Youjo Senki (NL)

Volumen 3

Capítulo 2: La Intervención, Que Fue Demasiado Tarde

Parte 9

19  DE JUNIO, 1925 DEL AÑO UNIFICADO, REPÚBLICA, DEPARTAMENTO DE FINISTÈRE, BASE NAVAL BREST

El Ejército Imperial había roto las líneas defensivas fuera de la capital y había entrado en el área urbana, y el informe que indicaba tal cosa llegó a la base naval en Brest rápidamente. El Viceministro de Defensa y de las Fuerzas Armadas, Mayor General de Lugo, tenía sentimientos complicados sobre las terribles noticias.

Aunque había estado esperando el aviso, recibirlo fue realmente irritante.

Él fue quien redactó el plan para este tipo de escenario, pero sólo lo hizo vergonzosamente, llorando por dentro.

Un plan para retirarse del continente…

Ningún otro trabajo en su vida fue tan humillante como elaborar este plan. El Mayor General de Lugo había recorrido el camino de la luz durante su tiempo como orgulloso soldado Republicano, y ahora se sentía completamente deshonrado.

Incluso más que eso, sin embargo, estaba lleno de ira.

Muchos soldados, sus hermanos, habían muerto creyendo en la gloria de la República. Era gracias a sus esfuerzos voluntarios que pudieron atraer la atención del Ejército Imperial hacia la capital.

Sabía que todo el rato que estuvieran dando su todo para comprarles más tiempo haciendo todo lo posible y aún más para mantener el pulso de la República latiendo, por lo que no podía perder ni un momento.

Pero como soldado Republicano, no podía evitar sentirse desanimado. ¿No debería estar allí alineado con mis hermanos de armas? El conflicto lo acosaba.

Por otra parte, como comandante, sabía que tenía que encerrar esos sentimientos en lo más profundo. Todos llevaban la misma carga.

Por eso precisamente no podía socavar la importancia de luchar. Había logrado reunir todos los barcos que pudo en la base naval de Brest en el departamento de Finistère sin que el Imperio lo notara.

Para aprovechar al máximo la oportunidad, partían llenos de armamento pesado y recursos, desde lo común hasta lo escaso, además de muchos soldados. La tierra y las personas que debían proteger las dejaron atrás.

El colapso del Grupo Republicano del Ejército del Rhine fue más que la caída de un mero grupo del ejército. Significaba que el ejército local de la República había sido prácticamente aniquilado. Es decir, el Grupo del Ejército del Rhine incluía a la mayoría de las unidades del ejército local, y la mayoría de ellas se habían perdido. Todo lo que quedaba en el país de origen de la República era una organización militar vasta y vacía y los burócratas atónitos en la cima. La mayoría de las unidades de combate críticas para la protección de la patria se habían perdido en poco tiempo. Eso significaba que ya no había un ejército en el camino del Imperio.

Cuando surgió la cuestión de cómo reorganizar las líneas en la batalla con el Imperio para reparar el gigantesco agujero, parecía que sería imposible evitar el colapso. El gobierno Republicano y los líderes militares estaban preparados para movilizar hasta la última unidad junto con la asistencia de la Mancomunidad, aunque, francamente, algunos sabían que sólo estaban retrasando lo inevitable.

Uno de ellos era el Viceministro de Defensa, el Mayor General de Lugo, y aunque estaba ejecutando el plan para abandonar su territorio de origen, ciertamente tenía más que las reservas estándar al respecto.

Lógicamente, si hubieran construido trincheras y pusieran artillería y soldados en ellas, las líneas podrían haber sido protegidas.

Sabía que era algo razonable de ordenar.

Pero el agujero abierto en el frente era tan gigantesco que las unidades que podrían haber mantenido la línea se habían borrado de su formación para siempre, sin mencionar la pérdida de municiones y la artillería pesada. Habiendo perdido la mayor parte de su producción de guerra y otras capacidades de la industria pesada, no podrían mantener el mismo nivel de consumo que antes.

Pero, aun así.

Si hubiéramos podido obtener una mano de nuestros aliados. Si la Mancomunidad sólo se hubiera apresurado e intervenido hace dos semanas. O incluso hace diez días. Si tan sólo sus fuerzas hubieran podido llegar a tierra para cuando las fuerzas centrales del Ejército Republicano fueran rodeadas y aniquiladas…

Si la fuerza expedicionaria hubiera llegado y librado una batalla demorada, tal vez habría habido tiempo suficiente para sostener una nueva línea de frente. Incluso si no pudieran salvar a todo el ejército, tal vez podrían haber sacado algunas unidades del cerco.

Habiendo pensado hasta ahora, de Lugo no tenía más remedio que reconocer que nada bueno llegaría de seguir en ello.

Ya era demasiado tarde. Cualquier otra cosa sería de tan poca utilidad como llorar por agua derramada.

Las gloriosas fuerzas principales de la República se perdieron para siempre ante la posibilidad de reorganización. Su territorio de origen sería pisoteado bajo las odiosas botas del Ejército Imperial. Esa maldita predicción era ahora un futuro ineludible.

“… ¿Cómo va el progreso?”

Cambió de marcha para descartar los pensamientos de oportunidades perdidas.

El Ejército Imperial había eliminado a sus élites entrenadas y equipadas. Forjados en el combate interminable en la línea principal del Rhine, fueron literalmente los mejores que tenía el Ejército Republicano. Fue una verdadera lástima perderlos. Lamentablemente, probablemente la República nunca, ni durante esta guerra ni en ninguna otra, podrá volver a reunir a un grupo de tales soldados de élite.

Pero a la República todavía le quedaba una buena cantidad de hombres, si los unía a todos. En sus vastas propiedades coloniales, tenían tropas y una gran cantidad de recursos naturales. Por supuesto, dispersos como estaban, sólo eran objetivos de matanza o rendición y desarme.

Sin embargo, sin embargo… Esto también significaba que, si la República podía unirlos, podría aprovechar esos recursos humanos y naturales, podría salvaguardar un futuro brillante para sí misma. Y si lo veían como un medio para controlar las influencias debilitadas en las colonias, si pudieran sacar a las tropas restantes de la organización intactas… si, en otras palabras, podrían preservar el grupo de tropas que tenían, podrían construir un inmenso poderoso ejército anti-imperio.

Si esperaban su tiempo, no sería imposible asestarle un duro golpe al Imperio.

“La Tercera División Blindada ha terminado de abordar. Una brigada provisional del Séptimo Ejercito Estratégico Motorizado está abordando ahora.”

Es precisamente por eso que tengo que proteger a estas tropas pesadas sin importar qué, pensó de Lugo con una expresión de dolor mientras observaba el proceso de carga a continuación, prácticamente rezando. La Tercera División Blindada era un activo preciado, una división de tanques. Y el Séptimo Ejercito Estratégico Motorizado estaba equipado con el último cómputo, las prensas, así como el último modelo de tanque capital.

La combinación de estas fuerzas era la bendición en esta tragedia. Que estas dos unidades hubieran estado en el entrenamiento de retaguardia con su nuevo equipo seguramente fue desafortunado para las líneas de la retaguardia.

Si hubieran estado allí, tal vez podrían haber salvado el día. Pero si están aquí ahora, la República aún puede luchar. La República había logrado preservar unidades que podían combatir incluso a los magos imperiales notablemente mejorados, tropas que podían luchar en un campo de batalla nivelado con el enemigo en este nuevo estilo móvil de guerra.

La mayoría de los magos ya estaban reunidos, gracias a su movilidad.

Mientras tanto, dado lo dudoso que era que el Séptimo Ejercito Estratégico Motorizado siquiera pudiese encontrarse con ellos, la forma en que se apresuraron mostró su espíritu de lucha y su voluntad indomable… ambos sólidos como una roca.

Ni siquiera tenías que ser de Lugo para estar seguro… la República aún podía pelear. Sí, la República, como nación, todavía no había perdido, de ninguna manera.

Todavía tenía cartas en la mano.

Era cierto que muchas de las tropas del Ejército Republicano estaban estacionadas en el frente del Rhine, y el impacto de perderlas a todas fue enorme, pero no era como si la República lo hubiera perdido todo.

En cierto modo, tal vez estaba poniendo un frente valiente. Pero el Mayor General de Lugo aún tenía pelea e impulso restante, por lo que regañó su corazón desanimado.

¿Qué tipo de soldado deja el destino de su país dependiente de la buena voluntad de otra nación?

Un soldado que no puede salvar a su propio país estaría mejor muerto. Deben mantenerse en la línea de batalla, luchando por la patria, su país, hasta el final.

Quería gritar que incluso si su oponente ganaba la primera ronda, la República sería la que quedaría en pie al final.

Entonces, de Lugo quería reunir todas las fuerzas restantes en anticipación de una contraofensiva. Quería a cada soldado que pudiera tener en sus manos.

Pero debido  a la naturaleza de la operación,  se enfrentó  al  flagelo  eterno de cada comandante: el tiempo.

Por un lado, cuanto más tarde, mayor será la posibilidad de que el plan se filtrará. Si eso sucediera, el posible núcleo de su ejército de resistencia podría ser atacado.

Por otro lado, considerando los efectos psicológicos de abandonar a los aliados que corrían para estar con ellos, no podía irse tan fácilmente.

Naturalmente, la decisión era apremiante.

“… ¿Qué hay con el equipo de operaciones especiales? ¿Cuándo estarán aquí?”

Era en esas circunstancias difíciles que de Lugo esperaba el equipo de élite de operaciones especiales.

Eran un grupo de magos creados para llevar a cabo misiones especiales.

El General de Lugo esperaba que la fuerza y la experiencia del Teniente Coronel Vianto y los demás que sobrevivieron a Arene fueran de gran ayuda.

El Estado Mayor también sabía que si esos magos lograban unirse con los demás, la cantidad de opciones que tenían aumentaría dramáticamente. Pero era cierto que esperar representaba un riesgo.

“Su llegada estimada es en unas diez horas. Sin embargo, como vienen de Paris, es posible que los persigan…”

… Si los siguen, en el peor de los casos, las tropas imperiales se darán cuenta de que estamos aquí.

Si lo hacen, todo nuestro trabajo hasta ahora habrá sido en vano.

Esa era una posibilidad temible. En sus circunstancias actuales, eso sería inaceptable.

¿Deberíamos abandonarlos?  Parte del  personal, especialmente  los  oficiales  de la flota, secundaban esa opinión.

”… Nos iremos en diez horas. Los magos deberían poder alcanzarnos sobre el agua,

¿cierto? Por ahora, carga tanto como podamos en ese momento.”

“Entendido.”

Pero de Lugo decidió esperar hasta el último segundo.

Estaba haciendo una apuesta, llevando el espacio de carga y el tiempo a sus límites. Sí, era de alto riesgo. Pero esos magos eran un activo valioso. Si pudieran acogerlos, era innegable que más adelante aumentaría la potencia de fuego de la resistencia.

“Más importante aún, ¿qué hay con la ruta?”

“El último registro de la Segunda Flota Escolta dice que todo es verde.”

Y lo más crucial de todo…

Afortunadamente, el mar todavía estaba libre de influencia imperial. La Armada Imperial confiaba en que habían suprimido a la Armada Republicana, pero eso era apenas cierto, bajo un conjunto limitado de circunstancias.

Todavía les quedaba suficiente músculo para mostrarle al Imperio que atacar de frente no era la única forma en que una armada podía luchar.

Además, la Armada Imperial, con el objetivo de poner un control a las armadas Republicanas y de la Mancomunidad, tendía a caer en el patrón de pensamiento de “flota en ser*.” Era difícil imaginarlos saliendo para una batalla decisiva.

(Nota: En la guerra naval, es una fuerza naval que se extiende una influencia controladora sin tener que abandonar el puerto. Eran la flota de Acceso de la licencia y se enfrentan al enemigo, que podría perder en la batalla y ya no influir en las acciones del enemigo, pero al mismo tiempo se mantiene de forma segura en el puerto, el enemigo se ve obligado a desplegar continuamente fuerzas para protegerse de él.)

Después de todo, con la Armada de la Mancomunidad de su lado, eran de Lugo y sus aliados quienes prevalecían. El Ejército Imperial no parecía tener mucha flexibilidad estratégica.

“Telegrama del Escuadrón Submarino Independiente Catorce. Sin contacto. El camino está despejado.”

Tenían suerte de que el Ejército Imperial no se hubiera dado cuenta. No había forma de que los barcos llenos de suministros pudieran escapar si fueran detectados. Por ahora, al menos, no había signos de interferencia.

Dada la forma en que las tropas imperiales hacían las cosas, bien podría pasar un tiempo antes de que se dieran cuenta. Por supuesto, una vez que la operación de escape estuviera en marcha, lo resolverían. Estaba seguro de que su búsqueda sería feroz.

Entonces sólo tenían una oportunidad. Estaba apostando por el futuro de la patria en esta aventura.

En el momento en que se convocó el alto el fuego… esa fue su oportunidad. El éxito de la operación dependía de si el Imperio encontraba o no los movimientos sospechosos. O si podrían distraer al Imperio de alguna manera.

“Informe de la embajada en la Mancomunidad. Las principales fuerzas enemigas están ocupadas monitoreando los ‘ejercicios’ de la Armada de la Mancomunidad.”

¿Eran idiotas? ¿O hacían lo de siempre?

La flota de la Mancomunidad estaba realizando ejercicios de emergencia como “entrenamiento sorpresa” justo en el borde de sus aguas territoriales, distrayendo por completo a las fuerzas imperiales. Su flota, fuerza aérea y magos estaban prestando atención a los ejercicios, que le daban a de Lugo una mano libre.

Dado que aparentemente no hubo complicaciones que dañaran las naves reunidas, el Imperio no debía haberse dado cuenta de lo que estaba sucediendo. Tampoco había informes de exploradores imperiales o personajes sospechosos en las cercanías de la base naval.

No quería traer mala suerte, pero la situación no parecía tan desesperada.

“… Bien de ellos por ayudar.”

“Pasemos por esto y tomemos represalias.”

“Incluso si tengo que comer esa comida apestosa de la Mancomunidad, lucharé. No puedo esperar a la contraofensiva del sur.”

Los espíritus de sus subordinados eran incansables. Al menos, las tropas aún podían luchar. Incluso si tuvieran que ceder temporalmente la patria al Imperio, al final recuperarían la tierra que los crio.

“Bueno, todo comienza aquí.”

Su resolución era firme.

Aunque reprimía sus emociones, su voz rebosaba el espíritu de luchar contra el Imperio hasta el final.

El Mayor General de Lugo era un patriota.

Amaba a su país. Amaba a su patria. Él creía firmemente en la gloria de su país. Si la República ya no era grande, ya no era la República.