron al morir, destruirlas era una estrategia mucho mejor. El Hobbit pasó velozmente alrededor del campo de batalla, completamente concentrado en su misión.

—¡!


En otro lugar, Aiz estaba acelerando.

Gracias a Airiel, ella podría entregar dos grandes ataques en el tiempo que tomó normalmente hacer uno. Los enemigos estaban cayendo literalmente a pedazos en su estela.

La defensa del monstruo no era rival para su hoja mágicamente mejorada. Con Aiz protegida por una capa de viento que se movía constantemente, los monstruos fueron ocasionalmente arrojados a su propio ácido por las corrientes de aire.

Pero lo más importante, ella se movía tan rápido que los monstruos no tenían tiempo para alinear un ataque.

Ellos perdieron su pista por un momento, con sus planos brazos extendidos después de perder su objetivo. Lo siguiente que las bestias sabían era que un dolor abrasador estaba perforando en sus cuerpos.

La chica rubia no era más que una sombra momentánea, demasiado rápida para que cualquiera de ellos la siguiera.

— ¡Aiz!

—¡!

Finn estaba embistiendo desde el frente del monstruo más grande del enjambre. Aiz cambió de dirección y ellos atravesaron a la bestia por dos direcciones a la vez.

El Hobbit fue bajando, tumbando el equilibrio de la criatura, como Aiz llegaba en lo alto de atrás.

Su espada entró en contacto con la parte superior del cuerpo de la criatura, hundiéndose profundamente y penetrando en su interior hasta llegar a algo prometedor.

Su golpe había roto la piedra mágica dentro de la bestia. Este instantáneamente se derrumbó en un montón de cenizas.

-¡Quédate conmigo, Raúl!

—No, es demasiado tarde para mí, señorita Tione. Estoy perdido, condenado.

-¡Si eso es cierto, te acabaré ahora! El general necesita mi ayuda— ¡No puedo perder tiempo con un muerto!

-¡No! ¡Por favor, no me ..!

Tione había estado trabajando duro, usando cada poción y antídoto que el grupo tenía para mantener vivo a Raúl. El joven humano estaba de espaldas, suplicándole repentinamente mientras la amazona observaba nerviosamente el campo de batalla.

Al final, la inundación de monstruos que entraban en la habitación parecía estar nivelándose.

Aiz y Finn mantenían la línea, dominando a cada monstruo, pero el número de enemigos no decrecía. Era demasiado pronto para relajarse.

Había un límite de cuánto tiempo podrían aguantar la avalancha verde. Su cuarto sería invadido si permitieran que la batalla continuara.

— Orgullosos guerreros, tiradores del bosque. Tomen sus arcos para hacer frente a los Merodeadores. Respondan a la llamada de sus parientes y lancen sus flechas.

A una buena distancia de Aiz y Finn, Lefiya estaban en medio de su hechizo.

Sus ojos ardían con un sentido de pureza. Por supuesto, había una pizca de miedo. Pero su mente estaba enfocada en las palabras de una chica que admiraba.

——Sálvanos si tenemos problemas, ¿De acuerdo?

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Ella no podía dudar. Ellos dependían de ella; Ahora era su tiempo. Ellos estaban en problemas, y su magia iba a salvarlos.

Con su voz fuerte y firme, Lefiya sabía lo que tenía que hacer.

—Saca la llama, las antorchas del bosque. Láncenlas, las flechas ardientes de las hadas.

Un círculo mágico apareció a sus pies, resplandeciendo más fuerte con cada sílaba de su hechizo.

Había más en una estadística que las habilidades básicas. Las habilidades avanzadas también se derivaban, como “conjurar”.

Cuando un aventurero con una habilidad mágica alta se alineaba, había una posibilidad de que pudieran desbloquear una nueva habilidad que dramáticamente incrementara su magia. La fuerza mágica, el rango y la eficiencia de la mente aumentaron con la capacidad de conjurar. El círculo mágico de los pies de Lefiya era prueba de su habilidad como maga, y de su habilidad avanzada.

Más y más anillos formando diseños complejos emergieron dentro de su círculo mágico.

La belleza de Lefiya estaba iluminada por la pálida luz dorada que brotaba por debajo de ella.

—Cae como la lluvia, quema los salvajes a cenizas.

Su hechizo se completó, la energía mágica volátil recorría su cuerpo entero.

Lefiya levantó su cabeza y llamó a sus aliados:

— ¡Estoy lista!

Toda la habitación se iluminó en el mismo momento en que ella llamaba. El único lugar que todavía estaba sombreado era un pequeño círculo alrededor de Tione y Raúl detrás de ella.

Asegurándose de que Aiz, Finn y el resto de los otros aliados tuvieran tiempo de retirarse, la elfa levantó su bastón en el aire y activó su magia.

— ¡Fusillade Fallarica!

Un sinnúmero de rayos llameantes llovió sobre sus enemigos.

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Cada monstruo en la habitación fue atravesado por muchos de los disparos ardientes y se incendió. Sus gritos se ahogaron por el rugido ensordecedor del infierno que ahora abarcaba toda la habitación. Las flechas que perdían sus blancos se hundían en las paredes y el suelo, creando una valla que evitaba su escape.

Decenas de miles de flechas seguían saliendo del techo, resultando en un mar de llamas. La habitación fue alcanzada por la luz roja y naranja e inundada con el calor abrasador.

No quedaba nada de los rinocerontes negros o de los monstruos orugas cuando las llamas se apagaban, ni siquiera cenizas.

-¡Lo ves, te dije que funcionaría! ¡Ka- boom! ¡De un solo tiro! ¡Eres increíble, Lefiya!

—Todo lo que hice fue concentrar toda mi mente, así que…

—Demasiado llamativo— tú, Riveria y todos los demás elfos…… ¡Queman mi piel, maldita sea!

-¡Ga-ha-ha! ¡Eso es lo mejor! ¡Casi fuera de peligro!

Tiona, Bete y Gareth volvieron a la habitación, formando un triángulo protector alrededor de sus aliados. Ellos rápidamente despacharon a los pocos monstruos que lograron acercarse lo suficiente a Lefiya para evitar las llamas.

Los enemigos se fueron, Tiona siguió cantando alabanzas a Lefiya mientras Aiz y Finn volvían a entrar.

—… Gracias, Lefiya.

—Ah… ¡De nada!

Aiz llevaba su habitual expresión distante, pero sus labios eran inconfundiblemente más suaves que de costumbre.

Incluso la pequeña sonrisa fue suficiente como para atrapar a la elfa con la guardia baja. Pero un momento más tarde, lágrimas de alegría brotaron en sus oscuros ojos azules. Sólo por ese momento, los aventureros disfrutaron del sabor de la victoria.

— ¿General? ¿Qué sucede?

Tione se acercó a un Finn silencioso, con cuidado de evitar las chispas brillantes aún en el suelo. Ella podía ver a Raúl, todavía respirando y frotándose el estómago, por el rabillo del ojo.

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—Antes de que nosotros escapáramos a esta habitación… estábamos en un pasillo que conecta directamente con el piso cincuenta. Ya que los monstruos vinieron desde el frente…

—…Oh no.

—Puede que me esté preocupando por nada, pero… no puedo correr ese riesgo. Una vez más, Finn miró su pulgar derecho.

Apretando su lengua contra él, él volvió a mirar a Tione con unos ojos temerosos.

—Reúne a los demás. Volvemos al campamento a toda velocidad.

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