Youjo Senki (NL)

Volumen 3

Capítulo 4: Como Usar La Victoria

Parte 3

Estaba confundido hasta que recordó cuidadosamente la conversación anterior y se dio cuenta de lo que significaba “Como quieras” cuando le preguntó si debía regresar o no.

“¿Hmm? ¿Qué pasa, Teniente Serebryakov?”

“Oh, estoy impresionado por la amabilidad y la atención al detalle del teniente Weiss.”

Después de todo, la Mayor von Degurechaff no era el tipo de oficial que daba instrucciones vagas. Weiss debería haberlo entendido el momento en que Serebryakov dijo: “Como quieras”.

Lamentaba estar bajo la influencia mientras recibía un mensaje. Si su cabeza hubiera estado despejada, probablemente habría podido captar la deriva de Serebryakov, incluso por teléfono.

Bueno, estaba de vacaciones… pero supongo que debería estar listo para ser llamado en cualquier momento, incluso de vacaciones, pensó y luego agregó, probablemente tampoco debería haber hecho ese comentario.

Bueno, la desafortunada verdad era que para Weiss y otros soldados imperiales, “permiso en tiempos de guerra” generalmente equivalía a tratamiento médico en la retaguardia o estar fuera de servicio en las trincheras, por lo que había estado disfrutando de sus primeras vacaciones reales.

“Sí, es un comunicador modelo. Bueno, nos iremos. Tómeselo con calma mientras estoy fuera. Hacer suficientes prácticas para mantener la disciplina estará bien.”

“Entendido. Que tenga un buen viaje, Mayor.”

“Lo haré, gracias, y lo siento de nuevo.”

…

“… Hola, soy la Mayor von Degurechaff. Por favor, tráigame al General von Zettour; es urgente.”

“Oh, Mayor, lo siento mucho, pero actualmente el General está fuera.”

Mmm, eso no sucede muy a menudo, piensa Tanya, pero ella cree que, si él está ocupado con asuntos militares, no se podía evitar. Ella ajusta sus expectativas e intenta nuevamente.

“Entonces, lo siento, ¿puedo ver al General von Rudersdorf?”

Ello lo dice con simpleza, esperando ver primero al amigo del General von Zettour, pero se da cuenta de inmediato por la mirada preocupada en el rostro del personal que esta petición también es imposible. Pregunta con sus ojos qué podría significar.

“Tendrá que disculparme, Mayor von Degurechaff, pero, bueno, todos los de la Oficina del Estado Mayor están fuera…”

Tanya se había preparado a que se resistiese a responder, pero el oficial de guardia reveló el problema con una preparación inesperada.

“Entiendo. ¿Y dónde podrían estar?”

Pero en realidad, la respuesta llegó tan fácilmente que todo lo que siente es la sensación de que algo anda mal. Después de todo, está segura de que los oficiales del Estado Mayor están terriblemente ocupados en todo momento. Y ella sabe por experiencia que puede venir sin avisar si algo es crítico y hacer que lo vean.

Esa adaptabilidad, esa flexibilidad, es la fuerza del Estado Mayor del Ejército Imperial, y sólo funciona debido al contacto cercano entre los oficiales que dirigen las operaciones.

Por eso Tanya no puede creerlo.

Incluso cuando se le informa que la oficina está prácticamente vacía, no lo entiende.

Tan obligada por la necesidad, se le ocurre una razón. Por ejemplo, tal vez se requirió su asistencia a alguna función importante en la corte.

O tal vez tuvieron que presentarse en alguna ocasión, una fiesta o algo así. Esa es su ingenua expectativa.

Ese grupo de puritanos nunca dejaría la Oficina del Estado Mayor vacía en una coyuntura tan crítica sin ninguna razón.

“… Creo que están en la taberna.”

“¿La taberna?”

Es por eso que todo lo que puede hacer en ese momento es repetir las palabras al oficial de servicio.

¿Qué me acaba de decir?

¿Taberna?

¿Qué es una taberna?

Taberna.

Es un lugar para beber alcohol.

Entonces, ¿qué necesidad puede haber para que todo el Estado Mayor vaya allí todos a la vez?

“Sí, estaban gritando sobre beber para celebrar nuestra victoria. Yo también quería ir, pero ya sabe cómo es.”

“Sí, gracias por su servicio. Entonces, si me disculpa.”

Al escuchar esta respuesta, se ve obligada a dedicar casi todo su ser a mantener su expresión en blanco y asentir.

“Muy bien, mayor. Buenas noches.”

Después de recibir una despedida sencilla del oficial de servicio, Tanya se acurruca sombríamente en la cama.

Al día siguiente, los oficiales del personal, que habían bebido como una cuba por primera vez en mucho tiempo, también están amamantando sus primeras resacas. Ha pasado tanto tiempo que es casi nostálgico competir para ver quién puede fingir normalidad con mayor habilidad, hasta que en la Oficina del Estado Mayor marcha la feroz Mayor Tanya von Degurechaff.

“General, disculpe, pero…”

Ella ha decidido hablar directamente con el General von Zettour, en el centro del Estado Mayor, y descubrir toda la historia.

“Oh, Mayor. Escuché sobre la flota. Y las quejas del comandante de la base. Pero mi conclusión es que ambos cometieron un error en el ejercicio de sus funciones.”

¿Pero qué demonios es esto de ahora?

“Mientras ambos estén en lo correcto, es sólo una cuestión de reprender a los dos para que ejerzan más autocontrol. Dicho eso, Mayor, parece que esta vez fuiste un poco lejos.”

La respuesta que se le da yerra el blanco tan plenamente que se encuentra mirándolo a él, a pesar de darse cuenta de que es grosero.

¿Qué demonios pasa con todos mis oficiales superiores?

“¿Qué? No se preocupe, mayor.” Pero él continúa asombrándola.

“Les dimos una buena paliza. Nadie se molestará contigo ahora que se acerca el final de la guerra.”

Pero ella se congela al oír el “final de la guerra”. Esas palabras podían causar mucho daño.

Aparentemente, Tanya era la única que lo sabía. No iba a suceder.

 Luego, teniendo problemas para mantener firme su expresión, desvía la vista hacia la ventana y se da cuenta de que estaba equivocada.

Los empleados que van y vienen en la oficina se ven muy emocionados. Al mirarlos por el rabillo del ojo, está atormentada por el dolor. Todos están muy entusiasmados con la gran victoria.

Todos están saboreando el sabor de su triunfo en el frente del Rhine y la captura de Paris. Envueltos en una euforia, viven en un momento tan feliz que fueron a una taberna para dejarse llevar por una vez.

Ahh. Tanya se percata.

El Mayor General von Zettour es un oficial sobresaliente en los frentes político y militar. Además de eso, es un pragmático que ve las cosas de manera objetiva y, cuando es necesario, como números o estadísticas.

Incluso él está borracho de la dulce victoria.

… Probablemente se convenció de la victoria con su destreza lógica.

Probablemente pensó que cualquier otra lucha no sólo sería inútil para la República sino perjudicial. Y si librar la guerra ya no los beneficiaba, entonces la guerra seguramente terminaría.

… El General von Zettour no debe entender que los Republicanos continuarán resistiendo sin tener en cuenta las probabilidades, los fundamentos o las ganancias y pérdidas.

Pero en el momento siguiente, Tanya se pregunta objetivamente si tal vez sólo ha perdido la esperanza porque sabe el resultado de que les hayan hecho un Dunkirk.

Los restos que dejan escapar son semillas de resistencia, por así decirlo. Algunos fallarán. Algunos pueden ser estampados bajo las botas del Ejército Imperial, mientras que otros pueden ser arrancados por ataques de la fuerza aérea.

Muchos de ellos no tendrán la humedad de las personas y, por lo tanto, se secarán por completo, sin poder producir un brote de resistencia. Pero si esas semillas se siembran en el suelo blando de una colonia, eventualmente darán frutos capaces de lanzar una contraofensiva. Esa es una amenaza real.

Pero incluso con eso en mente, objetivamente hablando, la situación actual es de gran victoria. Cualquiera estaría de acuerdo en que el Imperio ganó.

A pesar de la intervención y el ultimátum de la Mancomunidad, el Imperio realizó esta increíble hazaña en muy poco tiempo.

La República fue asesinada en un abrir y cerrar de ojos, la Alianza Entente está siendo puesta bajo el gobierno militar imperial, y el gobierno de Dacia está avanzando rápidamente. El mundo sólo puede mirar paralizado. La victoria del Imperio, su gloria, es genuina en este momento.

Por eso, piensa Tanya sombríamente, al ver el punto de divergencia entre la verdad que conoce y la conclusión a la que llega la lógica en la realidad.

La actitud que está obteniendo del General von Zettour… que, pensando racionalmente, aquí es donde terminamos la guerra, es correcta. Después de todo, el Imperio logró aniquilar a las principales fuerzas Republicanas. Es un triunfo que seguramente será recordado en la historia militar. El Imperio logró una victoria abrumadora en el campo y tiene muy pocas cosas de qué preocuparse.

Victoria, oh, qué fascinante eres. El Imperio se ha ganado el derecho de emborracharse con su dulce vino.

“Me alivia escuchar eso, señor. Sólo espero que haya una oportunidad de compensar el problema que causé.”

“Está bien. Entonces, por la victoria.” “Por la victoria.”

Ella suprime sus emociones con puro autocontrol, intercambia saludos y mantiene los modales adecuados cuando sale de la habitación.

Pero incluso la Mayor Mágica Tanya von Degurechaff es humana. Así que cuando el Teniente Coronel von Lergen pasa junto a ella en su camino para obtener la aprobación del General von Zettour en algunos documentos, se da cuenta de que su expresión es más distorsionada de lo que lo había visto antes.

“Disculpe, señor… ¿Pasó algo? En este momento la Mayor von Degurechaff tenía una expresión extraña en su rostro.”

Duda en decir que parecía una mueca de lágrima acorde con una niña de su edad. Después de todo, la expresión oscura pertenecía a la Mayor von Degurechaff. Valía la pena preocuparse por eso.

“Oh, Coronel von Lergen. ¿Qué quieres decir con ‘extraña’?”

“Bueno, me pareció que por un momento se veía terriblemente sombría…”

“¿Hmm? Oh no. Tal vez ella tenía algún consejo para mí.”

De modo que Zettour nunca sabría la verdad… que parecía que estaba a punto de llorar por la desesperanza.

Aunque sintió que algo no se había dicho, incluso Zettour no intuyó que ella se rindió con resignación.

“¿Debería llamarla de vuelta?”

“No, hablaré con ella la próxima oportunidad que tenga.”

Decide esperar a que ella vuelva a él y recurre a los innumerables documentos que necesita aprobar. Después de todo, él es el subdirector del Cuerpo de Intendencia, por lo que tenía una montaña de trabajo importante que hacer.

En ese momento, todos tenían fe. La guerra terminaría y el Imperio había ganado.

Pero no era un futuro que se alegraran de recibir, por eso varios países, la Mancomunidad a la vanguardia, rugieron que resistirían hasta el final para evitar esa pesadilla.

Los remanentes del Ejército Republicano que escaparon del continente se unieron a los remanentes del ejército de la Alianza Entente, y juntos se asentaron en las propiedades coloniales de ultramar de la República y declararon que continuarían la guerra contra el Imperio. Se autodenominaron República Libre, y su oposición ya estaba planteando un desafío al gobierno militar que el Ejército Imperial estaba estableciendo en el continente.

Y cerca de Mary Sue, la gente estaba tanto hostil como asustada por el Imperio.

Estaba siendo criada entre personas que habían escapado de la Alianza Entente para esperar la paz desde un lugar seguro. Para la mayoría de los refugiados, el hecho de que incluso la República se hubiese retirado de la lucha fue una gran decepción.

Habían anticipado la caída del Imperio. Por eso estaban tan felices de ver la ofensiva de la República. Entonces, cuando vieron el punto muerto, saborearon la desesperación, y todos se sorprendieron al presenciar el colapso del Ejército Republicano.

¿Nadie puede sellar el mal del Imperio?

 Pero no podían aceptar eso. Entonces los refugiados rechazaron de inmediato sus propias dudas de voluntad débil.

Eso no podía ser. Creyendo que la justicia no pasaría por alto este mal, esperaban y rezaban. Muchos refugiados se unieron a sus voces y protestaron por una mayor expansión del horrible Imperio.

“También pelearemos.”

Inspirados, o quizás intoxicados, por esa alegría, la gente comenzaba a ofrecerse como voluntaria para el ejército. Y conmovidos por su pasión, los países comenzaron a aceptarlos.

Y no eran sólo los refugiados. Los jóvenes de cada nación alzaron sus voces en un frenesí.

¡Debemos unirnos al Ejército de la Mancomunidad para enfrentar al Imperio y luchar!

Al mismo tiempo, los periódicos comenzaron a imprimir editoriales advirtiendo contra el nacimiento de un Imperio demasiado grande, completo con comentarios de expertos, e incluso en los Estados Unidos, algunas campanas haciendo advertencias que no estaban tan terriblemente alejados de la situación en el continente.

Todos, quisieran o no, tenían que entender que había llegado un período de agitación violenta en el equilibrio de poder. El tono del debate derivado de esa ansiedad eventualmente comenzaba a convertirse de forma natural en exhortar a los países a prepararse, por su propia seguridad, contra el Imperio.

Por lo tanto, todos aplaudían sinceramente a las tropas restantes del Ejército Republicano, quienes declararon de manera tranquilizadora que continuarían resistiendo al Imperio como el Ejército Republicano Libre.

La Mancomunidad también había declarado que resistirían al Imperio hasta el final, y todos esperaban mucho de su nuevo primer ministro, el Duque de Marlborough, y su liderazgo de guerra. Asimismo, sintieron que debían luchar bajo dicho liderazgo y comenzaron a unir fuerzas.

Ella tenía poder.

Es decir, ella tenía habilidades mágicas que heredó de su padre, Anson. Y fueron un regalo que la puso en una liga propia. Si no hubiera habido una guerra, su talento no le habría sido de mucha utilidad, por lo que tal vez habría permanecido oculto.

De hecho, Anson siempre le había explicado a su familia que sólo porque tenían la aptitud, eso no significaba que debían convertirse en magos.

Mary todavía podía recordar la amable voz de su padre diciéndole que no limitara sus opciones. Él la había alentado a seguir su propio camino y siempre le dijo que apoyaría cualquier futuro que ella eligiera. Precisamente por eso estaba tan decidida.

Mientras tanto, el Imperio aceptaba a regañadientes la continuación de la guerra y se preparaba para reclamar otra gran victoria.

Sin embargo, tal vez debería decirse…

A diferencia de los otros países en los que el Imperio había luchado, el ejército no podía evitar cruzar un mar para luchar contra la Mancomunidad. Por supuesto, este era el Imperio que había cortado las líneas de suministro de la Alianza Entente al realizar una operación de aterrizaje en el territorio de retaguardia del enemigo, por lo que no era como si la opción de una operación anfibia no estuviera sobre la mesa.

Pero, como siempre, eso implicaba una advertencia: “siempre que pudiera asegurar el dominio del mar”. Y cuando se le preguntó sobre las perspectivas de asegurar el mando del mar, el Comando de Flota sólo respondió que podría ser posible si se arriesgaran a la aniquilación.

Entonces el Imperio enfrentaba un serio dilema.

Si se involucraba en una batalla naval, tal vez podría eliminar o controlar la resistencia de la Mancomunidad durante el tiempo suficiente para llevar tropas a tierra firme.

Pero si la flota del Imperio fuera aniquilada, no tendría los medios para emprender otra batalla naval. En ese punto, sin importar cuántas unidades aterrizaran, no significaría nada porque sus suministros se cortarían y serían aniquilados al igual que las principales fuerzas Republicanas.

Dicho esto, dejar sola la parte continental de la Mancomunidad equivaldría a ignorar la poderosa base estratégica del enemigo. Por supuesto, el Ejército de la Mancomunidad tenía un número limitado de soldados, por lo que no era una amenaza directa terriblemente preocupante, pero… Al ritmo que iban las cosas, sería una riña interminable.